miércoles, 31 de octubre de 2012

LA RUPTURA DE LA ALTERNANCIA: UN POSIBLE CAMBIO DE RUMBO



La diferencia entre alternativa y alternancia
Es frecuente utilizar indistintamente los términos alternativa y alternancia, cuando, desde nuestro punto de vista, las diferencias son abismales en cuanto a la significación política de cada uno de ellos. La actual práctica política ha dado lugar a esa confusión porque está basada en lo que se conoce como bipartidismo, de tal manera que cada uno de los dos partidos que forman parte de ese juego se van alternando en las tareas de gobierno a lo largo del tiempo. Por eso se dice erróneamente que la alternativa es la otra fuerza política mayoritaria que, en esos momentos, se encuentra en la oposición, ignorando, desde este elemental esquema, al resto de grupos con representación parlamentaria.
El bipartidismo es una fórmula cómoda para el mejor control de los que tienen el poder real, es decir, el económico. Por si quedara alguna duda de quiénes son los que mandan, sólo hay que recordar las declaraciones recientes de un  Exministro socialista en las que decía que, en el tiempo de su mandato, arremetió contra las entidades financieras en una entrevista de TV, señalando algo así como que “la paciencia con los bancos se estaba agotando”, a lo que rápidamente su jefe de filas le corrigió, indicándole que “la paciencia con esas instituciones era infinita”.
Los grupos políticos que se alternan responden de igual manera a los mismos dictámenes que les marcan los poderosos. Unos pueden pintarse de azul, otros de rojo, pero ambos cumplen la misma función: defender los intereses del poder económico.
Por lo tanto, cuando las distintas opciones políticas no ofrecen modelos sociales y económicos claramente diferentes, no constituyen alternativas válidas. Cuando esas opciones, abierta o subrepticiamente, asumen el mismo sistema económico y la misma organización social, y se soportan sobre ellos, se burlan de los ciudadanos, abusan de su ignorancia (generada intencionadamente), vacían de contenido cualquier atisbo de auténtica democracia y convierten la política en un simple mercado.
La alternativa es algo muy diferente a la alternancia. Una organización política o social sólo puede convertirse en alternativa si rompe, en parte o en todo, con el sistema socioeconómico vigente, teniendo como referente los valores de igualdad y solidaridad. Por eso, el partido mayoritario de la oposición del actual modelo político no puede ser considerado nunca como alternativa en este “sube y baja” de la alternancia.

Algunos datos que muestran un cambio de rumbo
Desde las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011 se viene observando un fenómeno algo peculiar que nos muestra una tímida, pero creciente, ruptura del bipartidismo. El desgaste del PSOE a lo largo de su último mandato, junto a las falsas promesas del PP, dieron un vuelco electoral, lo que supuso, como estamos comprobando, una involución que niega ese proceso deseado de caminar hacia alternativas cada vez más escoradas al progreso y la igualdad. El declive socialista dio lugar a una considerable subida de IU que, aparentemente, se ubica a la izquierda del PSOE. Pero lo más interesante se viene observado en las convocatorias electorales posteriores. Si bien es cierto que el PP pierde votos, el PSOE no los recupera, por el contrario, suele perder representatividad, convocatoria tras convocatoria. Los casos más notorios son los de Galicia y País Vasco del pasado domingo 21 de octubre. En Galicia el PP ha perdido unos 140.000 votos, pero es que el PSOE ha perdido más de 230.000. Sin embargo, la suma de los grupos de la izquierda, Alternativa Gallega de Izquierdas más el BNG, suman más de 345.000, superando los 293.671 de los socialistas.
En el País Vasco el resultado ha sido mucho más llamativo. El PP ha perdido unos 16.000 votos, pero el PSOE lo ha hecho en más de 100.000. Sin embargo, irrumpe la izquierda abertzale como segunda fuerza con casi 277.000 votos.
Aunque en ambos casos se trata de elecciones autonómicas, se puede comprobar con claridad que el lógico desgaste del PP no se traduce en una mejora electoral del PSOE. Por otro lado, los grupos más a la izquierda mejoran, y es notorio el aumento de la abstención, llegándose en el caso gallego a manipular las estadísticas para ocultar un descenso de un 10% de la participación (sólo de un 54,4%) respecto a las anteriores elecciones del 2009 (64,4%).

