martes, 26 de noviembre de 2013

LA DICTADURA DE LAS URNAS (Un asunto netamente político)

Participar en democracia es algo más que ser sujeto pasivo durante los cuatro años de cada legislatura, es decir, durante todo ese tiempo que va de una a otra convocatoria electoral. Ser demócrata es algo más que ser elegido en una lista en la que un determinado partido político te ha colocado, atendiendo a criterios puramente endogámicos. Ser demócrata es, en esencia, poseer unos valores entre los que impere la igualdad y la justicia. Ser un verdadero representante del pueblo es estar en conexión directa con los que te han elegido, defender los intereses de la mayoría y estar dispuesto a dejar la representación cada vez que te lo pidan los que te han elegido, o cuando no seas capaz de cumplir con tus promesas. Una democracia es aquella en la que la voz del pueblo sea su razón de ser, en la que los ciudadanos tengan participación directa. Para que lo entandamos bien, la democracia, expresado sin rodeos,  es todo lo contrario a lo tenemos en países como este nuestro.
En este engendro de representación política que tenemos, por lo que se ve, cabemos todos: desde los demócratas que desean un modelo auténtico de representación y participación hasta los del PP. Desde este mismo momento, yo me pronuncio en contra de la “democracia” de los “peperos”. Estos, que nunca fueron demócratas,  hacen uso del engendro para acceder al poder político, aupados por los verdaderamente poderosos, y elegidos por una masa ignorante, fanática o distraída. Los medios de comunicación juegan un importante papel, distrayendo, embelesando, enajenando y embruteciendo a los que se prestan a ello, es decir, a una buena parte de los votantes.
Por lo que parece, 186 diputados legitiman al PP para hacer y deshacer a su antojo, o al antojo de sus “amos”, los que tienen el poder real. Después de toda una campaña de desprestigio del anterior Gobierno, en la que los mass media fueron pieza clave,  el desgaste y los ataques permanentes, de la por entonces oposición,  dieron sus frutos.
El agotamiento del sistema socioeconómico queda, de esta forma, resumido en un simple cambio de Gobierno, como si esto fuera la panacea, la solución a los graves problemas que origina el final de una larga etapa, derrumbe que no se repara con el mero cambio de signo político de los gobernantes. Una significativa e ignorante parte de los votantes otorga al PP la tan buscada victoria. Sus acomplejados y frustrados dirigentes logran lo que tanto anhelaban. Por fin su rancia y reaccionaria posición política se materializa en una mayoría absoluta.  ¡Ay de los pobres “diablos” que ahora se arrepienten de haberles votado!
Estos, los del PP, nunca han sido demócratas, pero como las cosas funcionan de esta manera, se sienten ahora dueños y señores de la democracia. Se sienten los más demócratas de mundo. Pero, repito, yo no formo parte de ese juego.
Después de esa aplastante victoria, de su victoria: ancha es Castilla. “Ahora se van a enterar estos”, parece que han pensado: ¿pensado? Tengo mis dudas si piensan o simplemente se dejan llevar por los de arriba y por sus propias ambiciones y espurios deseos. Además, la abundancia de votos les sitúa en una favorable situación para encubrir esa enorme corrupción que vienen arrastrando desde su anterior “asalto al poder”, pero que, ahora, queda eclipsada porque han ganado y tienen poder para camuflarla con el engaño y con todos los instrumentos jurídicos a su disposición y servicio. Ahora tienen fuerza para combatir y limpiarse de toda esa mierda en la que están inmersos.
Después de conseguir lo que buscaban con el engaño y el abuso de una sociedad ingenua y, en gran medida, ignorante, se convierten en dictadorzuelos a imagen de quien fuera su referente político. Leyes a mansalva para eliminar algunas ventajas sociales aprobadas por los socialistas en las dos anteriores legislaturas. Educación, sanidad, prestaciones sociales y reformas laborales son las presas principales de una política de radicalización social, de una marginación  de los más débiles. Por si fuera poco, los avances en cuanto a la libertad, como es el caso del aborto voluntario, quedan cercenados. El colmo de la represión será plasmado en una norma que llaman de “seguridad ciudadana” que nos arrastra a tiempos tenebrosos. ¿Alguien se ha puesto a pensar, por ejemplo, en lo que supone una sanción administrativa de 600.000 €? ¿Alguien sabe quiénes son los que pueden pagar esa enorme cantidad de dinero? ¿Qué harán? ¿Nos embargarán lo mucho o poco que tenemos? En fin, una locura. Pienso que nos están preparando para un futuro negro en el que convivirán ciertos sectores sociales privilegiados con una mayoría subyugada y miserable, ahora silente.
En suma, su “democracia” convertida en una  dictadura de las urnas no es la democracia del pueblo, desde luego no es la mía. Ahora muchos y muchas comprobarán que no es lo mismo PP que PSOE, después de haber torpemente coreado: “la misma cosa es PSOE que PP”. Y no es que yo quiera defender a los socialistas, que no sé que podrán hacer después del desaguisado que estos están ocasionando, si es que alguna vez vuelven a gobernar. Mi democracia no es esta, por eso mi opción en la actualidad, la más democrática, es la abstención, y mi trabajo el de participar, de la mejor manera que pueda,  en la elaboración de una alternativa que verdaderamente responda a las necesidades y deseos de todos y, especialmente, de los más necesitados, con todos los impedimentos que eso pueda conllevar.




