jueves, 19 de abril de 2012

CUENTOS DE ADULTOS PARA ADULTOS: (2) DE CÓMO SE PROTEGEN ENTRE SÍ LOS INTEGRANTES DE LAS CLASES PRIVILEGIADAS

Dicen que en ese lugar -donde la mayoría, por unas u otras razones, estaba jodida- se consolidó definitivamente la división entre clases privilegiadas y clases no privilegiadas. Las estratagemas de los que siempre estuvieron por encima habían dado resultado. Las doctrinas religiosas inventadas, que a lo largo de la historia habían sido un instrumento de engaño, sumisión y sometimiento de los más débiles, eran hábilmente manejadas para hacer más extensiva, si cabe, la ignorancia y, como consecuencia, la aceptación de los hechos, por muy impúdicos que estos fueran. Con todo, las reglas del juego impuestas por el poder funcionaban a la perfección: cada uno en su sitio con la aceptación y la resignación  de todos los individuos del lugar. La hipocresía y la demagogia eran otros elementos más mediante los cuales engatusaban al pueblo llano.
Las clases privilegiadas gozaban de todos los parabienes que proporcionaba el progreso. Las clases no privilegiadas, carentes de lo necesario para vivir dignamente, como corresponde a los seres humanos, permanecían impasibles, aceptando cuantas medidas restrictivas se les ocurriera a los de arriba para vivir ellos mejor.
Como suele ocurrir en unas circunstancias como en las que allí se vivía, los poderosos actuaban sin ningún temor, hacían y deshacían a su antojo hasta llegar al abuso. “Estos imbéciles no se enteran”, comentaban entre ellos cuando llevaban a cabo cualquier tipo de fechorías o extravagancias.
Cierto día, uno de los mandamases del lugar -bueno aquel a quien los que tenían más dinero habían colocado, con carácter de solemnidad, como una especie de figura primitiva- se marchó de incógnito a la caza de grandes fieras a otro lejano lugar. Nunca se supo con quién fue, ni quiénes corrieron con los gastos de esa expedición; pero, mire usted por donde, sufrió un  percance por el que vino a dar con los pocos huesos sanos que le quedaban en tierra.
 Pronto los pregoneros y los charlatanes –que, por el sucio papel antisocial que llevaban a cabo, gozaban de grandes privilegios- difundieron la noticia por cada uno de los rincones. No tuvieron más remedio que hacerlo, aunque minimizando el acontecimiento, porque el asunto era tan feo que de haber dicho la verdad corrían el riesgo de que se tambalease todo el tinglado que tenían montado. Hubo opiniones para todos los gustos, pero, como digo, siempre ocultando esos datos más relevantes, o todo aquello que, por elemental,  estaba en las mentes de la mayoría. El asunto fue tan escandaloso que el protagonista se vio obligado a dar una explicación, y a manifestar su arrepentimiento, señalando que no lo volvería a hacer. Pero, ¿por qué hizo esto? ¿Era verdadero arrepentimiento, o lo que pretendía era simplemente salvaguardar los intereses de su casta? Más bien parecía lo segundo.
Esa acción de fingido arrepentimiento supuso una válvula de escape para las otras clases privilegiadas que angustiadas estaban esperando ardientemente algún signo para justificar al batidor de fieras. Enseguida los políticos se lanzaron a decir que el error cometido quedaba saldado por esas declaraciones del cazador. Los pregoneros y los charlatanes del lugar dijeron lo mismo. Nadie fue más allá para decir abiertamente que esa fechoría colmaba el rosario de desatinos y corruptelas cometidas en su entorno, por lo que, en buena lógica, algunos pensaban que debería dejar su puesto de calanchín y dejar paso a otros cuyo poder emanara del pueblo, permitiendo que la condición de los individuos cambiara de súbdito a ciudadano, y así poder iniciar un nuevo camino de dignidad y progreso.
Unos y otros privilegiados, sin demasiados esfuerzos, fueron capaces de tranquilizar  a una mayoría de esos  súbditos embebidos por la práctica del engaño, y ubicados en el limbo de los ingenuos. Sin embargo, hubo otros que no tragaron con el cuento, pero a esos no les quedaba más recurso que la rabia contenida y la resignación.

