Llegados
a tal extremo, a la minoría farisaica del sanedrín del PSOE no le ha quedado
más remedio que mostrar su verdadera cara, sin importarles que el partido se
haya hecho trizas. ¡Qué más les da!, ellos ya han obtenido pingües beneficios,
mintiendo al pueblo y a los militantes de buena voluntad. Quienes escriban la
historia oficial, la crónica política, contarán a nuestros descendientes los
hechos a los que asistimos de manera simplista: “el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, dimitió, M. Rajoy fue
elegido Presidente del Gobierno por segunda vez con el apoyo de los socialistas
y de un nuevo partido conocido como Ciudadanos”. O algo semejante. Así de
plano nos lo han contado siempre, y eso los más objetivos. Ha sido necesario
recurrir a la historia no oficial y al análisis para descubrir las razones por
las que la humanidad ha seguido una trayectoria tan errática.
Los
o las que cuenten los acontecimientos a los que estamos asistiendo no dirán que
cuando Pedro Sánchez estaba decidido a dar un giro a la política conservadora
de las últimas décadas, fue defenestrado de forma impúdica por sus propios
compañeros. No contarán que complotaron, utilizando las más siniestras estratagemas;
que aquellos a los que él mismo había elegido para la dirección del partido, le
traicionaron: la mitad de la ejecutiva dimitía para forzarle a dimitir a él,
como así ocurrió. Un trabajo sucio que saca a la luz la extrema pobreza humana
de aquellos y aquellas que fueron manejados por los que deseaban venganza, por
aquellos y aquellas que mantienen una falsa imagen ante una sociedad ingenua o
ignorante. Se cargaron a Sánchez, y de paso al partido al completo. ¿Qué
recompensa tendrán?, ¿se conformarán con un simple asalto a la dirección del
partido? Poca cosa. Tal vez haya mucho más detrás de todo esto. Algo nos
imaginamos, pero es el lector el que debe reflexionar a partir de estos datos.
Después
de estos acontecimientos, el partido queda destrozado. Pero los destructores parece
que piensan que, antes o después, se recompondrá. Deben pensar que el paso del
tiempo cerrará las cicatrices, en la creencia de que los individuos son
manipulables. Miserables premisas para la reconstrucción. Bien es cierto que la
buena voluntad de algunos podría jugar un importante papel en la remontada. Una
sincera ideología y un deseo de no querer perderlo todo, podría ayudar a aupar
a los nuevos dirigentes. Sin hacer nada, el PSOE mantiene un suelo que siempre
les apoyará en las elecciones. Cuatro maniobras les permitirán recuperar parte
de las pérdidas que inicialmente hayan sufrido. Los conspiradores dejarán un
tiempo muerto para desactivar a los críticos, promocionarán a un candidato o a
una candidata y, posteriormente, convocarán un congreso, con la intención de
que todo siga igual que antes de las acciones llevadas a cabo por el atrevido
Sánchez. Lampedusa tan vigente ahora como hace cien años.
Sin
embargo, los ingenuos portavoces de los protagonistas del atropello son poco
lúcidos, o se conforman con que este grupo político se mantenga en la oposición
sine die. En sus declaraciones señalan
que el PSOE volverá a ser de nuevo la alternativa de gobierno al PP. Creen, o
eso parece, que se volverá al pasado en donde dos partidos se alternaban cada
dos legislaturas sin la necesidad de pactar con otras de las nuevas fuerzas
políticas. No saben, o no quieren saber, que Podemos está aquí para quedarse;
que, por muchos que sean los ataques de uno u otro lado, seguirá ocupando un
amplio espacio en el panorama político, que el PSOE jamás conseguirá gobernar
sin un pacto con Podemos, las confluencias e IU. Pero los que controlan
actualmente el partido jamás llegarán a ese acuerdo.
Caben,
pues, dos salidas a la actual situación que afectarán, en cualquier caso, a la
ciudadanía en su conjunto, aunque en manos de los ciudadanos está la
posibilidad de seguir con gobiernos reaccionarios, contrarios a la defensa de
sus intereses, o votar por un cambio que les favorezca.
La
peor de estas dos salidas consiste en la unión de PP y un PSOE con una
dirección como la que intentan fraguar. A lo que estamos asistiendo ahora es un
ensayo de lo se pudiera consolidarse en el futuro. Así, contaríamos con un PP
fuerte y un PSOE muerto, en el sentido de convertirse en el partido muleta, sin
ninguna posibilidad de ser jamás el grupo más votado. Triste panorama.
El
mejor camino para la mayoría sería la alianza de un partido socialdemócrata con
Unidos Podemos. Para ello sería imprescindible llevar a cabo alguna de estas
dos actuaciones. Una, que en el próximo congreso del PSOE ganara la alternativa
progresista, si es que la hay, y se uniera la izquierda. Otra, la división del
partido, dejando a todos los viejos y jóvenes carcamales con sus siglas y sus
contradicciones: PSOE, ni socialista, ni obrero.
En
el caso, probable, de que el congreso lo gane la opción conservadora, animamos
a Sánchez, y a los que piensen como él, a que den los pasos que consideren
oportunos para caminar hacia posiciones de progreso, mediante la creación de
una nueva formación. Desde estas líneas proponemos nombres para ese nuevo
partido: Partido Socialista (a secas), Partido Socialdemócrata, etc. Sería
conveniente aprovechar el actual descontento de algunos políticos, de gran
parte de la militancia y de sus desconcertados votantes.
Aunque
estoy convencido de que la puesta en práctica estas propuestas son las únicas
que pueden servir para avanzar hacia posiciones de progreso, también lo estoy
de que las posibilidades son escasas. Podría ser que este texto nunca llegue a
las manos de quienes pudieran ejecutarlas, aunque más difícil es encontrar una
botella tirada al mar con un mensaje, pero a veces ocurre que alguien la
encuentra.
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