miércoles, 12 de diciembre de 2012

AQUÍ NO DIMITE NADIE


Es probable que las movilizaciones sectoriales aumenten, no solo es probable, sino deseable, pero los efectos de tanto esfuerzo y sacrificio, por ahora, se traducen en escasos logros.
 Puede que la lucha de los  mineros, del sector sanitario, de la enseñanza, de los funcionarios o del mundo de la judicatura vaya creciendo, aunque  lo que está ocurriendo ya es notable. Sin embargo, el actual Gobierno del PP hace oídos sordos, no sólo no escucha, sino que se burla de los trabajadores.
Es posible que los actuales gobernantes sigan adelante con los recortes, aunque los que han llevado a cabo hasta la fecha son suficientes para que hubiera dimisiones o ceses, pero no ocurre nada.
Casi con seguridad, el paro seguirá creciendo, aunque con 5.778.100 personas sin trabajo (Encuesta de Población Activa) ya bastaría  como para que el Estado se derrumbara, pero los Ministros dan los datos, con frialdad, a través de los medios sin que se les caiga la cara de vergüenza.
Seguro que cada día aparecerán en escena más políticos corruptos, pero seguirán siendo disculpados por los portavoces de su formación política. Y, poco a poco, esta lacra se va convirtiendo en un mal endémico y aceptado.
Algo parecido está ocurriendo con el engaño, con la mentira de quienes ostentan el poder político, que se va convirtiendo en mentira institucionalizada. Se puede decir una cosa y luego hacer lo contrario sin el menor coste.
¿Por qué tanta lucha y tanto esfuerzo se quedan en simples reivindicaciones sin efecto?,  ¿por qué se mantiene la estabilidad política a pesar de toda esa serie de abusos y calamidades que estamos padeciendo?, ¿por qué los políticos del PP se burlan de los ciudadanos sin pudor?, ¿por qué practican la provocación, la prepotencia y la chulería sin temor?
Varias son las razones. Por una parte, se trata de individuos sin ningún principio ético, cuya única misión es la de defender los intereses de los que más tienen. Se arriman a los que más tienen porque aspiran a incorporarse a ese grupo, si es que no lo están ya, para lo cual se corrompen o hacen uso del tráfico de influencias. A esa inmoralidad de los que se dan golpes de pecho en liturgias y festejos se suma su corta capacidad intelectual; pertenecen a ese grupo de seres inferiores que pudren la convivencia y frenan el progreso de los que formamos parte de esta especie.
En la otra parte, en la parte que nos toca a los ciudadanos de a pie, conviene indagar en la responsabilidad de cada cual. En una viñeta de un ácido comentarista gráfico, El Roto, un personaje decía a su compañero: “¿por qué siempre nos gobiernan los peores?”, a lo que el otro le contestaba: “por que tu les votas, bobo”.
Esta es nuestra responsabilidad. Somos en gran medida responsables de la situación porque los que votan  ponen ahí a los “peores”. Luego, en esas encuestas sobre la popularidad de los gobernantes, las calificaciones que les otorga la calle  son malísimas, pero el daño ya está hecho. H.J. Ibsen en Un enemigo del pueblo, en boca del Doctor Stockmann, dice algo así como que el pueblo se equivoca, y que cuando se da cuenta de su equivocación ya es demasiado tarde. Parece que es lo que nos acurre aquí y ahora, tal vez es lo que ha ocurrido siempre.
La propaganda ha sido tan potente, y los receptores del mensaje tan débiles, que se nos ha quedado grabado a fuego aquello de que este modelo es una verdadera democracia, y que hay que votar por encima de todo. Aunque poco a poco las mayorías se van dando cuenta de que el actual modelo democrático es una estrategia para defender los intereses de unos pocos, de que la democracia real es otra cosa muy diferente, a pesar de eso, se sigue votando masivamente cada vez que nos convocan. El hecho de acudir a las urnas para elegir a unos políticos que luego nos castigan, es una especie de comportamiento masoquista, cuya única razón de ser  hay que buscarla en una mezcla de miedo a oponerse a lo oficialmente establecido (el voto es un derecho y un deber, dicen los interesados) y de sentirse importante porque, desde la ingenuidad, uno se cree eso de que la soberanía reside en el pueblo.

Pues bien, las protestas, las concentraciones, las marchas,  la lucha sectorial, en suma, cualquier tipo de manifestación popular, no producen afecto alguno sobre la estabilidad política porque los políticos se sienten legitimados por haber sido elegidos “democráticamente”, tal como nos recuerdan con frecuencia. Los únicos que les pueden remover de sus cargos son aquellos a los que verdaderamente representan, es decir,  los dueños de la riqueza, que lo harían cuando sus lacayos se desviasen mínimamente del papel marcado.
Hace poco he leído que J. Anguita, en una entrevista que le han hecho, dice que todos los partidos políticos se han convertido en “maquinas electorales”. Algo que comparto plenamente: bienvenido al club de los desafectos. El juicio que me sugiere su comentario es que más vale tarde que nunca. Habrá que confiar en que esta opinión vaya siendo asumida pronto por amplias capas sociales.

Lo que venimos observando en el desarrollo de esta legislatura de gobierno del PP es una pobre y sucia estratagema, pero con resultados muy positivos para ellos: los peones protegen a un Jefe que no da la cara. El objetivo es llegar al final de la legislatura con el menor desgaste. Luego le sacarán en los mítines de las  campañas, prometiendo lo que nunca cumplirá. Las clases populares seguirán votando en masa. Siempre queda la autojustificación del votante de este reaccionario grupo de que la mala situación la han creado los que gobernaban antes.
En el terreno de lo imaginario, es deseable que, en el futuro, la abrumadora protesta llevada a cabo por los diferentes frentes abiertos desoriente a los actuales gobernantes y pierdan el control sobre los dirigidos, lo que les obligaría a cesar en bloque. Es probable que sea preciso que la presión a una sociedad ya de por sí castigada tenga que ser mayor para que se agudicen las actuales contradicciones. Puede ser que desde la UE busquen un recambio con burócratas más audaces. Dicho todo esto en ese deseo esperanzador de que algo cambie pronto.
Sin embargo, la medida más eficaz para que la situación mejore a favor de la mayoría la tenemos en nuestras manos. Hay que perder el miedo a la libertad y no legitimar a los que nos mal gobiernan, absteniéndonos una vez tras otra, es decir, NO VOTAR, cada vez que nos convoquen a participar en este circo. Es una mentira interesada aquello de que se pueda mantener este nefasto modelo  aunque la participación fuera pequeña. Ya nos mintieron en las elecciones gallegos camuflando un 10% de abstención, diciendo que votaron un 64% cuando en realidad lo hizo solamente un 54%. Algún temor tendrán a la abstención cuando han sido tan osados como para atreverse a hacer esto.
 Alguien dirá: ¿pero si la actual práctica política, por muy mala que sea, se derrumba, que nos queda? El recurso al miedo es otra táctica más para seguir dominando. ¡O esto, o el caos!, clamarán los que tienen el poder. Sin embargo, la realidad es que resulta difícil vivir en una situación peor que la que tenemos, con el agravante de tener que  seguir caminando por el actual proceso de sufrimiento e inseguridad para llegar a un final de hambre y miseria. Los actuales movimientos sociales tienen una oportunidad como nunca la han tenido para constituirse en alternativa a esta viciada y desgastada práctica política.      

jueves, 22 de noviembre de 2012

LA “CRISIS” QUE NO TOCA FONDO Y LA ASIMETRÍA SOCIAL




Cuando se ignora la verdadera naturaleza de los acontecimientos, o cuando se quieren ocultar, los que mandan recurren a clichés, a simplificaciones que calan sin la mínima reflexión en las mayorías sociales que necesitan esas recetas para sobrellevarlo, aunque lo que se anuncie o se propague sea la concreción de una situación vital que les perjudica. Dejarse llevar por el ritmo cínico e hipócrita que marcan quienes están al servicio de un sector invadido por la codicia es una muestra evidente de la debilidad intelectual de esta especie nuestra.
La crisis económica es el término al que se recurre ahora para ocultar un estado de cosas que tiene mucha más enjundia de lo que nos quieren hacer ver. La crisis se ha convertido en el cajón de sastre en el que todo cabe, privándole a la expresión de su verdadero significado. Las crisis económicas, para que puedan  ser consideradas como tal, deberían ser hechos de carácter coyuntural, no pueden permanecer en el tiempo sine die. Una crisis, en el más amplio sentido del término, es un tramo temporal con un comienzo y un final. Acaba con la recuperación y la vuelta a una situación análoga a la anterior o con el final de esa situación. Ahora nos están mintiendo intencionadamente diciendo que la crisis en la que, según la propaganda, estamos inmersos acabará, pero no se sabe cuándo. Antes era en el 2012, después en el 2013, ahora los políticos que gobiernan este país nos dicen que habrá recuperación en el 2014, algunos hablan del 2020, pero en estos momentos nadie con sentido común se atreve a pronosticar el final de esta crisis que, según nos han ido contando desde los ámbitos de poder, para ocultar la verdadera realidad, ha ido adquiriendo, a modo de metamorfosis, diferentes formas: inmobiliaria, financiera, económica, etc.
Ningún gobierno de turno, ni ningún medio de comunicación, se atreven a decir que lo que se está produciendo es la “crisis sistémica final” o, en términos más precisos, la quiebra del sistema capitalista. Pero interesa mantener el engaño para distraer a la masa y para que unos cuantos sigan viviendo del cuento mientras esto dé de sí. Nadie considera en estos tiempos  que fuera una simple crisis económica el paso del feudalismo al capitalismo, proceso que se prolongó,  al menos, durante doscientos años.
El falso anuncio de crisis económica, sin acotar principio y fin, es, en suma, una estratagema para seguir manteniendo esas enormes desigualdades entre unos y otros sectores sociales, cuando no para incrementarlas. Es, además, una medida de resistencia para mantenerse a flote en un barco que se hunde sin remedio.

