lunes, 13 de junio de 2022

MI VISIÓN SOBRE LA SÚBITA SUBIDA DEL COSTE DE LOS ALIMENTOS Y LOS SUMINISTROS

 

En este país, de una u otra medida en el resto de nuestro entorno, estamos asistiendo en los últimos tiempos a unas subidas incontroladas de los precios de la alimentación y de suministros tales como la energía eléctrica y los combustibles fósiles. Los Gobiernos se limitan a proporcionar unos datos, por cierto, bastante confusos. Los ciudadanos asistimos atónitos a los mercados al observar que algo que el día anterior costaba 2 euros hoy vale 4. Y esto no es exageración. Esto es real, comprobado por un servidor que asiste, con frecuencia, a esos mercados.

En este sistema, que de manera eufemística se conoce como neoliberalismo, se conservan las esencias del capitalismo más cruento: la explotación o la apropiación del trabajo de otros y la acumulación de capital. En la actualidad la explotación feroz se produce en otras latitudes diferentes a lo que se conoce como países desarrollados. A ellos, a los supuestos países “ricos”, se les reserva para el consumo. La deslocalización con salarios de miseria en países del hemisferio sur y el desarrollo tecnológico ha dado lugar a la acumulación de dinero y al consumo masivo a diferentes niveles en la clase trabajadora. Hoy día no es suficiente con la apropiación del trabajo de otros, es imprescindible el consumo de toda la sociedad, como hemos dicho, a diferentes niveles. La desigualdad es una propiedad básica en el actual sistema capitalista, de manera que, en la actualidad, ha alcanzado cotas inimaginables, tanto entre unos países y otros, como en el interior de cada estado. Al mismo ritmo avanza el desmadre y el descontrol político y social sobre las distintas capas de la sociedad con diferentes poderes adquisitivos, de manera que las alteraciones en los precios afectan de distinta manera a unos y a otros.

 Descartada la existencia de la denominada clase media, es cierto que en la clase trabajadora existen diferentes estratos con posibilidades económicas distintas. Luego están esos nuevos grupos, crecientes en cantidad y en enriquecimiento, instrumentalizados para embrutecer a las mayorías.

Esa desigualdad en la propia clase trabajadora, que no vive del trabajo de otros, más la pequeña burguesía industrial y comercial, ha dado lugar a la acumulación, excedente de los gastos propios del consumo. Dinero que por la dinámica propia del modelo es invertida en propiedades ajenas a la vivienda habitual, con lo que se convierten en rentistas, en una sociedad en la que muchos, fruto de esa desigualdad galopante, no tienen ni para la vivienda habitual. Otros, invadidos por la avaricia, entran en el juego de las entidades bancarias e invierten en productos financieros, saliendo, en ocasiones, trasquilados. Así, aparecen esos negocios piramidales como, por ejemplo, Forum filatélico, Preferentes, etc., alimentados por la torpeza y la codicia de esos pequeños ahorradores. Lo más reciente es eso de las criptomonedas, sin que sepamos en que acabará todo ese movimiento.

 A pesar de ese afán inversor, parte de esa acumulación de ciertas capas trabajadoras permanece guardada en las cuentas corrientes, aunque la baja rentabilidad de los depósitos es prácticamente nula. También influye la situación tormentosa de la economía en estos tiempos.

En esa cadena de explotación, apropiación del trabajo de otros, conversión de las mayorías en consumidoras, venta de productos fraudulentos como los señalados, etc.,   han recurrido, ahora, a la apropiación de esos recursos acumulados, inmóviles, en los bancos. Han encontrado una nueva beta. Con falsas escusas se ha iniciado una escalada desproporcionada e incierta de productos alimenticios y suministros. Algunas economías domesticas aún no se resienten, pero quienes llegan con apuros a final de mes cada vez lo tienen peor y tienen que recurrir a hacer ajustes en sus dietas. La idea es la de volver a los inicios: asignar el salario justo para la alimentación de la prole, elevando, ahora, los precios y manteniendo los salarios.

Por último, nos preguntaremos de donde arrancan estas iniciativas, las de subir los precios de esta manera. Alguna vez hemos dicho que este sistema socioeconómico es un monstruo que ha tomado vida propia, de manera que marca una conducta que impregna a todas las capas sociales. El sistema absorbe a todas las instituciones políticas y sindicales. Los que cuestionan esta desigual forma de vida son una insignificante minoría, incapaz de generar el más elemental cambio de rumbo. No obstante, estas iniciativas parten de todas o de algunas de las instituciones colocadas ad hoc: Bancos internacionales, FMI, Unión Europea, Reserva Federal, etc., etc.

El sistema está agotado, pero no hay recambio. Esta especie no da más de sí. Seguiremos navegando en este mar de profunda desigualdad en la incertidumbre y el desasosiego hasta que esto se haga del todo insostenible. Alguien dijo, y muchos hemos aceptado, que el capitalismo lleva consigo el germen de la autodestrucción.

 

1 comentario:

  1. El sistema está agotado y los recambios han fracasado. ¿Nos hemos preguntado por qué fracasaron? ¿No se pueden plantear otros? ¿Es tan ínútil la especie humana que no es capaz de encontrr una alternativa a un sistema agotado?

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