Moraleja: Abre los ojos a la realidad engañosa que nos envuelve. No votes a políticos incompetentes que sólo miran por sus propios intereses, ni hagas caso de los que te engañan a través de los medios de comunicación. Reivindica la III República como régimen basado en la razón y abraza el lema: “Ni dioses, ni reyes, ni tribunos”. 

domingo, 15 de abril de 2012

CUENTOS DE ADULTOS PARA ADULTOS: (1) DE CÓMO EL ENGAÑO SE ENSAÑA CON LA INGENUIDAD Y LA IGNORANCIA, O LA BÚSQUEDA DEL BENEFICIO PROPIO DIFUNDIENDO UNA ESTÚPIDA TEORÍA DEL BIEN COMÚN

Érase un lugar llamado Prostibulandia  en el que sus pobladores habían llegado a tan lamentable estado, que se les veía ahora dominados por la confusión,  por el miedo y por la pobreza. Ya hacía tiempo que la ignorancia había pasado a la categoría de normal. Sin embargo, hubo una época anterior en la que unos trabajaban para otros, a los que se les conocía con el nombre de patronos. Los  patronos poco a poco se fueron enriqueciendo, los trabajadores sacaban lo justo para subsistir. Como los obreros veían que su trabajo hacía engordar el capital de sus patronos, comenzaron a reivindicar mejoras en sus salarios y en sus  condiciones laborales. Unos cuantos, los más atrevidos, les dijeron a los demás que había que luchar para conseguirlo. Así comenzaron las huelgas y los paros hasta que los patronos se dieron cuenta de que si se paraba la producción sus arcas disminuirían. Entonces se vieron obligados a conceder esas peticiones que los obreros les hacían. Luego se dieron cuenta de que eso de subir los sueldos les venía bien porque de esa manera podían venderles los productos que fabricaban.
Pero llegado un momento, los ricos eran tan ricos que ya no tenían la necesidad de producir para ganar. Lo que pasa es que como nadie se conforma con lo que tiene pensaron en otra forma de seguir enriqueciéndose. Los más espabilados dijeron: ¿por qué no creamos un negocio en el que el dinero genere dinero? De esa forma apareció un mercado diferente a  mercados como el de las verduras, los pescados y otros semejantes, que eran vulgarmente conocidos por sus pobladores. A ese negocio, lo llamaron mercado del dinero, fijándose en los casinos que se habían creado con anterioridad.  De esta manera, el dinero crecía y crecía sin parar. Era un dinero virtual, pero satisfacía la codicia y el afán por ser más ricos de los que en el juego participaban.
Los demás, los que antes trabajaban, aunque fuera para enriquecer al patrono, se iban empobreciendo poco a poco. Primero, los que salían despedidos de sus trabajos porque sus patronos ya tenían suficiente, luego los jóvenes que no tenían a donde ir. Poco a poco la pobreza se iba apoderando de las diferentes capas sociales. Algunos se creían que nunca les tocaría a ellos, pero se sorprendieron porque, en un momento dado, si que les llegó.
Sin embargo, como si nada pasara, el Rey del lugar, conocido como “el simple”, seguía con sus juergas, sus saraos y sus divertimentos favoritos. Los políticos iban también a lo suyo, lo único que buscaban era el voto a través del engaño, y luego: si te he visto no me acuerdo.
En una situación como la que se estaba viviendo, el lugar se convirtió en un campo abonado para vividores, oportunistas y sinvergüenzas de poca monta.
