La diferencia entre
alternativa y alternancia
Es frecuente utilizar indistintamente
los términos alternativa y alternancia, cuando, desde nuestro punto
de vista, las diferencias son abismales en cuanto a la significación política
de cada uno de ellos. La actual práctica política ha dado lugar a esa confusión
porque está basada en lo que se conoce como bipartidismo,
de tal manera que cada uno de los dos partidos que forman parte de ese juego se
van alternando en las tareas de gobierno a lo largo del tiempo. Por eso se dice
erróneamente que la alternativa es la otra fuerza política mayoritaria que, en
esos momentos, se encuentra en la oposición, ignorando, desde este elemental
esquema, al resto de grupos con representación parlamentaria.
El bipartidismo es una fórmula
cómoda para el mejor control de los que tienen el poder real, es decir, el
económico. Por si quedara alguna duda de quiénes son los que mandan, sólo hay
que recordar las declaraciones recientes de un
Exministro socialista en las que decía que, en el tiempo de su mandato,
arremetió contra las entidades financieras en una entrevista de TV, señalando
algo así como que “la paciencia con los bancos se estaba agotando”, a lo que
rápidamente su jefe de filas le corrigió, indicándole que “la paciencia con
esas instituciones era infinita”.
Los grupos políticos que se alternan responden de igual manera a los
mismos dictámenes que les marcan los poderosos. Unos pueden pintarse de azul,
otros de rojo, pero ambos cumplen la misma función: defender los intereses del
poder económico.
Por lo tanto, cuando las
distintas opciones políticas no ofrecen modelos sociales y económicos
claramente diferentes, no constituyen alternativas válidas. Cuando esas
opciones, abierta o subrepticiamente, asumen el mismo sistema económico y la
misma organización social, y se soportan sobre ellos, se burlan de los
ciudadanos, abusan de su ignorancia (generada intencionadamente), vacían de
contenido cualquier atisbo de auténtica democracia y convierten la política en un
simple mercado.
La alternativa es algo muy diferente a la alternancia. Una
organización política o social sólo puede convertirse en alternativa si rompe,
en parte o en todo, con el sistema socioeconómico vigente, teniendo como
referente los valores de igualdad y solidaridad. Por eso, el partido
mayoritario de la oposición del actual modelo político no puede ser considerado
nunca como alternativa en este “sube y baja” de la alternancia.
Algunos datos que
muestran un cambio de rumbo
Desde las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011
se viene observando un fenómeno algo peculiar que nos muestra una tímida, pero
creciente, ruptura del bipartidismo. El desgaste del PSOE a lo largo de su
último mandato, junto a las falsas promesas del PP, dieron un vuelco electoral,
lo que supuso, como estamos comprobando, una involución que niega ese proceso
deseado de caminar hacia alternativas cada vez más escoradas al progreso y la
igualdad. El declive socialista dio lugar a una considerable subida de IU que,
aparentemente, se ubica a la izquierda del PSOE. Pero lo más interesante se
viene observado en las convocatorias electorales posteriores. Si bien es cierto
que el PP pierde votos, el PSOE no los recupera, por el contrario, suele perder
representatividad, convocatoria tras convocatoria. Los casos más notorios son
los de Galicia y País Vasco del pasado domingo 21 de octubre. En Galicia el PP
ha perdido unos 140.000 votos, pero es que el PSOE ha perdido más de 230.000.
Sin embargo, la suma de los grupos de la izquierda, Alternativa Gallega de
Izquierdas más el BNG, suman más de 345.000, superando los 293.671 de los
socialistas.
En el País Vasco el resultado ha sido mucho más llamativo.
El PP ha perdido unos 16.000 votos, pero el PSOE lo ha hecho en más de 100.000.
Sin embargo, irrumpe la izquierda abertzale como segunda fuerza con casi
277.000 votos.
Aunque en ambos casos se trata de elecciones autonómicas,
se puede comprobar con claridad que el lógico desgaste del PP no se traduce en
una mejora electoral del PSOE. Por otro lado, los grupos más a la izquierda
mejoran, y es notorio el aumento de la abstención, llegándose en el caso
gallego a manipular las estadísticas para ocultar un descenso de un 10% de la
participación (sólo de un 54,4%) respecto a las anteriores elecciones del 2009
(64,4%).
Signos
esperanzadores para la ruptura bipartidista
El panorama futuro de los socialistas es bastante
desalentador. Las elecciones catalanas de noviembre no se presentan demasiado
halagüeñas. Los sondeos pronostican una leve bajada del PP y el desplome del
PSOE, lo que sin duda le obligará a celebrar un nuevo Congreso, y revisar el
liderazgo de Rubalcaba. De hecho ya están poniendo en cuestión su gestión desde
Andalucía y Cataluña, dos importantes feudos socialistas.
La creciente abstención, el natural descrédito del partido
en el Gobierno, el declive de los socialistas y un mayor apoyo a los grupos
situados a su izquierda pueden dar un giro a esta enquistada fórmula de la
alternancia bipartidista que desde el año 1996 se ha convertido en la “regla de
los ocho años”.
La posibilidad
de que los grupos políticos situados a la izquierda del PSOE que van teniendo
mayor respaldo, cuestionen el actual
sistema socioeconómico, junto a la profundización en las reivindicaciones independentistas
de las CCAA de carácter histórico, Cataluña y País Vasco, pueden interaccionar,
dando lugar, en el corto plazo, a un hecho desestabilizador de una situación que
se ha mantenido en el tiempo. Estos momentos de quiebra del sistema e
incertidumbre social pueden ser el caldo de cultivo adecuado para que esos
cambios posibles puedan fructificar. Ante tal situación nos queda esperar que
esos partidos a la izquierda del PSOE vayan fraguando una verdadera alternativa
que pueda canalizar desde la razón los fenómenos a los que puedan dar
lugar estos novedosos hechos.
Esperemos que poco a poco la cosa cambie.
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