He
utilizado bastantes veces el término masa
para referirme a grupos sociales, a sociedades completas o, en general, a colectivos
que se dejan engatusar por los poderes, grupos enajenados, que hacen lo que
otros quieren que hagan. Que, desgraciadamente, los hay. Lo he utilizado en
sentido despectivo. Grupos que se dejan llevar, que se pegan al televisor para
tragar basura, que se enfrentan hasta llegar a la pelea física por diferencias
futboleras. Enfrentamientos que se trasladan al terreno político, hasta llegar a odiar a
determinados conciudadanos de semejante
condición social por ser de otras regiones del mismo país (caso catalán, por
ejemplo). Pero nunca más lo utilizaré salvo que me refiera a la masa de un pastel, al pan antes de hornearlo o a la relación entre una fuerza y la
aceleración, conforme a la segunda ley de Newton. ¿Y por qué digo que nunca más
lo utilizaré cuando hable de personas?
Permitidme
un preámbulo antes de dar la respuesta. Asistimos al acontecimiento político, y
digo político intencionadamente, más significativo de lo que va de siglo, inmerso
éste en otro que trasciende los límites temporales de estos últimos veinte años.
Me estoy refiriendo al juicio de los políticos catalanes. Permítaseme, también,
opinar y decir que técnicamente me parece un juicio de tercera con un
presidente autoritario, lo que deteriora y degrada el proceso.
Un
largo proceso en el que el número de testigos ha sido excesivo hasta ahora, ¡Y
lo que queda! Demasiados guardias civiles propuestos como testigos por la
Fiscalía y la Abogacía del Estado. Declaraciones que se repiten con el mismo
soniquete. Testificaciones innecesarias en su mayoría. Es en esas
intervenciones donde la palabra “masa” se repite en cada una de las
declaraciones de individuos poco ilustrados y de torpe discurso.
Se
refieren con la palabra masa a los manifestantes concentrados en los centros de
votación del Referéndum convocado el uno
de octubre de 2017 en Cataluña. Llaman masa a los activistas que se enfrentaron
a la policía que se arriesgaban a ser detenidos y a recibir porrazos, como así
ocurrió. ¿Habrá mayor contradicción?
Por
eso, por el rechazo a lo desatinado por parte de esos declarantes o por el tono
despectivo y contradictorio del uso del término, he
borrado de mi léxico el término masa cuando me refiera, en adelante, a grupos de
personas por muy deleznable que me parezca su actitud de pasividad o su
indiferencia.
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