Cierto día, llegó un tipo de otro lejano lugar que había escrito un libro en el que se proponía otra forma de vida. Decía que había que repartir la riqueza,  que de forma voluntaria los ricos cederían  gratuitamente lo que tenían para dárselo a los demás. Este individuo, en apariencia ingenuo, fingía desconocer por completo la naturaleza de los pobladores de aquel lugar, sobre todo, parecía ignorar la forma de ser de los ambiciosos, de los que vivían, única y exclusivamente, para ser cada vez más ricos. Tampoco parecía ser consciente de que tiempos atrás otros ingenuos ya habían propuesto eso de repartir, en la creencia de que los ricos se cansarían de ser tan ricos. Hacía oídos sordos a una regla elemental que regía en ese lugar, norma  que reza: “el afán de enriquecimiento es proporcional a la riqueza que se tiene”.
Algunos de los habitantes del lugar, cegados por la ignorancia, creyeron que aquello podía ser posible. Así que le dijeron a aquel extranjero que se pusiera en marcha, ¿por dónde comenzaremos?, le preguntaron, pues por ir a los ricos para comunicarles que lo que queremos es el “bien común” para todos los habitantes de este lugar, respondió el extraño. Ni cortos ni perezosos, se fueron a la búsqueda del Sr. Mocasín que era uno de los más ricos del lugar. El hombre, al que le acompañaba en el lecho del dolor uno de sus jóvenes herederos, se encontraba por entonces en el trance de la muerte. Al comunicarle lo que querían, sufrió un sincope que acabó con la poca vida que le quedaba. Algunos dudaron después si el óbito se debió a la petición de esa comisión o a  la historia que el joven familiar le estaba contando para distraerle, una historia en la que se mostraba un mundo idílico sin clases sociales. Da igual una cosa que la otra. Sorprendidos los visitantes que presenciaron el hecho se fueron con el rabo entre las piernas. Al poco tiempo, decidieron visitar de nuevo la sede familiar en la idea de que las riquezas del difunto estaban indivisas. Cuál no sería su sorpresa al ver que los herederos se estaban peleando por un reparto que no les convencía. La bronca llegó a las manos. Los hijos y nietos ya eran ricos de antemano, pero querían más y más. Estos agentes benefactores abordaron al representante de la familia diciéndole: “Ahora que el Sr. Mocasín ha muerto es un excelente momento para repartir sus riquezas entre los pobres de este lugar que se han quedado sin ingresos”. El fulano les miró fijamente, no entendía nada de nada, después de unos instantes reaccionó, y con una voz bronca les dijo: “váyanse a tomar por el culo”.
Los habitantes de aquel lugar se dieron cuenta, después, de que aquel hombre que vino de otras tierras lo único que pretendía, aprovechándose de la confusión reinante, era abusar de una población, ya de por sí castigada, vendiéndoles sus libros y sus estúpidas teorías; comprendieron que aquella teoría del bien común no era otra cosa que la búsqueda del beneficio propio de unos cuantos, pero ya era demasiado tarde, las ediciones de aquel libelo se habían agotado.

Moraleja: en tiempos de confusión, de inestabilidad, de temor, hay que estar ojo avizor para no ser víctima de vividores que quieran aprovecharse de una población supuestamente ingenua, ignorante y empobrecida.