Pero, en este tiempo de confusión y de mentira, no todos los sectores sociales se encuentran en la misma situación, lo que origina una asimetría vital, o “crisis asimétrica”, que complica las cosas e impide, en gran medida, una revuelta generalizada. Esa asimetría vital o social se manifiesta a diario en el espacio internacional y, particularmente, en diferentes ámbitos de esta sociedad nuestra, dando lugar a contrastes o contradicciones que desbordan los límites de la razón:
  • Las clases populares se empobrecen al mismo ritmo que las grandes fortunas aumentan, o que aparecen bolsas de nuevos ricos.
  • Las desigualdades se agudizan incluso entre lo que se conoce como “clase media”: la pobreza en nuestro país se ceba sobre más de doce millones de personas, mientras otros sectores de trabajadores siguen manteniendo un desahogado nivel de vida. Quizás sea éste uno de los principales motivos por los que  no se produce una agitación social generalizada.
  • Las actuales manifestaciones y demás actos de protesta se nutren de ese amplio sector social que vive sin demasiadas apreturas mientras que quienes se encuentran en la más absoluta penuria no acuden masivamente a  estos eventos.
  • Muchas y masivas manifestaciones en la calle no se traducen en logros, lo que muestra que las acciones de otros tiempos no son válidas, por lo que habría que buscar nuevas fórmulas más efectivas.
  • Desahucios: los bancos se apropian de los pisos, los pobres tienen que seguir pagando el crédito después de ser desalojados de sus viviendas.
  • Las mayorías votantes eligen a unos supuestos representantes que luego gobiernan en contra de sus intereses  y restringen sus derechos.
  • Los políticos, supuestos representantes de la soberanía popular, se blindan custodiados por la policía mientras los ciudadanos protestan en las calles, e intentan rodear el Congreso para manifestar su descontento con los que se sientan en los escaños.
  • La Monarquía se divierte entregando premios en Asturias a futbolistas, y a otros tantos, mientras los ciudadanos  protestan en los aledaños de los palacios por las medidas llevadas a cabo por el Gobierno de turno.
  • La corrupción es práctica habitual en todas y cada una de las instituciones públicas; sin embargo, esto no supone ningún coste a los elementos que se corrompen.
  • Los medios de comunicación manipulan la información, los tertulianos reciben excelentes emolumentos y el pueblo llano, sin voz ni voto, se deja llevar, sin indignarse,  por los absurdos pseudodebates de esos individuos de baja talla  intelectual.
  • Unas clases privilegiadas (políticos, deportistas, agentes de los medios de comunicación, etc.) consumen lujo mientras amplias capas sociales tienen que recurrir a la caridad para poder comer.
  • El actual Gobierno del PP recorta salarios y sube impuestos a los sectores menos favorecidos mientras mantiene los privilegios impositivos de las grandes fortunas. Un empresario español dona 20 millones de euros a Cáritas, mientras se beneficia de unos 500  millones a través de las ventajas que ofrecen las SICAV (sociedades de inversión de capital variable).

En resumen,  que se asuma lo que oficialmente nos cuentan y no haya respuestas generales o individuales, físicas o intelectuales, ante el engaño de quienes nos hablan de una crisis que, según ellos, tendrá fin, aunque no dicen cuando; que exista un amplio sector social que aún no se ve afectado en su ritmo de vida  (a pesar de recortes y subidas de impuestos); que, sin ningún tipo de reflexión o cuestionamiento, se acepten  las normas impuestas desde arriba; que las acciones globales ejercidas contra el Gobierno o, en general, contra la casta política sean un fin en sí mismo y no un medio para alcanzar unos objetivos; que la corrupción no sea motivo de castigo en las urnas; todo esto, tal vez todo esto, sea la causa de que no se lleve a cabo una respuesta contundente y eficaz contra los que se empeñan en empeorar e, incluso, destruir una forma de vida que con tantos esfuerzos ha conseguido la clase trabajadora a través de la historia. Una respuesta que, ante el final de un sistema agotado, permita avanzar hacia un nuevo modelo basado en la igualdad y el progreso. 
Sin embargo, hay que valorar en positivo la lucha de sectores laborales que no cesan en la defensa de sus condiciones de trabajo. Un reciente proceso reivindicativo con logros lo encontramos en el mantenimiento funcional del madrileño Hospital de la Princesa, doblegando la voluntad de un Gobierno regional reaccionario. Apostamos por este tipo de acciones sectoriales en la certeza de que la sincronía de actos de este tipo pueden hacer cambiar el ritmo de unos dirigentes que, de dejarles seguir así, nos arrastrarán hacia una sociedad empobrecida y cada vez más radicalizada, con enormes diferencias entre ricos y pobres.

viernes, 16 de noviembre de 2012

PARAÍSOS FISCALES: SUS EFECTOS SOBRE LOS PAÍSES EN DESARROLLO



Los paraísos fiscales, conocidos también como enclave offshore o de baja retribución, enclave extraterritorial, oasis fiscal, tax havens (refugios de impuestos), etc., etc., son una lacra para la humanidad, constituyen un instrumento para fomentar la desigualdad entre unos y otros, para enriquecerse más y más de manera lícita o ilícita.
Comenzaremos por decir que los paraísos fiscales no son sólo las islas caribeñas, las islas del pacífico o los pequeños países. Aunque no hay un acuerdo, son del orden de 70 lugares, entre los que se encuentran  Nueva York y Londres, quienes ofrecen reducción o eliminación de impuestos cuando se realizan  ciertas operaciones financieras.
Hemos de señalar, en primer lugar, que las ventajas fiscales de estos lugares son sólo y exclusivamente para los extranjeros ya que la regulación legal para los residentes es diferente. Además, el dinero que reciben no tiene ninguna proyección sobre la actividad productiva del país, por el contrario su único destino es el mercado especulativo buscando exclusivamente la revalorización.
Por su propia naturaleza los datos de los que se dispone no son precisos, por lo que es necesario recurrir a las estimaciones; en esta línea, para hacernos una idea, se supone que en estos paraísos el volumen de transacciones se cuantifica en más de un tercio del PIB mundial. ¿Quiénes son los que refugian su dinero en estos países? Fundamentalmente tres tipos de agentes: bancos, multinacionales y particulares con grandes patrimonios, entre los que se encuentran actores y actrices de éxito, deportistas, cantantes y otros tantos profesionales, esos que, con una doble moral, se hacen merecedores del aplauso por crear fundaciones y cooperar con los países en desarrollo. De los paraísos fiscales salen esos grandes volúmenes de dinero que cada día participan en esos entes “ocultos” que llaman mercados. Participan en las bolsas de valores, en la compra-venta de divisas, en la compraventa de metales preciosos, pero sobre todo, hoy día, se dedican a la compra de deuda pública, provocando grandes desequilibrios entre unos estados y otros, haciendo variar eso que llaman prima de riesgo para asfixiar, como estamos observando, a los estados europeos  ribereños que se ven obligados a llevar a cabo reformas y recortes en detrimento de las clases menos favorecidas.

Intentaremos analizar la presión que estas injustas formas de enriquecimiento ejercen, fundamentalmente, sobre los países en desarrollo. Para encontrar algunos datos necesarios para el análisis, nos apoyaremos en ciertos informes elaborados por entidades públicas, entre los que destaca un Informe noruego publicado en 2009, elaborado por una comisión de expertos por encargo del propio gobierno, y cuyo principal objetivo es el de “evaluar los efectos dañinos que los paraísos fiscales están causando en los países en desarrollo”. También lo haremos en otro mas conocido, elaborado por el departamento político de Oxfam de Gran bretaña.
Las pérdidas económicas de los países en desarrollo relacionadas con actividades extraterritoriales son incalculables. Como en otros casos, debido a la opacidad de los paraísos fiscales, no se puede precisar el dinero que fluye hacia ellos procedente de los países pobres o en vías de desarrollo. La valoración más optimista estima que el dinero que sale es el mismo que lo que supone la ayuda que prestan los países ricos. Global Financial Integrity en un informe emitido recientemente dice que se  estima que el importe que sale  es diez veces superior a la ayuda oficial al desarrollo destinada a países necesitados.
Estas son las tres principales maneras de cómo perjudican los centros extraterritoriales los intereses de los países pobres: competencia fiscal y elusión de impuestos, blanqueo de dinero e inestabilidad económica.

a) Por un lado, la competencia fiscal hace que los ciudadanos de los países en desarrollo desvíen sus capitales hacia los países extraterritoriales; por otro lado, esa misma competencia fiscal obliga a los gobiernos a bajar las tasas impositivas sobre sociedades a inversores extranjeros. En la actualidad pocos países en desarrollo aplican tasas impositivas superiores  al 20%. Los fondos que se pierden por agujeros negros fiscales, y entran en centros financieros extraterritoriales, se podrían utilizar para financiar inversiones básicas en sanidad y educación.

b) El mundo extraterritorial es un paraíso seguro para prácticas como la corrupción política o el tráfico de armas, diamantes y drogas. Los paraísos facilitan a élites corruptas de los países pobres el saqueo de fondos públicos, lo que puede ser la mayor barrera para el desarrollo económico y social. Se ha calculado que en Nigeria, durante la dictadura de Abacha, fueron robados de los fondos públicos 55 mil millones de dólares americanos. Los países del norte presionan a los del sur para que adopten sistemas presupuestarios más claros y transparentes; sin embargo, potencian la corrupción al no tratar con eficacia la eliminación de los paraísos fiscales.

c) El sistema extraterritorial contribuye a la creciente incidencia de crisis económicas que han destruido el sistema de subsistencia de países pequeños. Los paraísos fiscales se han convertido en imprescindibles para el funcionamiento de los mercados financieros. Tanto antes como ahora, la inestabilidad de divisas y las subidas y bajadas de los movimientos de capitales en todo el mundo se han convertido en rasgos característicos del sistema financiero mundial. Las crisis que asolaron el oriente asiático  fue, por lo menos en parte, el resultado de la volatilidad de los mercados. Arrastrada por la crisis asiática, la economía  de Indonesia sufrió una grave contracción, y el número de personas que viven ahora bajo el umbral de pobreza se multiplicó por dos, alcanzando los 40 millones. En Tailandia, años atrás, el presupuesto de sanidad se recortó casi en un tercio. Tanto en un caso como en el otro la deuda pública contraída no les permite ahora levantar cabeza.

