Al hilo de los recientes
encarcelamientos de algunos de los mafiosos del PP, que no serán los últimos,
se hace inevitable la reflexión, y concluyes preguntándote: ¿qué más tiene que
pasar? ¿Qué más tiene que pasar para que la sociedad reaccione? De pronto, me
vino a la memoria el título de un breve escrito con idéntico enunciado. Un
artículo de junio de 2013, hace ya casi cuatro años. Aunque allí contaba hechos
semejantes a los que estamos asistiendo ahora, en estos cuatro años la sociedad
no ha movido un pelo. Y aquí viene la segunda conclusión: los de arriba han
ganado la batalla. La anestesia está servida. Es como si se tratara de una enorme
banda de robots programados para seguir instrucciones. He querido eludir el
término “Zombi” por el respeto que aún me merece esta especie. Y porque aún cabe
la posibilidad de “resetear” las
programaciones, aunque sea necesario destrozar el disco duro a martillazos.
Para ponernos a prueba, de vez en
cuando, los medios de comunicación anuncian posibles catástrofes que de ocurrir
podrían suponer el final de todo el planeta. Eso de “la tormenta solar” es esa
serpiente que aparece de vez en cuando. Por otra parte, la amenaza de una
posible guerra nuclear nos ronda ahora entre la fantasía y la realidad. Algunos
“colegas” en esto del análisis y la expresión escrita hacían mención a este
hecho. Uno de ellos ha llegado a decir, ante la posibilidad de una guerra: “siento
más lástima que miedo”, en referencia a la falta de reacción popular. Y así es.
La masa impasible, indiferente, como si no fuera con ellos. Las noticias del
día a día nos van vacunando: ya somos inmunes al desastre. Un día la masacre en
Siria, otro día, mientras estamos comiendo, nos muestran los jirones de los que
se desgarran en las concertinas. De un tiempo acá nos advierten de que “las
imágenes que vamos a mostrar son muy duras”. Justo lo que hay que decir para
provocar, y despertar la curiosidad para que miremos.
Si ante el anuncio de tan
tremendos acontecimiento, la reacción es nula, ¿cómo nos vamos a sorprender
porque unos ladronzuelos tengan millones de euros en cuentas clandestinas,
porque hayan esquilmado empresas y servicios públicos en beneficio de ese grupo
mafioso, porque la actividad básica de los patronos de grandes compañías sea la
de corromper y corromperse? Eso es poca cosa.
Para comprobar que las cosas, cualitativamente, están como hace casi cuatro años, no me
resisto a reproducir el texto de ese artículo publicado en esa fecha de 18 de
junio de 2013. http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2013/06/que-mas-tiene-que-pasar.html.
“Hoy me llega vía
email una carta, una de tantas de las que circulan por la red, haciéndoles ver
a los que aún votarían al partido en el Gobierno, más de ocho millones, su
equivocación por seguir apoyando a un grupo mafioso como el que detenta ahora
el poder político. Ríos de tinta, o miles de megabytes comentan, denuncian o
critican los comportamientos políticos y las conductas personales de los
dirigentes del PP, pero las cosas siguen igual, no pasa nada, las urnas lo
soportan todo. Han ganado por mayoría absoluta y están legitimados por cuatro
años hagan lo que hagan.
Estos políticos
saben muy bien de qué va este negocio. Saben que su función es la de
proteger a los ricos, y cobran por esa tarea, sabiendo que entre todos caminan
en el tándem de la corrupción. Todo eso de los principios o de la ética
se la suda. La degeneración está servida.
En mi vida he
visto nada tan escandaloso, y tan escasa respuesta ante los hechos que se
suceden, y que nos cuentan los medios de comunicación a diario. Aparecen como
si se tratara de una película, como una serie que, con el mismo guión, cada día
aportan algún dato nuevo, aunque los protagonistas suelen ser siempre los
mismos. El cine, la ficción y el plasma han hecho mucho daño. La realidad queda
eclipsada y se nos cuela en casa filtrada, manipulada y repetitiva hasta el
punto de asumir la maldad, el abuso, la sinrazón y la falta de humanidad como
algo normal.
Por el otro
extremo, la desigualdad, la pobreza, el desamparo y la crueldad comparten
pantalla. Ya estamos tan inmunizados que tras una noticia sobre un tipo que ha
robado un montón de millones, nos muestren otra en la que nos dicen que una
cuarta parte de los niños de este país están desnutridos. Ambas son asumidas de
igual forma porque la anestesia permanece durante todo ese tiempo en el que
perdemos dioptrías ante el aparato de TV.
¿Qué más tienen
que pasar? Los máximos dirigentes del partido en el Gobierno entienden esto de
la política como un negocio. Nos dicen los diarios que en unos cuantos años se
han forrado, burlando esa legalidad a la que ellos aluden cuando hay que
reprimir o someter al pueblo llano. Es tremendo, porque dicen que son los
máximos representantes de los ciudadanos. Se burlan de todos. Bien pensado: ¡da
miedo! La inseguridad, el desasosiego o la inestabilidad y la precariedad
laboral pasan a un segundo plano. El pánico les coloca en esa segunda plaza.
Por si fuera poco
el hecho de que el actual presidente de Gobierno carezca de cualquier principio
ético, burle la ley, sea un mentiroso: “no he venido a la política para ganar
dinero”-dijo-, desprecie a la ciudadanía y tenga la desvergüenza de seguir en
su puesto, además de eso, el expresidente de los patronos (CEOE) está en la
cárcel, el expresidente de una de las mayores Cajas de Ahorros (Bankia) también
está en la cárcel, el que manejaba los dineros del PP está multimputado por
ladrón. La Corona: ¿qué decir de la Corona? ¿Hay quien dé más? ¿Es esto lo que
llaman marca España?
Aún en estas
condiciones no parece cercano un “estallido social”. Más bien parece que vamos
por el camino de la aceptación de los hechos, de la caridad como única forma de
ayuda a los más necesitados, del refugio en la miseria”.
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