miércoles, 11 de abril de 2012

A MODO DE INVENTARIO

Después de más de treinta artículos publicados en menos de un año, he decidido poner un punto y seguido en esta actividad. Punto porque me propongo hacer una pausa en el envío rutinario a través de las redes y del correo electrónico a ese grupo de amigos y conocidos que habitualmente los reciben. Seguido porque, ni mucho menos, dejaré de relatar lo que acontece en nuestras vidas, desde el punto de vista del pensamiento crítico. Todo lo contrario, desligarme del compromiso de escribir un artículo con un determinado ritmo me permite actuar con mayor libertad, escribiendo en mi Blog (http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/) cuando tenga algo que me parezca interesante, y, además, dedicando más tiempo a otros trabajos de mayor extensión. Hay un terreno abonado, necesitado de reflexión y análisis, e ideas no me faltan. El mundo de la enseñanza es algo a lo que no he dedicado  una sola línea en estas publicaciones periódicas, a pesar de haber permanecido 31 años ocupado en la tarea docente, y de haber escrito mucho sobre este asunto, destacando un texto (http://www.bubok.es/libros/17498/UN-NUEVO-MODELO-EDUCATIVO-PARA-LA-SUPERACION-DE-UN-SISTEMA-SOCIOECONOMICO-EN-CRISIS) en el que recojo experiencias y propuestas para transformar la anticuada e ineficaz práctica educativa actual.

Este escrito, a modo de inventario, lo dividiré en tres bloques: a) una especie de declaración personal entre el desencanto y el agradecimiento; b) una relación de constantes, o ideas transversales, que aparecen en mis artículos y c) un esquema que resume la actual situación en estos tiempos y en estos países de occidente.

1. Entre el desencanto y el agradecimiento.
Comienzo por el final, agradeciendo a todas aquellas y a todos aquellos que habéis comentado mis artículos y que me habéis animado a seguir. Son cientos los comentarios que he recibido a lo largo de este período, que, como digo, no llega al año. Espero seguir en contacto con algunas personas interesantes que he encontrado en este camino, y con otras que conozco desde hace mucho tiempo. No quisiera perder esas relaciones con amigos y amigas que tanto me han aportado.
El otro aspecto, el del desencanto, me gustaría desdoblarlo en dos partes. Por una, la desilusión por la frialdad de trato de Nueva Tribuna, con cuyos gestores no he tenido ningún encuentro personal a lo largo de este tiempo, a pesar de ser suya la iniciativa para iniciar mis relaciones con ellos. El desengaño al pensar que era un grupo progresista que cultivaba valores propios de quienes luchamos por un mundo diferente. El chasco al comprobar que actúan como lo han hecho, y lo hacen, los sectores sociales y los poderes más reaccionarios, cercenando la libertad de expresión y censurando un artículo crítico con unas instituciones que le hacen el juego al sistema.
Por otra parte, y esto es más delicado y triste, el desencanto por la imposibilidad de “calar” en las conciencias y en el pensamiento de gran parte de los individuos de este tipo de sociedades. La dificultad para romper con lo establecido, con lo que es considerado políticamente correcto, aunque esté en contra de sus intereses. La necesidad que tienen algunos de escuchar y leer lo que se desea sin reparar en la posibilidad de poder llevarlo a cabo. Todo ello se debe, a mi entender, al miedo a enfrentarse a una situación que nos asfixia, pero que prefieren ignorar, escondiendo la cabeza bajo el ala, refugiándonos en “guetos” que nos aíslan de esa realidad, en actividades normalizadas que intencionadamente ponen a nuestra disposición. Las modernas “redes sociales” están cargadas de estupidez, se trata de tener miles de amigos o seguidores aunque no se sepa quiénes son, aunque jamás entres en contacto con ellos. Se difunde y se potencia todo aquello que evita la reflexión, que adocena, que enajena. Es como un círculo vicioso: el sistema pone a disposición de la masa materiales inocuos publicitando el  fomento de esa pseudocultura, y los individuos los solicitan imbuidos en el engaño y la ilusión. Esta deformación intelectual se ha extendido al campo del pensamiento, del pseudopensamiento diría yo.

