Deseamos
comenzar resaltando, como hecho que nos parece más destacable, que los
resultados de las elecciones del 26J muestran un giro importante en la
trayectoria de la izquierda o, dicho con más precisión, de quienes desean un
cambio en las políticas destructoras que venimos padeciendo en los últimos
tiempos. Nos referimos a la inflexión en la curva ascendente de los anteriores resultados
de Podemos y las confluencias, integrados ahora en la alianza “Unidos Podemos”.
Intentaremos
buscar algunas de las causas de la situación creada, y aproximarnos a las
posibilidades que hay para salir de este atasco, que va camino de convertirse
en endémico. Todo ello sin caer en lugares comunes, en lo que se convierte en
vulgar, aunque todo lo que nos están contando encierra una cierta carga de
intencionalidad, como suele ser habitual.
Contra
todo pronóstico, La coalición Unidos
Podemos (UP) ha perdido más de un millón de votos respecto a la suma de los
obtenidos por IU y Podemos en las elecciones del 20D. La opinión más razonable
es que la mayor parte de los votantes de IU no han asumido tal unión, derivando,
en gran medida, su posición hacia la abstención. Decimos esto porque hay una
notable coincidencia entre la bajada de votos de la alianza y el aumento de la
abstención, respecto a los resultados de 2015. Evidentemente, en la pérdida de
UP también habrán influido otros factores de menor envergadura. Además, algunos
de los que incondicionalmente votaban a
IU han votado a otros grupos minoritarios. Es prácticamente imposible hacer un
cálculo preciso del trasvase de votos de unos grupos a otros. Una parte importante del electorado de
IU es un colectivo enrocado en el fracaso, aferrado a una pseudoideología
desdibujada que nada tiene que ver con la idea comunista de los años de la
clandestinidad.
Por
otro lado, el valor absoluto de la suma de la variación de votos de las otras tres
formaciones (PP, PSOE y Ciudadanos) es, prácticamente, cero. El resto de los
partidos mantienen, más o menos, los mismos resultados que en la anterior
convocatoria.
Las
pérdidas de PSOE y de Ciudadanos (C’s) vienen a coincidir con la subida del PP,
ascenso que resulta realmente asombroso si lo observamos desde la óptica de la
razón. Pero estos resultados han sido así, el “triunfo” del PP, porque, como hemos dicho en otras ocasiones,
no se ha producido la ruptura con el régimen anterior, es decir, con la
Dictadura fascista. Vivimos, pues, en una “democracia” otorgada y débil que
mantiene gran parte de los elementos de aquella ominosa etapa de represión,
persecución, cárceles y tortura. Todo ello ha dejado una huella indeleble en
amplios sectores sociales que han sobrevivido a ese tiempo, con una evidente
influencia sobre otros grupos de gente más joven. Todos ellos, y muchos más,
son víctimas de la demagogia, de la mentira, de la manipulación, de la infamia
y de la intoxicación provocada por los medios de comunicación, lo que se
traduce en miedo, inseguridad, confusión, fanatismo o, fundamentalmente,
ignorancia. En estas circunstancias, sólo el tiempo evitará que el apoyo al PP
sea tan masivo.
En
una primera aproximación al análisis de los resultados podemos comprobar, si son
verdaderos los datos que nos proporcionan relativos a la estructura socioeconómica
de este país, que más de un millón de parados han votado al PP, en el supuesto
caso de que los votantes en tal situación se hayan repartido en relación al
porcentaje obtenido por cada partido. Cinco
millones de parados multiplicado por el 33% obtenido por el PP, y por el 0,7 de
la participación, proporciona un resultado de 1,155 millones. Pero hay más, una
buena parte de los precarios y de la clase obrera ocupada también han llenado
las urnas, apoyando al citado partido. Un partido que no defiende sus
intereses, sino todo lo contrario: paro, precariedad, reformas en contra de sus
intereses, recortes en los servicios públicos, en las prestaciones por
desempleo, etc. Sólo un pequeño sector vota en consecuencia, aquellos a los que
beneficia el PP, aquellos que, con generosidad, podemos cuantificar en torno al
cinco por ciento.
Si
bien es cierto que se ha producido un frenazo en el ascenso de Podemos,
engrosándose la abstención, la situación global, es muy parecida a la del 20D:
el aumento de 14 diputados del PP son casi coincidentes con la suma de los que
han perdido PSOE y Ciudadanos (5+8), ambos defensores de los mismos intereses
que el PP. Sin embargo, todo apunta a que ahora la situación es como quieren
los de arriba, o, al menos, creen que esta situación les favorece. Cierto es
que el principal objetivo se ha cumplido: dejar fuera del debate político a
Unidos Podemos. El candidato del PP, ahora, parece dispuesto a asumir el
nombramiento para ser investido. ¿Hay algún acuerdo que nos ocultan, a pesar de
la masiva y machacona información de los medios de comunicación? Parece que lo que espera el PP es el apoyo de Ciudadanos y la abstención
parcial del PSOE, o eso es lo que se trasluce, aunque, como veremos, la
solución no parece tan fácil. ¿Podría ser que todo fuera una falsa euforia de
los conservadores para encandilar a la sociedad, y hacerle ver que esta es la
única solución?
Los
mass media cumplen su papel. Ya casi
nadie anuncia un posible pacto del PSOE con la izquierda, aunque, si se hacen
bien los números, podría ser. En este país, las matemáticas han sido casi
siempre una materia rechazada, cuando no aborrecida. La suma de 85 de los
socialistas más 71 de UP, es de 156 (antes el PSOE se conformaba con 130) cifra
superior a los 137 del PP. Si Ciudadanos mantiene su negativa a dar su apoyo al
PP, si sigue Rajoy u otros de su cuerda, parece lógico que se abstuvieran si se
lo pidieran los socialistas, a tenor de su anterior pacto. Por lo que mostraron
este tiempo atrás, los nacionalistas se abstendrían sólo en el caso de un
acuerdo orientado hacia la izquierda, mientras que se manifestaron antes, y lo
siguen haciendo ahora, en contra del apoyo al PP, lo que, realmente, le
complica un poco más las cosas. Ya dijimos que, en esta diversidad de opciones,
los nacionalistas jugarían un importante papel.
Por
lo tanto, si se mantienen las posiciones que declaran los demás grupos, el PP
se vuelve a quedar solo con sus 137 votos, insuficientes tanto en la primera
vuelta como en la segunda.
En
consecuencia, tal vez a los de arriba les haya cegado, simplemente, el
estancamiento de UP, y las cosas no sean todavía como a ellos les gustaría. A
nuestro juicio, perdura la incertidumbre, y nadie, con sensatez, se atreve a
asegurar, sin que apostemos por ello, que no vayamos a otra nueva convocatoria.
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