No
sé por qué razón, hace unos cuantos días
me dio por volver a escuchar la música de Aute.
Luego leí su biografía y, a pesar de seguirle desde hace tantos años, y
de haber coincidido personalmente con él en algunas ocasiones, no conocía en
profundidad todas las dimensiones en las que desarrollaba su actividad.
A
esa canción que tituló “Las cuatro y diez” le he estado dando vueltas, oyéndola
varias veces, y he hecho mi propia interpretación de su contenido. Lástima que
no pudiera haber comentado con él el texto y el origen de la letra. La publicó
en el 73, y a mí me lleva a esos tiempos, tan intensos, con esa forma de vivir
las primeras relaciones amorosas, en esas edades y en esas circunstancias.
En
la letra se muestran dos momentos con una distancia de, al menos, 10 años. La
película a la que hace referencia se estrenó en los EEUU en 1955. Supongo que
aquí a España, en aquella situación política, tardaría unos años en llegar.
Comienza
recordando un cine, sentados, él y ella, en una mesa de un restaurante, un cine
céntrico, donde se estrenaban películas que permanecían en cartel un año o más.
Ir al cine era la única diversión para la juventud de aquellos 16 años, edad a
la que te permitían entrar a determinadas películas censuradas, aunque
simplemente fuera por una secuencia de un beso de amor. Describe la represión
de la época cuando dice que a la salida,
en la puerta, nos pidió un triste inspector
nuestros carnets.
En
la mesa de ese restaurante están ahora y, en esa misma mesa estuvieron en ese
otro momento en el que vieron la película. Ella le esperó hora y media mientras él estaba en clase de francés. En
aquellos años había un centro en la calle Tetuán de Madrid que se llamaba, y
continúa llamándose, Academia Briam, al que iban entonces los jóvenes de
familias de clase media, para aprender o reforzar algún idioma
Uno
le enseña al otro una foto, no se sabe quién es el que la muestra, pero se
supone que está casada o casado y tiene varios hijos.
Por
último, él le dice a ella que no se demore, no
sea que no llegues a la hora al almacén. Sin duda se refiere al Corte Inglés
de la calle Preciados que hace esquina a la calle Tetuán donde se encuentra
Briam, el centro de estudios de idiomas en el que él estudió francés, entonces.
Luego se despiden de una manera un tanto fría. Toda la futura relación lo
limitan a una simple llamada si es posible: llámame
el día que puedas. Se supone que se lo dice él a ella, sin respuesta por su
parte. Claro que la composición rítmica limita bastante el contenido del texto.
La
canción cuenta la historia de un reencuentro, después de una relación previa.
Lo primero es ese amor de juventud, un primer amor, pero firme ya que ella es
capaz de esperar a él una hora y media. ¿Quién no ha tenido, o le han tenido,
que esperar una o dos horas por amor? Esa etapa de la edad y esa época, calculo
que en la década de los 60, dónde el refugio era el cine. Un amor este que
acabó, aunque no se cuenta por qué motivos, pero, a modo de asignatura
pendiente, uno de ellos llama al otro o a la otra para recordar aquellos
primeros tiempos. Sin embargo, parece que la cosa no pasa de ese simple
reencuentro y una petición de llamada de teléfono, se supone.
No
me cabe la menor duda de que es un relato autobiográfico. Luis Eduardo es
posible que asistiera a Briam porque dominaba 5 o 6 idiomas, entre otros
francés. Ella es, en el momento del reencuentro, una empleada del CI, cercana al
centro de idiomas al que él asistió entonces.
Fue en ese cine, ¿te acuerdas?
En una mañana al este del Edén
James Dean tiraba piedras
A una Casablanca, entonces, te besé
Aquella fue la primera vez
Tus labios parecían de papel
Y a la salida, en la puerta
Nos pidió un triste inspector nuestros carnets
Luego, volví a la academia
Para no faltar a clase de francés
Tú me esperaste hora y media
En esta misma mesa, yo me retrasé
¿Quieres helado de fresa
O prefieres que te pida ya el café?
Cuéntame cómo te encuentras
Aunque sé que me responderás: "muy bien"
Ten, esta foto es muy fea
El más pequeño acababa de nacer
"Oiga, ¿me trae la cuenta?"
"¡Calla!, que fui yo quien te invitó a comer"
No te demores, no sea
Que no llegues a la hora al almacén
Llámame el día que puedas
Date prisa que ya son las cuatro y diez
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