domingo, 21 de diciembre de 2014

EL PSOE Y SUS PROBLEMAS

Por si fueran pocos los problemas que tiene el PSOE como consecuencia de su evolución, del papel hipócrita que ejerce (y ha ejercido), del desencanto de la ciudadanía y otras circunstancias derivadas, por si esto no fuera suficiente para llegar  a la situación en la que se encuentra, ahora salen a la luz algunos de los problemas internos que tienen en lo más alto de su organigrama.
El actual Secretario General fue encumbrado por la actual Presidenta de la Junta de Andalucía -algo que, inicialmente, no se entendía- dejando en la cuneta a Eduardo Madina, que parecía el candidato con más posibilidades. Pedro Sánchez debió pactar con Susana Díaz para repartirse el pastel: él Secretario General, ella candidata a las elecciones generales del 2015. Pero Pedro, una vez asentado en la poltrona, dice que nanay, que él quiere ser el candidato. Susana desorientada, se revuelve contra el otro. Las críticas veladas de ésta no dejan de resonar en todos los medios. Poco dura la alegría en la casa del pobre; poco tiempo ha durado el liderazgo de Sánchez sin ser cuestionado por los suyos, pero es que, salvo en alguna excepción, la pugna por el poder se ha convertido en norma en el PSOE desde su fundación: Besteiros versus I. Prieto y Largo Caballero, Borrel versus Almunia, Bono versus Zapatero, etc. Pues ahí tienen un problema más para añadir a todo aquello que, de forma progresiva, está provocando el derrumbe de los socialistas.
Pero los grandes problemas van más allá de los puramente domésticos. A raíz del triunfo del 82, su, por entonces, líder, convertido en Presidente de Gobierno, pedía cuarenta años para llevar a cabo sus políticas. Su mandato permaneció durante catorce años, rompiendo la regla de las dos legislaturas seguidas, pero la corrupción y el desencanto nos puso en las manos de un gobierno reaccionario que sufrimos durante ocho años, recuperando la regla de las dos legislaturas, que, más tarde, se materializaría en otros ocho años de gobierno socialista. Es deseable que esa norma se incumpla de nuevo, y el actual gobierno del PP, después cuatro ominosos años, pase a las catacumbas.
Estas idas y venidas de los gobiernos del PSOE, que forma parte de lo que el sistema denomina alternancia, en una sociedad más progresista que conservadora, como es tradicionalmente la española, son consecuencia de un desajuste entre el ideario teórico de la socialdemocracia y el papel que tiene que llevar a cabo bajo el control del poder económico. Las siglas y el ficticio ideario han confundido durante bastante tiempo a amplios sectores sociales. La fase expansiva de la década de los ochenta y los noventa coincide, en buena parte, con los gobiernos socialistas, lo que les permitió apuntarse un tanto haciendo creer que todo fue gracias a su gestión.
Pero, aunque tarde, los individuos se dan cuenta de sus errores. J. Ibsen, en boca del Dr. Stockmann, en “Un enemigo del pueblo”, tal vez en clave de metáfora, dice que los ciudadanos tardan 30 años en darse cuenta de su equivocación.
Ahora, incluso antes, nos hemos dado cuenta de que tanto PP como PSOE defienden los intereses de los de arriba, lo que pone a los socialistas en una situación difícil. El juego bipartidista se derrumba, y deja de ser una herramienta válida en Europa y, en particular, en España.
El PSOE lo tiene muy difícil en un panorama político complejo. La falta de credibilidad le lleva a la deriva, dejando un amplio espacio libre en lo que se conoce nominalmente como izquierda. Está la cosa como para echar leña al fuego con estos líos internos. Por todo ello, su papel se va a ver relegado a ser un partido “bisagra”.  Hemos de esperar que el escaso nivel de dignidad que les queda a sus dirigentes evite que  pacte con el PP, verdadero enemigo del pueblo. Aunque hay que ser conscientes de que es el poder económico el que impone las reglas del juego.