jueves, 21 de noviembre de 2013

UN MÉTODO PARA ABORDAR EL ESTUDIO DEL SISTEMA (u otros asuntos de interés) (Necesidad de una “tecnología” para la comunicación, y el estudio del sistema y de la historia)

Siempre ha habido hombres y mujeres, mujeres y hombres, que, a lo largo de la historia, han intervenido, e intervienen ahora, en el estudio de asuntos de mayor o menor importancia, a través de la escritura, la exposición verbal, el debate o la simple discusión. Las nuevas tecnologías físicas (radio, TV, ordenadores, etc.) aplicadas a la comunicación favorecen y dinamizan toda esa actividad. Esta aparente facilidad para la comunicación permite que prolifere la información sin que se puedan establecer límites en la libertad de expresión, ni fronteras. Pero esa facilidad para comunicar tiene graves inconvenientes porque tal abundancia de escritos, debates (la mayoría de las veces pseudodebates), tertulias, charlas, conferencias, coloquios, etc., exige una tarea de selección y de clasificación, capacidades que por ausencia o por dejadez no se practican. Así, nos encontramos cada día con una ingente cantidad de datos, noticias, artículos, comentarios, etc., que se nos muestran a través de tantos y tantos medios. Una vía de comunicación, de uso fácil y frecuente, son las llamadas “redes sociales”. Tal vez esta forma de relación merezca un exclusivo tratamiento, pero sólo decir aquí que lo que van buscando los “socios” adscritos a estas redes, es que se les escuche, aunque quizás esto también ocurra en todos los demás casos. Por otro lado, la pretensión de acaparar cuantos más “amigos”, seguidores o participantes mejor, invalida la comunicación. Es esta la gran contradicción de esa forma de comunicación: “tengo muchos amigos, pero soy incapaz de saber lo que me cuentan cada uno de ellos, o de llegar a todos ellos”, podría ser una forma de expresar lo que allí ocurre.
En estos tiempos, es muy difícil distinguir el grano de la paja, requiere tiempo y paciencia seleccionar trabajos que, en la línea del pensamiento (oficial o crítico), den continuidad a ilustres que nos han dejado su legado, desde Platón a J. Saramago, pasando por Ricardo, K. Marx, Descartes, E. Fromm y tantos otros. La comercialización del pensamiento y de la palabra,  y la abundancia de textos o la comunicación verbal, han corrompido una actividad tan importante y humana como es la de poner en manos de otros el fruto del esfuerzo por interpretar la historia, la vida y las relaciones sociales, por ejemplo. Capítulo aparte requiere la proliferación de  tertulias y tertulianos, un instrumento de manipulación y engaño en manos del poder real (http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2013/08/tertulias-y-tertulianos.html).
En todo ese totum revolutum se mezcla el discurso razonado con la mera opinión como si de la misma cosa se tratara. De hecho, los diarios escritos y digitales denominan opinión a la sección en la que aparecen desde el riguroso análisis hasta la simple conjetura. Más de una vez les he recomendado a los responsables que cambien el nombre de ese apartado para que no haya lugar a dudas y se clarifique lo que allí aparece. En consecuencia, es necesario separar la opinión, la conjetura, el disentimiento, la improvisación o el vano comentario del estudio o examen riguroso de la historia, de la actual forma de vida o del sistema socioeconómico vigente.
Para llevar a cabo un examen serio de todas esas dimensiones (u otras) es imprescindible una herramienta, un método que permita razonar e inferir con rigor. Es necesaria una verdadera,  y particular, “tecnología” de la información, de la comunicación y del estudio de sociedades como la nuestra.
Ya hace tiempo incidía, de forma reiterada, en la necesidad de esta tarea: http://www.nuevatribuna.es/opinion/antonio-jose-gil-padilla/reflexiones-reflexion-y-analisis/20110806100343059097.html, http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2013/09/que-hacer-ii.html, y algún otro escrito más. En mi caso, el método, a la hora de escribir,  se basa en la observación, el análisis y el razonamiento inductivo, tres capacidades que hay que poner en marcha cada vez que aparece una idea o un acontecimiento dignos de ser tratados. Por una parte, mediante el análisis del actual sistema, por ejemplo, es posible descomponerlo en las diferentes estructuras que lo configuran, buscando las causas que originan los comportamientos o hechos que se producen en cada caso. Además, para hacer un pronóstico, es necesario observar la situación actual, su evolución desde un tiempo atrás y comprobar, de forma razonada, si hay o no hay elementos que puedan modificar esa evolución. Sólo así, conjugando esas tres facultades, se puede hacer un pronóstico certero. Sólo así podremos dar solidez  y seriedad a nuestras expresiones escritas o verbales.
Son muchas las estructuras o subsistemas que, por ejemplo, configuran el actual sistema socioeconómico: economía, organización social y laboral, política, normativa legal, moral, etc.
Los elemento o variables que permitan cambios en la trayectoria de ese sistema pueden ser: maneras de obtención de las ganancias, concesiones del poder a los menos favorecidos, eficacia de los movimientos sociales, desarrollo tecnológico, necesidad de fuerza de trabajo, saturación de los mercados, intervención de los Estados, nivel de endeudamiento, la función de los medios de comunicación, etc.
Finalizo con un particular ejemplo de aplicación del método que utilizo, dentro del ejemplo global del estudio del actual sistema.

