El
análisis queda limitado a este breve espacio al que, como unidad territorial, aunque
no asumido por todos, llamamos España, con sus peculiaridades e idiosincrasia.
Tal vez, en lo básico tengamos algo que ver con países vecinos.
Otros
grupos se fueron formando en la etapa del tardofranquismo apoyados por países
vecinos y por poderes internos. Otros surgieron directamente del régimen
fascista.
Las
elecciones eran cercanas a esa intentona. El PSOE, un grupo creado en despachos,
apropiándose de las siglas de un viejo partido, llevó a cabo una perfecta
campaña (sin que, a día de hoy, se sepa quién la pagó, aunque hay sospechas).
El éxito fue espectacular. Los individuos con talante izquierdista, aunque desde
la ignorancia, se volcaron en unos líderes de nula trayectoria política. Sin
embargo, los resultados de los verdaderamente luchadores contra la Dictadura
fueron discretos. El miedo y la influencia de falsas leyendas ejercieron su
papel.
A
partir de ese momento, 1982, se estableció un largo periodo de estabilidad
política y social, a pesar de una dura lucha obrera contra lo que se conoció
como “reconversión industrial”, aunque esta operación fue localista y sectorial.
Ahora, a la vista de los perfiles y comportamientos de aquellos dirigentes,
podemos concluir que vivimos engañados. Evidentemente tuvieron lugar algunos
acontecimientos que supusieron algunas ventajas para el pueblo llano, pero era
necesario para mansedumbre de la ciudadanía. Aunque lo más relevante es que el
ejército se tranquilizó y, sobre todo, que la oligarquía, el poder económico,
apoyaba al poder político. Fue la corrupción la que acabó con aquel periodo.
A
partir del final de ese periodo entramos en una nueva etapa que podríamos
denominar de alternancia en la que fuerzas políticas diferentes se
alternan cada 8 años, es lo que a mi me gusta llamar la alternancia cada dos
legislaturas. Una fuerza muy reaccionaria encarnada por el PP sustituyó a los
socialista y se mantuvieron durante 8 años para ser sustituida, posteriormente,
por los socialistas que se mantienen, a trancas y barrancas, otras dos
legislaturas. Vuelven los del PP que, tras una etapa de corrupción como nunca
se había producido, fueron expulsados mediante una moción de censura en el
Congreso.
En
este nuevo cambio se suceden dos hechos inéditos y sucesivos. Primero el éxito
de una moción de censura, segundo, un Gobierno de Coalición formado por
socialista y fuerzas a su izquierda: Unidas Podemos, lo que tendrá influencia
en las más importantes decisiones que se han tomado en este periodo.
Pedro
Sánchez, actual presidente del Gobierno, será reconocido por los sectores más
progresistas de este país como el mejor dirigente político que hemos tenido. Es
capaz de negociar con sus socios y de tomar decisiones que favorecen a los más
débiles. Es un gobernante incómodo para los poderosos, que están manejando en
su contra, y de todo el Gobierno, todos
los instrumentos a su alcance. De esta manera, todos los medios de comunicación,
incluso los públicos, se han convertido en una maquinaria antigubernamental. Un
equipo de reaccionarios se han convertido en agentes de opinión que en lugar de
informar se dedican a difamar y a manipular.
Por
otra parte, destacar la ausencia de reconocimiento de los verdaderos
combatientes de la Dictadura lo que denota la falta de madurez política y, en
general, intelectual de una sociedad que asume sin pudor las reglas de un
sistema de desigualdad.
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