Guía: Recorrido por
algunos momentos históricos en los que se han frustrado los deseos de progreso social
a favor de los más desfavorecidos, y en contra de la desigualdad, para concluir
en que Podemos, como grupo político, es un nuevo fraude, y nunca protagonizará
la “revolución”.
Cada
vez que las corrientes sociales más progresistas han repuntado, algún hecho
viene a frustrar esos deseos de cambio a mejor. Dejando atrás la represión
brutal del levantamiento fascista en 1936 contra el Frente Popular, es en esta
nueva etapa posterior a la Dictadura, en la que queremos centrarnos: en eso que
se conoce como Democracia, modelo con lo que la mayoría ciudadana se conforma.
I, Antes
Fue
el PSOE de 1982 quien acaparó electoralmente el deseo de cambio que tantas y
tantos deseaban. Un impostor y un grupo de secuaces frustraron esos deseos de
cambio. Los ciudadanos, ingenuos, les mantuvieron gobernando 14 años con la
esperanza de que algo bueno ocurriera. Ahí les tenemos ahora formando parte del
sector más reaccionario de este país: González, Guerra, Leguina, Abel Caballero,
Corcuera y un largo etc.
II, Después
A
finales de los años 90 del anterior siglo, IU, con J. Anguita a la cabeza,
presentaba una verdadera oposición a un gobierno del PSOE que, en connivencia
con el PP, llevaron a cabo acuerdos antipopulares. IU se convirtió, como digo,
en la verdadera oposición. Los periódicos, en particular El País, se cebaron en
su crítica con el Coordinador General de la Coalición. Pero cuando IU se
convirtió en una fuerza con implantación social, en su propio seno, apareció una
corriente que se autodefinía como Nueva Izquierda (NI), más tarde PDNI que, luego, se integró en el PSOE por un plato de lentejas. Esta operación diezmó las Asambleas Locales y, en
consecuencia, la afiliación y el apoyo electoral. En la VI Asamblea del año
2000, con una organización política hecha trizas, fue elegido Llamazares como
Coordinador General quien, en un proceso de pérdida progresiva, consiguió la mínima
representación parlamentaria, siendo él, en las elecciones de 2008, el único
Diputado de IU en el Congreso, más otro de Iniciativa por Cataluña.
III, Ahora
Las
protestas que tuvieron lugar a comienzos de 2011 culminaron en el conocido como
movimiento 15M. En 2014 apareció una formación política que capitalizó las movilizaciones que
comenzaron unos tres años antes. Podemos fue incrementando de forma exponencial
el apoyo popular de lo que vulgarmente se conoce como izquierdas. En 2016
consiguió 72 diputados junto a IU y las convergencias. Ante la amenaza de
mantener su poder parlamentario o, incluso, incrementarlo, era necesario llevar
a cabo alguna operación para evitarlo. Iñigo Errejón, uno de sus fundadores,
decidió abandonar esa formación y formar un nuevo partido junto a Manuela
Carmena, anterior Alcaldesa de Madrid. La operación ha dado lugar a la división
entre “Pablistas” (Pablo Iglesias) y “Errejonistas”(Iñigo Errejón) en una torpe
visión presidencialista de formaciones que deberían tener un carácter
democrático, y apoyarse en estrategias e ideas colectivas mejor que en
individuos concretos.
El
resultado: desastroso. Por una parte, pérdida significativa de Diputados en el
Congreso, en la Comunidad de Madrid y de Concejales en el Ayuntamiento: pérdida
de la Alcaldía y de la Comunidad. Por otro lado, peleas internas, ceses y
dimisiones en el seno de Podemos. No tenemos demasiados datos para augurar la
destrucción total del grupo, pero sí es fácil pronosticar un feo futuro de esta
formación, futuro oscuro que arrastra a IU, también con sus propios problemas
internos.
IV, ¿Quién hará ahora
la revolución?
Permítaseme
el tono desenfadado. Podemos prometía “asaltar el cielo”, pero el fracaso y el
pesimismo se han adueñado de sus militantes, de los inscritos y de sus
votantes. Y, tal vez, no sea este el final del desastre.
No
son estos tiempos de revoluciones, pero, en este marco político, muchas y
muchos desearían algo diferente y apoyarían a un grupo que defendiera los
intereses de los más débiles. Un papel que, en algún momento, algunos pensaron
que podría jugar Podemos. ¡Ingenuos!
Pero
Podemos se desmorona, y hay más que sobrados motivos. Gran parte de mis
reflexiones se las he dedicado a Podemos, intentando, tal vez pecando de
ingenuo, influir, en la medida de mis posibilidades, para engrandecer a esta
formación. Incluso intenté mantener algún tipo de conversación con algunos de
sus dirigentes, pero ¡quién es un simple ciudadano de a pie como yo, un anónimo,
para ser atendido por un famoso y engreído político, aunque sea de nuevo cuño!
Gran
parte de mis últimos escritos, como digo, han estado dedicados a Podemos o, al
menos, he hecho algún tipo de referencia a la formación. Destacaré aquí una de
esas referencias que ahora viene a cuento. Me preguntaba, ya el 12 de octubre
de 2015, si Podemos formaba parte de este juego político: “pero ahora ya no
estoy seguro de que éstos no sean una pieza más de este juego”. En estos momentos,
pasados unos pocos años, no tengo la menor duda de que son una parte más del
sistema.
Podemos
no hará la Revolución. Sus dirigentes máximos, procedentes de un estrato social
pequeño burgués, se han integrado plenamente en el sistema, ¿o ya lo estaban?,
mintiéndonos con soflamas y puños en alto. El sistema es como un “agujero
negro” y se traga a todo lo que se le pone por el medio, sobre todo cuando la
ideología es frágil y el compromiso es fungible.
Podemos
no hará la Revolución y defrauda a quienes recurren al voto útil para frenar la
avalancha de las facciones más reaccionarias. Pero es que la ingenuidad y ese deseo de
transformación nos ciega, aunque el sueño se desvanece cuando se impone la triste
realidad.
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