¿Puede ser que algún día, tal vez no muy lejano, los países del sur de la UE se vean avocados a situaciones semejantes a las de estos otros países en vías de desarrollo?, ¿es posible que la creciente deuda pública de estos países ribereños llegue a estrangular sus economías hasta el punto de no poder cancelarla nunca? Los paraísos fiscales, y aquellos que los alimentan, juegan un papel primordial en este proceso de empobrecimiento paulatino al que están siendo sometidos países como el nuestro.

lunes, 12 de noviembre de 2012

TODAS Y TODOS A LA HUELGA

La respuesta del día 14 ha de ser contundente. El pueblo debe salir a la calle y manifestarse de todas las formas posibles. Todos y todas tenemos que estar por encima de sindicatos y partidos políticos que están integrados en el sistema, y sometidos a las órdenes de los que ostentan el poder real. 
La acción del día 14 hay que integrarla en un PROCESO de lucha permanente hasta alcanzar las metas establecidas, y no llevarla a cabo como un hecho aislado. El proceso está en marcha: protesta por los desahucios, defensa de una sanidad y una enseñanza públicas de calidad, concentraciones ante el Congreso en el que se encuentran unos políticos que no nos representan, etc. etc.
Después del día 14 es imprescindible llevar a cabo acciones en varias direcciones:
-En lo económico: reducir el consumo, eliminar el superfluo o innecesario, reducir el gasto energético, vivir con austeridad; limitar la concurrencia a los bancos; denunciar las grandes fortunas y los desmedidos ingresos de famosos (las elites de deportistas, actores, "estrellas" de radios y TV, etc.).

-En lo político: huir de las actuales formaciones políticas; la mejor forma de combatir la actual pseudodemocracia es la ABSTENCIÓN.

-En cuanto a los medios de comunicación: boicot a los medios, y en particular a la telebasura (que son todos los canales); boicot a las retransmisiones deportivas, y particularmente al fútbol. 

Por otro lado, es imprescindible construir una alternativa política POPULAR alejada de los fines y de la práctica de las formaciones que  participan en el actual panorama político, convertido en un mercado más. Ojala los actuales movimientos juveniles, con algo más de reflexión, pudieran  ser el germen de esa alternativa, sin caer en la tentación de dejarse captar por las formaciones actuales, ni constituirse en grupo político hasta tener la fuerza suficiente para influir de manera decisiva, pero esto lleva tiempo, firmeza  y constancia. Esa alternativa ilustrada debe estar soportada sobre la razón

miércoles, 31 de octubre de 2012

LA RUPTURA DE LA ALTERNANCIA: UN POSIBLE CAMBIO DE RUMBO



La diferencia entre alternativa y alternancia
Es frecuente utilizar indistintamente los términos alternativa y alternancia, cuando, desde nuestro punto de vista, las diferencias son abismales en cuanto a la significación política de cada uno de ellos. La actual práctica política ha dado lugar a esa confusión porque está basada en lo que se conoce como bipartidismo, de tal manera que cada uno de los dos partidos que forman parte de ese juego se van alternando en las tareas de gobierno a lo largo del tiempo. Por eso se dice erróneamente que la alternativa es la otra fuerza política mayoritaria que, en esos momentos, se encuentra en la oposición, ignorando, desde este elemental esquema, al resto de grupos con representación parlamentaria.
El bipartidismo es una fórmula cómoda para el mejor control de los que tienen el poder real, es decir, el económico. Por si quedara alguna duda de quiénes son los que mandan, sólo hay que recordar las declaraciones recientes de un  Exministro socialista en las que decía que, en el tiempo de su mandato, arremetió contra las entidades financieras en una entrevista de TV, señalando algo así como que “la paciencia con los bancos se estaba agotando”, a lo que rápidamente su jefe de filas le corrigió, indicándole que “la paciencia con esas instituciones era infinita”.
Los grupos políticos que se alternan responden de igual manera a los mismos dictámenes que les marcan los poderosos. Unos pueden pintarse de azul, otros de rojo, pero ambos cumplen la misma función: defender los intereses del poder económico.
Por lo tanto, cuando las distintas opciones políticas no ofrecen modelos sociales y económicos claramente diferentes, no constituyen alternativas válidas. Cuando esas opciones, abierta o subrepticiamente, asumen el mismo sistema económico y la misma organización social, y se soportan sobre ellos, se burlan de los ciudadanos, abusan de su ignorancia (generada intencionadamente), vacían de contenido cualquier atisbo de auténtica democracia y convierten la política en un simple mercado.
La alternativa es algo muy diferente a la alternancia. Una organización política o social sólo puede convertirse en alternativa si rompe, en parte o en todo, con el sistema socioeconómico vigente, teniendo como referente los valores de igualdad y solidaridad. Por eso, el partido mayoritario de la oposición del actual modelo político no puede ser considerado nunca como alternativa en este “sube y baja” de la alternancia.

Algunos datos que muestran un cambio de rumbo
Desde las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011 se viene observando un fenómeno algo peculiar que nos muestra una tímida, pero creciente, ruptura del bipartidismo. El desgaste del PSOE a lo largo de su último mandato, junto a las falsas promesas del PP, dieron un vuelco electoral, lo que supuso, como estamos comprobando, una involución que niega ese proceso deseado de caminar hacia alternativas cada vez más escoradas al progreso y la igualdad. El declive socialista dio lugar a una considerable subida de IU que, aparentemente, se ubica a la izquierda del PSOE. Pero lo más interesante se viene observado en las convocatorias electorales posteriores. Si bien es cierto que el PP pierde votos, el PSOE no los recupera, por el contrario, suele perder representatividad, convocatoria tras convocatoria. Los casos más notorios son los de Galicia y País Vasco del pasado domingo 21 de octubre. En Galicia el PP ha perdido unos 140.000 votos, pero es que el PSOE ha perdido más de 230.000. Sin embargo, la suma de los grupos de la izquierda, Alternativa Gallega de Izquierdas más el BNG, suman más de 345.000, superando los 293.671 de los socialistas.
En el País Vasco el resultado ha sido mucho más llamativo. El PP ha perdido unos 16.000 votos, pero el PSOE lo ha hecho en más de 100.000. Sin embargo, irrumpe la izquierda abertzale como segunda fuerza con casi 277.000 votos.
Aunque en ambos casos se trata de elecciones autonómicas, se puede comprobar con claridad que el lógico desgaste del PP no se traduce en una mejora electoral del PSOE. Por otro lado, los grupos más a la izquierda mejoran, y es notorio el aumento de la abstención, llegándose en el caso gallego a manipular las estadísticas para ocultar un descenso de un 10% de la participación (sólo de un 54,4%) respecto a las anteriores elecciones del 2009 (64,4%).

Signos esperanzadores para la ruptura bipartidista
El panorama futuro de los socialistas es bastante desalentador. Las elecciones catalanas de noviembre no se presentan demasiado halagüeñas. Los sondeos pronostican una leve bajada del PP y el desplome del PSOE, lo que sin duda le obligará a celebrar un nuevo Congreso, y revisar el liderazgo de Rubalcaba. De hecho ya están poniendo en cuestión su gestión desde Andalucía y Cataluña, dos importantes feudos socialistas.
La creciente abstención, el natural descrédito del partido en el Gobierno, el declive de los socialistas y un mayor apoyo a los grupos situados a su izquierda pueden dar un giro a esta enquistada fórmula de la alternancia bipartidista que desde el año 1996 se ha convertido en la “regla de los ocho años”.  
La posibilidad de que los grupos políticos situados a la izquierda del PSOE que van teniendo mayor respaldo, cuestionen el actual sistema socioeconómico, junto a la profundización en las reivindicaciones independentistas de las CCAA de carácter histórico, Cataluña y País Vasco, pueden interaccionar, dando lugar, en el corto plazo, a un hecho desestabilizador de una situación que se ha mantenido en el tiempo. Estos momentos de quiebra del sistema e incertidumbre social pueden ser el caldo de cultivo adecuado para que esos cambios posibles puedan fructificar. Ante tal situación nos queda esperar que esos partidos a la izquierda del PSOE vayan fraguando una verdadera alternativa que  pueda canalizar desde la razón los fenómenos a los que puedan dar lugar estos novedosos hechos.



miércoles, 24 de octubre de 2012

ELECCIONES GALLEGAS: UN FRAUDE ESTADÍSTICO



El domingo, como tantos otros ciudadanos, estaba atento a las noticias que los medios de comunicación ofrecían sobre las elecciones Gallegas y las del País Vasco. Es a las primeras a las que me quiero referir ahora.
A eso de las siete de la tarde, más o menos, nos decían que la participación a las cinco era unos siete puntos inferior a la de las elecciones del 2009, lo que pronosticaba un importante ascenso de la abstención en estos comicios.
Pues bien, una vez iniciado el recuento, a partir de las ocho, nos informan de que la participación había sido del 63,80%, 0,63 puntos inferior que en las anteriores que fue del 64,43%. Por un extraño fenómeno, que jamás se ha producido, desde las cinco de la tarde hasta las ocho, la participación recupera esos siete puntos de caída. Esto es una gran mentira del PP, como tantas otras, con el único interés de encontrar una excusa para justificar las nefastas políticas llevadas a cabo por este Gobierno, haciéndonos creer que los gallegos avalan mayoritariamente los recortes y demás medidas que están llevando a este país a un callejón sin salida.

