Aunque no soy amigo de tratar
hechos puntuales o casos particulares, sírvame el “caso Chacón”, el de su
deserción, para abordar, con carácter
general, el asunto de la clase política que padecemos en este país. Hechos como
este al que nos referimos aquí pasan desapercibidos para el gran público,
adquiriendo la categoría de normal, cuando son de una gravedad espantosa porque
el protagonista, en este caso la diputada, antepone sus intereses personales a
los del colectivo que la han votado. La falta de sensibilidad para juzgar
situaciones como estas son las que dan lugar a que las urnas se llenen cada vez
que, periódicamente, nos llaman a arrebato, aunque, bien es cierto, que cada
vez la abstención es mayor.
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Una mujer ambiciosa en demasía la
tal Chacón. Quiso ser la lideresa socialista hace algún tiempo, pero la jugada
no le salió como creía. Desde entonces se ha convertido en mosca “cojonera” de
su partido. Sus dirigentes sabrán por qué se lo permiten. Ya tienen
antecedentes de otra que creó y financió su propia organización con el sueldo
que cobraba como eurodiputada del PSOE. Entonces no hicieron nada, mucho me
temo que ahora tampoco lo harán. La debilidad de esa fuerza política, junto a
la desidia de sus dirigentes, les convierten a estos en mansos que se limitan a
llevar a cabo una débil oposición de una corrupta organización política que
actúa como partido único, en evidente correspondencia con su extracción o
linaje fascista, herencia de la dictadura franquista. Por otro lado, se
protegen a ellos mismos y a todas las podridas instituciones con las que nos manipulan
y nos engañan, riéndose con ello de la población.
La diputada viajera no se
conforma con ser una parlamentaria del montón. No ha entendido cuál debe ser el
papel de una representante del pueblo, de esos que la eligieron para que defendiera
los intereses de sus electores y los valores de la izquierda en la que se
supuestamente (que ya es suponer) está encuadrada. Esta actitud de la diputada
nos hace temblar: ¿será extrapolable su comportamiento a todos esos “padres de
la patria”? En realidad, esto es una pregunta retórica que, por su propia
naturaleza, lleva implícita la respuesta: a mí no me cabe la menor duda de que
es así, de que ese grupo privilegiado vive de espaldas a los que les han votado.
A pesar de la repercusión mediática,
puede que el hecho no tenga la menor trascendencia para una sociedad que
práctica de oficio la indiferencia. Para aquellos que ponemos algo de interés
en analizar o, al menos, observar los acontecimientos que tienen lugar en la
cuestión política, la situación queda meridianamente clara: esta señora se
aburre en el Parlamento, se resiste a ser un simple número que pulsa el botón
cuando el portavoz de su grupo levanta uno o dos dedos. En consecuencia, se
marcha a Miami a ganar dinero en una universidad de tercera. Todo esto encierra
un personalismo aterrador. ¡Como para confiar en estos políticos de tres al
cuarto!
Pero ella nos amenaza con volver.
“Cuando mi partido emprenda la renovación que necesita, ahí estaré yo como
salvadora de todos los males que nos aquejan”. Parece insinuar. Pobre diabla.
Si los que tienen que arreglar la penosa situación que nos aqueja son todos
como tú, Chacón, vamos listos.
Ahora que estamos desgobernados,
que los del PP sólo piensan en salvar el pellejo, en salirse del lodazal que
ellos mismos han creado, y en el que se hayan inmersos hasta las cejas, ahora es
cuando se necesitan grupos políticos fuertes que ofrezcan algo mejor, que
orienten a una sociedad perdida, confundida, desprotegida. Pero no hay nadie
que reúna las mínimas condiciones. Su única tarea, la de los demás grupos, es
la de acusar al PP de esas miserias en las que se encuentra enredado, pero con
la prudencia necesaria como para que a ellos no les salpique. Nada de
propuestas, nada de alternativas. Ahora que hay un tremendo vacío, ahora que la
ciudadanía se siente huérfana...
Claro que si todos son como la Chacón , que huye de manera
irresponsable, estamos apañados. Los de abajo no tenemos otra eficaz opción que
renunciar a este modelo, de abandonar la rutina, la práctica electoral.
Despertar de la mentira en la que estamos imbuidos. No es obligatorio votar, ni
tan siquiera responsable. Los votos del pueblo sólo sirven para mantener a una
casta, a una manada de vagos, de egoístas, de gentuza. A las pruebas me remito.
Ya son muchas las voces que denuncian este tipo lisiado de democracia. Somos
muchos los que hemos descubierto que la política es una tapadera del poder
real. Hay quien lo sabe desde hace bastante tiempo. A cambio, a esos peleles se
les premia con las migajas que caen del mantel del poderoso mediante la
posibilidad de corromperse. Esta práctica les ha servido durante mucho tiempo,
pero ya no hay manera de frenar el deterioro de una política de tapadillo,
cuyos ineptos agentes cada día que pasa son menos creíbles. Sus mentiras y su
demagogia son cada vez menos eficaces.
Y el regalo de despido de la gente ya huerfana de ella en Esplugas de Llobregat - una maleta roja. Para irse - y se supone, aunque no se sabe, para volver. Es como se dice en catalan, "cornut y pagar el beure". Los aplaudimos hasta cuando nos hacen daño.
ResponderEliminar¡Qué certero y claro has estado! Muchas gracias por tu artículo.
ResponderEliminarMuy bueno el artículo. Me ha gustado. Un saludo.
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