2. Ideas transversales.
A pesar de haber publicado cada uno de mis artículos con diferente título, abordando temas de actualidad, aparecen de manera explícita, o subyacen, en todos ellos una serie de principios o postulados, a lo que me gusta llamar ideas-clave, que les dan coherencia y continuidad. De manera resumida son estos:
  • La situación económica actual responde al agotamiento del sistema capitalista, enmascarado bajo el paraguas de la “crisis”. Crisis de la que nadie es capaz de diagnosticar su final.
  • El poder político está sometido al poder real, es decir, al económico. Lo mismo ocurre con el judicial y el mediático. El vigente modelo democrático es una estratagema para la dominación de clase. Como dice mi amigo Luís Salcedo, si esta “democracia” no les funcionase se inventarían otra.
  • Los medios de comunicación cumplen a la perfección su función de embelesamiento, enajenación y embrutecimiento de los individuos. La manipulación y el engaño de sus actores es recompensado con unos ingresos disparatados, convirtiéndoles en clase privilegiada. Algo parecido ocurre con el deporte. En ambos casos, sus agentes son instrumentalizados.
  • Las clases dominantes han conseguido imponer y generalizar sus “valores”. El dinero se ha convertido en el máximo exponente en el actual modelo de vida. El afán de enriquecimiento y la codicia dominan a todos aquellos que tienen algún patrimonio. El afán de enriquecimiento no es más que un esfuerzo por ocultar a los demás, y a sí mismos, una intolerable pobreza humana (A. Zugasti). La ley de la codicia dice que “el afán de enriquecimiento es directamente proporcional a la riqueza que se posee”. 
  • En el terreno del pensamiento “progresista”, en una especie de delirio evasivo, se confunde lo deseable con lo posible. Así se publican textos y artículos, o se pronuncian discursos que engatusan a quienes necesitan alguna válvula de escape para encontrar seguridad y consuelo ante una situación que les angustia.
  • Los sindicatos se han integrado de pleno en el sistema. Se han convertido, junto a los partidos políticos, en instrumentos del poder real, contra las clases más desprotegidas.
  • Al poder se le combate con otro poder. El miedo está en relación inversa al poder, a más miedo menos poder y viceversa. Cuando un poder se debilita, el contrario se refuerza. En Román Paladino: Si se lleva a cabo una acción, pongamos por caso una huelga, y no se consigue nada, los patronos o los políticos adquieren más fuerza para llevar a cabo sus fechorías.
  • Los trabajadores, totalmente ausentes de conciencia de clase, se han convertido en un segmento social refractario e inmovilista por el miedo a perder lo que tienen.
  • La sociedad actual está afectada en grado sumo por la indiferencia, la insolidaridad y el conformismo. 
  • En el fondo de todos nuestros males subyace la inmadurez intelectual de una especie que aún no merece el reconocimiento de humana.  
3. Esquema de la actual situación socioeconómica.
De nuevo recurro al resumen para dibujar de la manera más elocuente posible la situación que sufrimos en estos años turbulentos, de inseguridad, desasosiego e incertidumbre. El referente de lo que sería un sistema más racional y más humano para quienes deseamos un mundo mejor habría que situarlo en la recuperación de valores perdidos y en otros tales como la igualdad y la solidaridad, en la desaparición de pasiones tales como el poder y la sumisión y en la búsqueda de la única pasión que permite vivir con independencia e integridad, como es el amor (E. Fromm).

