domingo, 9 de junio de 2019

¿QUIÉN HARÁ LA REVOLUCIÓN?


Guía: Recorrido por algunos momentos históricos en los que se han frustrado los deseos de progreso social a favor de los más desfavorecidos, y en contra de la desigualdad, para concluir en que Podemos, como grupo político, es un nuevo fraude, y nunca protagonizará la “revolución”.

Cada vez que las corrientes sociales más progresistas han repuntado, algún hecho viene a frustrar esos deseos de cambio a mejor. Dejando atrás la represión brutal del levantamiento fascista en 1936 contra el Frente Popular, es en esta nueva etapa posterior a la Dictadura, en la que queremos centrarnos: en eso que se conoce como Democracia, modelo con lo que la mayoría ciudadana se conforma.

I, Antes
Fue el PSOE de 1982 quien acaparó electoralmente el deseo de cambio que tantas y tantos deseaban. Un impostor y un grupo de secuaces frustraron esos deseos de cambio. Los ciudadanos, ingenuos, les mantuvieron gobernando 14 años con la esperanza de que algo bueno ocurriera. Ahí les tenemos ahora formando parte del sector más reaccionario de este país: González, Guerra, Leguina, Abel Caballero, Corcuera y un largo etc.

II, Después
A finales de los años 90 del anterior siglo, IU, con J. Anguita a la cabeza, presentaba una verdadera oposición a un gobierno del PSOE que, en connivencia con el PP, llevaron a cabo acuerdos antipopulares. IU se convirtió, como digo, en la verdadera oposición. Los periódicos, en particular El País, se cebaron en su crítica con el Coordinador General de la Coalición. Pero cuando IU se convirtió en una fuerza con implantación social, en su propio seno, apareció una corriente que se autodefinía como Nueva Izquierda (NI), más tarde PDNI que, luego, se integró en el PSOE por un plato de lentejas. Esta operación diezmó las Asambleas Locales y, en consecuencia, la afiliación y el apoyo electoral. En la VI Asamblea del año 2000, con una organización política hecha trizas, fue elegido Llamazares como Coordinador General quien, en un proceso de pérdida progresiva, consiguió la mínima representación parlamentaria, siendo él, en las elecciones de 2008, el único Diputado de IU en el Congreso, más otro de Iniciativa por Cataluña.

III, Ahora
Las protestas que tuvieron lugar a comienzos de 2011 culminaron en el conocido como movimiento 15M. En 2014 apareció una formación política  que capitalizó las movilizaciones que comenzaron unos tres años antes. Podemos fue incrementando de forma exponencial el apoyo popular de lo que vulgarmente se conoce como izquierdas. En 2016 consiguió 72 diputados junto a IU y las convergencias. Ante la amenaza de mantener su poder parlamentario o, incluso, incrementarlo, era necesario llevar a cabo alguna operación para evitarlo. Iñigo Errejón, uno de sus fundadores, decidió abandonar esa formación y formar un nuevo partido junto a Manuela Carmena, anterior Alcaldesa de Madrid. La operación ha dado lugar a la división entre “Pablistas” (Pablo Iglesias) y “Errejonistas”(Iñigo Errejón) en una torpe visión presidencialista de formaciones que deberían tener un carácter democrático, y apoyarse en estrategias e ideas colectivas mejor que en individuos concretos.
El resultado: desastroso. Por una parte, pérdida significativa de Diputados en el Congreso, en la Comunidad de Madrid y de Concejales en el Ayuntamiento: pérdida de la Alcaldía y de la Comunidad. Por otro lado, peleas internas, ceses y dimisiones en el seno de Podemos. No tenemos demasiados datos para augurar la destrucción total del grupo, pero sí es fácil pronosticar un feo futuro de esta formación, futuro oscuro que arrastra a IU, también con sus propios problemas internos.

IV, ¿Quién hará ahora la revolución?
Permítaseme el tono desenfadado. Podemos prometía “asaltar el cielo”, pero el fracaso y el pesimismo se han adueñado de sus militantes, de los inscritos y de sus votantes. Y, tal vez, no sea este el final del desastre.

No son estos tiempos de revoluciones, pero, en este marco político, muchas y muchos desearían algo diferente y apoyarían a un grupo que defendiera los intereses de los más débiles. Un papel que, en algún momento, algunos pensaron que podría jugar Podemos. ¡Ingenuos!
Pero Podemos se desmorona, y hay más que sobrados motivos. Gran parte de mis reflexiones se las he dedicado a Podemos, intentando, tal vez pecando de ingenuo, influir, en la medida de mis posibilidades, para engrandecer a esta formación. Incluso intenté mantener algún tipo de conversación con algunos de sus dirigentes, pero ¡quién es un simple ciudadano de a pie como yo, un anónimo, para ser atendido por un famoso y engreído político, aunque sea de nuevo cuño!
Gran parte de mis últimos escritos, como digo, han estado dedicados a Podemos o, al menos, he hecho algún tipo de referencia a la formación. Destacaré aquí una de esas referencias que ahora viene a cuento. Me preguntaba, ya el 12 de octubre de 2015, si Podemos formaba parte de este juego político: “pero ahora ya no estoy seguro de que éstos no sean una pieza más de este juego”. En estos momentos, pasados unos pocos años, no tengo la menor duda de que son una parte más del sistema.
Podemos no hará la Revolución. Sus dirigentes máximos, procedentes de un estrato social pequeño burgués, se han integrado plenamente en el sistema, ¿o ya lo estaban?, mintiéndonos con soflamas y puños en alto. El sistema es como un “agujero negro” y se traga a todo lo que se le pone por el medio, sobre todo cuando la ideología es frágil y el compromiso es fungible.
Podemos no hará la Revolución y defrauda a quienes recurren al voto útil para frenar la avalancha de las facciones más reaccionarias. Pero es que la ingenuidad y ese deseo de transformación nos ciega, aunque el sueño se desvanece cuando se impone la triste realidad.


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