jueves, 24 de mayo de 2018

ACIERTOS Y ERRORES DE PODEMOS

Aunque los errores de quienes, de una u otra forma, cuestionan el sistema resuenan infinitamente más que los aciertos, todos aquellos que trabajamos por un mundo mejor tendremos que seguir apoyando a Podemos porque es la única formación política que surge desde los diferentes movimientos ciudadanos. En Podemos hay muchísima gente limpia, honesta, inteligente, sencilla y con muchas ganas de trabajar.

¿En qué marco político nos movemos?
A pesar de que las trasformaciones en profundidad, hacia una forma de vida diferente a la actual, tardarán mucho tiempo en producirse, si es que alguna vez tienen lugar, hay cambios puntuales que tienen origen con velocidad de vértigo. Y utilizo el término vértigo intencionadamente en una doble acepción: rapidez y pérdida del equilibrio, ambas en íntima relación. Estas dos circunstancias avalan la certeza de los tiempos de incertidumbre que vivimos y que, necesariamente, seguiremos viviendo. La rapidez es consecuencia del declive de un sistema y de la pérdida del equilibrio vivido en las últimas décadas del anterior siglo y la primera del actual. Ruptura de la alternancia bipartidista en el entorno europeo, el deterioro de la democracia,  la pérdida de derechos y el incremento de las políticas represivas son signos de identidad de esta década. Todo ello pone en cuestión el modelo político. Cambios que ponen al descubierto, con mayor claridad, la desigualdad y los desequilibrios económicos y sociales.
El sistema intenta, inútilmente, mantener el equilibrio, parcheando el modelo con medidas más o menos estandarizadas. Una de ellas consiste en hacer grandes pactos, como en Alemania, desdibujando el esquema ficticio y clásico izquierda-derecha. Otra, consiste en crear nuevas formaciones, como es el caso de Ciudadanos en este país o el de Macron (En Marche!) en Francia. Digo inútilmente porque, aunque consigan ganar en las urnas una u otra vez, su éxito será efímero ya que el cambio tecnológico, la precariedad laboral y la desigualdad creciente no permitirán una larga estancia estable como ocurrió en las décadas citadas.  

Los aciertos y los errores
Podemos, como digo, surge desde abajo, fruto del descontento, de lo que algún autor lo calificó de indignación, como ocurrió en tiempos atrás cuando los oprimidos se agruparon para defenderse de las agresiones del sistema capitalista. Podemos irrumpió con fuerza para sorpresa de propios y extraños.
Las propuestas iniciales conectaron con todos aquellos ciudadanos que esperaban la aparición de una nueva fuerza política diferente a las dos que se alternaban en el gobierno. Podemos se convirtió en la esperanza y el refugio de variados sectores con diferentes características. IU nunca consiguió un significativo apoyo, a pesar de representar, en teoría, a las capas sociales más numerosas. Las razones de este desajuste requieren un análisis específico.
La práctica política ha ido moldeando a los de Podemos, perdiendo la frescura de los primeros tiempos. Han asumido el modelo y su comportamiento institucional es semejante al de los demás. Su relación con los ciudadanos cada vez es más distante y sus consultas a los inscritos e inscritas cada vez más tienen un carácter formal.  Muchos, entre lo que me encuentro, nos hemos ido desencantando. A pesar de ello, como recomiendo al principio, habrá que seguir apoyando a esta formación política con el deseo de que sus dirigentes superen los efectos de esa enfermedad de infancia, fruto de esa corta experiencia política en las instituciones.

En lo concreto (dos asuntos)
La candidatura para las elecciones autonómicas de Madrid ha sido impuesta desde arriba. Un acuerdo en la cúpula ha designado a I. Errejón como candidato, y la lista formada por militantes afines. ¿Qué capacidad de elección teníamos los inscritos si sólo se presentaba una candidatura? Hombres y mujeres que han jugado un destacado papel quedarán fuera de la Cámara. Por ejemplo, Lorena Ruiz-Huerta, de la corriente anticapitalista, que defendió magistralmente la Moción de censura presentada por su grupo, no volverá a renovar su puesto.

