¿Por qué el PSOE opta por un pacto con Ciudadanos y
renuncia al pacto de progreso con Podemos? No es corriente comenzar un artículo
con una pregunta, pero intento que el lector, antes de la lectura, haga su
propia reflexión. Los medios se limitan a la mera información o al
sensacionalismo, lo que, después de tanto tiempo hablando de lo mismo, provoca
desinterés, hastío, cansancio.
La parte previa es posible que sea conocida por los
ciudadanos; sin embargo, me parece oportuno relatar estos hechos para aterrizar
en la segunda parte en la que intento dar respuesta razonada a la pregunta
inicial.
Previo
Los movimientos ciudadanos se hicieron visibles el mismo
año en el que el PP ganó las elecciones por mayoría absoluta. El movimiento 15M
arrancó ese año 2011 con un insignificante número de personas concentradas en
la puerta del Sol de Madrid, pero, poco a poco, fueron adquiriendo adhesiones y
fuerza, nutriéndose, básicamente, de jóvenes y de otras personas menos jóvenes
de corte progresista. Las políticas reaccionarias y antipopulares del PP, han
estado alimentando el descontento a lo largo de toda la legislatura. De los
movimientos populares surgieron Podemos, y otras plataformas de ideología
semejante, a lo largo de los diferentes territorios del país. Podemos se
presentó por primera vez en las elecciones europeas de 2014, sorprendiendo a
propios y extraños por los resultados tan positivos obtenidos. En las
Municipales de 2015, junto a las convergencias, superaron con creces los
resultados anteriores, consiguiendo, mediante pactos, las alcaldías de varias
capitales, incluidas Madrid y Barcelona.
En vista del avance de Podemos, que se presenta como el único
partido subversivo, se encendieron todos las alarmas en el ámbito de los
poderes fácticos, y el establishment comenzó a tomar medidas de cara a las
elecciones generales que se celebrarían el 20D. Por cierto, a pesar de los
ataques permanentes al grupo emergente, éste se convirtió en la tercera fuerza
política con 69 diputados. En ocasiones, cuando se busca un determinado
resultado se suele obtener el efecto contrario.
Una de las medida que tomaron los de arriba, comprobando
los buenos resultados de Podemos en las últimas elecciones catalanas, fue
apoyar a Ciudadanos (partido creado en un gabinete) hasta convertir a este
grupo catalán en un partido de ámbito estatal. “Hay que crear un Podemos de
derechas”, dijo el Presidente de un Banco. Esto para tener en la recámara una
alternativa si la otra no funcionaba. Esta otra medida consistía en lo que se
conocía, y se conoce, como el “gran pacto”, es decir, la unión de PP y PSOE. El
gran capital, Prisa (El País, La SER, etc.) y políticos impostores como F.
González, emprendieron una campaña de ataque y derribo contra Podemos, a la par
que nos intentaban “vender” la solución a todos los males con ese ¿gran? Pacto.
Una vez resueltas las elecciones de diciembre, y vistos los
resultados, se inició un proceso que bien podríamos tildar de surrealista.
Rajoy rechazó la propuesta real de la candidatura para ser investido. La excusa
de éste para justificar el rechazo fue que P. Sánchez (el rebelde) se negaba a
apoyar su investidura. “¿Qué parte del NO, no han entendido?”, repetían los
socialistas, cuando el PP les pedía el apoyo parlamentario. Coletilla que han
utilizado los conservadores como táctica de desgaste al PSOE. Fracasada la
intentona, el PP se retiró a los cuarteles de invierno, entró en letargo,
agazapado, esperando el fracaso de otros.
Sánchez, en segundo turno, aceptó la propuesta para ser
investido, pero sus apoyos, como los del PP, son insuficientes.
El secretario General del PSOE llevó a cabo una pregunta
trampa a los afiliados de su partido. “¿Respaldas los acuerdos para conformar un
gobierno progresista y reformista?” Esto, sin nombrar a Ciudadanos, y ocultando
su intención de asociarse con ellos. Desde luego, con éstos, huelga lo de
progresista, como anunciaba la dirección socialista con esa pregunta. He aquí
lo de la trampa.
