El verano trascurre entre el calor y el desconcierto. De
entre las noticias que circulan destaca una a modo de quimera que anima a unos
y confunde a otros, pero, de momento, no asusta a nadie. No cabe la menor duda
de que la situación política en este país es demencial y que la económica es
altamente preocupante. Al hilo de los futuros acontecimientos, o intentonas
poco meditadas, se me ocurre recuperar algunas notas entresacadas de otros
artículos anteriores.
1. La falta de
respaldo internacional
Con el derrumbe de la
URSS en 1991, y la hegemonía del mundo capitalista con EEUU a
la cabeza, llega a su fin un ciclo histórico. Los grandes capitales, sin ningún
tipo de freno, emprenden un camino enloquecido hasta llevarnos a la situación
actual, con un futuro que se nos ofrece poco alentador. La dinámica capitalista
muestra hoy su cara más irracional y alienante. Los autores de las
salvajes fórmulas de enriquecimiento que
ahora funcionan no cesarán en su empeño porque la pobreza humana es un excelente caldo de cultivo; de manera que, a
modo de espiral, cuanto más dinero se tiene mayor es el deseo de multiplicarlo.
2. La falta de respaldo nacional
Los aparatos de los partidos comunistas en la Europa actual han perdido
totalmente el protagonismo que llegaron a tener hasta la década de los años 70
del anterior siglo. En algunos casos como Italia o España han ido abandonando
de forma progresiva el tinte
revolucionario que les caracterizó en épocas anteriores y, recurriendo a
múltiples transformaciones (IU en España, el Olivo y las refundaciones en
Italia, o coaliciones parecidas), se han integrado plenamente en el sistema, formando parte del espectro parlamentario, en franca minoría y sin posibilidad
alguna de lograr una mayoría representativa a corto, medio y largo plazo.
3. La ausencia de agente trasformador
Pienso que los poderosos y sus gestores están jugando con fuego. Llegado
el momento, los individuos se verán obligados a salir a la calle masivamente,
habrá agitación social, el poder político resultará inservible para contener a
la masa y mantener la “paz social”, función que tienen encomendada. Ante la
ausencia de un agente transformador, la agitación social sólo puede
convertirse en confusión y desorden.
4. Advertencia (con perdón)
Cuando se lleva a cabo
una acción reivindicativa sin éxito, refuerza el poder de aquellos contra los que va dirigida. El posible conato de
miedo de los poderosos al ser cuestionado su poder se diluye ante el fracaso o la inacción de
los de la propuesta, lo que permite que ese poder aumente al comprobar que no
pueden con ellos.
5. Cambio de táctica
La salida de la situación en la
que nos encontramos pasa por abandonar la táctica basada en actos inocuos como
las manifestaciones pacíficas, las huelgas insustanciales y demás acciones al uso,
y acometer actos que de verdad dañen a los que ahora se empeñan en someternos a
toda costa, es decir, perder el temor para meter miedo a los de arriba.
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