jueves, 15 de septiembre de 2022

LA ÉTICA Y LA MORAL Extraído de un escrito más amplio relativo a los comportamientos

 En esto de los comportamientos, aunque sea para negarlo, es imprescindible hablar de ética o moral, por eso estos términos aparecen de forma repetida en el conjunto de ese escrito. Es necesario llevar a cabo un desarrollo, de manera que cuando lo mencionemos lo hagamos con precisión, alejados de la ambigüedad.

Ya hemos tratado la ambigüedad en otro apartado. Esto de la ética y la moral se encuentra en ese marco de lo ambiguo.

Esos términos, con esa característica de imprecisión, se viene tratando en el ámbito educativo, e, incluso, con cierta asiduidad, en el lenguaje vulgar, aunque no se sepa muy bien lo que se quiera decir. En los textos de filosofía de la enseñanza secundaria, en mis tiempos, aparecía un bloque con ese título: Ética y Moral, basado en los textos de los clásicos griegos. Supongo que la tarea del alumnado era simplemente aprendérselo de memoria, pero sin que aquello influyera, en lo más mínimo, en las conductas de cada cual.

La mayoría de las definiciones encontradas en “la enciclopedia Google”, incluida las de la RAE, no distinguen una cosa de la otra. Buscamos Ética y nos dicen: “Disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano”. Luego buscamos Moral: “Disciplina filosófica que estudia el comportamiento humano en cuanto al bien y el mal”.

De todo lo visto podemos deducir del tratamiento que se le da allí donde se menciona, que tanto la ética como la moral, sin que podamos distinguirlo, tienen que ver con el bien y el mal, y con los comportamientos. Pero no se aclara que se considera el bien o el mal, ni, sobre todo, los valores y contravalores que determinan una cosa u otra.  Pero lo más importante es que  lo que no se hace en su tratamiento es vincular los comportamientos al modelo socioeconómico vigente en cada momento.

En la literatura ad hoc, tampoco se aclara con precisión que es eso de ética o moral. A lo más que se llega es a citar los términos en el texto. “Es éticamente reprobable”, “su comportamiento ético…”, etc.

 Las religiones cristianas establecen unas normas en forma de mandamientos y dogmas que aunque obligan a los creyentes han marcado ciertas pautas que alcanzan a la mayoría de la población de occidente. Por otra parte, en 1948 se redactó La Declaración universal de los DDHH, pero su aplicación se reduce a su lectura, de vez en cuando.

Porque todo ello se encuadra en un sistema capitalista, ya que en otro diferente las acciones que se llevan a cabo contra la igualdad y la justicia serían comportamientos delictivos. Porque la explotación, el vivir del trabajo de otros, vivir de las rentas, la acumulación, la manipulación, la mentira, etc. deberían ser delitos, desde la óptica de lo humano.

El poder en un sistema injusto, desde la óptica de la desigualdad, imponen el ideario a una población débil, incapaz de elaborar el suyo propio.

En consecuencia, ética y moral se limitan a ser una disciplina académica poco relevante. Por lo que es preferible hablar de comportamientos en una sociedad, en su mayoría, dirigida por el poder dominante. En una minoría de oposición al sistema se entremezclan comportamientos variopintos sin que exista unas reglas que unifiquen mínimamente dichos comportamientos. Las ideologías se han difuminado hasta su total desaparición, por lo que hay que conformarse con el ideario de cada cual. El materialismo histórico, como base ideológica, ha desaparecido de los partidos políticos denominados, en otros tiempos, de izquierda.

 Por lo tanto, olvidémonos de la ética y de la moral y conformémonos con tratar los comportamientos cívicos de cada cual. Las religiones, en estos lares, cada vez tienen menos influencia en generaciones jóvenes, si bien es cierto que ha dejado importantes secuelas en los que ahora ya somos viejos, aunque la tecnología está contrarrestando ciertos hábitos y costumbres de carácter religioso.

Como digo, en unas sociedades mansas se habla y se actúa tal como quieren quienes las dirigen. En esa minoría que se escapa, y que me atrevo a calificar de pensante, no hay unanimidad en sus comportamientos. La vida en sociedades como la nuestra la convivencia es tan compleja que da lugar a comportamientos que, aunque con similares intenciones, son diferentes. Lo que ha desaparecido, en todos los ámbitos, es la protesta, la subversión y, no digamos, las acciones revolucionarias. Gentes con aparentes formas de progresismo no deberían confundirnos, porque intenta dar una imagen de personas de izquierdas, pero sus comportamientos son semejantes a los de los ricos sin aparente diferencia. El deseo de acumulación está tan generalizado que ha pasado a la categoría de normal.

Las ONG y esas fundaciones “filantrópicas”, en el marco de los comportamientos, son simplemente negocios más o menos sucios que sirven al sistema como válvulas de escape para tranquilizar conciencias imprecisas y confusas. 

Nota. Mi posición personal, según la concepción ética, consiste en que mis comportamientos se soportan sobre la razón, la igualdad y la justicia.