lunes, 24 de junio de 2013

DE POLÍTICOS PROFESIONALES Y DE MOVIMIENTOS SOCIALES ANTE LA ACTUAL SITUACIÓN

Desigualdad creciente con la intención de llegar a la bipolarización extrema de ricos y pobres, paro y precariedad, impunidad para los corruptos, acumulación irracional de capitales, decadencia de la fase productiva de los últimos 150 años, innecesaria fuerza de trabajo para enriquecerse, una práctica política inservible y una inacción popular frente al desastre son algunas notas interrelacionadas que dibujan el actual panorama socioeconómico.
Por todo ello, cada vez es más palpable esa situación vital que apunta hacia un nuevo  paradigma, pero que parece imposible que pueda consolidarse a largo plazo. Sin embargo, el proceso de transformación que estamos viviendo supone pobreza y sufrimiento para una parte creciente de la sociedad.
¿Cabe alguna posibilidad de que el camino emprendido por el poder real pueda enmendarse, o serán las leyes naturales las que regulen la vida futura en sociedades como la nuestra?

¿Quiénes son los políticos?
De los actuales políticos de uno u otro bando poco cabe esperar. El acceso a la política oficial está totalmente restringido, acotado y controlado. Los gobernantes se fraguan en los partidos políticos, gentes sin experiencias laborales externas, reduciéndose sus vivencias a la exclusiva relación dentro del partido y de su dinámica, una dinámica basada en la promoción interna a través del vasallaje, del enfrentamiento entre tendencias, de la suerte y del oportunismo; todo ello requiere la afiliación temprana y…, a esperar y aguantar. Los diputados(as), senadores(as), los ministros, los alcaldes, etc., todos ellos surgen de esos “yacimientos”, de los partidos políticos. No hay ninguna posibilidad de acceso al poder si no es mediante esta vía. ¿Quién garantiza las capacidades, incluidas las intelectuales, de estas gentes que nos gobiernan?, ¿cómo romper la actual situación?

El surgimiento de movimientos sociales, y su ineficacia
Dos motivos han dado lugar a la aparición en España de un elevado número de grupos de lo que se conoce como movimientos sociales: la degeneración de la democracia, ya de por sí dañada desde su nacimiento, y la ausencia de grupos políticos que trabajen por la trasformación del actual sistema socioeconómico y del modelo político que lo sustenta.
Movimiento 15M, 25S, Frente Cívico, Democracia Real Ya, Cumbre Social, Toma el Congreso, son algunos de esos grupos que desde hace algunos años llevan a cabo acciones al margen de la práctica política de los partidos.
Me parece que es conveniente hacer una profunda reflexión sobre el origen y finalidad de esos movimientos, de tantos grupos que nos convocan una y otra vez a esas movilizaciones que sólo sirven para darnos de bruces contra un muro cuando se llevan a cabo. Podría ocurrir que su razón de ser fuera la de canalizar el descontento por la vía de la simple salida a la calle de vez en cuando, impidiendo, de esta manera, ejecutar otras acciones que pudieran dar mejores resultados. La ineficacia de tales movilizaciones hace que cada vez sean menos numerosas, frustrando las expectativas de sus convocantes y de los convocados.

En consecuencia, ante la posición de los partidos políticos, y la ineficacia de tantos y tantos llamamientos dirigidos a la ciudadanía, es necesario hacer un esfuerzo intelectual para pensar en acciones eficaces que, al menos, nos saquen de este círculo vicioso en el que los actos de protesta sólo sirven para desahogo de unos cuantos que no ven más allá de sus narices. Las manifestaciones de protesta al uso son admitidas, incluso valoradas, por los agentes más abyectos y por las fuerzas más reaccionarias. Mientras esto siga así, mientras nos refugiemos en acciones como las que ahora se llevan a cabo, seremos presa de los malvados, y, consciente o inconscientemente, seremos cómplices del mantenimiento de un mundo injusto, irracional, inhumano y cruel.

martes, 18 de junio de 2013

¿QUÉ MÁS TIENE QUE PASAR?

