miércoles, 27 de febrero de 2013

POR QUÉ LAS ACCIONES QUE HOY DÍA SE LLEVAN A CABO SON INEFICACES




Una vez aceptado socialmente que la violencia, la represión y la actuación por la vía de hecho le corresponden exclusivamente al Estado, la única salida que les queda a los ciudadanos son las acciones pacíficas. A la clase trabajadora nos han limitado el campo de acción, y lo más penoso es que se han aceptado las reglas del juego impuestas por los que nos dominan. Un engaño más.
En otros tiempos, en las décadas de los 70 fundamentalmente, unos años de elevada actividad reivindicativa, las huelgas y las manifestaciones tenían los efectos deseados por estas razones:

1. Las leyes, aunque en el marco de un régimen dictatorial en España, no eran tan laxas como ahora en materia de despidos masivos, lo que garantizaba más estabilidad  en el empleo.

2. Los beneficios del capital se obtenían fundamentalmente de la plusvalía. La actividad productiva estaba en plano apogeo. La fuerza de trabajo era pieza clave en la dinámica capitalista.

3. La correlación de fuerzas nos era favorable. Teníamos poder porque nos tenían miedo. Tal vez, como algunos han manifestado, el miedo era desproporcionado a la fuerza real de los trabajadores, pero eso nos sirvió para alcanzar las metas.

Las acciones ciudadanas o de los trabajadores de entonces no valen hoy día. Estas son las razones:

1. Las leyes laborales permiten despedir sin apenas costes, lo que hace que muchos trabajadores tengan miedo al despido.

2. Estamos en una fase postproductiva. Las ganancias del capital se obtienen ahora por otras fórmulas: especulación, corrupción, endeudamiento, compra de deuda soberana de países como el nuestro, etc. Los capitales acumulados no se reinvierten en la actividad productiva.

3. Hoy, con un excedente de fuerza de trabajo,  las huelgas se hacen en defensa del puesto de trabajo, no por la mejora de salarios y condiciones de trabajo, como así se hacía en otros tiempos. Los paros no producen los efectos de antes, incluso les favorece en algunos casos a los patronos, o a los dirigentes políticos, porque la tendencia es la de  reducir las plantillas. “Miel sobre hojuelas”: los descuentos por los paros supone ahorro en los costes de producción que es lo que se persigue.

4. Han aprendido que las manifestaciones son inofensivas. El ciclo es el siguiente: se suele quedar con algunos conocidos, se hace el recorrido autorizado, finaliza  y, después, cada uno a su casa. El único coste para el Gobierno es el gasto de las horas extras de la policía, pero eso lo pagamos entre todos. Sólo algunos reciben su parte alícuota, pero en forma de cachiporrazos.