Esta repentina recuperación de la participación, me extrañó tanto que me propuse analizar los demás datos que todos los medios nos ofrecían. El número de votantes ha sido de 1.467.657, cuando en las elecciones del 2009 fueron 1.706.198 los que acudieron a las urnas. Esta comparativa me hizo dudar de los datos de participación: o bien un número en torno a los 400.000 gallegos se habían esfumado, o los datos que nos daban eran falsos. ¿Cómo es posible una participación semejante en ambas convocatorias cuando el número de votantes es sensiblemente inferior en las del 2012?.    
Lo curioso es que ningún partido político ha reaccionado ante este hecho, a la vez que  a todos los medios informativos “se la han colado”.
 Anoche, aprovechando un hueco en mi agenda, me puse a analizar la cuestión desde un punto de vista matemático. Ahí van los datos:

Elecciones de 2009:
Censo INE: 2.691.570
Número de votantes: 1.706.198
Participación real: 63,39%
Participación oficial: 64,43%

Elecciones 2012:
Censo INE: 2.696.513 (unas 5.000 más que en las anteriores)
Número de votantes: 1.467.657
Participación real: 54,42%
Participación oficial: 63,80%

Como conclusión al análisis matemático quiero resaltar que el PP gallego representa a menos de un cuarto de la población censada con derecho a voto: el 45,72% obtenido por el PP del 54,42% de la participación supone únicamente el 24,88% de esa población con derecho a voto.

 Hoy abro Facebook, y me encuentro con un análisis llevado a cabo por “Democracia Real Ya”, idéntico al que yo hice anoche, lo que me confirma que estoy en lo cierto. ¿Qué ha ocurrido?, que han excluido a toda la población empadronada que reside fuera de Galicia, porque, por lo que parece, esta vez han decidido abstenerse casi en bloque (no han solicitado el voto por correo), lo que dice poco a favor de este modelo político en permanente declive. El PP ha manipulado los datos con el fin de reforzar la nefasta política que está llevando a cabo en todo el Estado. Y lo curioso es que pocos nos hemos dado cuenta de este fraude estadístico que se ha producido por primera vez. ¿Es posible que a partir de ahora asistamos a “pucherazos” electorales sin que los mass media se den cuenta de ello?. Evidentemente, lo que ha ocurrido potencia el desprestigio de la actual práctica política, y deja en muy mal lugar a los medios que nos informan porque, por ignorancia o por intereses, se dejan llevar por el engaño. 

lunes, 22 de octubre de 2012

ÉRASE UNA VEZ



Nos encontramos  lejos de la realidad pasada, no sabemos con certeza dónde estamos ahora. Tal vez esto sea pura fantasía, quizás estemos en una burbuja que vaga por un mundo imaginario. La inacción, la indiferencia y el miedo, sobre todo el miedo, son los motivos por los que nos encontramos así. Hemos llegado a tal situación por la vía del aturdimiento, lo que hace que gran parte de nuestra memoria haya desaparecido. Sólo queda el difuso recuerdo de aquello que nos ha traído hasta aquí, lo que permite narrar a los que no lo vieron lo que fue un mundo enloquecido dirigido por unos enfermos de codicia a los que una estúpida manera de vida se les fue de las manos.

Mirad -les dice uno de aquellos supervivientes a los que no lo vivieron- la hipocresía, junto a tantas otras miserias, impregnaba múltiples dimensiones vitales en aquel lugar, convirtiendo a la sociedad en masa,  en un conjunto de individualidades necesitado de ser guiado para malvivir. Regía aquella malintencionada regla de la psicología  según la cual la inteligencia es la capacidad de adaptación al medio, y bien que nos adaptamos. Poco a poco, se fueron perdiendo algunos valores que en tiempos muy remotos nos permitieron convivir como seres más racionales, pero la solidaridad y la conciencia social se fueron trasformando en incomunicación, en indiferencia y en cada uno a lo suyo, imitando a los que tenían el dinero.
Las capacidades intelectuales fueron decayendo, de manera que cada vez era más difícil comprender, analizar la realidad con certeza y librarse del engaño. Los medios de comunicación, con su machacona y repetitiva función, jugaron un papel fundamental en ese encargo encomendado para anular el pensamiento propio.
Algunos que se empeñaban en aportar un poco de luz  sufrían el desencanto por la imposibilidad de “calar” en las cada vez más ausentes conciencias y en ese nulo pensamiento de gran parte de los individuos de aquel tipo de sociedades. Se daban cuenta de la dificultad que tenían para romper con lo establecido, con lo que era considerado políticamente correcto. Y lo correcto era asumir un modelo político formado por truhanes que defendían los intereses de un sector minoritario, estaban ahí para eso. Pero todos los elementos que formaban parte de esa mentira se fueron corrompiendo, y las estructuras, como no podía ser de otra manera, se derrumbaron, y cuando algunos se dieron cuenta ya era tarde para reconstruirlas.
Toda aquella aceptación de lo establecido, o la búsqueda de ingenuas e ineficaces alternativas, se debía al miedo a enfrentarse a una situación real que nos asfixiaba, pero que preferíamos ignorar, escondiendo la cabeza bajo el ala, o refugiándonos  en guetos que nos aislaban de esa realidad, y  en enajenantes distracciones normalizadas que intencionadamente ponían  a nuestra  disposición.

No supimos poner remedio a esa deriva que nos ha traído hasta aquí -pensaba el narrador- ahora en solitario. El sistema generó fenómenos con vida propia que se sobrepusieron, incluso, a los que creían que tenían el control absoluto.
Tuvimos la posibilidad de caminar hacia un mundo mejor que aquel que se corrompió, aquel que  por nuestra pasividad dejamos que se corrompiera. Esta especie nuestra desbordó los límites de la irracionalidad en la que vivimos durante tanto tiempo. Estamos aquí, en esa burbuja a modo de incubadora con la confianza y el deseo de que renazca una especie renovada, una especie que de verdad pueda ser considerada, con razón, humana.