Hoy me llega vía email una carta, una de tantas de las que circulan por la red, haciéndoles ver a los que aún votarían al partido en el Gobierno, más de ocho millones, su equivocación por seguir apoyando a un grupo  como el que detenta ahora el poder político nacional y regional, convertido en un pozo de corrupción y de mierda. Ríos de tinta, o miles de megabytes comentan, denuncian o critican los comportamientos políticos y las conductas personales de los dirigentes del PP, pero las cosas siguen igual, no pasa nada, las urnas lo soportan todo. Han ganado por mayoría absoluta y están legitimados por cuatro años hagan lo que hagan.
Estos políticos saben muy bien de qué va este negocio. Saben que su función es la de  proteger a los ricos, y cobran por esa tarea, sabiendo que entre todos caminan en  el tándem de la corrupción. Todo eso de los principios o de la ética se la suda. La degeneración está servida.
En mi vida he visto nada tan escandaloso, y tan escasa respuesta ante los hechos que se suceden, y que nos cuentan los medios de comunicación a diario. Aparecen como si se tratara de una película, como una serie que, con el mismo guión, cada día aportan algún dato nuevo, aunque los protagonistas suelen ser siempre los mismos. El cine, la ficción y el plasma han hecho mucho daño. La realidad queda eclipsada y se nos cuela en casa filtrada, manipulada y repetitiva hasta el punto de asumir la maldad, el abuso, la sinrazón y la falta de humanidad como algo normal.
Por el otro extremo, la desigualdad, la pobreza, el desamparo y la crueldad comparten pantalla. Ya estamos tan inmunizados que tras una noticia sobre un tipo que ha robado un montón de millones, nos muestren otra en la que nos dicen que una cuarta parte de los niños de este país están desnutridos. Ambas son asumidas de igual forma porque la anestesia permanece durante todo ese tiempo en el que perdemos dioptrías ante el aparato de TV.
¿Qué más tienen que pasar? Los máximos dirigentes del partido en el Gobierno entienden esto de la política como un negocio. Nos dicen los diarios que en unos cuantos años se han forrado, burlando esa legalidad a la que ellos aluden cuando hay que reprimir o someter al pueblo llano. Es tremendo, porque dicen que son los máximos representantes de los ciudadanos. Se burlan de todos. Bien pensado: ¡da miedo! La inseguridad, el desasosiego o la inestabilidad y la precariedad laboral pasan a un segundo plano. El pánico les coloca en esa segunda plaza.
Por si fuera poco el hecho de que el actual presidente de Gobierno carezca de cualquier principio ético, burle la ley, sea un mentiroso: “no he venido a la política para ganar dinero”-dijo-, desprecie a la ciudadanía y tenga la desvergüenza de seguir en su puesto, además de eso, el expresidente de los patronos (CEOE) está en la cárcel, el expresidente de una de las mayores Cajas de Ahorros (Bankia) también está en la cárcel, el que manejaba los dineros del PP está multimputado por ladrón. La Corona: ¿qué decir de la Corona? ¿Hay quien dé más? ¿Es esto lo que llaman marca España?
“Aún en estas condiciones no parece cercano un “estallido social”. Más bien parece que vamos por el camino de la aceptación de los hechos, de la caridad como única forma de ayuda a los más necesitados, del refugio en la miseria”.



miércoles, 5 de junio de 2013

TRABAJO SOCIAL PARA LOS DESEMPLEADOS

En algunos ayuntamientos están apareciendo nuevas “figuras” laborales: los parados se dedican a tareas internas, fundamentalmente relacionadas con la limpieza y cuidados de jardines. De momento, esto se está llevando a cabo de una manera improvisada, con miedo y sin la atención que el asunto requiere. La medida, ha sido cuestionada por los Sindicatos y, en general, por la izquierda política, pero ahora, ante le evidencia, las organizaciones sindicales “proponen que los ayuntamientos contraten a parados sin prestaciones” (sic).