A través de la actual práctica política nos han limitado el campo de acción, asignando a cada cual el papel que ha de llevar a cabo. En este amago de democracia, el “rol” asignado a la masa es el de votar cada cierto periodo de tiempo. Los elegidos son los encargados de “hacer política”, siempre al servicio de los que más tienen, aunque haciéndonos creer que velan por los intereses generales. El engaño se ha convertido en la herramienta más potente de los elegidos. Los votos les hacen invulnerables durante el periodo del mandato para el que son nombrados, por muchos desatinos e irregularidades que puedan llevar a cabo.
La mentira va siendo aceptada socialmente hasta el punto de asumir sin repulsión el descaro de los dirigentes políticos. En esa línea de ir tragando con todo lo que se nos presenta, por muy escandaloso que sea, llegará un momento en el que, por ejemplo, el actual Presidente del Gobierno, una vez demostrado que todo lo que está ocurriendo es como lo que  la mayoría pensamos, llegaría a  decir respecto al caso Bárcenas,: ”¡bueno, y qué!”. Y no pasaría nada, y seguiríamos soportando con resignación la estupidez, la ineficacia, la mentira y el escándalo.
Ninguno de los grupos políticos en el Congreso llevará a cabo acciones que den un giro a favor de las mayorías, en beneficio de sus votantes. Por otro lado, me parece que es conveniente hacer una profunda reflexión sobre el origen y finalidad de los llamados “movimientos sociales”, de tantos grupos que nos convocan una y otra vez a esas movilizaciones que sólo sirven para darnos de bruces contra un muro cuando se llevan a cabo. Podría ocurrir que su razón de ser fuera la de canalizar el descontento por la vía de la simple salida a la calle de vez en cuando, impidiendo, de esta manera, ejecutar otras acciones que pudieran dar mejores resultados. La ineficacia de tales movilizaciones hace que cada vez sean menos numerosas, frustrando las expectativas de sus convocantes y de los convocados.
En consecuencia, es necesario hacer un esfuerzo intelectual para pensar en acciones eficaces que, al menos, nos saquen de este círculo vicioso en el que los actos de protesta sólo sirven para desahogo de unos cuantos que no ven más allá de sus narices. Las manifestaciones de protesta al uso son admitidas, incluso valoradas, por los agentes más abyectos y por las fuerzas  más reaccionarias (ver las últimas declaraciones de la delegada de Gobierno de Madrid).  Mientras esto siga así, mientras nos refugiemos en acciones como las que ahora se llevan a cabo, seremos presa de los malvados, y, consciente o inconscientemente, seremos cómplices del mantenimiento de un mundo injusto, irracional, inhumano y cruel.    

martes, 19 de febrero de 2013

EL ESTADO DE LA NACIÓN




Elaboro este escrito antes de que  el 20 de febrero se reúnan los Diputados en el Congreso, y después de haber publicado dos artículos ligados a dos sentimientos límites como son la Desesperación y la Impotencia. Poco podemos esperar de lo que ocurra en esas dos sesiones donde los Diputados van a hablar sobre el Estado de la Nación, como ellos lo llaman. Como  digo,  poco o nada podemos esperar, a pesar de la que nos está cayendo. El partido gobernante tratará de maquillar los bochornosos asuntos que le atañen, y conseguirá distraer a los demás, desviando la atención hacia lo que más interese a sus dirigentes. Seguro que lo conseguirán, convirtiendo el acto en un simple espectáculo patético e insustancial.
Los graves acontecimientos a los que estamos asistiendo ahora en este país se enmarcan en un proceso de decadencia de un sistema socioeconómico que ha perdido sus señas de identidad, que nos sitúa en cotas alarmantes  de inestabilidad creciente y que nos arrastrará hacia un callejón sin salida, si no somos capaces de rebelarnos frente a tanto desatino, si no somos capaces de hacer prevalecer la razón ante la sinrazón. Pero por el camino que vamos lo tenemos complicado.
Con absoluta seguridad, ninguno de nuestros “representantes” abordará con rigor y contundencia los verdaderos problemas que nos aquejan, que aquejan a una sociedad compleja, a una mayoría doliente pero permisiva.
La mayoría de la sociedad española es presa del sufrimiento, de la desesperación silenciosa, de la indefensión, del engaño y de la indiferencia. Pero seguro que los políticos no tratarán en profundidad estas cosas mañana.
El PP saldrá airoso de este acto a pesar de la cantidad y gravedad de tantos desatinos. Ningún portavoz planteará, con la crudeza que se requiere, la tragedia del paro y de la precariedad. Del dolor de una juventud abandonada. Nadie hablará de la enorme desigualdad, ni de las medidas que podrían combatirla, porque ellos están del lado y en el lado de los privilegiados.
No se hablará de la manipulación de los mass media, no se atreverán a juzgar su papel porque si lo hacen serán excluidos de las tertulias o de las  entrevistas que les hacen para su único y personal lucimiento. No se atreverán a denunciar con la fuerza y la eficacia necesaria a los que vierten tanta basura a diario. Nadie dirá que todos los medios hoy día están en manos de la reacción, de poderosas empresas mediáticas alejadas de los intereses comunes.
Los políticos y los medios de comunicación forman un tándem que protege los intereses de los más poderosos. Las tertulias, en particular, son un negocio para unos cuantos que cumplen una  sucia función. Los tertulianos son una panda de servidores del poder a sueldo, lo que les convierte en un grupo cerrado que van de un sitio para otro haciendo caja. Se atribuyen el papel de analistas aunque su reducida capacidad intelectual les impida saber, incluso, en qué consiste  esa capacidad. Están bien elegidos.
El poder económico otorga a los medios de masas  el monopolio de la información y del pensamiento, más bien de la ausencia de pensamiento. No existe un espacio para el pensamiento libre, crítico y democrático, no cabe la idea discrepante.