Signos esperanzadores para la ruptura bipartidista
El panorama futuro de los socialistas es bastante desalentador. Las elecciones catalanas de noviembre no se presentan demasiado halagüeñas. Los sondeos pronostican una leve bajada del PP y el desplome del PSOE, lo que sin duda le obligará a celebrar un nuevo Congreso, y revisar el liderazgo de Rubalcaba. De hecho ya están poniendo en cuestión su gestión desde Andalucía y Cataluña, dos importantes feudos socialistas.
La creciente abstención, el natural descrédito del partido en el Gobierno, el declive de los socialistas y un mayor apoyo a los grupos situados a su izquierda pueden dar un giro a esta enquistada fórmula de la alternancia bipartidista que desde el año 1996 se ha convertido en la “regla de los ocho años”.  
La posibilidad de que los grupos políticos situados a la izquierda del PSOE que van teniendo mayor respaldo, cuestionen el actual sistema socioeconómico, junto a la profundización en las reivindicaciones independentistas de las CCAA de carácter histórico, Cataluña y País Vasco, pueden interaccionar, dando lugar, en el corto plazo, a un hecho desestabilizador de una situación que se ha mantenido en el tiempo. Estos momentos de quiebra del sistema e incertidumbre social pueden ser el caldo de cultivo adecuado para que esos cambios posibles puedan fructificar. Ante tal situación nos queda esperar que esos partidos a la izquierda del PSOE vayan fraguando una verdadera alternativa que  pueda canalizar desde la razón los fenómenos a los que puedan dar lugar estos novedosos hechos.



miércoles, 24 de octubre de 2012

ELECCIONES GALLEGAS: UN FRAUDE ESTADÍSTICO



El domingo, como tantos otros ciudadanos, estaba atento a las noticias que los medios de comunicación ofrecían sobre las elecciones Gallegas y las del País Vasco. Es a las primeras a las que me quiero referir ahora.
A eso de las siete de la tarde, más o menos, nos decían que la participación a las cinco era unos siete puntos inferior a la de las elecciones del 2009, lo que pronosticaba un importante ascenso de la abstención en estos comicios.
Pues bien, una vez iniciado el recuento, a partir de las ocho, nos informan de que la participación había sido del 63,80%, 0,63 puntos inferior que en las anteriores que fue del 64,43%. Por un extraño fenómeno, que jamás se ha producido, desde las cinco de la tarde hasta las ocho, la participación recupera esos siete puntos de caída. Esto es una gran mentira del PP, como tantas otras, con el único interés de encontrar una excusa para justificar las nefastas políticas llevadas a cabo por este Gobierno, haciéndonos creer que los gallegos avalan mayoritariamente los recortes y demás medidas que están llevando a este país a un callejón sin salida.

Esta repentina recuperación de la participación, me extrañó tanto que me propuse analizar los demás datos que todos los medios nos ofrecían. El número de votantes ha sido de 1.467.657, cuando en las elecciones del 2009 fueron 1.706.198 los que acudieron a las urnas. Esta comparativa me hizo dudar de los datos de participación: o bien un número en torno a los 400.000 gallegos se habían esfumado, o los datos que nos daban eran falsos. ¿Cómo es posible una participación semejante en ambas convocatorias cuando el número de votantes es sensiblemente inferior en las del 2012?.    
Lo curioso es que ningún partido político ha reaccionado ante este hecho, a la vez que  a todos los medios informativos “se la han colado”.
 Anoche, aprovechando un hueco en mi agenda, me puse a analizar la cuestión desde un punto de vista matemático. Ahí van los datos:

Elecciones de 2009:
Censo INE: 2.691.570
Número de votantes: 1.706.198
Participación real: 63,39%
Participación oficial: 64,43%

Elecciones 2012:
Censo INE: 2.696.513 (unas 5.000 más que en las anteriores)
Número de votantes: 1.467.657
Participación real: 54,42%
Participación oficial: 63,80%

Como conclusión al análisis matemático quiero resaltar que el PP gallego representa a menos de un cuarto de la población censada con derecho a voto: el 45,72% obtenido por el PP del 54,42% de la participación supone únicamente el 24,88% de esa población con derecho a voto.

