Dos
ideas se conjugan para dar rienda suelta a la reflexión y, si fuera posible,
concluir en algo que ponga un poco de luz a esta situación vital que nos
envuelve. Por un lado, la diversidad en los procesos reivindicativos, entre los
que se encuentra el deseo independentista. Por otro, la duda: ¿cabe un sistema
socioeconómico intermedio entre el capitalismo y el comunismo?
En
primer lugar sería obligatorio exponer, en este último caso, lo que entendemos
por una cosa y por otra.
Comunismo
Es una concepción de la vida que, hoy por hoy, anida, exclusivamente, en el
deseo, en el ideario y en el imaginario de los que componen un determinado
sector social, pero merece la pena seguir avanzando en la idea para que algún
día pueda convertirse en realidad. En la
materialización de esa idea comunista cada cual debiera vivir del rendimiento
de su fuerza de trabajo, y no de la de los otros. No cabe la acumulación, ni la
explotación, ni la enajenación, ni los grandes medios de producción y servicios
en manos privadas.
En
el Capitalismo el lema básico es la obtención del máximo beneficio en el menor
tiempo posible a costa del trabajo y la explotación de otros. El capitalismo
anida en sentimientos tan primarios, antisociales e irracionales como la
codicia y el poder, dando lugar a estados de desigualdad, injusticia y, en
muchas ocasiones, de crueldad.
A medio camino, entre lo que podría ser una sociedad más racional y lo que tenemos ahora, cabría, aunque en el marco del actual sistema, una actuación de los gobiernos con talante progresista consistente en la intervención en asuntos de especial relevancia: a) el saneamiento de las administraciones y de las dependencias de carácter público; b) la persecución implacable de la corrupción, y la regulación normativa para evitar la especulación; c) la aplicación de una política fiscal que penalizara de manera auténticamente progresiva los elevados ingresos, lo que supondría poner límite a las crecientes desigualdades económicas entre unos y otros; d) el acuerdo internacional para evitar la evasión de capitales. Ahora bien: ¿es posible esto en el actual modelo de alternancia del poder político?, ¿es posible que la socialdemocracia, como fuerza política más progresista con posibilidades de gobierno, pueda o quiera dar este paso? La realidad es que ese tipo de medidas, que podrían acercarnos a mayores cotas de racionalidad, cada día se ven más distantes. Pero, además, esto no es un sistema intermedio, porque, aunque esto sólo serían medidas reformistas, se mantendrían los sentimientos y los objetivos del modelo capitalista. Seguiría siendo un sistema de clases con una de ellas dominante.
En
consecuencia, no cabe una situación intermedia entre un sistema de clases y
otro sin ellas. No es posible, a través de los actuales modelos políticos,
pasar de uno a otro. Como en otras épocas, el actual sistema se autodestruirá
poco a poco, según se vayan agudizando las contradicciones. El deseo de
acumulación, irá precarizando y empobreciendo a la clase trabajadora,
extendiéndose progresivamente a los sectores actualmente más favorecidos. La
pérdida de poder adquisitivo irá reduciendo el consumo, lo que supondrá una
reducción de beneficios de algunos sectores, pérdida que, como en la clase
trabajadora, se irá extendiendo progresivamente a otros sectores productivos.
Recordemos,
por ejemplo, que la floreciente etapa capitalista comenzó a gestarse hacia los
siglos XIII y XIV, pero hasta los siglos XVIII y XIX no desaparecen las
estructuras feudales, incluso, algunas forma de producción se han mantenido
hasta fechas recientes en zonas rurales.
Por
otra parte, en paralelo con la decadencia del viejo sistema ha habido otro
naciente que, por lo general, se va apoderando del poder económico. En el
momento actual, el capitalismo, camuflado con el eufemismo de neoliberalismo,
está dando evidentes muestras de agotamiento en aquellas zonas donde comenzó. En ese marco de la señalada precarización: cada
vez le resulta mas difícil a la clase dominante mantener sin cambios radicales las formas de dominación,
cada vez se agudiza más la crisis política, incorporándose elementos fascistas de
corte autoritario y antidemocrático, cada vez hay menos necesidad de fuerza de
trabajo (pilar del sistema) y, en consecuencia, mayor desempleo y, por ese
motivo, cada vez más colectivos viviendo en la pobreza. Pero, en este caso, no
existe fuerza política organizada que se ofrezca como alternativa.
Las trampas de la diversidad (título prestado)
La actual reivindicación independentista forma parte de esa diversidad que resta fuerza a la principal contradicción: ricos, pobres. En otras etapas, expresado de manera nítida: explotadores, explotados. A veces me pregunto si esto de la diversidad no serán trampas del propio sistema para distraer a la ciudadanía de su verdadero problema. Otras veces me parece, con toda rotundidad, que así es.
Observado
desde dentro de Cataluña se muestra como reivindicación de la supuesta
izquierda, aunque, en realidad, es el deseo de las clases dominantes locales,
para quitarse lo que consideran el lastre de las Castillas y sus alrededores.
Aún
en el mismo marco socioeconómico, hay marcadas diferencias en el trato político
al problema entre gobiernos de talante progresista y otros de corte fascista,
como los del PP. En consecuencia, el actual gobierno de coalición de este país intenta
llegar a un acuerdo con los dirigentes catalanes para calmar esas ansias de
absurda reivindicación de independencia que arrastra a un amplio sector social.
Para ello, ha decretado el indulto para
los políticos catalanes encarcelados. Unos políticos injustamente condenados,
por lo que no cabía otra salida.
Pero
si admitimos que no cabe un sistema intermedio entre capitalismo y socialismo
(comunismo), los apasionados ciudadanos han de tener en cuentan, en el supuesto
de que se lograra la independencia, que seguirían viviendo en un sistema de
clases con ricos y pobres. Un sistema, como hemos señalado, en decadencia.
Entonces descubrirían que todo fue una manipulación para seguir alimentando a
la clase dominante, aunque la zona fuera conocida como República.
Me parece un análisis acertado, para cada uno de los dos importantísimos asuntos planteados, con soluciones no incruentas pensando que caerán por su propio peso.
ResponderEliminarMi deseo esperanzador es que se cumpla esa evolución.