Las intervenciones de la “oposición” se convertirán en  un brindis al sol, sin que sean capaces de tomar las medidas que debieran tomar, porque algo sí  que podrían hacer. Les doy algunas pistas: Abandonar sus escaños, porque motivos hay para ello, para dejar solos a los impostores, a los mentirosos, a los encubridores de la corrupción, a los negadores de la evidencia. Porque un Parlamento con ellos solos haría tambalear esta pantomima hasta su derrumbe total. Hay motivos para combatir un modelo irracional, injusto y cruel. ¿Pero les interesa combatir la injusticia y la irracionalidad a los que viven del cuento?
Hay hechos y motivos más que sobrados para hundir al Gobierno actual, y al partido que lo sustenta, pero la oposición no hará nada para hacerlo, porque los políticos son corporativistas, por lo que se han granjeado, con razón, el apelativo de casta, de clase privilegiada, de grupo endogámico. Si consiguieran derrumbar al PP, saben que ellos irían detrás. Que pondrían en cuestión el esperpento de modelo democrático que sufrimos.

Las acciones reivindicativas de otros tiempos no funcionan ahora. Es lamentable observar como los trabajadores de Telemadrid, de Iberia, de Sanidad o de Enseñanza se movilizan sin que nada se consiga. Es sangrante observar los despidos masivos, los desahucios y tantas otras injusticias sin que esto reviente. Nada de esto será motivo de debate en el Congreso estos días, y si lo hacen será pura verborrea.
Para la ciudadanía también hay propuestas. Los políticos, esos que según las encuestas gozan de tan poca credibilidad, están ahí porque les han votado. Estarán ahí 4 años que es el periodo por el que se les ha elegido. Los movimientos sociales nada pueden hacer para reconducir el errático camino.  Las acciones al uso no están sirviendo de nada.  A las pruebas me remito. Por lo tanto, deberíamos saber que cuando se convocan elecciones se puede votar o no votar. Si votamos ya sabemos a lo que nos arriesgamos. Por otro lado, habría que actuar con acciones diferentes a las que ahora se llevan a cabo, algunas de las que se me ocurren son inconfesables, lo siento.

Las sesiones parlamentarias de estos días se convertirán, como en tantas ocasiones, en un puro trámite, en un episodio rutinario por el que hay que pasar cada año. Será un acto para encubrir toda la mierda que nos rodea. El PP no será castigado como se merece. Algunos ciudadanos verán las retransmisiones o los resúmenes, aunque cada vez les interese menos, lo que puede alimentar la indiferencia o la rebeldía. Prefiero pensar que sea este último sentimiento el que vaya tomando forma.