viernes, 21 de septiembre de 2012

EL ACTUAL MODELO POLÍTICO YA NO ES VÁLIDO


Hace unos días vimos por televisión la entrevista que en un programa de La Sexta (TV) le hacían al excoordinador general de IU, Julio Anguita; entrevista que ahora circula por todas las redes sociales de Internet. En un momento dado la conversación discurre de la siguiente manera:  “No hay fuerza política que lo arregle, ninguna, absolutamente ninguna” (sic), haciendo referencia el entrevistado a la actual situación económica y social de este país. El entrevistador le dice: “ ¿Izquierda Unida?”, a lo que Anguita responde:  “he dicho ninguna” (sic). Que el entrevistado lo tenga tan claro entra en franca contradicción con su actual militancia en el grupo político al que pertenece, pero él es el único que tiene la potestad para justificar esa  contradicción.
Por esta vez coincido plenamente con Anguita: nada podemos esperar de los partidos políticos actuales. Para entender de dónde arranca este convencimiento es conveniente remontarse a la gestación de la situación política que hoy sufrimos.
El modelo político actual, tildándolo generosamente de modelo, tiene su origen en eso que se llamó la transición que se inicia, más o menos, a raíz de la muerte del Dictador. Las trasformaciones para el lavado de imagen del sistema socioeconómico fueron protagonizadas, única y exclusivamente,  por los dirigentes políticos de los partidos tanto de la derecha como de la izquierda. La lucha reivindicativa y antifranquista de la ciudadanía fue intencionadamente silenciada y despreciada. El pueblo, como en tantas ocasiones, fue utilizado para, más tarde, ser abandonado a su suerte. Es ya en esos momentos cuando comienza a gestarse lo que más tarde hemos denominado casta política. El ingenuo deseo por parte de las bases de los partidos de izquierdas de aspirar por entonces a una democracia participativa se fue esfumando y, en su lugar, se optó, como no podía ser de otra manera, por un modelo representativo que, poco a poco, deja de serlo para convertirse en ese sucio juego de la descalificación entre pares con la única intención de acaparar el poder político. Poco a poco ha ido despareciendo la representatividad parlamentaria para convertirse en una guerra partidista de supervivencia. La cuestión política se resume hoy día a tirarse los trastos los unos a los otros con la impúdica intención de vivir cómodamente sin “dar un palo al agua” (valga la expresión tan vulgar como gráfica).
La corrupción y el tráfico de influencias que ahora padecemos comienzan a fraguarse a raíz de este modelo, de tal manera que al día de hoy es posible asociar sin equivocación democracia (este tipo de democracia) a corrupción, clientelismo y endogamia, de la misma manera que ocurría en el régimen anterior en el que la Dictadura era corrupción en sí misma.
En estos momentos tenemos que soportar en los órganos de gobierno a un grupo mentiroso, reaccionario y antipopular, que utiliza demagógicamente unas siglas para encubrir su actividad de acoso y derribo de los más débiles, engañando a los ignorantes tanto con su nombre como con sus actos. Pero ¿qué podemos esperar de la oposición? Cada vez se homogeniza más el papel que juegan cada uno de los grupos que se sientan en los sillones del Parlamento.
Hay pocas posibilidades de que algo pueda cambiar desde dentro. Lo que algunos tildaban de joven democracia a lo que surgió de esa confusa  e indeterminada transición, se ha convertido en una anquilosada fórmula a la que los políticos se han encaramado. Las únicas críticas que les oímos se limitan a solicitar el cambio de la ley electoral, pero esto sólo lo hacen los partidos de menor rango con el único interés de meter más colegas en el garito donde se encuentran tan cómodos. Por eso el simple cambio de la proporcionalidad electoral parece imposible porque debería surgir de los propios partidos, y los grupos mayoritarios no están dispuestos a perder su posición de privilegio. Por desgracia la acción popular es débil y poco se puede hacer, tanto en este asunto como en otros tantos.
Las actuales instituciones públicas están para lo que están, para lo que han estado siempre en el marco del actual sistema. Por ese motivo cabe la siguiente pregunta con un carácter entre retórico y aclaratorio: ¿Por qué los políticos defienden los intereses de los verdaderamente poderosos?, de eso que antes se llamaba clase dominante (con perdón), y que ahora se ha ampliado con otras castas y otros grupos privilegiados. A mi modo de ver hay tres razones: a) porque los políticos son conscientes de que los poseedores del dinero son el poder real y, en caso de cuestionar su posición, o desviarse del camino marcado, serían, de forma fulminante, acosados, defenestrados y sustituidos por otros, perdiendo así todas las ventajas de las que gozan; b) porque les envidian por su dinero y quieren ser como ellos, por eso se corrompen con el único fin de tener cuanto más mejor, es esta una deformación muy propia de esta especie nuestra, la de arrimarse al que más tiene; c) porque el modelo político actual es, en suma, una estrategia que parapeta al sistema para que el poder económico haga y deshaga a su antojo.
 Decimos que estamos asistiendo a los estertores del sistema capitalista porque son muchos los síntomas que lo avalan. (Ver http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, pág. 29 y 30). El descrédito del modelo político, y el comportamiento de los que lo integran es uno de ellos.  Tendrá que pasar algún tiempo más para que las mayorías silenciosas lleguen a la misma conclusión a la que hemos llegado determinados sectores sociales, pero todo se andará. Deberemos esperar a que, a la vez, se vaya fraguando una alternativa popular que venga a remediar esta impúdica situación marcada por esa casta política que se limita a utilizar a sus votantes en beneficio propio. Pero una cosa está clara: la práctica política al uso se debilita, y cada día pierde fuerza en esa función encomendada para mantener la “paz social”.

jueves, 30 de agosto de 2012

BREVE RELATO DE LA HISTORIA MÁS RECIENTE


El 20 de noviembre de 2011, con el adelanto de unos meses, se celebran elecciones generales. Cumpliéndose todos los pronósticos, el PP obtiene una holgada  mayoría absoluta. El PSOE, como era de esperar,  se derrumba, e IU mejora considerablemente su posición parlamentaria. Otros grupos de corte amarillista también consiguen elevar el número de diputados. Los nacionalistas se mantienen, e irrumpe una nueva fuerza política: Amaiur, formada por organizaciones de la izquierda  abertzale del País Vasco.   
El PP se presenta como el salvador de todos los males con un programa en el que anuncia que acabará con el paro, que no subirá los impuestos y que no habrá recortes. Con estas mentiras consigue engañar a una masa ingenua a la vez que ignorante, además de conseguir los votos de los incondicionales ligados a la iglesia católica o a las ideas del Régimen anterior.
Si bien es cierto que los anteriores gobiernos socialistas iniciaron el camino marcado por los mercados, también lo es que intentaron contener las medidas que se solicitaban desde la UE. Sin embargo, los del PP, con el miserable Rajoy a la cabeza, se han lanzado a tumba abierta haciendo todo lo contrario de lo que decían, como era de esperar.
Ya advertíamos algunos antes de la convocatoria que la victoria de ese grupo tan reaccionario supondría un importante retroceso para las clases populares, pero la tozudez, y a veces la falta de luces de algunos, en ese empeño de ser fieles a un ideario que ellos consideran próximo a su pensamiento, dispersaron el voto de la izquierda real, dejando el camino expedito a los del PP. Le resulta muy difícil entender a la ciudadanía que es necesario apoyar a una fuerza política de corte moderado, como lo es el PSOE, hasta que otra alternativa más progresista tenga la suficiente fuerza como para intervenir en las tareas de gobierno. Más pronto que tarde hemos comprobado que la presencia de IU en el Parlamento es irrelevante. Que ese apoyo electoral que ha tenido sólo ha servido para que unos cuantos más vivan del cuento. Por otro lado, el grupo abertzale vasco tampoco ha satisfecho las expectativas que algunos habíamos depositado en ellos. Es una vergüenza que en estos precisos momentos el Parlamento esté tomado por la policía para impedir que ese “pueblo soberano” que ha votado se acerque a él, y vergonzoso también que los diputados que se consideran de izquierdas se escondan bajo ese blindaje.
Desde la óptica netamente socioeconómica la situación sufre un progresivo deterioro a lo largo de las tres últimas décadas, hasta llegar a nuestros días. La explosión  inmobiliaria de comienzos de siglo supuso un crecimiento artificial que vino luego a incrementar bruscamente esa deriva hacia la inestabilidad y la pérdida de lo que se conoce como estado de bienestar. Es como si se tratara de los últimos coletazos de un sistema que se ahoga en sus propias contradicciones. Las tesis de K. Marx están ahora más vigentes que nunca. La riqueza se encuentra en manos de unos pocos. El desarrollo tecnológico y la búsqueda de mayor productividad conllevan la disminución de fuerza de trabajo. En esa carrera por incrementar las ganancias, la actividad productiva es sustituida por la especulación y el mercado del dinero. La juventud no encuentra trabajo y, cuando lo tiene, la precariedad y los bajos salarios constituyen la tónica general. El acceso a una vivienda se hace ahora casi imposible para ellos. Todo esto empobrece a la clase trabajadora, de manera que cada vez son más las capas sociales que se ven afectadas. De este estado general de pobreza sólo se salvan algunas castas que son protegidas por el poder real. Los políticos forman una barrera de contención para los poderosos. Los medios de comunicación intoxican y distraen a la masa. Los deportes y los deportistas constituyen el opio de la modernidad. Todos ellos son instrumentalizados en beneficio de la clase dominante. Todos ellos se libran de ese deterioro social que afecta a las clases populares.

En los ocho meses de gobierno del PP los recortes que comenzaron con el gobierno de Zapatero se han multiplicado y los impuestos han sufrido un importante incremento. El paro no sólo no se ha reducido, sino que ha aumentado, y los pronósticos no son nada halagüeños; se espera que el número de parados sea de seis millones al final de este año 2012.

¿Cómo está reaccionando la población frente a la situación que padecemos? Las clases populares han ido  perdiendo de manera progresiva ese espíritu rebelde de los años setenta hasta  llegar en la actualidad a la indiferencia y a la perdida absoluta de conciencia. Sin embargo, la presión que estamos sufriendo es fuerte, de manera que, en el futuro, puede ocurrir cualquier cosa.
Pienso que los poderosos y sus gestores están jugando con fuego. De momento, los actos llevados a cabo (manifestaciones, huelgas, etc.) no están produciendo efecto alguno, pero llegado el momento, los individuos se verán obligados a realizar acciones de mayor calado, habrá cada vez más agitación social que influirá en la vida de todos: ricos y pobres. El poder político, que ya es fuertemente cuestionado por amplios sectores, resultará inservible para contener a la masa y mantener la “paz social”, función que ahora tiene encomendada. Pero ante la actual ausencia de un agente transformador que organice las revueltas, la agitación social sólo puede convertirse en confusión y desorden con todas las consecuencias que ello pueda acarrear.
De los actuales partidos políticos de la oposición poco podemos esperar. Tal como estamos comprobando, la política, como institución endogámica, se ha convertido, tal como hemos señalado anteriormente, en una pugna entre rivales con el único propósito de acceder al poder y vivir de ello. Se han esfumado los grupos revolucionarios con consistencia que podrían ofrecer alternativas al sistema capitalista. El derrumbe de la URSS ha supuesto un antes y un después en la correlación de fuerzas en los estados capitalistas. Los Partidos Comunistas de occidente han ido perdiendo fuerza revolucionaria hasta integrarse plenamente en el actual sistema. Lo mismo ha ocurrido con los sindicatos.
Aparecen movimientos de oposición, pero sin la firmeza que se requiere para combatir contra un sistema que se agota, pero que se resiste a su desaparición.
La ausencia de ideas entre aquellos que pueden ser oídos es una realidad. Los “intelectuales” se venden por un plato de lentejas  y prefieren convertirse en tertulianos en lugar de crear una corriente de pensamiento crítico o de encabezar esas revueltas callejeras. Los potentes medios de comunicación  se encargan de filtrar cualquier iniciativa que ponga en cuestión el modelo político o el sistema, por muy tocado del ala que se encuentre. Todo ello nos sitúa en un tiempo de incertidumbre e inestabilidad como nunca se había vivido en estos últimos sesenta y tantos años que me ha tocado vivir. La actual situación nos puede devolver a una sociedad de corte feudal semejante a la vivida en épocas pasadas, sometiéndonos y aceptando la miseria y el hambre, o revelarnos eficazmente contra la injusticia y el abuso, y luchar para conquistar un fututo mejor que este tiempo que vivimos y que vamos dejando atrás. Todo depende del despertar de la sociedad para que recupere la conciencia y actúe de manera contundente y organizada en contra de todo lo que nos está pasando ahora. Faltan elementos para hacer un pronóstico certero. 

