Con carácter general
El desequilibrio socioeconómico
cruel e irracional al que da lugar un modelo de convivencia como el que ha
padecido hasta ahora la humanidad, ha estado siempre ligado a fórmulas alienantes. Evidentemente, estas
fórmulas han sido compañeras de viaje de métodos más expeditivos que, como si
de un círculo de fuego se tratara, han protegido a las clases dominantes a lo
largo de toda la historia, evitando que los dominados protagonizaran cualquier
tipo de trasformación o de cambio a su favor. El sometimiento inhumano de la
esclavitud, el uso de la fuerza física, la persecución política, el
encarcelamiento y la muerte son algunas
de las acciones llevadas a cabo a través de los instrumentos
que el sistema, a lo largo del tiempo, ha creado para su propia protección y
supervivencia: los ejércitos, las fuerzas del “orden”, la ley, etc.
Además, como hemos señalado, ha
sido necesario imbuir al pueblo en prácticas irracionales de autorrepresión que le permita alejarse, en la medida de lo
posible, de la triste realidad que ha
padecido y que padece, y les haga perder la conciencia
real de su propia existencia. Las religiones, y en particular las de corte
cristiano, han sido en otros tiempos piezas clave, jugando un importante papel enajenador en civilizaciones y
sociedades como la nuestra, en las que, habitualmente, centramos el análisis.
Ahora, cuando esas religiones
tienen menos influencia en la tarea enajenante, nuevos opios aparecen en la escena para mantener las cotas de
irracionalidad que el sistema requiere. El desarrollo tecnológico es
aprovechado con enorme eficacia para llevar a cabo esta labor. La clase
dominante ha sabido hacer un excelente uso de ciertos inventos y de ciertas
prácticas. Los grandes medios de
comunicación como canales de distribución y los deportes como “espectáculo”
de masas constituyen el marco adecuado para distraer y embelesar a la
ciudadanía. En particular, el binomio TV-fútbol se ha convertido en la droga legal más poderosa que, para mayor
facilidad de consumo, se expide a domicilio.
Nuevos opios para el pueblo
(los mencionados y otros tantos, asociados a una pseudocultura) han venido a
sustituir o a complementar a esas viejas prácticas religiosas que, sin dejar de
cumplir su función, han quedado un tanto obsoletas, a pesar de las modernas
intentonas de revitalización.
En lo concreto
Los grandes medios de
comunicación privados están en manos del gran capital. Los públicos están al
servicio del grupo político que gobierna. Poco a poco, ciertos sectores
sociales van despertando del letargo en el que hemos permanecido durante tanto
tiempo. Nos vamos dando cuenta de que el poder real es el poder económico,
cuyos componentes se esconden tras una serie de poderes de segunda entre los
que se encuentran los mass media. No
se escapa ninguna cadena, ningún periódico. Con la cuartada de la libertad de
expresión se permiten hacer y deshacer al antojo de sus amos. Lo que en otros
tiempos se convirtió en el diario de la mayor parte de la progresía de esta sociedad nuestra, El País, se ha convertido,
junto a la emisora hermana, la SER, en el instrumento más reaccionario. Tal vez
nos han estado engañando durante décadas, tal vez siga engañando aún a
ingenuos, a pesar de la contundencia y la evidencia con la que está actuando en
estos últimos meses. Cualquier signo de cambio es cercenado de inmediato. El grupo PRISA ha defenestrado a Pedro Sánchez,
provocando que el PSOE salte por los aires.
En estos días les toca a los de
Podemos. Un hecho insignificante se ha convertido en la noticia de primera
página en periódicos, radios y televisiones. No quieren que Ramón Espinar -ayer
desconocido, y hoy conocido en medio mundo- sea el dirigente de Podemos en la
Comunidad de Madrid. Los de la izquierda real deberíamos aprender y reforzar nuestra confianza en este
grupo político. Las agresiones que sufren, y las que sufrirán, son tan
desproporcionadas y burdas que les legitima como grupo diferente a los que se
alían para defender a los de siempre.
Decimos que todos los grandes medios
están en manos de la oligarquía. Todos. Algunos son más peligrosos que otros.
La Sexta es la cadena que ven los que huyen del “Sálvame” y otros programas
semejantes, pero este canal pertenece al grupo Planeta, lo mismo que el diario
La Razón. Un tal Ferreras, a la sazón
actual director de la emisora, junto a toda su comparsa, ha insistido hasta la
saciedad en el asunto “Ramón Espinar”, utilizando la mentira y las más sucias
maniobras capciosas. Sus antecedentes laborales hay que situarlos en la SER y
en el Real Madrid. Excelente Palmarés. Afortunadamente, cada día que pasa
disminuye el número de hombres y mujeres de izquierdas que siguen sus tediosos
programas, que, sin reparos, podemos ubicarlos en lo que vulgarmente se conoce
como “TV basura”.
Es vergonzoso, indignante, desesperante que
individuos que tienen unos ingresos desorbitados se permitan el lujo de
arremeter contra un joven que obtuvo unas insignificantes ganancias en la
compra-venta de un piso de 50 metros cuadrados. Espinar y otros dirigentes han
quedado “tocados” por este asunto que seguirá en el candelero y será
estrujado hasta la última gota, hasta su
total extenuación.
Epílogo
La pregunta a los de Podemos es esta: ¿es que no sois capaces de contrarrestar estos ataques rebuscando en las miserias de esos lacayos, que miserias hay a porrillo? Por fortuna, las redes sociales están a vuestra disposición. Por otra parte, podéis aprovechar vuestras apariciones en los medios y dar la vuelta a las agresiones que sufrís. En aras de combatir la manipulación, algunos lo agradeceríamos.
Epílogo
La pregunta a los de Podemos es esta: ¿es que no sois capaces de contrarrestar estos ataques rebuscando en las miserias de esos lacayos, que miserias hay a porrillo? Por fortuna, las redes sociales están a vuestra disposición. Por otra parte, podéis aprovechar vuestras apariciones en los medios y dar la vuelta a las agresiones que sufrís. En aras de combatir la manipulación, algunos lo agradeceríamos.
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