  • El sistema capitalista, a pesar de estar basado en la explotación (y a menudo en la crueldad) ha cumplido una función. El desarrollo tecnológico es innegable y la superproducción ha necesitado el consumo masivo por lo que ha sido necesario hacer algunas concesiones a la clase trabajadora para que pudiera acceder a la compra de excedentes.
  • La acumulación de enormes cantidades de capital en manos de unos pocos ha generado un mercado del dinero, sin que sea necesario, para colmar sus ambiciones, reinvertir en la economía productiva, lo que ha provocado, y seguirá provocando en el futuro, un importante aumento del desempleo, con lo que el consumo se verá afectado.
  • La única salida posible de esta caótica situación, en la que el sistema capitalista ha tocado techo, se encuentra en la estatalización de la economía, pero los poderes actuales caminan justo en sentido opuesto.
  • Pero quienes tienen el dinero, el poder y el control no lo van a abandonar por voluntad propia. Los utópicos se equivocaron de lleno. El poder, pues,  hay que arrebatarlo, disponiendo de una fuerza superior.
  • La “clase política” se encuentra perdida, dando “palos de ciego”, convertida en marionetas  de unos enfermos mentales. Una clase privilegiada cada vez más alejada de los intereses de los ciudadanos.
  • Los medios de comunicación se repiten hasta el hartazgo. Se hacen insoportables para aquellos que se han dado cuenta de la función que se les encomienda. Son irreflexivos, resultan angustiosos…
  • La sociedad está ausente, perdida enajenada, indiferente, viciada, DÉBIL; los individuos que la forman están ahora absolutamente carentes de  conciencia, son, incluso, desconocedores de la que se les viene encima.
  • No se vislumbra ningún agente o grupo que pueda reconducir esta endemoniada situación.
  • ¿Cómo se presenta el medio y largo plazo? Dejo la reflexión y la inferencia para el lector, pero no parece demasiado halagüeño.
  • Pienso que los poderosos y sus gestores están jugando con fuego. Llegado el momento, los individuos se verán obligados a salir a la calle masivamente, habrá agitación social, el poder político resultará inservible para contener a la masa y mantener la “paz social”, función que tienen encomendada. Ante la ausencia de un agente transformador, la agitación social sólo puede convertirse en confusión y desorden.
 Por mi parte, como muchos otros, he decidido eliminar el consumo superfluo: minimizar el gasto en energías (lo que incluye la desconexión de receptores de radio y televisores), restringir el uso del coche particular, comprar los alimentos absolutamente precisos, no solicitar préstamos ni créditos hipotecarios, eliminar la compra de vestidos, regalos, etc., eliminar las salidas al cine, al teatro, a los bares y a los restaurantes. Ahhh, y por supuesto, no acudir cada vez que me convoquen a cualquiera de los actos electorales, es decir, mantenerme en ese grueso grupo de los que nos abstenemos. Si lo que desean es austeridad y restricciones, ayudémosles para acelerar el proceso en el que tanto empeño ponen, apoyémosles  para que esto acabe cuanto antes. ¿Qué otra cosa se puede hacer ahora? 

jueves, 5 de abril de 2012

¿VENDRÁN TIEMPOS MEJORES?

El otro día me crucé con J.L. Sampedro en la calle Andrés Mellado de Madrid. Estuve a punto de abordarle para preguntarle ¿por qué no nos creen cuando decimos que esto no es una simple crisis, que estamos en el final de un sistema que ha funcionado durante unos 500 años?. Pero la prudencia y los buenos modales hicieron que reprimiera ese primer impulso. Quería hablar con el ilustre pensador porque lleva bastante tiempo anunciando que esto es el final del capitalismo. Estas eran sus palabras en el año 2010: “en este momento estamos en la descomposición del capitalismo hacia una situación de barbarie”, y comparaba la época actual con “lo que en su día le pasó a Roma”.
Pero los políticos, con el ánimo de seguir viviendo de este cuento, y los medios de comunicación, con el de seguir sobreviviendo con la manipulación y el engaño, han acuñado, de forma interesada, el término "crisis", convirtiéndolo en el "cajón de sastre" donde domina la confusión. Y de ahí no hay quien les saque. La palabra se ha "estandarizado", y no hay quien se prive de pronunciarla cada vez que hay que poner alguna excusa o justificar cualquier situación.
He rebuscado en los escritos y las entrevistas de Sampedro, pero no he encontrado las razones que él pudiera aducir para pronunciarse con tanta contundencia e insistencia en que esto es el final del capitalismo.
Las verdaderas razones las encuentro, como en tantas ocasiones, en K. Marx. En un artículo anterior, que titulé con el nombre de "Un sistema agotado" (http://www.nuevatribuna.es/opinion/antonio-jose-gil-padilla/2011-07-17/un-sistema-agotado/2011071712581600123.html), decía:  "El pensamiento de K. Marx se hace hoy más vigente que nunca cuando pronosticaba que, a largo plazo, el sistema capitalista desaparecería debido a su tendencia a acumular la riqueza en unas pocas manos, lo que provocaría crecientes crisis debidas al exceso de oferta y a un progresivo aumento del desempleo. Para Marx, la contradicción entre los adelantos tecnológicos, y el consiguiente aumento de la eficacia productiva, y la reducción del poder adquisitivo, que impedirá adquirir las cantidades adicionales de productos, será la causa del hundimiento del capitalismo. Marx no preveía la aparición de lacras tales como la corrupción, la especulación y la masiva evasión de impuestos, tal vez porque nunca pensó en las dimensiones que podría adquirir el capital acumulado, ni en la abultada burocracia política de los actuales estados “democráticos”. Tampoco podía suponer entonces que el enorme desarrollo tecnológico, y el derroche energético, provocarían un deterioro tan bestial del medio natural".