miércoles, 22 de agosto de 2012

NOTAS ENTRESACADAS PARA UN OTOÑO INCIERTO



El verano trascurre entre el calor y el desconcierto. De entre las noticias que circulan destaca una a modo de quimera que anima a unos y confunde a otros, pero, de momento, no asusta a nadie. No cabe la menor duda de que la situación política en este país es demencial y que la económica es altamente preocupante. Al hilo de los futuros acontecimientos, o intentonas poco meditadas, se me ocurre recuperar algunas notas entresacadas de otros artículos anteriores.

1. La falta de respaldo internacional
Con el derrumbe de la URSS en 1991, y la hegemonía del mundo capitalista con EEUU a la cabeza, llega a su fin un ciclo histórico. Los grandes capitales, sin ningún tipo de freno, emprenden un camino enloquecido hasta llevarnos a la situación actual, con un futuro que se nos ofrece poco alentador. La dinámica capitalista muestra hoy su cara más irracional y alienante. Los autores de las salvajes  fórmulas de enriquecimiento que ahora funcionan no cesarán en su empeño porque la pobreza humana es un excelente caldo de cultivo; de manera que, a modo de espiral, cuanto más dinero se tiene mayor es el deseo de multiplicarlo.

2.  La falta de respaldo nacional
Los aparatos de los partidos comunistas en la Europa actual han perdido totalmente el protagonismo que llegaron a tener hasta la década de los años 70 del anterior siglo. En algunos casos como Italia o España han ido abandonando de forma progresiva el tinte revolucionario que les caracterizó en épocas anteriores y, recurriendo a múltiples transformaciones (IU en España, el Olivo y las refundaciones en Italia, o coaliciones parecidas), se han integrado plenamente en el sistema, formando parte del espectro parlamentario, en franca minoría y sin posibilidad alguna de lograr una mayoría representativa a corto, medio y largo plazo.

3. La ausencia de agente trasformador
Pienso que los poderosos y sus gestores están jugando con fuego. Llegado el momento, los individuos se verán obligados a salir a la calle masivamente, habrá agitación social, el poder político resultará inservible para contener a la masa y mantener la “paz social”, función que tienen encomendada. Ante la ausencia de un agente transformador, la agitación social sólo puede convertirse en confusión y desorden.

4. Advertencia (con perdón)
Cuando se lleva a cabo una acción reivindicativa sin éxito, refuerza el poder de aquellos contra los que va dirigida. El posible conato de miedo de los poderosos al ser cuestionado su poder  se diluye ante el fracaso o la inacción de los de la propuesta, lo que permite que ese poder aumente al comprobar que no pueden con ellos.


5. Cambio de táctica
La salida de la situación en la que nos encontramos pasa por abandonar la táctica basada en actos inocuos como las manifestaciones pacíficas, las huelgas insustanciales y demás acciones al uso, y acometer actos que de verdad dañen a los que ahora se empeñan en someternos a toda costa, es decir, perder el temor para meter miedo a los de arriba.

lunes, 2 de julio de 2012

¿PARA QUÉ SOMOS MAYORÍA COMPAÑERO ANGUITA?




“Somos mayoría” para ver la final de fútbol de este último campeonato. Eso sí, pero para poco más. Somos mayoría para sentarnos ante el televisor y tragarnos todos los acontecimientos deportivos que nos ofrecen, sutilmente encadenados para que no tengamos tiempo ni de respirar: tenis, fútbol, ciclismo, olimpiadas, etc., etc.
A Julio Anguita, a pesar de su edad y de su trayectoria le faltan conocimientos de la ciencia de la historia, del materialismo histórico y del análisis llevado a cabo por tantas personas a lo largo del tiempo.
Cuando Anguita propone esa movilización en torno a un programa, algo que se ha convertido para él en una obsesión, ignora bastantes cosas. La primera es que ninguna revolución de los de abajo, que es lo que procedería ahora, se ha llevado a cabo al amparo de un documento escrito al estilo del que él muestra, ni de nada que se le parezca. El recurso del programa con propuestas no pasa de ser una medida de carácter reformista en el marco del actual sistema, algo que, en el supuesto de conseguir lo que se pide, no iría más allá del logro de unos simples intereses inmediatos, nunca de clase.
La segunda cosa que ignora, con ese ímpetu rebelde que manifiesta, es el análisis de los clásicos cuando hablan de las condiciones objetivas y subjetivas necesarias para el cambio. En estos momentos, no hay ni agitación social, ni debilidad en la política de los que dominan, ni penuria o hambre generalizado, pero, sobre todo, no existe una clase organizada, como agente transformador, que obligue a caer al poder vigente, y esto no se improvisa de la noche a la mañana, los truhanes y la sinrazón nos han ganado la partida.
Por el contrario, lo que si hay es ignorancia, ingenuidad, indiferencia y miedo, sobre todo miedo, y con el miedo no se va a ninguna parte. El miedo es antagonista del poder, a más miedo menos poder y a más poder menos miedo, y ahora las mayorías están cagadas de miedo.
Cuanto me gustaría aplaudir y apoyar la nueva propuesta de Julio Anguita, pero este será un intento fallido más de los que se están sucediendo en los últimos tiempos. A mi modo de ver, como ya he manifestado en repetidas ocasiones, se confunde lo deseable con lo posible, y fracasará porque, además, esas propuestas no se sustentan en los cimientos de la realidad social que vivimos. Lo que parece que también ignora J. Anguita es que cuando se intenta llevar a cabo una acción sin éxito, refuerza el poder del que lo tiene. El posible conato de miedo de los poderosos al ser cuestionado su poder  se diluye ante el fracaso o la inacción de los de la propuesta, lo que permite que ese poder aumente al comprobar que no pueden con ellos.
El 15 M nace como fruto de la ignorancia y de la ingenuidad. Parecía  que se iban a comer el mundo, pero poco a poco aquello se ha ido convirtiendo en agua de borrajas, es decir, en un fiasco. Muchos teóricos, en esa confusión de lo deseable con lo posible, se han dedicado a elaborar propuestas que sólo han servido para incrementar su currículo personal o su promoción política. Hace unos meses apareció un libro que se titulaba algo así como “Hay alternativas” escrito por tres economistas. ¿Alguien se acuerda ahora de esas 115 propuestas que se incorporaban al texto? ¿Ha provocado alguna variación en el ritmo de los acontecimientos socioeconómicos? Ninguna; sin embargo, uno de sus autores ha conseguido ser elegido diputado por IU, y ahí está como uno de tantos.
Desde el riguroso análisis no es difícil concluir en que esta intentona de Anguita está llamada al fracaso desde el mismo momento de su anuncio. Esto sólo supondrá una muesca más en su reputación o en su prestigio personal, aunque no sea esto lo que vaya buscando.
Hay una cita de L. Trotsky de 1937, que forma parte del prólogo al Manifiesto Comunista de 1848, que dice así: “El error de Marx y Engels, respecto a los plazos históricos, provenía, por una parte, del menosprecio de las posibilidades ulteriores inherentes al capitalismo, y por el otro lado, de la sobreestimación de la madurez revolucionaria del proletariado”. Dejemos de lado lo del menosprecio de las posibilidades de trasformación del capitalismo para centrarnos en la otra condición, la de la sobrestimación de la madurez revolucionaria del proletariado. Inmadurez que yo hago extensiva a todas las demás dimensiones intelectuales de esta especie nuestra. Inmadurez de los “arriba” por manifestar ese afán de enriquecimiento sin poner límites, inmadurez de las clases más o menos “acomodadas” por imitar a los que más tienen. Inmadurez de las clases más oprimidas por no ser capaces de luchar, cuando las circunstancias lo permiten, para subvertir el sistema en el que esos sectores son los perdedores; inmadurez por no haber mantenido los logros alcanzados en algún momento; inmadurez por aceptar y adoptar los esquemas y la ideología de las clases dominantes, y por dejarse embaucar por los poderosos a través de los políticos y los medios de comunicación. Inmadurez, en suma, de la sociedad en su conjunto por estar como estamos, cuando cabría la posibilidad de vivir y convivir con arreglo a los dictados de unos determinados valores, descubiertos hace ya bastante tiempo, cuya puesta en práctica nos haría de verdad humanos y, por otro lado, de mantener la conveniente armonía con el entorno natural (http://www.gilpadilla.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico).
Por lo tanto, mientras no se contemple la realidad social y la capacidad intelectual de los individuos que conforman este tipo de sociedades, será totalmente estéril llevar a cabo propuestas que se traduzcan en algo positivo para esas mayorías. Partiendo de esas premisas es necesario, además, analizar esa realidad social para ir construyendo una verdadera alternativa que se soporte sobre las contradicciones del sistema, con la posibilidad de que esas contradicciones vayan generando rechazo entre la ciudadanía, por ejemplo, que la asfixia y la reiteración informativa de los medios provoque rechazo en una amplia mayoría, pero eso se ve lejano cuando un total de 15,5 millones de españoles y españolas vieron la final de fútbol en la que el equipo español vencía al italiano, eso que despierta la euforia de las masas y que escapa a mi reducida pasión por algo que me viene tan de lejos.   