Crónica de una serie de fracasos anunciados
A partir de ahí, comienza una operación que se mueve entre
la ineficacia y el absurdo: un pacto entre el PSOE y Ciudadanos. Entre ambos
suman 130 diputados, una cifra, a todas luces, insuficiente para investir a
Sánchez. Así que las dos intentonas en el Congreso no surtieron el efecto
deseado. El fracaso estaba asegurado de antemano (primer fracaso).
El PSOE se aferra al pacto con Ciudadanos, convirtiéndose
en rehén de éstos. Niega el acuerdo con Podemos a pesar de tener garantizado el
nombramiento con los 161 diputados de izquierdas más el apoyo del PNV y la
abstención de los partidos nacionalistas catalanes. Estos grupos nacionalistas
actuarían de esta manera sólo si PSOE y Podemos llegaran a un acuerdo, en
cualquier otro caso, por lo que declaran, votarían en contra, como así ocurrió
en las sesiones anteriores. Los socialistas o son muy torpes o son excesivas
las presiones internas o externas que sufren.
Parecía que la intención de los socialistas era esperar a
que Podemos asumiera el pacto y se abstuviera en una próxima sesión. Su
deseo es obtener esa abstención, pero sin negociar, rechazando cualquier
propuesta del grupo morado. Por lo que parece este será su segundo fracaso.
Esta cerrazón del PSOE de anteponer el pacto con Ciudadanos
a cualquier otro tipo de acuerdos hace sospechar que hay algo oculto que no nos
cuentan los medios de comunicación, ni los propios partidos. Los de Ciudadanos
se muestran inflexibles con actitudes
autoritarias más próximas a regímenes dictatoriales que a modelos democráticos.
¿Quién dice que no hay extrema derecha en España? Si observamos la situación
con detenimiento, veremos que C's nunca ocultan su intención de añadir al PP a
ese pacto, por lo que deducimos que su función ahora, al no conseguir la
mayoría con la suma PP-Ciudadanos, o con la suma PSOE-Ciudadanos, es
hacer de puente y arrastrar al PSOE hacia el PP (lo que llaman gran pacto), pero
de momento la unión PP-PSOE-C´s no parece posible (tercer fracaso).
Ante la desinformación, me permito responder a la pregunta
del comienzo de este escrito. El PSOE no sólo es prisionero directo de
Ciudadanos, sino también, indirecto, del IBEX, de la CEOE, de la Banca, de los
grupos mediáticos, en suma, de la oligarquía. De no ser así, ¿cómo se explica
su comportamiento?
Los socialistas han fraguado una torpe estrategia para dar
a entender que Podemos ha roto las negociaciones con ellos, cuando, en
realidad, son ellos los que no quieren la formación de un gobierno con la
izquierda. Ahora se sienten “liberados”, como que se han quitado un peso de
encima, inculpando, falsamente, a los de Podemos. C´s, arremete con fuerza para
llevar a cabo esa sucia tarea. Pero ya es demasiado tarde, por lo tanto, dada
la insuficiencia numérica del pacto PSOE-Ciudadanos y la difícil conciliación
PP-PSOE, estamos abocados a nuevas elecciones. Es posible que a los socialistas
todo esto les pase factura, sobre todo a los actuales dirigentes, ellos sabrán
lo que hacen. La campaña, en caso de repetir comicios, será muy dura para
Podemos. Le lloverán ataques de un lado y de otro, pero a algunos nos queda la
esperanza de que se imponga la sensatez, y que sigan aumentando los apoyos en
la misma medida que viene ocurriendo desde su nacimiento. Espero que Podemos
infunda ánimo y energía. Mi amigo A. Zugasti dice que un movimiento no arrastra a la
gente por las ideas que defiende, sino por la esperanza que trasmite.
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