miércoles, 21 de enero de 2015

LIBERTAD DE EXPRESIÓN

El pasado día 19 de enero, festividad de San Canuto, visité un Videoblog de El País, donde un afamado periodista comenta, casi a diario, la actualidad política. Mi capacidad de asombro se desbordó al observar que la publicidad previa al comentario era esa charla de café en la que algunos dirigentes del PP hacen una especie de acto de contrición, algo absolutamente esperpéntico porque se trata de una actuación preparada, aunque ellos lo hacen como si se tratara de una conversación improvisada, pero se les ve el plumero.
A continuación de la publicidad,  aparece el periodista con su breve comentario en el que critica, como en tantas ocasiones, al partido del Gobierno. La contradicción publicidad-crítica me produjo un estado emocional mezcla de asombro y alucinación, a pesar de que no celebré la festividad del día tal como se merece.
Mi respuesta no fue otra que la de hacer un correcto comentario con arreglo a las normas que el propio Videoblog establece. Los comentarios están sometidos a control. El mío fue censurado a pesar de no haber empleado expresiones ofensivas, ni altisonantes (no lo puedo reproducir porque, como señalo, no fue publicado y, en consecuencia, el texto se pierde).

En otra ocasión, me ocurrió algo parecido, si cabe más escandaloso. Habitualmente publicaba mis artículos en Nueva Tribuna, http://www.nuevatribuna.es/opinion/autor/000430/antonio-jose-gil-padilla, revista digital dirigida por individuos adscritos a los sindicatos mayoritarios. Próximo a una convocatoria de huelga les envié un artículo crítico con los convocantes y con la convocatoria: http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2012/03/la-huelga-10-la-huelga-100.html. El escrito fue censurado y, a partir de ese momento, no admitieron ningún otro texto mío.
La libertad de expresión es una entelequia, un simple enunciado, una parodia que es manejada por todo aquel que tiene el poder de control.
La libertad de expresión es un instrumento propagandístico, por lo general, en manos de los regímenes más progresistas. De esta manera, durante el complejo desarrollo constitucional del siglo XIX, la libertad de expresión era un “derecho” de quita y pon. Las constituciones más liberales la recogían, las más conservadoras la eliminaban.
El derecho a expresarse libremente, sea cual sea el ámbito en el que se aplica, siempre tiene sus límites, se trate de entornos más o menos progresistas. Los grandes medios de comunicación, siempre en manos del poder económico o político, son el principal filtro de la expresión libre. En países como este nuestro, en estos tiempos que corren, son habituales las críticas insustanciales a instituciones, o la burla fácil de personas con fama, pero nunca será pública una crítica al sistema socioeconómico establecido que mine sus fundamentos o cuestione sus acciones. ¿Cuántas ideas o propuestas válidas en la búsqueda de un mundo mejor se habrán quedado en la cuneta? Por fortuna, las nuevas tecnologías y las grandes redes abren nuevas formas de comunicación y expresión difícilmente perseguibles, a pesar del empeño que los lacayos del poder ponen en ello.


miércoles, 7 de enero de 2015

2015: ¿QUÉ SERÁ, SERÁ?

El deseo de saber lo que depara el futuro a esta especie nuestra se ha convertido en una constante a lo largo de la historia. Por eso, con más o menos sensatez, con mejores o peores herramientas, algunos se aventuran a vaticinar el devenir. A mi modo de ver, sólo es posible pronosticar, con alguna precisión, el futuro más cercano mediante el razonamiento inductivo, observando y analizando los hechos y acontecimientos presentes y pasados.
De esta manera, descubrimos que la desigualdad, la codicia y, en la época más reciente, el afán de enriquecimiento, son permanentes. El dominio de unos pocos sobre las mayorías es también constatable. Todos los intentos de cambio para convivir de una manera más racional han fracasado.
Los que ostentan el poder, o lo han ostentado, se han protegido de una u  otra manera. A veces ha sido por la fuerza bruta, otras veces de una forma más taimada. Esto último viene ocurriendo en Europa desde las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII y comienzo del XIX. Las democracias modernas proclaman libertad y derechos frente al absolutismo y a la sociedad estamental. Pero esa libertad restringida y esos derechos incumplidos son exclusivamente una fachada para la defensa de los intereses de las clases dominantes.
El anhelo de conocer lo que ocurrirá se suma al deseo de cambio por parte de determinados sectores sociales. Las condiciones para el intento de trasformación se dan de vez en cuando. Ahora nos encontramos en uno de esos momentos. La desigualdad extrema, el agotamiento del modelo político heredado del Concepto Racional Normativo, las nuevas fórmulas de enriquecimiento sin necesidad de fuerza de trabajo y, en suma, el declive del sistema de producción capitalista, da pié a la aparición de formaciones políticas que rompen con la alternancia bipartidista y con la clásica organización de los partidos, incluidos los grupos minoritarios que adoptan las mismas formas que los partidos con posibilidad de gobierno.
En España irrumpe PODEMOS en sintonía con lo que está ocurriendo en otros países de nuestro entorno, en donde han surgido grupos semejantes. Este grupo, convertido en partido, ha tenido el acierto de romper con lo que ellos mismos llaman los partidos del 78 (los que participan en el juego político a raíz de la Constitución de ese mismo año). Esta actitud del grupo permite conectar con muchos que están desencantados de los otros partidos y del actual modelo.
El año 2015 es doblemente electoral: elecciones autonómicas-municipales y elecciones generales a Cortes. Surgen las preguntas: ¿qué resultado tendrán los de PODEMOS?, ¿en el caso de que tengan acceso al poder político, qué podrán hacer para que mejore la actual situación socioeconómica?
Por un lado, las encuestas pronostican un excelente resultado para un partido de novísima creación. Los otros partidos, en connivencia con los medios de comunicación, han emprendido un feroz ataque contra sus dirigentes y, en general, contra el grupo en su conjunto. Además, las simpatías generalizadas entre amplios sectores comienzan a enfriarse, tal vez, en parte, porque tanta crítica esté haciendo mella en ese inicial entusiasmo. En consecuencia, el apoyo electoral que obtengan, tanto en mayo como en noviembre, es algo incierto.
Por otro lado, lo que puedan hacer, diferente a los demás grupos que han gobernado, también es una incógnita. La historia nos muestra que nunca el poder político ha cambiado la correlación de fuerzas entre ricos y pobres. Tenemos muestras de sobra, entre las que destacan el Chile de Allende y la II República española. Por el contrario, es el poder económico el que ha establecido el modelo político que más le interesaba.  Mis reflexiones, en línea con la más pura teoría del materialismo histórico y con la experiencia de lo ocurrido durante tantos siglos, me llevan a la conclusión de que es imposible cambiar el sistema socioeconómico sin violencia, sin lucha, sin arrebatar el poder a los que lo tienen. Los cambios a lo largo de la historia se han producido cuando un agente trasformador se hace con el control económico, luego vienen las trasformaciones políticas y la nueva organización social. Así ocurrió, por ejemplo, en el tránsito del Feudalismo al Capitalismo.

A pesar de todo, el 2015 se presenta como un año electoral, cargado de esperanzas.