Pedro Olalla nos informa periódicamente de la situación en Grecia. Nos cuenta "un caso más" (http://www.pedroolalla.com/index.php/es/blog) en el que observamos cómo los trabajadores cualificados están dispuestos a realizar tareas de nivel inferior por bajos salarios. Hoy en mi "tele", una señora griega, jubilada, decía que cobraba 400 € de pensión, pero cuando ha ido este mes a cobrar le han dado sólo 150 €.
Aquí, de momento, amplios sectores se permiten viajar en estas minivacaciones. 14 millones de desplazamientos anuncian que se producirán en estos días. Esconder la cabeza bajo el ala es un recurso que se hace más vigente en aquellas situaciones que no se asimilan o que amenazan con tiempos peores. Tal vez sería más consciente aplicar otro dicho: "cuando las barbas de tu vecina veas pelar echa las tuyas a remojar", aplicable a lo que ocurre en Grecia, y también a lo que pasa aquí con todos esos conciudadanos que lo están pasando tan mal. 
¿Vendrán tiempos mejores?. Por el camino que vamos parece difícil. Esta "crisis" de la que nos hablan no parece tener final, lo que la descalifica como algo netamente coyuntural. Las fechas en las que esos "ineptos" (con el reconocimiento oficial de expertos) auguran su final son del todo resbaladizas; antes hablaban del 2013, más tarde decían que todo acabaría en el 2015, ahora oigo hablar del 2022, lo que nos hace pensar que todo es improvisación. Yo pienso que ni los mismos políticos entienden eso de que la cosa se arreglará reduciendo el déficit a base de recortes y subidas de impuestos con consecuencias negativas para los más débiles, pero esas son las medidas que les mandan aplicar desde instancias superiores, es decir, desde el poder económico y desde las instituciones internacionales que defienden sus intereses.
¿Qué tendrá que ocurrir para que la sociedad pase de la inacción y la indiferencia a la protesta y a la rebeldía?. Tal vez peque yo aquí de ingenuo, pero no veo otra salida que la de recurrir a la "ciencia de la historia" para inferir una vida futura que dé al traste con esta agónica situación. En aplicación de la  "ley  de la correlación de fuerzas", cuando una de las partes se siente en superioridad de condiciones abusa hasta el extremo al ver a la otra tan débil. Esto adquiere una dinámica a modo de espiral: más debilidad en los de abajo, más presión de los de arriba, como está ocurriendo ahora. Pero llegado el extremo, a la parte débil, por muy depauperada que se encuentre, no le quedará más remedio  que reaccionar, pero para que la cosa llegue a buen fin es necesario que haya algún agente que organice la revuelta, en caso de ausencia, la agitación social sólo puede convertirse en confusión y desorden. ¿Seremos capaces de organizarnos para luchar por una nueva y futura etapa de justicia e igualdad?.