La izquierda a la que hago referencia no
es esa a la que se refiere ese término ambiguo que forma parte del binomio en
el que en el otro extremo está la derecha, sino a aquella que está por la “superación
del capitalismo y el avance hacia una sociedad sin explotación y sin
alienación, hacia un socialismo concebido como la plena realización de los
derechos humanos y la profundización de la democracia”. Esa es la esencia de la
izquierda real.
Ante la trayectoria de la izquierda
nominal cabe la pregunta: ¿existe una organización oculta que trabaja para que
esa izquierda real se vaya desvaneciendo o es su propia capacidad autodestructora?
Evidentemente el sistema capitalista no va
a permitir su transición a otro sistema como ese que proclama la izquierda. Por
el contrario, pondrá todos los inconvenientes para que eso no ocurra. Para ello
dispone de instrumentos más que suficientes. Cuenta con una clase dominante que
dispone del dinero y de su control, de unos medios de difusión, de las
religiones y de una sociedad de baja capacidad intelectual, manipulable y
adaptada a las normas marcadas por el poder. El sistema ha adquirido vida
propia y no necesita inyectar demasiada energía para que la cosa funcione a su
antojo. Por eso, pensamos que no hay necesidad de que un equipo oculto y
específico se dedique a destruir todo aquello que perturbe su funcionamiento,
ni la correlación de fuerzas.
El afán de protagonismo es un elemento que
juega a favor de esa pérdida de identidad de esa izquierda real, de esa
izquierda que solo anida en el imaginario
de algunos hombres y de algunas mujeres, que choca frontalmente con una
sociedad como la actual. Distinguiremos pues entre lo que vulgarmente se conoce
como izquierda y esa izquierda real en la que se incluye a todas y todos que quisieran un
cambio en profundidad, formen parte o no de instituciones políticas.
En estos momentos, lo que se conoce como izquierda, esa izquierda formal, esta repartida entre Podemos y Sumar, sin que se sepa quienes participan de ambas formaciones. ¿Dónde se encuentra Izquierda Unida, y el Partido Comunista?, victimas de esa desdicha a la que nos referimos en el enunciado. Más abajo comentaremos esas erráticas carreras que han sufrido a lo largo del tiempo.
Las encuestas, manipuladas todas, dicen que
si se unieran saldrían beneficiadas. Sin embargo, parece que si van separadas
puede ser el derrumbe de ambas o, al menos, de una de ellas. El sentido común
avala los diferentes resultados de esta dualidad (juntos o separados).
La posibilidad de que surja una formación
política fuerte en las próximas elecciones se enfrenta a varios inconvenientes:
el propio sistema de elección que en la mayoría de los casos pierde el carácter
de proporcionalidad, la inmadurez intelectual de la mayoría del electorado y la
desorientación de la parte más ideologizada de no saber donde se encuentra esa
izquierda transformadora, y que opte por la abstención.
Desde
el X congreso de 1981 hasta el XV de 1998 el PCE ha sufrido transformaciones y
divisiones perdiendo capacidad revolucionaria, militantes y votantes.
Es el 1986 cuando cambia de estrategia y,
junto a otras fuerzas, se crea Izquierda Unida(IU) que va obteniendo un apoyo
electoral irregular, consiguiendo la máxima representación con Julio Anguita
como líder de la coalición.
Pero, en esa dinámica de divisiones, IU
sufrió una fuerte agresión al aparecer una nueva corriente convertida en
partido independiente, el PDNI creado por Cristina Almeida en 1997.
En la convocatoria de mayo Sumar no se
presenta, sin que haya dado pistas de a que grupos apoyará. Parece que no lo
hará con Podemos.
El futuro es incierto, pero todo apunta a
la pérdida de apoyo a Podemos, si no a su desaparición del panorama político.
Sumar se confiesa como un grupo de
ideología socialdemócrata como alternativa al Partido Socialista, por lo tanto,
esa izquierda añorada por algunas y algunos, es difícil encontrarla
representada en las actuales formaciones.