miércoles, 13 de octubre de 2021

LO QUE HE QUERIDO DECIR

Guardo algunas referencias de cartas y artículos enviados a diarios publicados en papel desde comienzos de este nuevo siglo XXI, pero es en 2008 cuando comencé a ordenar los escritos en forma de textos de diferentes envergaduras: libros, artículos enviados, periódicamente, a distintos diarios digitales y post en un modesto Blog. Son miles de páginas para expresar esas ideas que uno va fraguando a lo largo de una vida, fruto, fundamentalmente, de mis inquietudes, de las vicisitudes de esa vida por la que uno ha tenido que pasar, de mi trayectoria política y de la observación activa de los comportamientos sociales de una especie a la que, de forma gratuita, se le atribuye la condición de humana. Todo ello, en un contexto de relaciones de Poder y Sumisión, pasiones de las que resulta difícil escapar, analizado, sobre todo, en estas sociedades de países que dicen desarrollados.

Mis análisis, y alguna que otra conclusión, han contado con la lectura de trabajos de tantos que, magistralmente, se han dedicado, a lo largo de la historia, a tareas semejantes. También con los escritos de tantos y tantas analistas contemporáneos que sintonizan con esas ideas, con esos deseos de transformación.

Todo este relato, de textos largos y relatos más cortos, está cargado de artículos-resumen, tal vez debido a una mente “cartesiana” (he dedicado algunos artículos al método), pero, fundamentalmente, porque nunca llegas a la esencia de lo que quieres decir. También es cierto que, en lo básico, no se producen cambios significativos. En mi caso, leo y releo artículos y textos escritos hace, por ejemplo, diez o doce años y los escribiría ahora tal cual lo hice en su día. 

 Cuando decides ponerte a escribir, integrándote en lo que yo considero “pensamiento crítico”, habiendo tenido una vida política activa, es decir, habiendo sido militante y activista en grupos políticos, en algunos tiempos clandestinos, pretendes continuar con cierta actividad, analizando el sistema (en este caso el capitalismo y, en consecuencia, la situación socioeconómica que conlleva) e intentando aportar algo de luz. Al comienzo, en un trabajo denominado “En los límites de la irracionalidad”, digo esto: “Uno de los objetivos principales (de escribir) es el de poner algo de luz en un mundo tan en penumbra como este en el que nos ha tocado vivir”.

 Comencé, de manera poco consciente, con una aparente contradicción. Por un lado, intentaba aportar información a los individuos para cambiar las condiciones de vida de un sistema que considero injusto e irracional. Por otro, ya partía de la base de la inmadurez intelectual de la especie.

 En ese mismo texto de 2010, al que he hecho referencia, también digo: La causa por la que la vida discurre en estas sociedades, tal como lo hace, hay que buscarla, y este es el resultado al que me refiero, en la ancestral y flagrante inmadurez intelectual.

Por ser la inmadurez intelectual una de las claves sobre las que se sustenta todo nuestro razonamiento, queremos, desde el principio, ofrecer una aproximación conceptual:

Falta de capacidad necesaria para convivir en armonía con el medio natural y en igualdad entre seres de la misma especie, con arreglo a los dictados de la razón y del entendimiento.

Posesión de comportamientos “primates” que impiden manifestarse como un ser verdaderamente racional y humano. Pobreza humana.

Términos asociados: conciencia (ausencia de), enajenación, sumisión, dominio (instinto de), poder, etc.

Conviene señalar que cuando hablo de inmadurez me refiero a la especie nuestra en general, huyendo de atribuciones personales, si bien es cierto que quiero resaltar el esfuerzo y el sacrificio de todos aquellos que han luchado y luchan por un mundo diferente.

