Para el análisis político, por lo general, observamos la evolución política y los comportamientos sociales de la forma más rigurosa posible, para lo que es conveniente seguir un método. Pero a veces conviene bajar al fango, a lo vulgar, a lo chabacano, a aquello que ocupa al pueblo llano.
En contraste con ello, de vez en cuando, aparecen asuntos que se nos escapan y enmudecen el mero análisis por su complejidad, aunque afectan a la humanidad en su conjunto. ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿dónde estamos?
Mientras aflora una noticia sobre si el universo comienza con el Big Bang o ha existido siempre, tema de alcance, 1,5 millones de españoles (líder de audiencia) permanecen frente al televisor, viendo y escuchando a “Paquirrín”, el hijo de una folclórica y un torero. Esto es lo que hay.
El que dicen prestigioso físico de la Universidad de Edimburgo John Peacock ha sacado a la luz un asunto al que los científicos le siguen dando vueltas. Según el citado físico, resulta que el universo no ha tenido principio, ni tendrá final: ha existido siempre. Pero ¿qué más da? Al personal le interesa más saber de la vida de una familia que se gana la vida en los platós de televisión, hablando de sus desencuentros familiares. 1,5 millones de seres, se supone que adultos, pegados al aparato de TV, viendo y escuchando a Paquirrín, hijo de Paquirri y de la Pantoja. Que si se pelea con su madre, que si se reconcilia, etc. El caso es facturar una y otra vez. Paga una cadena creada especialmente para corromper, un vertedero que se supera, día tras día, como máquina vomitiva para, a modo de círculo vicioso, atontar a unos colectivos ya faltos de sentido común, de bajo tono intelectual, alienados al extremo, consecuencia de un largo proceso.
Lo del si hay uno o múltiples universos, si ha existido siempre, si ha habido Big Bang o no, ¿a quién le importa? Algunos se consolarán creyendo en que hay un cielo dónde hay un dios (Dios con mayúsculas para ellos y ellas) al que irán, aunque si eres malo irás al infierno que debe de estar cerca, pero aislado para que no le llegue demasiado calor a los buenos. Supongo que ni tan solo se plantearán si hay un cielo en cada galaxia, o en cada universo, si fuera cierto que hay varios (universos), como ahora dudan los expertos.
Mientras las diferentes religiones sigan teniendo tanto poder y tanta implantación en las diferentes zonas del planeta, poco podemos esperar de cambios significativos a mejor. Mientras no cambie el verbo creer por el de pensar poco podemos esperar de esta especie para avanzar hacia unas sociedades diferentes.
Mientras tanto, lo más deleznable del género mal llamado humano se potencia día a día y surgen nuevas fórmulas para construir sociedades cada vez más dependientes, más vulnerables y más indiferentes a la situación mundial de desigualdad, incluso de la suya propia. Mientras algunos, pocos, gozan de fastos, viajando en sus particulares barcos o aviones, otros, muchos, se convierten en nómadas, desposeídos de todo, buscando alguna solución para subsistir. Cada día son más quienes permanecen en campos de refugiados. En estas sociedades de los países que llaman desarrollados en los que existe desigualdad en varios niveles el elemento que dinamiza el día a día, cada uno en las medidas de sus posibilidades, es el consumo. Mientras tanto, las cadenas de televisión en su papel mintiendo, manipulando, asustando, en suma, atontando a unos colectivos de por sí ya enajenados de su propio ser, de su propia vida.
Pues esto es lo que tenemos, en los límites de la irracionalidad cabe de todo, desde la erudición de pocos a la baja actividad mental de las mayorías que se dejan llevar por la ideología dominante.
Algunas personas se empeñan en dar soluciones, anunciando que hay alternativas, pero su función no va más allá del simple discurso en el que se confunde lo que sería deseable con lo que es posible llevar a cabo con estos mimbres. Se olvidan de lo fundamental. Una alternativa avanzada no es un recetario, sino un agente social organizado y sólido que sea capaz de emprender un periodo de lucha, que se nos antoja largo, hasta conseguir un cambio radical, una ruptura definitiva con el actual sistema. Una alternativa política no se improvisa, ni se monta de la noche a la mañana, por eso UP (en España), en el que muchos han depositado su confianza, es una simple burbuja que ha reventado sin éxito alguno, sólo queda un rastro que poco a poco se va desvaneciendo. Una alternativa, como hemos señalado, ha de ser sólida, fundamentada en una determinada ideología y materializada en un grupo dirigente ajeno al actual montaje parlamentario, asentado en una base social suficiente como para respaldar las acciones que permitan la transformación.
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