jueves, 21 de junio de 2012

CRISIS DEL PENSAMIENTO


Con frecuencia me pregunto quién o quiénes de los que formamos parte de las generaciones que convivimos ahora pasarán a la historia del pensamiento, al estilo de los pensadores que, antes o después, han adquirido fama, aunque nunca sabremos si fueron los mejores. El poder y, tal vez, la casualidad hayan jugado un papel determinante en esa selección. Una especie como la nuestra, con una inevitable inclinación a la simplificación, ha acuñado el término “intelectual” para referirse a los que por su esfuerzo, por los servicios prestados a los que mandan o por el azar, adquieren o han adquirido esa fama. En unas sociedades en la que todo se compra y se vende es difícil discernir cuáles son los verdaderos motivos por los que hemos conocido la obra de Platón, de Kant, de Descartes, de K. Marx o de E. Fromm, por poner algunos ejemplos.  
En una afirmación simplista, cierto día escuché decir, en el uso de esa tendencia a la reducción,  que una persona adquiere la condición de “intelectual” cuando ha elaborado una obra y ese trabajo es socialmente reconocido. A mi entender, se le olvidaba lo fundamental, es decir, que esa obra debe incorporar elementos renovadores, por no tildarlos con mayor precisión como revolucionarios. De esa manera, Marx en su obra “Las tesis sobre Feuerbach” desmonta la concepción del materialismo de este último, dando un giro trascendental en el terreno de las ideas.
El pensamiento es pieza clave en cualquiera de los acontecimientos que han supuesto un avance en la trayectoria de la humanidad. F. Engels afirma que “en la Alemania del siglo XIX, la revolución filosófica fue el preludio de la política”. Por lo general, los cambios socioeconómicos han estado precedidos de un debate entre defensores de unas ideas conservadoras y las de otros que han roto con lo establecido hasta entonces.

Pero ¿qué podemos esperar ahora de aquellos que, con mayor o menor acierto,  piensan, analizan, escriben o hablan sobre las causas o las consecuencias de los acontecimientos que estamos viviendo? Por descarte, iremos despejando el panorama en estos tiempos en los que el sistema, con todos los resortes a su alcance, se ha encargado de transformar lo que se conoció como pensamiento único en pensamiento nulo, lo que, en aras de mantener la actual correlación de fuerzas a favor de los ostentan el poder, da lugar a uno más de los estrangulamientos o contradicciones del propio sistema al evitar que, con la irrupción de nuevos análisis, tenga lugar un auténtico debate ideológico que dé salida a esta situación de agotamiento.

Para enmascarar lo que pudiera ser un espacio del pensamiento serio y riguroso, se ponen en marcha esperpentos como las tertulias y los tertulianos que tienen su origen en la más rancia manera de hacer radio encabezada por un locutor torpe y reaccionario que se vanagloria de haber establecido esta fórmula. Unas cuantas decenas de pseudotertulianos a sueldo recorren las diferentes cadenas de radio y TV, sin discriminar las públicas de las privadas, las de corte moderado de las de extrema derecha, etc., convirtiendo sus intervenciones en “realities” más que en discusiones de interés. Hablan de todo sin tener idea de nada. El plantel que con tanta frecuencia nos presentan suele estar compuesto por un sector verdaderamente reaccionario y de otro que en apariencia es más progresista, pero, en sintonía con los anteriores, comparten un bajo nivel intelectual. Además, a todos ellos les une una jugosa retribución por el sucio papel que desempeñan.
Por otro lado, nos torturan con las declaraciones de los supuestos “expertos” que son entrevistados individualmente dando lugar a esa ceremonia de la confusión a la que los sufridos espectadores asistimos atónitos. Sus intervenciones se reducen a una especie de verborrea confusa e imprecisa para salir del paso, en la que ponen de manifiesto su incapacidad para comprender, para analizar con rigor y para dar respuesta a una situación de agotamiento. Aunque convenientemente recompensados, son víctimas del sistema y, la mayoría, somos víctimas de todos ellos.
Los “filósofos” de procedencia docente, han entrado a formar parte de este negocio, asistiendo a estos pseudodebates o entrevistas en los medios. No existe ningún trabajo, tratado o estudio de este grupo que innove o remueva los pilares de una tendenciosa ideología al servicio del poder.
 Por último, las mayorías, convertidas en masa, se mueven entre el miedo y la confusión, esperando cualquier acontecimiento deportivo para olvidarse, aunque sea de esa manara tan efímera, de su triste realidad. Por ese carácter de eventualidad, el sistema se encarga de encadenar unos actos con otros sin dar respiro. El interés cultural de algunos queda satisfecho con la lectura de esos best seller que narran un mundo absurdo e irreal, sin que esta simple actividad tenga una proyección eficaz en el desarrollo intelectual o cultural de los lectores. Es esta una manera más de entretener y embelesar a una sociedad que interesa mantener inactiva.

Por lo tanto, en los momentos de incertidumbre en los que vivimos ahora,  que sin lugar a dudas son tiempos de agotamiento del sistema en su conjunto, se echa en falta la existencia de corrientes de pensamiento que, alejado de la dogmática, la metafísica o las disquisiciones filosóficas analicen la situación y pronostiquen el cambio o la transformación hacia una nueva forma de vida. Se observa un tremendo vacío en el terreno de la reflexión y el análisis, que, como he señalado, es suplantado por la banalidad y el mercantilismo de la palabra y la discusión. Por esa razón, los individuos de este tipo de sociedades vagan aturdidos sin saber con certeza hacia donde nos dirigimos.

A pesar de esa ausencia generalizada del pensamiento, hay quienes tienen algo interesante que decir, pero el sistema, a través de los potentes medios de comunicación,  manipulación y enajenación, anula la publicación o difusión de los trabajos de esos que, a título personal, buscan salidas de progreso e igualdad, o que intentan crear conexiones con otros para establecer verdaderos debates.
Por fortuna, las grandes redes informáticas juegan a favor de esas minorías que se enfrentan al sistema. La difusión de escritos y textos a través de este medio es imparable  y pone en cuestión la política clientelista y sectaria de los mass media, convertidos en una potente herramienta de embelesamiento.

lunes, 11 de junio de 2012

UN NEGOCIO REDONDO



El rescate de la UE al Estado español es un negocio redondo para los bancos, tal como muestro gráficamente en la Figura. Ese extraño organismo conocido con el estúpido palíndromo Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF), concede un préstamo al Estado español, que lo añade al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), otro acrónimo repetido por los medios de comunicación, como es de costumbre, hasta el aburrimiento. El Estado, a través de este otro organismo, se lo da a los bancos, con lo que la Deuda Privada que pudieran haber contraído los bancos pasa a ser Deuda Pública, incrementando la que ya tiene, y de la que cada vez le costará  más desprenderse. Los Bancos, en lugar de cancelar la supuesta deuda, invertirán el dinero que les viene en la compra de Deuda Pública, o Deuda Soberana, tal como la suelen nombrar los actores de la confusión, de los  que tanto abundan en esta España nuestra. 


El rescate, como señalo,  incrementará la Deuda Pública de este país de una manera significativa. El pago de los intereses, que se estima entre un 3% y un 4%,  correrá a cargo del Estado, lo que supondrá una desviación del déficit. Pero esto no es lo peor porque los bancos devolverán el dinero cuando ellos mismos consideren que ya están “saneados” y, para colmo de males, se estima que una parte importante podría entregarse a fondo perdido, lo que obligaría al Estado a reponer no sólo los intereses sino, además, el nominal, o parte de ese nominal que va a ser prestado.
¿Qué harán los bancos con ese dinero que les vendrá como el “maná”?. Pues lo que vienen haciendo con la mayor parte de los ahorros de sus clientes: como digo, comprar Deuda Pública de países en recesión, incluido el nuestro, con unos  intereses del orden del 6%. Un negocio redondo, repito; dinero gratis para invertir sin riesgo ya que en caso de impago vendría un nuevo rescate para reponer las “pérdidas”. Por otro lado, los gestores, esos inútiles que, según nos informan, han llevado a las entidades que dirigen a la ruina, pueden seguir gozando de esos desorbitados sueldos, ahora que llega dinero fresco.

De todas formas, yo pienso que todo esto de las macrocifras y de sus movimientos es una  mentira, que el dinero es una ficción, una serie de dígitos, de apuntes que no responde a la realidad monetaria o productiva. Pienso que son tácticas para eliminar derechos adquiridos por la ciudadanía o para buscar nuevos nichos en los que enriquecerse, aunque el resultado de ese enriquecimiento solo sea papel mojado, es decir, dinero virtual que se mueve de un ordenador a otro por esas amplias y potentes redes de comunicación.
Todo este fenómeno que estamos sufriendo sólo se puede entender si lo analizamos a partir de la hipótesis de que las crisis se anuncian cuando los beneficios del capital son decrecientes. En estos tiempos que corren, la conjunción de una serie de circunstancias dan pie a una situación de incertidumbre y locura que denota el final de un sistema, un hecho que va mucho más allá de una simple crisis.  

viernes, 1 de junio de 2012

Un modelo para un sistema, ¿es posible otro modelo educativo en el marco de este sistema?


