I Previo. Cuando, en este país, se dan situaciones políticas como la actual, aparece, entre sus pobladores, ese pesimismo generalizado de que esto durará poco y pronto gobernará lo que llamamos derecha, como forma más afín con el actual sistema socioeconómico. Además, la oligarquía busca maneras más reaccionarias que refuercen a esa derecha con aparente imagen moderada, es decir, el PP. De esta manera crearon esa formación que llamaron Ciudadanos, pero ante el fracaso, han recurrido directamente a reforzar al fascismo que en España se materializa en Vox, aunque no permitirán que sea más que un apoyo al PP, ya que un gobierno abiertamente fascista podría generar un revuelo que fuera más allá de un simple apoyo a la conocida izquierda moderada.
Además, algunos han analizado la trayectoria electoral
y han establecido la regla de los ocho años o dos legislaturas de permanencia
en el Gobierno. Entre unas cosas y otras, el mensaje optimista se sustenta en
el esfuerzo que hay que llevar a cabo para romper con esa regla y con ese
pesimismo histórico de ruptura del gobierno más progresista.
E. Wallerstein estableció una norma que denominó “La
ley del trinquete” según la cual el proceso hacia una sociedad más avanzada,
más democrática, se apoyaría en la alternativa y no en la alternancia de
fuerzas políticas, que es la fórmula aplicada en países como el nuestro. El
gobierno del PP con el apoyo de Vox supondría una involución con la supresión
de leyes promulgadas en los últimos años.
II El actual Presidente del Gobierno, supongo que consensuado con sus Ministros, ha adelantado unos meses las elecciones generales para el día 23 de julio de este año, es decir, para dentro de mes, más o menos. El detonante ha sido los malos resultados en las Autonómicas y Municipales del 28 de mayo y el éxito del PP que globalmente supera al PSOE en unos 700.000 votos, lo que supone un 3% aproximadamente.
Con esta medida P. Sánchez, con arrojo, da
un paso hacia adelante, convirtiéndose en protagonista este hecho, ante la
celebración del éxito del PP, y evitando la permanente petición del adelanto de
elecciones, lo que supondría un desgaste político y personal de los miembros
del actual Gobierno.
En los últimos días, P. Sánchez ha propuesto
un cara a cara con Feijóo durante seis semanas. Los del PP se acojonan. P.
Sánchez les lleva, de nuevo, la delantera.
Hasta aquí, un resumen de la información
que la mayoría conocemos o deberíamos conocer, ahora: el análisis.
III ¿Cuáles son los motivos que inducen a que una persona se decida por una o por otra de las opciones que se presentan a las elecciones?:
Los intereses personales, ojalá fueran de
clase. La ideología propia o inducida. La razón.
Puede ser un único factor, pero, por lo
general, suele ser una mezcla de todos ellos, salvo aquellos que lo hacen sin
criterio alguno muy ligado a quienes lo hacen por ideología inducida, sector
mayoritario al que nos referiremos con detenimiento.
Votar por los intereses personales es, en la clase trabajadora, una forma razonable de votar a aquellos que trabajan por la mejora de las condiciones de vida del votante económicamente más débil, como por ejemplo el aumento de los ingresos, la mejora del acceso a la vivienda, la igualdad, etc. No cabe duda que aquellos que tengan unas condiciones de vida muy por encima de la media intentarán mantenerlas votando a grupos conservadores, salvo que algún otro de los motivos prevalezca. Sin embargo, esta norma no se ajusta a la realidad. Un gran número de votantes de la clase trabajadora votan a partidos que van o irán en contra de sus intereses.
El voto ideológico, como decimos, puede ser ajustado al ideario personal o inducido por el poder dominante. En el primer caso, suele ser un voto de izquierdas, y pertenecer a personas íntegras, a quienes les gustaría un sistema diferente, y trabajan, en la medida de sus posibilidades, y de su voluntad, para conseguirlo.
Sobre el voto inducido es necesario
preguntarse: ¿Qué clase de personas necesita el poder en un sistema como éste?
Necesita hombres y mujeres que cooperen
sin rozamientos en grandes grupos, que deseen consumir cada vez más, y cuyos gustos estén estandarizados y fácilmente puedan ser influidos y
previstos.
Necesita hombres que se sientan libres e independientes,
no sometidos a ninguna autoridad, a ningún principio, a
ninguna conciencia; pero que quieran ser mandados, hacer lo que se
espera de ellos y adaptarse sin fricciones al mecanismo social. (E. Fromm).
Este, el voto inducido, constituye el grupo
mayor de individuos de este tipo de sociedades, lo que desvirtúa la idea y la
práctica de democracia. Los medios de comunicación, como tantas veces hemos
dicho, son una potente herramienta del sistema para frenar el avance hacia la
igualdad. En la actualidad, es algo contra quien tiene de combatir el actual
Gobierno. No hay ninguna cadena o emisora neutral, ni tan solo las públicas.
Grandes masas que apoyan a la derecha son embaucadas y sufrirán el deterioro de
su medio vital con las políticas que llevarán a cabo aquellos a los que han
votado. El caso más sangrante es el de la Comunidad Autónoma de Madrid. Le
otorgan la mayoría absoluta a quienes recortan, y seguirán hasta suprimir, los
servicios públicos.
En este caso, subyace una sociedad con un
bajo nivel de capacidad intelectual de la que se aprovecha el poder dominante.
Por este motivo hace muy poco para universalizar una población pensante.