Esta medida, la de ocupar a los desempleados fuera del sistema productivo, se hace inevitable, sobre todo por un asunto de carácter humano. Lo que ocurre es que requiere el adecuado estudio para que resulte positivo para todos. Hace ya algunos años,  en “En los límites de la irracionalidad”, hice este comentario:
“Como consecuencia del desarrollo tecnológico, de la reproducción del dinero mediante fórmulas especulativas, de la aparición de nuevos focos de producción en países emergentes y otras circunstancias semejantes, la fuerza de trabajo será cada vez menos necesaria, por lo que el desempleo en los sectores productivos no se reducirá, por el contrario irá en aumento. Las coberturas sociales a desempleados, que ya ocupan un importante capítulo en el actual panorama económico, si se desea mantener la “calma” que el poder necesita, tendrán que aumentar, al menos, en número, de tal manera que habrán de acostumbrarse a convivir, en un mismo entorno, colectivos con un empleo productivo y otros sin él, cuyos componentes podrían ocuparse de tareas subsidiarias o de carácter social en el marco de las administraciones, para escapar de esa sensación de parasitismo a la que puede dar lugar el ser un parado de “larga duración”. Todo ello aparejado con el empobrecimiento generalizado de las clases populares: rebaja de pensiones, reducción de los salarios, “recortes” o eliminación de los servicios públicos, etc. Pero conviene preguntarse: ¿hasta dónde podrá soportar el sistema este fuerte desequilibrio entre mano de obra empleada y parados de larga duración, más un elevado colectivo de trabajadores en situación de jubilados o prejubilados?” (http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, pág. 199)
Esto se hace inevitable. El sistema, con las actuales estructuras, no será nunca capaz de ocupar a toda la población laboralmente activa. La etapa productiva de occidente, que trascurre desde mediados del XIX hasta –aproximadamente- finales del siglo XX, ha tocado fondo. El proceso de crecimiento de esa etapa se ha invertido en la vieja Europa. La economía se ha ido trasformando hasta convertirse en una economía de “mercados” financieros. Esto quiere decir que el capital ha encontrado nuevas fórmulas para obtener enormes beneficios. Es más rentable, por ejemplo, comprar deuda soberana de países endeudados como el nuestro que “montar” un nuevo negocio, o ampliar el que ya está creado. La cosa es bastante más compleja. Otros factores diferentes a la especulación y al mercado del dinero intervienen en el declive de esa anterior fase productiva de crecimiento permanente. Tal como hemos señalado en el texto en cursiva, la aparición de nuevos países productores con mano de obra más barata, la saturación de los mercados, el agotamiento de recursos fósiles, etc., son otros tantos factores que nos avocan a una situación diferente a la vivida en décadas pasadas.
Pero lo que aquí queremos tratar es la situación de aquellos y aquellas que no tienen opción de participar en la actividad productiva, de los que se encuentran en paro, de los que nunca podrán trabajar en esas tareas remuneradas por el patrono, etc.
La situación que vivimos evidencia el agotamiento de ese largo periodo de economía capitalista, en el que destaca la etapa de unos 150 años, a la que hemos hecho referencia anteriormente. A pesar de ello, del evidente agotamiento, no hay quien plantee alternativas fuera del sistema vigente. Todo son parches, propuestas incoherentes o tapones en los agujeros por el que el modelo se desangra. Pero esto sólo sirve para mantener mansa a una  sociedad cada vez más compleja y más desigual. El poder se resiste, y maneja todos los resortes que tiene a su alcance para seguir sembrando desigualdad, en un marco de miedo, indiferencia e inseguridad.
Aún en estas condiciones no parece cercano un “estallido social”. Más bien parece que vamos por el camino de la aceptación de los hechos, de la caridad como única forma de ayuda a los más necesitados, del refugio en la miseria. Parece que el auxilio a los más desprotegidos lo tendrán que llevar a cabo los sectores sociales próximos a ellos. Es decir, los pocos recursos que lleguen a manos de los que poco o nada tienen lo tendremos que hacer los trabajadores que aún mantenemos regularmente unos ingresos. Nada de quitarles a los que se han enriquecido con el trabajo de otros, nada de recuperar lo que se ha granjeado a través de la corrupción o de la especulación. Nada de incrementar la carga impositiva de quienes mantienen sueldos o ingresos astronómicos.
Por todo ello, ante esa ausencia de rebeldía de una sociedad mansa, será inevitable aceptar, por parte de la clase trabajadora, las rebajas salariales y el incremento de impuestos para socorrer a quienes no tienen empleo o a los que nunca lo tendrán, en el marco de un sistema que nadie cuestiona a pesar de ser incapaz de dar respuestas a los graves problemas que sufrimos.