lunes, 4 de febrero de 2013

IMPOTENCIA



Cuál es el panorama nacional que cada día se nos muestra a través de los medios de comunicación:
Un bandolero mal nacido, con patillas de bandolero, que se pasea impunemente por las céntricas calles de Madrid. Por televisión vemos como se sonríe y como se mueve en taxi, ahora que, por lo que parece, le han retirado el coche oficial del que disponía hasta hace unos días cuando los periódicos removieron la mierda  del vertedero de la calle Génova.
Un gobierno de idiotas que está capitaneado por un “carca” cargado de complejos que no es capaz de dar la cara ante los medios de comunicación, y que cuando lo hace los ojos se le turban adoptando gestos que empeoran si cabe esa cara de pobre diablo, de engaña bobos. Todo un insulto para los gobernados.
Unas listas elaboradas por el bandolero en las que anotaba las entregas de los empresarios corruptos y los sobresueldos que abonaba a los cabecillas de la Mafia. Una contabilidad chapucera al estilo de los registros mercantiles del siglo XIX. Una contabilidad B de dinero “negro” en la que entran y salen billetes de 500€ como si fueran churros.
Una panda de mentirosos negando lo evidente, negando las abrumadoras noticias que convencen a todos menos a algunos desgraciados que han depositado un voto a favor de la Camorra. Desgraciados cuya ignorancia nos ha devuelto a la caverna, a la cueva de Alí Babá.

La inmoralidad y la desvergüenza están servidas. Ya se sabe que a los corruptos en liza no se les puede pedir un mínimo de decoro, ni de dignidad, no disponen ni de una cosa, ni de la otra. Su falta de honestidad y sus mentiras les colocan en el funesto rango de los seres inferiores, de los elementos despreciables. No es que se hayan convertido en corruptos a través de la práctica política, es que lo llevan de serie. Es inútil pedirles que dimitan, es perder el tiempo. De nada sirven las buenas palabras. Están al margen de la razón.
Nos encontramos ante los mayores escándalos de corrupción conocidos a lo largo de más de tres generaciones. En esa especie de pozo de mierda están inmersos los miembros de las más altas instancias de este país, uno de los países del mundo con mayor corrupción.  ¿Hay quién dé más?

La impotencia se adueña cada día con más fuerza de amplias capas de la sociedad. Cada día aparecen nuevos datos para encabronarnos aún más. La humillación y la burla a las que someten estos truhanes a las mayorías, a los votantes, han alcanzado los límites de lo soportable. Pero algunos individuos son víctimas de la indiferencia, tal vez estén muertos. ¿Qué más se necesita para resucitar?
En todo este largo proceso, el único que ha sido castigado es el perseguidor de los perversos. El mundo al revés. ¿Tan poco poder tenía la víctima, así como su entorno, para no conseguir que prevaleciera un mínimo de justicia? Pues se lo cargaron, ese fue el resultado.
Ahora son dos medios de comunicación, los más potentes, los que están al otro lado de la mesa. Muchos estamos pendientes del pulso. De momento ganan los malos. ¿Es que el poder de los malvados es omnímodo?, ¿es que su poder es tan grande como su desvergüenza?, ¿será que les legitiman los votos de los insensatos?
Mucho nos tememos que este revuelo que nos tiene encendidos acabe cuando quieran los medios de comunicación. Luego los asuntos dormirán el sueño eterno de la judicatura. Los ladrones disfrutan y disfrutarán de lo robado, y el pueblo se quedará con dos palmos de narices hasta la próxima convocatoria electoral con la esperanza de que la estupidez no se adueñe de nuevo de las urnas.

Por último quiero hacer referencia a un párrafo que escribí hace algún tiempo sobre el éxito de la maldad frente al fracaso de la razón: “En cierta ocasión oí decir a un ilustre pensador metido a político, de los que ya no quedan, algo así como que las fuerzas del mal tienen más éxito que las fuerzas del bien. Quise interpretar de sus palabras que cuando se dice o se hace algo que pueda suponer progreso para el género humano es necesario esforzarse y empeñarse más que cuando se actúa en contra de la razón. Que la defensa de la verdad es muy costosa, mientras que mentir es gratuito. Que hay algo de carácter atávico en lo más profundo de la especie humana que le predispone a la aceptación incondicional de la maldad, a la vez que una reticencia para asumir anuncios o hechos encaminados a la superación de las miserias que nos invaden”.  (http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, pág. 184). De no ser cierta esta especie de “magia” no tiene explicación que estos impúdicos asuntos que nos ocupan y nos desesperan acaben como acaban.