 Método: No es el momento de la improvisación. No soy partidario de hacerlo. Mis manifestaciones se mueven en el terreno de la reflexión, del análisis, del razonamiento, desechando la mera opinión, la conjetura, el disentimiento improvisado o el vano comentario. Por lo general, esas manifestaciones van tomando cuerpo y se consolidan con el paso del tiempo. Un pronóstico solo cabe hacerlo cuando se sustenta sobre un sólido análisis de la realidad, acompañado de la observación de los hechos que apuntan de manera inexorable al final que se infiere.

 Como he dicho antes, nunca llegas con nitidez a lo que quieres expresar, por eso, trabajas en espiral, intentando aproximarte, de forma repetitiva, a esa idea. En estos diez o doce años, he ido “afinando”, intentando aproximarme, apoyándome en escritos anteriores. Poco a poco he ido desacelerando el ritmo de las publicaciones, muestra evidente de que algunas de esas ideas, esas propuestas, se han ido materializado o confirmando.

Todo este proceso me ha servido, fundamentalmente, para reafirmarme en la premisa inicial, y para encontrar las razones de los comportamientos de la ciudadanía. En ese largo recorrido he coincidido con otros que, tal vez, tenían las mismas pretensiones. Frente a mi cansancio, algunos continúan, quizás por ingenuidad, quizás porque les reporta un beneficio. Evidentemente, cuando comencé no sabía que, salvo para el propio desahogo personal,  es inútil escribir, sobre todo ahora, en esta etapa frente a la manipulación de los medios de comunicación. Por otro lado, la interpretación que el interesado lector haga de lo que se escribe no se ajusta a la idea o ideas que expresa el autor.

En realidad, quería llegar a lo que enunciaba, como hipótesis, al inicio de mis análisis: la inmadurez intelectual de la especie. Todo este recorrido me ha servido para comprobar que es, y ha sido, inútil cualquier intento de superación de la desigualdad entre unos seres y otros, de superar la esclavitud en otras etapas, de superar que unos cuantos vivan, se enriquezcan del trabajo de otros, de superar la explotación.

En consecuencia, me he dado cuenta de que es ineficaz cualquier acción, por muy intensa que sea, para cambiar la correlación de fuerzas, que los elementales cambios, en esta última etapa, son los que el sistema concede para beneficio de los poderosos.

Hemos ido avanzando hacia un mundo, a una vida, soportada sobre la improvisación. Una situación explosiva, de provisionalidad, de manera que cuando se produce cualquier interrupción, por muy elemental que parezca, el sistema se tambalea en su totalidad. La subida del gas, por ejemplo, genera una subida generalizada de productos y servicios de primera necesidad. La ausencia de transportista en Gran Bretaña repercute en toda Europa. Y a niveles mayúsculos, estamos en manos de los que manejan los grandes ordenadores, y tal vez algún día tomen conciencia y sean ellos mismos los que controlen la información y las comunicaciones. Vamos camino de eso que ya se conoce como “Inteligencia artificial”.

La acumulación de capital en unos pocos es un fenómeno creciente que, alimentado por la codicia (fruto de la sinrazón) da lugar a la corrupción, a la delincuencia, y  contribuye a la autodestrucción del sistema.

La observación, el análisis y la reflexión me sitúan en una posición contraria a la de aquellos que dicen que hay que seguir manifestándose contra la situación actual, pero ignorando que no hay fuerza para cambiar en lo básico.  El sistema, como he señalado, hace concesiones en cuestiones accesorias, ocultando la contradicción fundamental, haciendo creer a ciertos sectores que han ganado la batalla.

Escribir es un recurso que permite mantener una necesaria actividad mental, evitando anquilosarte. Ha habido momentos, a lo largo de la historia, en los que las aportaciones de pensadores han tenido una mayor incidencia social, sobre todo, en ciertos sectores intelectuales o revolucionarios. Hoy por hoy, con los potentes instrumentos con los que cuenta el Poder, es como predicar en el desierto.

En consecuencia, seguiré escribiendo sobre asuntos, tal vez, más frívolos, aunque siempre estarán presentes los sentimientos y los comportamientos propios y ajenos.

  

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