Desde
que Podemos forma parte del panorama político, se ha roto el enquistado esquema
clásico, y a medida que han ido creciendo sus apoyos, se han ido incrementando los ataques. Críticas
que van desde la mentira a la infamia, de
la acritud a la sin razón. Pensamos que cuanto más feroces sean las agresiones,
mayor será el número de adhesiones de personas de determinados sectores
sociales. Las últimas críticas de los medios de comunicación, y de los demás
grupos políticos, son cargas de profundidad a su ideario, a su actual oferta
ideológica. Intentaremos, en estas breves líneas, justificar su posición
actual, sin que ello nos comprometa necesariamente con su oferta política, y sin que tengamos una visión clara del éxito de su propuesta.
Si
bien es cierto que hasta esta última campaña electoral no se han definido con
nitidez, es ahora cuando se manifiestan como “socialdemócratas”, además con una
cierta insistencia. Los comentarios negativos les vienen de todos los lados: de
arriba, de abajo y, sobre todo, del PSOE, hasta el punto de ser ridiculizados
por el que fue, en apariencia, el más “radical” del partido, pero,
curiosamente, después de ver el “sketch” en TV, hemos podido comprobar que el ridiculizador
se convierte en ridículo. La verdad es que su oferta socialdemócrata, la de
Podemos, deja en evidencia a los socialistas, que se parapetan en esa ideología
sin que sean consecuentes en sus políticas, más próximas éstas a las de los
conservadores. Lo de Podemos es una propuesta inteligente por dos razones. Por
un lado, desenmascaran a los del PSOE. Por otro, en coherencia con su ascenso y
su capacidad de influencia, se sitúan en el terreno del posibilismo. Aspectos que desarrollaremos seguidamente.
La
estrategia de Podemos se identifica con el pensamiento de E. Wallerstein en la
idea de que las alternativas (no la alternancia) deben ser escalonadas de
manera que avancen hacia una sociedad de progreso e igualdad. Idea que compartimos,
siempre y cuando el resultado final sea la superación del actual sistema y del
vigente modelo político.
Es
cierto que en estos momentos es imposible el salto automático de este sistema
socioeconómico a otro radicalmente distinto en el que las mayorías sociales sean los beneficiarios.
Por eso, desde la creencia de que Podemos sea coherente en sus propuestas con
sus futuras actuaciones, es adecuado darles un voto de confianza, aunque, como
hemos manifestado en varias ocasiones, nos parece muy complicado que les dejen actuar
en consecuencia. Por eso, hemos manifestado nuestras reservas respecto a las
posibilidades de cambio en este espacio y en este tiempo. Incluso hemos jugado
con la duda de si han sido instrumentalizados como una pieza más del sistema para
canalizar el descontento.
Las políticas llevadas a cabo por el PSOE, en
sus etapas de gobierno, nada tienen que ver con la socialdemocracia. En nuestra opinión pensamos que desde su
refundación en Suresnes no han entendido nunca en qué consiste esta ideología y
su desarrollo. Nacieron con el apoyo económico del exterior, y la anuencia del
poder local, como un grupo oportunista, vacío de ideología, como están demostrando,
descaradamente, en estos últimos tiempos.
La
socialdemocracia, asumida inicialmente por el materialismo histórico como una manera de emancipación, es una
estrategia dinámica encaminada a la
creación de una auténtica sociedad socialista. Bernstein, tildado de
revisionista, cuestionó algunas de las tesis marxistas, señalando que las
predicciones de K. Marx, respecto al colapso del capitalismo y a las
condiciones de miseria de la clase trabajadora, no se estaban cumpliendo. Bernstein
apostaba por políticas reformistas
para alcanzar el socialismo. El propio Engels al final de su vida defendía que
el sufragio universal era un camino para
lograr el cambio. Más tarde, Trotsky observó la sobreestimación, por parte de Marx, de la madurez revolucionaria
del proletariado. Por lo tanto, en un ejercicio de buena voluntad, queremos
pensar que Podemos tiene en cuenta el pensamiento de los citados autores e intenta
trazar una alternativa que, posición a posición, propicie un sistema diferente.
En
nuestra opinión –asumiendo, con reservas, esta vía como válida para la
trasformación de la sociedad- un primer paso, camino de esa alternativa, podría
resumirse en los siguientes puntos: a) el saneamiento de las administraciones y
de las dependencias de carácter público; b) la persecución implacable de la
corrupción, y la regulación normativa para evitar la especulación; c) la
aplicación de una política fiscal que penalizara de manera auténticamente
progresiva los elevados ingresos, lo que supondría poner límite a las
crecientes desigualdades económicas entre unos y otros; d) el acuerdo
internacional para evitar la evasión de capitales; e) la protección de lo
público y la recuperación de las instituciones que han pasado a manos privadas;
f) la lucha contra la pobreza y la aplicación de fórmulas que den cobertura a
quienes carecen de ingresos. No obstante, en las etapas posteriores sería
imprescindible que desapareciera la
plutocracia y que se crearan las condiciones para que el poder económico actual
se diluyera y se democratizara la riqueza.
Sea
ahora, o más adelante, si es que Podemos consigue gobernar, tendremos la
ocasión de comprobar si están dispuestos a trabajar para ir por esta vía, o, al
menos, para intentarlo. Si no es así tendríamos que volver a nuestras sospechas,
y pensar que todo es mentira, o que la sociedad no está en condiciones de salir
de una situación como la que vivimos.
De
todas formas, la peculiar situación política obliga a centrarse en el futuro
más cercano y en lo que podríamos considerar causas menores. El verdadero
problema, al que ningún grupo hace referencia en sus propuestas, es el
agotamiento del sistema global y la incierta evolución que vamos a vivir, que
ya estamos viviendo, sin que sepamos hacia dónde camina el mundo.
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