Ejemplo: Desempleo (como una parte importante de la organización social y laboral):

La ocupación es una dimensión que fluctúa a lo largo del tiempo como consecuencia de una serie de variables. Analicemos la situación en España a partir de finales de la última década del siglo pasado para hacer un pronóstico a corto y medio plazo. Hacia 1997, más o menos, se inicia un proceso de crecimiento basado en la construcción incontrolada de edificios, por lo que los índices de desempleo se reducen de manera significativa. La principal variable que interviene en este hecho es, en concreto, la necesidad de enriquecimiento rápido, invirtiendo las ganancias obtenidas en otros negocios. El crecimiento es artificial por lo que hacia 2007 el mercado inmobiliario y todos los activos relacionados con él se derrumban. El desempleo comienza a crecer sin que ningún otro sector pueda absorber el excedente de la construcción. Desde esas fechas no se observa ninguna variable que pueda variar la escalada, por el contrario, la pérdida de poder adquisitivo reduce los niveles de consumo, por lo que la actividad productiva se resiente y se ve mermada de mano de obra. Por lo tanto, a modo de conclusión, el número de parados no se reducirá a corto y medio plazo.   

martes, 5 de noviembre de 2013

INMADUREZ

Hace poco tiempo, sin ningún tipo de reparos, daban la noticia en la radio “pública” de las personas más ricas de España, información que con el mismo tono han repetido hasta la saciedad en otras cadenas de radio y TV. Una noticia improcedente en una sociedad en la que hay más penurias que alegrías. Una indecencia. Ese tipo de noticias, en las que se enaltece al poderoso, son un ataque al pudor, a la ética e, incluso, a la estética en una sociedad agobiada, y cada vez más pobre; sin embargo, los medios lo anuncian hasta con entusiasmo, sin reparar en el agravio comparativo de los acaudalados con el resto de la humanidad. Por si la información no fuera por sí misma un escándalo, los acompañantes de la locutora bromeaban con el dato, señalando que ellos no llegarían nunca a tener esos 300 millones, límite inferior de los ricos seleccionados, dedicándose a esas labores de tertulianos. La noticia para mí es indignante, supongo que para muchos más, pero a ellos, por sus comentarios, les parecía normal hasta provocar, incluso, hilaridad. ¡Qué risa!, ¡que divertido!, cómo son estos ricos, ¡qué simpáticos! Estos son los sentimientos y los comentarios que les suscitaba tal aberración: la de tener más de 300 millones o más, muchos más. La noticia, como digo, ha estado rulando por todas las cadenas. Otros, bobos todos ellos, jugaban con los datos: la fortuna de fulano supera la suma de los diez siguientes, o alguna estupidez parecida. Penoso. Todo esto sitúa al dinero en el centro del huracán. El dinero se convierte en el manto púrpura que otorga poder, y todo aquel que tiene alguna posibilidad, sea cual sea la artimaña  a utilizar, intenta acaparar cuanto más mejor (para él).
La noticia para el gran público es intranscendente, imagino; a lo sumo, puede provocar rabia o rechazo a tal provocación, como a mi me pasa. La situación económica de la mayoría está a años luz de esos patrimonios de los más ricos. Para aquellas “castas privilegiadas” la enorme riqueza de unos cuantos puede que se convierta en un referente. Parece algo instintivo de esta especie nuestra eso de mirar sólo al de arriba con el ánimo de alcanzar algún día ese “pedestal” en el que se encuentran los económicamente más poderosos.
La desigualdad, junto a otras lacras, aparece como una constante en la historia. La desigualdad, como tal atávico defecto, parece imposible que sea superada a corto o medio plazo. Por el contrario, la actual forma de vida la potencia, siendo alimentada por otros contravalores propios del actual sistema como son la envidia, el egoísmo, la insolidaridad, el miedo, la inseguridad y la indiferencia.