¿Y el revuelo mediático de la famosa compra de la casa de Irene y Pablo? No somos capaces ahora de valorar los daños que este hecho puede ocasionar.
Un tremendo error. Les ha perdido la pasión: el amor, supongo, ese amor sexual que anula la razón y la justicia. El amor es una droga que puede anular voluntades y permitir tomar decisiones sin medir el alcance, en este caso, político. Los perros mediáticos están al acecho, por lo que no es conveniente darles carnaza. Sólo les falta eso.
Todos y todas tenemos el derecho a elegir la forma de vida dentro de nuestras posibilidades, con o sin la ayuda familiar. Pero este caso se presta al comentario  y, además, surgen algunos interrogantes.
Los comentarios ya se han hecho  por todos los medios por los que está rodando la noticia. Sorprenden esas contradicciones entre las anteriores declaraciones y la decisión de adquirir una vivienda muy alejada de aquellas de la mayoría de las familias trabajadoras, a las que Pablo ha manifestado estar tan unido. Por otro lado, a mí me parece muy ambicioso acceder a una primera vivienda como esa, encuadrada en una zona de lujo. Algunas familias trabajadoras han llegado a adquirir una casa de esas características, pero después de ahorrar durante un tiempo, e ir vendiendo las anteriores en progresiva escala.
Interesado por la forma de abordar los gastos que una casa así requiere, y pensando en la situación económica de la pareja -algo en lo que, posiblemente, no debería entrar- me pregunto: ¿han hecho un cálculo para ajustar ingresos y gastos?, ¿han previsto cuáles serán las fuentes de ingresos una vez que salgan de la política? Según ellos y los estatutos de su partido no permanecerán más de dos legislaturas.
Se han equivocado, y no han valorado lo gravoso de una adquisición de estas características. Una vivienda así requiere un importe medio de unos 1.500 euros mensuales para gastos de sostenimiento (y esto no me lo invento), más las amortizaciones de hipoteca, más el importe para las reparaciones que inevitablemente surgen en viviendas de este calado por la complejidad y cantidad de servicios: sistema automáticos, calefacción, piscina, electrodomésticos, etc., etc.
La única razón que encuentro para entender por qué se han metido en esta aventura es la posibilidad del apoyo familiar, algo que espero sea así para que puedan sufragar los gastos que conlleva.


Una última reflexión. Teniendo en cuenta lo que observamos a diario, podemos inferir que los fenómenos sociales y los cambios van muy por delante, y por canales diferentes, de la actividad política y de los intereses personales de los políticos. Cambios tales como la desigualdad creciente, la pérdida de valores y derechos, la precariedad, el incremento de la represión, etc.

Notas:
Primera: Mientras escribía estas líneas, los medios de comunicación nos anunciaban la detención de Zaplana, un político del PP que se incorpora a la saca de mierda de este grupo, un miembro más de la mafia que nos gobierna. Todos los ministros nombrados por Aznar, incluido el actual Presidente del Gobierno, están condenados, procesados, investigados o son sospechosos. ¿Y el principal protagonista, cuando caerá?
Ante estas fechorías, los medios a sueldo (todos) centran sus miradas (llevan ya una semana, incluyendo la noticia, incluso, en todos los informativos) en esa pareja de Podemos que se han comprado una casa en las afueras de Madrid. Deberían dejarles en paz y desviar esa mirada hacia esa pléyade de políticos corruptos que creen que este país es su finca.

Segunda: Los acontecimientos no nos dan tregua a quienes ponemos interés en seguir la realidad que vivimos. Cada acontecimiento que se produce deja sin interés al anterior. La detención y posterior encarcelamiento de Zaplana, queda eclipsado por la sentencia de la Gürtel que hemos conocido hoy, 24 de mayo de 2018. El PP es el primer partido político que es condenado por corrupción. 37 acusados, la mayoría con condenas de dos dígitos. Por fin Bárcenas entrará en prisión con una condena superior a 33 años. A su mujer le han caído 15 años.

domingo, 6 de mayo de 2018

EL PUEBLO SE DESANGRA POR LAS CLOACAS DE LA TELEVISIÓN (Carta dirigida al Defensor del Pueblo)


En 1997 irrumpió un nuevo programa en TV denominado “Crónicas Marcianas”, y al poco tiempo se comenzó a hablar de “Televisión basura”, pero a pesar del calificativo, sus protagonistas se jactaban de hacer ese tipo de TV. Otro “invento”, del que también presumían sus mentores fue lo que hoy se ha convertido en una práctica habitual en todas y cada una de las cadenas de radio y TV: las tertulias.
En el primer caso, se rompía con el decoro y los buenos modales; se presumía de la ordinariez y la chabacanería. Sabían cómo alimentar lo zafio y la risa fácil faltando al respeto y a la poca dignidad que le queda a la especie.
En el segundo caso, tal vez sin desearlo, dieron paso a la generalización de lo opinable sin rigor ni fundamento, a la conjetura, todo ello para defender los intereses de los que les pagan. Dando pie a la ruptura con la reflexión, con el análisis y con el pensamiento crítico. Un colectivo manipulado que van de cadena en cadena sumando las minutas que les dan por difamar, vociferar, insultar y agredirse mutuamente. Fomentando el enfrentamiento per se y las demás  miserias de la especie. Deformar y desinformar es lo fácil en un terreno ya contaminado para sembrar la mentira. A eso se dedican.