Hace algún tiempo, tenía dudas sobre la posibilidad de coexistencia de un nuevo modelo educativo, que mejorara la actual situación, con el vigente sistema socioeconómico. Adelanto que después de un periodo de  observación, de reflexión y de análisis esas dudas se han disipado por completo.
En el marco de ese mar de dudas, comprobaba, y sigo comprobando ahora, que son evidentes las grandes contradicciones entre la actual forma de enseñanza y lo que el sistema solicita de la sociedad: “(…) el encorsetamiento del actual modelo no puede resistir por mucho más tiempo. La necesidad de formar a los ciudadanos para que intervengan en un mundo cada vez más complejo y sofisticado en cuanto a la producción, al consumo y a la interrelación social; la falta de interés del alumnado en un medio que cada vez les resulta más distante y extraño respecto del resto de sus actividades; el creciente desencanto y desmotivación del profesorado y el desencuentro entre las familias de los alumnos y los docentes ponen en evidencia las contradicciones del sistema. Por lo tanto, con la anuencia del actual sistema o en confrontación con él, será imprescindible, mejor antes que después, abordar nuevas formas y nuevas prácticas que permitan un mejor y más completo desarrollo intelectual. (…)”. En consecuencia, mi pronóstico se basaba en que la mejora de la práctica educativa se produciría por efecto de esas contradicciones, independientemente de otros factores: (…) “el cambio que se requiere solo podrá sobrevenir como consecuencia de las contradicciones que se generan en el propio sistema (…).  Sabiendo que: (…) en la actualidad el sistema potencia un modelo de corte netamente transmisivo del saber, siendo consciente de que pierde potencial humano e intelectual en la producción (…). Ya por último, en el capítulo de las posibles soluciones apuntaba que: (…) solo caben dos soluciones frente a la situación actual de la práctica educativa: o camina a este ritmo hasta su degeneración total (lo que no sería del todo malo desde una óptica de progreso)  o tiene que producirse algún cambio que permita su permanencia en el marco del actual sistema (…).  He aquí mi mayor error de entonces, pensar que puede haber cambios sustanciales o transformaciones importantes en educación en el marco del actual sistema. La esperanza de un cambio provocado desde dentro del sistema vendría a ser la consecuencia de la desesperanza de un cambio global, a medio y corto plazo,  del sistema socioeconómico, pensando, además, que una mejor manera de formar a hombres y mujeres pudiera ser la puerta a una nueva etapa que de manera progresiva influyera sobre las demás estructuras que mantienen con vida al sistema actual.
Ahora, con algún dato más, y un mayor tiempo de reflexión, me atrevo a decir con rotundidad que no son posibles cambios aislados de  cualquiera de las estructuras que sustentan al sistema, a saber: el modelo político, la función de los medios de comunicación (que hoy se emplean sólo para alienar) y el modelo educativo y cultural, así como la propia organización productiva y social. El cambio debe de ser global y simultaneo; en consecuencia, las propuestas que aquí se hagan tendrían verdadero significado y eficacia en el marco de un sistema distinto.
La historia y la propia experiencia avalan lo que digo, reformas y más reformas desde las administraciones no han variado en lo más mínimo la práctica docente. Con la LOGSE, ley de 1990, se hizo un intento para cambiar, al menos, la forma de presentar los procesos de aprendizaje. Después de un cierto periodo de confusión en las aulas, las aguas volvieron a su primitivo cauce, cauce primitivo, ineficaz, anquilosado y arcaico. El profesorado se ha erigido en un  “rodillo” que aplasta cualquier intento de mejora. Pero, ¿por qué ocurre esto?, ¿por qué todo este colectivo no se moviliza para adquirir una profesionalidad de la que carece?, ¿cuáles son las verdaderas razones?. El profesorado, como tantos otros colectivos, como la sociedad en su conjunto, está enajenado, conducido. En el terreno laboral, sus  “propios actos se convierten para él [para el(la) profesor(a)] en una fuerza extraña, situada sobre él y contra él, en vez de ser gobernada por él” (K. Marx, el Capital). Se trabaja al dictado, aplicando programas definidos por otros sin que él o ella intervengan, los órganos de control de las administraciones se encargan de presionar para que esto sea así, las editoriales hacen el resto. A ellos(as) les resulta cómodo seguir esta regla. Las consecuencias son evidentes, entran en clara contradicción, su trabajo se convierte en algo rutinario que les viene impuesto, pero esa extrañeza se les vuelve en contra generando una repulsión por el alumnado e, incluso, por la tarea en sí misma. Por otra parte, el alejamiento entre sus acciones y sus sentimientos, su energía particular y su personal aportación, provoca un evidente rechazo de una amplia mayoría de los receptores de un mensaje absurdo, frío e impersonal.
Por lo tanto, un colectivo enajenado de su propia función, de su trabajo, no puede influir de manera positiva para formar a los jóvenes y niños en libertad, no propician el desarrollo intelectual al que el género humano puede tener alcance. Su función, instrumentalizada por el poder, se convierte en una tarea de represión, angustia y reproductor de la enajenación en la que ellos están embebidos.
¿Por qué otros colectivos progresan en su trabajo, adaptándose al cambio tecnológico, y adquieren o desarrollan capacidades a lo largo de su vida laboral?, ¿cómo interviene el sistema para que la práctica educativa sea como es y se mantenga?. Como hemos apuntado, pocas personas escapan de las condiciones alienantes que el sistema impone, tanto en el terreno laboral como en lo cotidiano. Sin embargo, existe una nota diferencial entre ciertos grupos de profesionales y los profesores, de tal manera que esos grupos, como por ejemplo los ingenieros, los abogados, los arquitectos evolucionan y adquieren verdadera profesionalidad a lo largo de su actividad laboral aunque su trabajo y su energía vital esté al servicio del poder o condicionado por el dinero.
Es bien sabido que los profesionales de los niveles altos de cualificación proceden, por lo general, de las escuelas técnicas o de las facultades universitarias, es bien sabido que el paso por estos centros es un mal que irremediablemente hay que sufrir, pero que no forma en capacidades generales ni profesionales. La formación superior, como el resto de los niveles, forma parte de la absurda e ineficaz práctica educativa con el agravante de que ésta tiene una enorme influencia en las etapas más elementales.  
Quizás dando razones de cómo interviene el sistema en los colectivos docentes demos respuesta a las dos preguntas anteriores. Además de la enajenación general de la que escapan pocos en sociedades como la nuestra, el sistema se encarga de hacer de los docentes un colectivo inmovilista y falto de profesionalidad actuando de la siguiente forma:
  • “Desregula” la tarea de enseñar permitiendo ejercer como tal y legitimando a cualquiera que haya alcanzado un determinado nivel formativo. He ahí las múltiples academias y la infinidad de “profesores particulares”.
  • Las administraciones carecen de organismos que se encarguen del estudio de nuevas formas de aprendizaje. Se limitan a cambiar los programas y poco más, nunca entran en el fondo del asunto, ofreciendo nuevas formas, estrategias o  nuevos modelos de aprendizaje.
  • El acceso a la enseñanza pública es relativamente sencillo en todos los niveles.
  • Se legitima y valora en positivo la acción transmisora del saber.
  • La enseñanza es la salida laboral, casi exclusiva, de un gran número de carreras universitarias. Hay una selección natural de manera que la enseñanza es un refugio para quienes no pueden optar a otras tareas.
  • Por lo general, los docentes no conocen ningún otro tipo de trabajo, pasando directamente de la universidad, donde adquieren todos los vicios que arrastrarán toda su vida laboral, al aula como profesores.
  • El trabajo es individual y autónomo. No existen estructuras profesionales que permitan la organización y promoción profesional. Las únicas exigencias, tal como hemos señalado antes, son de carácter burocrático que nada tienen que ver con la labor técnica o la eficacia y aplicación en la neta tarea educativa.

Diremos, para consuelo de algunas(os) con talante más conservador, que muchos de los males que aquejan a los docentes son comunes a otros tantos colectivos integrados en las administraciones: jueces y fiscales, técnicos superiores de la administración, inspectores e interventores fiscales, etc. Merece una especial consideración lo que ellos mismos autodefinen como “clase política” en donde no existe ni la más elemental medida de la eficacia de su función. Donde lo único que se les exige es el “brazo de madera” para levantarlo a petición del jefe de grupo. En este caso, el sometimiento y la enajenación de su función vienen a ser compensadas con una vida cómoda y una situación de privilegio haciendo bueno el dicho de “dame pan y llámame tonto”.


Nota: Los párrafos en letra cursiva están extraídos de otros documentos anteriores del mismo autor:
  • “Un nuevo modelo educativo para la superación de un sistema socioeconómico en crisis” (enero 2008).
  • “Crítica a la actual  práctica docente y directrices para la elaboración de un nuevo modelo” (Cuadernos de Pedagogía, septiembre 2008)
  • “Hacia una verdadera tecnología educativa como herramienta para la transformación del actual modelo” (intervención en el ciclo Complejidad y modelo pedagógico).
· “El desarrollo del proceso de aprendizaje en el aula: aplicación del diseño” (intervención en el ciclo Complejidad y modelo pedagógico).