Guillermo
Toledo (Willy Toledo) es un actor español que se encuentra en rebeldía ante la
cita de los jueces para declarar por la denuncia de una reaccionaria asociación
católica, a causa de un pronunciamiento del actor en el que se cagó en dios: "Yo
me cago en dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y
virginidad de la Virgen María", escribió en Facebook. Willy Toledo es
activista y polémico, tal vez esto último, por el simple hecho de ir
contracorriente de una sociedad torpe y maleable. Que yo sepa, no encabeza
ningún movimiento, no es líder de ningún grupo, va por su cuenta, pero, cuando
habla, les revuelve las tripas a los más conservadores y, también, a esos que
adoptan unas posiciones de confort y que
se ubican en una falsa progresía. A Willy le pierde su extracción social y,
como él mismo reconoce, su vida “burguesa”, lo que le sitúa en un terreno
ideológico resbaladizo, pero su actitud, como vemos, abre fisuras en esta
aparente paz social, permitiendo ver con mayor claridad la farsa que vivimos,
embebidos en un mundo artificial en el que nos deslizamos alegremente sobre un
lago helado de frágil superficie, que puede romper en cualquier momento y
tragarse a los engañados y a los que nos mienten. A todos.
El
día 27 del mes de junio, un programa de una cadena de TV, La Sexta, le invitó,
pienso yo, por aquello de que su presencia crearía audiencia, ya que, como
digo, se ha negado dos veces a acudir a las llamadas de los jueces. Además,
para demostrarle que allí caben todos, como si su presencia de media hora
pudiera compensar toda la manipulación de sus presentadores y toda la basura
que, como tantos, destila ese medio. La Sexta forma parte del grupo Planeta, al
que pertenecen otras emisoras de radio y TV y algún diario escrito, en concreto
la Razón, uno de los periódicos más reaccionarios, aunque, a estas alturas, es
difícil distinguir, por su orientación ideológica, unos de otros.
La
Sexta, como dijo el actor, representa la cara amable del grupo Atresmedia,
aunque, cada vez, se dejan seducir menos ciudadanos de los que antes creían en
ese medio: un enemigo del pueblo maquillado, el flautista de Hamelín camuflado.
El
panel, como en otras ocasiones, estaba formado por habituales de las tertulias:
J. Sardá, Natibel Preciados y Benjamín Prado que junto al presentador, Antonio
Ferreras, llevaron a cabo la encerrona. Cada uno con su “mochila” pretendían
dar una imagen de progresía. Todos ellos cuentan con fuertes ingresos, viven
holgadamente de ello, son instrumentalizados para jugar un sucio papel. Quieren
que parezca un programa de talante progresista, pero, poco a poco, Willy Toledo
fue desmontando los principios “democráticos” que los otros defienden, esa
democracia de lujo para unos, de “bienestar” (El Monstruo Amable, según R.
Simone) para otros y de miseria para muchos. Con la verdad por delante, sin
pelos en la lengua, puso en evidencia el modelo político, denunciando: la debilidad
democrática, la ausencia de separación de poderes, la desigualdad creciente, la
pérdida de valores y derechos, la precariedad laboral, el incremento de la represión,
etc., es decir, lo que no solemos oír habitualmente.
Ante
los ataques de los contertulios, el actor, en defensa propia, puso al
descubierto los perfiles y las trayectorias de cada uno de ellos. Sardá fue el
pionero en esto que se ha consagrado como “televisión basura”, con lo que se
enriqueció (esto es de mi cosecha), N. Preciados, que se autodefine
políticamente como moderada, se inició en el periódico Arriba, órgano oficial
de la Dictadura, B. Prado, autor de algunas canciones de J. Sabina, tertuliano
y un “intelectual” oficial del actual régimen. En esa sesión, poco a poco, se
les fue cayendo ese velo de pseudoprogresía y se las fue viendo el plumero de
la desvergüenza. Con Ferreras se empleó a fondo y le recordó que fue un
empleado de uno de los magnates de ese deleznable mundo patrio de los negocios,
en concreto del Presidente del Club de Futbol del Real Madrid. Pero cuando se excitó
sobremanera el presentador fue cuando le preguntó, en calidad éste de director
de La Sexta, por los sueldos de los que se encuentran tras las cámaras, de los
becarios, de los que ganan 600€. Les dijo a todos los que le estuvieron entrevistando
que ganan 26 veces más (sic) que los técnicos que se encuentran detrás. A la
pregunta directa de cuánto ganaban ellos, callaron como muertos.
Desconozco
la repercusión que haya podido tener el paso de G. Toledo por esa cadena en los
seguidores de ese programa (en torno a un millón) que se emite en directo por
las mañanas. Tal vez pase inadvertido para la mayoría, pero para el observador
interesado en, y preocupado por, la actual situación política, quizás, le haya
servido para comprobar, una vez más, como se pone de manifiesto la falsedad y
la manipulación de los actuales instrumentos del poder, cuando alguien discrepa
y no se somete a los esquemas preconcebidos. Vistas así las cosas, con ese
atrevimiento del actor, se ve muy empequeñecido, incluso ridículo, todo ese
montaje con el que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino.
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