Como para mantener y potenciar la enajenación del pueblo, el atontamiento y la distracción de los problemas reales que nos aquejan, es necesario subir el nivel de la basura que se destila por los canales de la TV. Para eso, ahí está Mediaset y Telecinco con su nefasta programación diaria, resaltando ese programa llamado “Supervivientes”.
No soy asiduo de esa cadena, ni de ese programa, pero es necesario ver, al menos, parte de él para poder denunciar tanta inmundicia.
Ayer mismo, observaba indignado como una mujer, madre y esposa, lloraba, allá en Honduras, cuando una joven, con evidentes signos de inmadurez intelectual, psíquica y emocional la vilipendiaba con la intención de adquirir protagonismo, hacerse notar para llamar la atención de la masa y obtener su apoyo para ganar el concurso. Unas escenas sobrecogedoras y destructoras de la condición humana. La cara de la mujer agredida expresaba la tristeza y el “tierra trágame” ante una audiencia de 5 millones de televidentes. La otra parte, seguía insistiendo, intentando defender lo indefendible, adentrándose cada más en el lodo. Su cara reflejaba su fealdad interna, la maldad consciente por su propia inconsciencia y el atrevimiento propio de la ignorancia y la insensatez.
Por si esto no fuera suficiente, hay que volver a sesiones anteriores en la que una concursante atizó una paliza a otra. La dirección del programa se ha encargado de no hacer pública esas imágenes, porque, la escena, al parecer, es tan exagerada que temen que clausuren la edición.

El programa, en general, se basa en sacar de cada uno de los concursantes lo más miserable, enfrentándoles permanentemente de forma maliciosa, otorgando prebendas a unos que tienen que disfrutar frente a los castigados. Potenciando la rivalidad, la insolidaridad, el egoísmo, la ambición y, en general, la maldad.
Con hechos como este, convertido en espectáculo público, arrastran a la ciudadanía hacia un mundo cada vez más irracional, más inhumano,  más injusto y más cruel.

Es por todo ello por lo que pido amparo a esa institución para que, tomando conciencia de este tipo de espectáculos, tome las medidas pertinentes para que podamos caminar hacia un mundo diferente en el que los valores humanos sean el sustento de la vida.

Un saludo: Antonio José Gil Padilla.
Villaviciosa de Odón, 4 de mayo de 2018

miércoles, 2 de mayo de 2018

EN QUÉ MANOS ESTAMOS O “QUE DIOS NOS PILLE CONFESADOS”


Por fortuna, pocas veces he tenido algo que ver con tribunales, juicios, jueces o demás asuntos de esta índole. Desde luego, en ningún caso como acusado. Los ciudadanos sentimos miedo de que alguna vez te toque pasar por las dependencias judiciales porque desconfiamos de quienes administran “justicia”, de aquellos en cuyas manos pudiéramos caer, y si, por desgracia, alguna vez cayéramos, no nos quedaría otra que pensar aquello de “que dios nos pille confesados”.

Anecdotario
Cuando era un niño, me vi en una sala frente a unos señores que me hicieron unas cuantas preguntas cuyo contenido no recuerdo. Más tarde me enteré de que aquello era un tribunal. Unos días antes, o unos meses, no recuerdo, me mordió un perro de un vecino, tal vez fui yo el culpable porque estaba jugando con él. Por aquello del miedo al contagio de la rabia, mis padres me llevaron a un servicio médico de urgencias, a una de aquellas “casas de socorro” de entonces. Por el hecho de pasar por allí, se puso en marcha, de oficio, un proceso que obligaba al pobre dueño a pasar por los tribunales, aunque por parte de mis padres nunca hubo denuncia, ni acusación.
Más tarde, ya de adulto, estuve involucrado en algunos otros casos, nunca imputado, como ahora se dice en estos casos de corrupción. En tiempos de la Dictadura, cuando la represión, la persecución y el miedo eran señas de identidad de aquel criminal sistema totalitario, luchábamos por conquistar algunos de los derechos de los que gozaban los ciudadanos de los países vecinos. Nos organizamos para hacer un paro en el departamento de aquella empresa en la que yo trabajaba. El paro era simbólico, unos diez minutos, pero nada más comenzar se presentó la plana mayor de la dirección de personal. Dos compañeros fueron despedidos. La cosa no fue a más por falta de tiempo. Denunciamos el despido y, por lo tanto, hubo que pasar por lo que se conocía como Magistratura de Trabajo. Yo estaba allí en calidad de testigo. Mire usted por donde, al parecer, el apellido de uno de los despedidos, de uno de mis compañeros, coincidía con el de un magistrado amigo del presidente de aquel tribunal, quien, antes de la vista, preguntó a nuestro abogado “si el acusado era hijo del tal magistrado amigo”, a lo que nuestro letrado le contestó que no. Se acercó a nosotros y nos dijo: “hemos perdido, si fueras el hijo de un magistrado con tu mismo apellido no tendríamos ningún problema”. Por supuesto aquellos hombres de toga negra dictaminaron despido procedente. Es este un caso evidente de falta de objetividad.