 Hoy abro Facebook, y me encuentro con un análisis llevado a cabo por “Democracia Real Ya”, idéntico al que yo hice anoche, lo que me confirma que estoy en lo cierto. ¿Qué ha ocurrido?, que han excluido a toda la población empadronada que reside fuera de Galicia, porque, por lo que parece, esta vez han decidido abstenerse casi en bloque (no han solicitado el voto por correo), lo que dice poco a favor de este modelo político en permanente declive. El PP ha manipulado los datos con el fin de reforzar la nefasta política que está llevando a cabo en todo el Estado. Y lo curioso es que pocos nos hemos dado cuenta de este fraude estadístico que se ha producido por primera vez. ¿Es posible que a partir de ahora asistamos a “pucherazos” electorales sin que los mass media se den cuenta de ello?. Evidentemente, lo que ha ocurrido potencia el desprestigio de la actual práctica política, y deja en muy mal lugar a los medios que nos informan porque, por ignorancia o por intereses, se dejan llevar por el engaño. 

lunes, 22 de octubre de 2012

ÉRASE UNA VEZ



Nos encontramos  lejos de la realidad pasada, no sabemos con certeza dónde estamos ahora. Tal vez esto sea pura fantasía, quizás estemos en una burbuja que vaga por un mundo imaginario. La inacción, la indiferencia y el miedo, sobre todo el miedo, son los motivos por los que nos encontramos así. Hemos llegado a tal situación por la vía del aturdimiento, lo que hace que gran parte de nuestra memoria haya desaparecido. Sólo queda el difuso recuerdo de aquello que nos ha traído hasta aquí, lo que permite narrar a los que no lo vieron lo que fue un mundo enloquecido dirigido por unos enfermos de codicia a los que una estúpida manera de vida se les fue de las manos.

Mirad -les dice uno de aquellos supervivientes a los que no lo vivieron- la hipocresía, junto a tantas otras miserias, impregnaba múltiples dimensiones vitales en aquel lugar, convirtiendo a la sociedad en masa,  en un conjunto de individualidades necesitado de ser guiado para malvivir. Regía aquella malintencionada regla de la psicología  según la cual la inteligencia es la capacidad de adaptación al medio, y bien que nos adaptamos. Poco a poco, se fueron perdiendo algunos valores que en tiempos muy remotos nos permitieron convivir como seres más racionales, pero la solidaridad y la conciencia social se fueron trasformando en incomunicación, en indiferencia y en cada uno a lo suyo, imitando a los que tenían el dinero.
Las capacidades intelectuales fueron decayendo, de manera que cada vez era más difícil comprender, analizar la realidad con certeza y librarse del engaño. Los medios de comunicación, con su machacona y repetitiva función, jugaron un papel fundamental en ese encargo encomendado para anular el pensamiento propio.
Algunos que se empeñaban en aportar un poco de luz  sufrían el desencanto por la imposibilidad de “calar” en las cada vez más ausentes conciencias y en ese nulo pensamiento de gran parte de los individuos de aquel tipo de sociedades. Se daban cuenta de la dificultad que tenían para romper con lo establecido, con lo que era considerado políticamente correcto. Y lo correcto era asumir un modelo político formado por truhanes que defendían los intereses de un sector minoritario, estaban ahí para eso. Pero todos los elementos que formaban parte de esa mentira se fueron corrompiendo, y las estructuras, como no podía ser de otra manera, se derrumbaron, y cuando algunos se dieron cuenta ya era tarde para reconstruirlas.
Toda aquella aceptación de lo establecido, o la búsqueda de ingenuas e ineficaces alternativas, se debía al miedo a enfrentarse a una situación real que nos asfixiaba, pero que preferíamos ignorar, escondiendo la cabeza bajo el ala, o refugiándonos  en guetos que nos aislaban de esa realidad, y  en enajenantes distracciones normalizadas que intencionadamente ponían  a nuestra  disposición.

No supimos poner remedio a esa deriva que nos ha traído hasta aquí -pensaba el narrador- ahora en solitario. El sistema generó fenómenos con vida propia que se sobrepusieron, incluso, a los que creían que tenían el control absoluto.
Tuvimos la posibilidad de caminar hacia un mundo mejor que aquel que se corrompió, aquel que  por nuestra pasividad dejamos que se corrompiera. Esta especie nuestra desbordó los límites de la irracionalidad en la que vivimos durante tanto tiempo. Estamos aquí, en esa burbuja a modo de incubadora con la confianza y el deseo de que renazca una especie renovada, una especie que de verdad pueda ser considerada, con razón, humana.