Participar
en democracia es algo más que ser sujeto pasivo durante los cuatro años de cada
legislatura, es decir, durante todo ese tiempo que va de una a otra
convocatoria electoral. Ser demócrata es algo más que ser elegido en una lista
en la que un determinado partido político te ha colocado, atendiendo a
criterios puramente endogámicos. Ser demócrata es, en esencia, poseer unos
valores entre los que impere la igualdad y la justicia. Ser un verdadero
representante del pueblo es estar en conexión directa con los que te han
elegido, defender los intereses de la mayoría y estar dispuesto a dejar la
representación cada vez que te lo pidan los que te han elegido, o cuando no
seas capaz de cumplir con tus promesas. Una democracia es aquella en la que la
voz del pueblo sea su razón de ser, en la que los ciudadanos tengan
participación directa. Para que lo entandamos bien, la democracia, expresado
sin rodeos, es todo lo contrario a lo
tenemos en países como este nuestro.
En
este engendro de representación política que tenemos, por lo que se ve, cabemos
todos: desde los demócratas que desean un modelo auténtico de representación y
participación hasta los del PP. Desde este mismo momento, yo me pronuncio en
contra de la “democracia” de los “peperos”. Estos, que nunca fueron
demócratas, hacen uso del engendro para acceder
al poder político, aupados por los verdaderamente poderosos, y elegidos por una
masa ignorante, fanática o distraída. Los medios de comunicación juegan un
importante papel, distrayendo, embelesando, enajenando y embruteciendo a los
que se prestan a ello, es decir, a una buena parte de los votantes.
Por
lo que parece, 186 diputados legitiman al PP para hacer y deshacer a su antojo,
o al antojo de sus “amos”, los que tienen el poder real. Después de toda una
campaña de desprestigio del anterior Gobierno, en la que los mass media fueron pieza clave, el desgaste y los ataques permanentes, de la
por entonces oposición, dieron sus
frutos.
El
agotamiento del sistema socioeconómico queda, de esta forma, resumido en un
simple cambio de Gobierno, como si esto fuera la panacea, la solución a los
graves problemas que origina el final de una larga etapa, derrumbe que no se
repara con el mero cambio de signo político de los gobernantes. Una
significativa e ignorante parte de los votantes otorga al PP la tan buscada
victoria. Sus acomplejados y frustrados dirigentes logran lo que tanto
anhelaban. Por fin su rancia y reaccionaria posición política se materializa en
una mayoría absoluta. ¡Ay de los pobres
“diablos” que ahora se arrepienten de haberles votado!
Estos,
los del PP, nunca han sido demócratas, pero como las cosas funcionan de esta
manera, se sienten ahora dueños y señores de la democracia. Se sienten los más
demócratas de mundo. Pero, repito, yo no formo parte de ese juego.
Después
de esa aplastante victoria, de su victoria: ancha es Castilla. “Ahora se van a
enterar estos”, parece que han pensado: ¿pensado? Tengo mis dudas si piensan o
simplemente se dejan llevar por los de arriba y por sus propias ambiciones y
espurios deseos. Además, la abundancia de votos les sitúa en una favorable
situación para encubrir esa enorme corrupción que vienen arrastrando desde su
anterior “asalto al poder”, pero que, ahora, queda eclipsada porque han ganado
y tienen poder para camuflarla con el engaño y con todos los instrumentos
jurídicos a su disposición y servicio. Ahora tienen fuerza para combatir y
limpiarse de toda esa mierda en la que están inmersos.
Después
de conseguir lo que buscaban con el engaño y el abuso de una sociedad ingenua
y, en gran medida, ignorante, se convierten en dictadorzuelos a imagen de quien
fuera su referente político. Leyes a mansalva para eliminar algunas ventajas
sociales aprobadas por los socialistas en las dos anteriores legislaturas.
Educación, sanidad, prestaciones sociales y reformas laborales son las presas principales de una
política de radicalización social, de una marginación de los más débiles. Por si fuera poco, los
avances en cuanto a la libertad, como es el caso del aborto voluntario, quedan
cercenados. El colmo de la represión será plasmado en una norma que llaman de “seguridad
ciudadana” que nos arrastra a tiempos tenebrosos. ¿Alguien se ha puesto a
pensar, por ejemplo, en lo que supone una sanción administrativa de 600.000 €?
¿Alguien sabe quiénes son los que pueden pagar esa enorme cantidad de dinero?
¿Qué harán? ¿Nos embargarán lo mucho o poco que tenemos? En fin, una locura.
Pienso que nos están preparando para un futuro negro en el que convivirán
ciertos sectores sociales privilegiados con una mayoría subyugada y miserable,
ahora silente.
En
suma, su “democracia” convertida en una dictadura de las urnas no es la
democracia del pueblo, desde luego no es la mía. Ahora muchos y muchas
comprobarán que no es lo mismo PP que PSOE, después de haber torpemente coreado: “la misma cosa
es PSOE que PP”. Y no es
que yo quiera defender a los socialistas, que no sé que podrán hacer después
del desaguisado que estos están ocasionando, si es que alguna vez vuelven a
gobernar. Mi democracia no es esta, por eso mi opción en la actualidad, la más
democrática, es la abstención, y mi
trabajo el de participar, de la mejor manera que pueda, en la elaboración de una alternativa que
verdaderamente responda a las necesidades y deseos de todos y, especialmente,
de los más necesitados, con todos los impedimentos que eso pueda conllevar.
SI TE ABSTIENES, NO OFRECES ALTERNATIVA. Todos necesitamos una educación y oportunidades igualitarias, pero que no nos esturreen por el mundo con más
ResponderEliminarSI TE ABSTIENES SI REPRESENTAS UNA ALTERNATIVA, la alternativa de la persona que no está en absoluto de acuerdo con el sistema imperante de partidos y de sufragio universal que es en realidad la gran mentira de nuestro tiempo, puesto que lo único que hace es dar a los "profesionales" de la representación política una carta en blanco para que haga lo que quiera, que es en realidad lo que hacen, porque de programa electoral nada de nada, si te he visto no me acuerdo, y donde dije digo, digo diego. Esto también es una irresponsabilidad para los votantes, que simplemente se quitan el muerto de tener opiniones sobre los asuntos que nos afectan a todos y hala "que lo arreglen los profesionales que para eso les pagan y ellos saben más que nosotros, que esas cosas son muy complicadas y no las entiendo". Es tiempo ya de empezar a hablar de democracia directa y responsabilidad compartida, hay tecnología de sobra para hacerlo, y si no, pregunten en Suiza cuántos referéndum hacen cada año.
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