Por suerte, como he dicho, pocas veces me he visto implicado en asuntos judiciales, pero aún queda algo más. Ya en esta etapa “democrática”, y siendo yo responsable de una institución pública, me pidió una jueza información sobre la nómina de uno de los trabajadores de la plantilla, con un desconocimiento absoluto, por su parte, de que en la Administración Pública existen unidades habilitadoras encargadas de abonar los salarios de los funcionarios sin que los jefes orgánicos nada tengan que ver. Contesté de manera reglamentaria, indicando que yo nada tenía que ver con el abono de las nóminas. Sin embargo, en una segunda petición, la susodicha jueza me amenazaba con “amonestarme” si no le daba los datos que me pedía, absolutamente desconocidos para mí. Una falta de profesionalidad de aquella, un exceso en sus atribuciones y un abuso de poder, lo que deja a la vista que quien tiene algún tipo de poder lo ejerce, a veces, en muchas, de forma arbitraria.

El poder judicial y sus agentes
A pesar de que la mayor parte de la ciudadanía no ha tenido nada que ver con los tribunales, cada día, los medios de comunicación se encargan de informarnos de los casos de corrupción y demás delitos que cometen unos cuantos, demasiados del ámbito político. Lo único instructivo de toda esta información es que nos hemos dado cuenta de que no todos somos iguales ante la ley. No todos los casos son iguales. Sólo comparar los casos Urdangarín, Gürtel y tantos parecidos con otros como el de Valtonic y Pablo Hasel, condenados por las letras de sus canciones. Incluso para el más lego, no es difícil distinguir la aplicación de la ley para el caso de los ricos y para el de los pobres. En algún momento hemos señalado que la ley en un sistema como este es un instrumento de represión y sometimiento para los ciudadanos de a pie y de defensa de los intereses de la oligarquía, y sus servidores.

¿Cómo se alcanza la condición de juez o fiscal? En el marco de un modelo educativo basado exclusivamente en la memorización y la obediencia, el acceso a la función pública se sustenta sobre los mismos elementales principios. Para ser juez la única exigencia es la de memorizar alrededor de 340 temas, y luego “cantarlos” (unos cinco de ellos), como se conoce en el argot, en un tiempo, más bien ajustado. No queremos entrar ahora en los traumas, desequilibrios y trastornos que se proyectan en las posteriores conductas, fruto del encierro y desconexión con el mundo exterior durante 4, 5 o 6 años, hasta que se logre la plaza. Por cierto, el contenido de los temas que tienen que memorizar es el mismo que el de las asignaturas que se estudian en la carrera de Derecho. Nada diferente, por lo que se trata de una prueba  de sometimiento y destrucción.
Las capacidades intelectuales (razonamiento, resolución de problemas, creatividad, etc.) y el estado mental o emocional de los aspirantes no son evaluados. Una vez alcanzada la meta la tranquilidad, la satisfacción y el cambio de ritmo en las vidas de los que serán jueces marcan su futuro. Un amigo que obtuvo una plaza de Inspector de hacienda, un proceso de acceso semejante, me decía: “el esfuerzo lo he hecho para aprobar la oposición, ahora me toca vivir”. Algo parecido debe de ocurrir con los jueces.
Lo que es cierto es que no se conoce la trayectoria formativa una vez obtenido el puesto de juez. Eso que se conoce en otros países como formación continua. Países que consideran obsoleto al profesional de alto nivel de cualificación a los cinco años si no actualiza su formación inicial.
Los jueces, junto a otros cuerpos de la Administración son instrumentalizados a cambio de otorgarles prestigio (aunque sólo sea formal), estabilidad y un salario bastante por encima de la media.
Los jueces se organizan en sindicatos amarillos que se diferencian unos de otros por matices, pero todos ellos, y el cuerpo en su totalidad, son de corte conservador, que sufren de endogamia, de clientelismo, de corporativismo, de prepotencia y de soberbia, como ocurre en otros colectivos. Sobre todo de corporativismo como estamos observando en estos días ante la aberrante sentencia dictada por un tribunal por un caso de violación masiva por parte de cinco energúmenos. La sociedad y, particularmente, las asociaciones feministas se han puesto en pie. Sin embargo, en todas las declaraciones de jueces en los medios de comunicación  han sido para arropar a los colegas.
La sociedad entre temerosa e ignorante manifiesta un respeto inmerecido por estos colectivos, pero, poco a poco, nos vamos dando cuenta de que tras esas togas negras se esconde la parcialidad, la arbitrariedad, la contradicción, la imprecisión y la injusticia.