Cuando se analiza, se discute o, sencillamente, se comenta el asunto de la riqueza privada, el análisis, la reflexión, la discusión o el comentario se suele quedar en la ambición, en la codicia, como causa final de quienes han llegado a poseer grandes fortunas. A lo sumo, se llega a referir las trampas y el juego sucio que se pone en práctica para seguir y seguir enriqueciéndose.
Sin embargo, la codicia es el resultado de una sucesión de causas que enraízan en la propia naturaleza de nuestra especie. Esa codicia, ese afán de enriquecimiento, surge del miedo y de la inseguridad que nace de la pobreza humana que, a su vez, es fruto de la inmadurez intelectual. En orden inverso, la sucesión, de origen a final, es la siguiente: inmadurez intelectual-pobreza humana-miedo e inseguridad-codicia.
Por desgracia la inmadurez, por unos u otros motivos, alcanza a amplias capas  de la sociedad. Estos son algunos rasgos:
Inmadurez de los “arriba” por manifestar ese afán de enriquecimiento sin poner límites, inmadurez de las clases más o menos “acomodadas” por imitar a los que más tiene, inmadurez de las clases más oprimidas por no ser capaces de luchar, cuando las circunstancias lo permiten, para subvertir el sistema en el que esos sectores son los perdedores; inmadurez por no haber mantenido los logros alcanzados en algún momento; inmadurez por aceptar y adoptar los esquemas y la ideología de las clases dominantes, y por dejarse embaucar por los poderosos a través de los políticos y los medios de comunicación. Inmadurez, en suma, de la sociedad en su conjunto por estar como estamos, cuando cabría la posibilidad de vivir y convivir con arreglo a los dictados de unos determinados valores, descubiertos hace ya bastante tiempo, cuya puesta en práctica nos haría de verdad humanos y, por otro lado, de mantener la conveniente armonía con el entorno natural. http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, Preámbulo).
En el sistema que sufrimos, el sistema capitalista, dinero y poder, como ya hemos señalado, van de la mano. Es más poderoso el que más dinero tiene. Luego, por extensión, aparecen otros tipos de poder, a veces pírrico. Particularmente, en este país nuestro, todo aquel que tiene cierta capacidad de decidir se siente en posesión de un determinado poder con el ánimo de significarse o de distinguirse, haciendo gala de la indiferencia o del desprecio. En general, todo aquel que tiene poder, por pequeño que sea, lo ejerce, sin que sean conscientes de sus limitaciones, porque el ejercicio del poder personal y la madurez  intelectual se encuentran en relación inversa.
Si, tal como hemos apuntado, la ambición y la codicia, son la última consecuencia de una manifiesta inmadurez intelectual, hay que ponerse a temblar porque estamos en manos de los más incapaces para avanzar hacia un mundo más justo, más humano y más racional.

En consecuencia, no deberíamos ser demasiado optimistas de cara a superar las enormes desigualdades entre unos y otros. Pienso que estamos a mucha distancia en el tiempo para que se dirima, incluso, la posibilidad de un reparto más equitativo de la riqueza de los países. Por delante está la superación del maltrato animal, del respeto al medio ambiente, del abandono de hábitos insalubres y otros tantos defectos conductuales de nuestra especie. Todo ello se encuentra en vías de resolverse en estos tiempos que corren, pero la cosa no da para más. Y bien que lo siento por aquellas y aquellos que sienten el deseo de vivir de acuerdo a otros parámetros y se esfuerzan para ello.