domingo, 22 de abril de 2018

CIUDADANOS (C’s): UN PELIGRO OCULTO PARA LA SOCIEDAD

(Revisado el 10 de mayo)
En el marco de un modelo político desgastado, la aparición de Ciudadanos en el panorama político de este país supone un tremendo peligro para la clase trabajadora, aunque su éxito, como señalaremos más abajo, se deba, en gran medida, al apoyo de amplios sectores del pueblo llano. Sectores sociales sin ideales, sin conciencia de clase, víctimas de la indiferencia y, por lo general, con débil dotación intelectual, así que la mentira y la falsedad encuentran fácil encaje en un terreno fértil, a la vista del posible aumento electoral de este nuevo grupo. Son aquellas y aquellos que, por la creencia en la “maldad” de las ideologías, se sienten neutrales en sus decisiones políticas y se ubican en una posición de un centro inexistente. De ello se aprovechan esos grupos antipopulares que se esconden tras una máscara sin dejar ver sus verdaderas intenciones. Qué dirán aquellos que les apoyen, después, si alguna vez ganan, cuando se vean, nos veamos todos, sometidos a un mayor deterioro de lo público, al incremento de la desigualdad, a la más acusada pérdida de algunas conquistas conseguidas a lo largo de tantos años.

Previo
El día 5 de mayo de 2015 decía: “Se potencia a un grupo político como Ciudadanos que, como hemos visto, ha crecido en las elecciones andaluzas, y sigue creciendo en intención de voto, a una velocidad mayor que lo hizo PODEMOS después de las europeas. El crecimiento de Ciudadanos, en intención de voto, se corresponde con una significativa pérdida de PODEMOS.
La jugada está casi resuelta. A Ciudadanos le han camuflado bajo una falsa apariencia de partido descafeinado aunque, en realidad, cabe ubicarle, según terminología clásica, en la extrema derecha, dispuesto a seguir defendiendo los mismos intereses que los otros grupos que se han alternado hasta la fecha, es decir, los del gran capital.
¿Cuáles son los mecanismos que emplea el poder real para manipular y determinar la práctica política? Se nos antoja que, al margen de todo lo que se mueva en las cloacas, son los medios de comunicación y las subvenciones de los bancos y entidades financieras las herramientas que permiten aupar a un grupo político sin apenas significación política en el ámbito estatal. Por otra parte, los que mandan conocen muy bien el estado intelectual y emocional de amplios sectores de esta sociedad nuestra, manipulables sin límites”.

Y un poco más adelante señalaba: “Ciudadanos (C’s), o el invento político más descarado de la oligarquía, es un grupo creado desde arriba con una doble intención: a) hacer de puente entre PP y PSOE para mantener la plutocracia que sufrimos desde hace tantos años; b) sustituir, poco a poco, a una formación (PP) controlada por personas desgastadas y mayores, inmersas en la corrupción. Pero podría ser que fracasaran en ambos objetivos. UPyD ya intentó algo parecido, y ahora ya son pasado. Por si esto lo leyera algún despistado o a alguna despistada, que no lo creo, remarcar que el centro es un ambiguo y tramposo refugio. Como he dicho en otras ocasiones, C’s, por sus acciones, y por las actitudes de sus dirigentes, habría que ubicarles en la extrema derecha, por utilizar términos corrientes”.

Ciudadanos ahora
Desde esas fechas, han ocurrido nuevos acontecimientos en política, pero en lo básico,  este grupo sigue siendo el mismo engendro, aunque quiero hacer algunos matices. Ahora me doy cuenta de que Ciudadanos no es lo que se conoce como un partido político al uso. C´s es un producto de marketing. Un producto light, elaborado, como dije entonces, desde arriba, con un éxito aplastante de la operación. Han conseguido hacerse un hueco en el inexistente centro político, en un esquema clásico de izquierda-derecha. Pero, como he dicho en varias ocasiones, el centro no existe. La izquierda se ha caracterizado por su defensa de los intereses de las clases populares, aunque, hay que decir, que, salvo en raras excepciones (Frente Popular en España, por ejemplo), esa izquierda real no ha gobernado nunca. La derecha clásica, el PP de ahora, se nutre básicamente de las reminiscencias fascistas de la anterior Dictadura y de la iglesia católica y sus feligreses, procediendo sus votantes, en muchos casos, de ambos colectivos a la vez, sectores que se van reduciendo poco a poco. Por eso, conforme pasa el tiempo, decrece el apoyo.
Pero ahí está Ciudadanos para reemplazarle. Después de una política reaccionaria y de corrupción del PP, puede ocurrir que la pérdida de votos de ese partido, dé lugar al crecimiento de Ciudadanos de tal manera que le permita alcanzar ciertas cotas de poder y nos arrastre, si es que llegaran a gobernar el país, a un estado neonazi y carpetovetónico.
C´s no tiene ideología, ni proyecto programático, ni criterio propio. Son una  máquina descaradamente  manejada desde el poder real. No son en absoluto fiables. Son capaces de cambiar en un solo día  su posición política. Sus declaraciones son poco creíbles para mentes sólidas y limpias.
Su éxito está basado en el apoyo y el “cocinado” desde arriba, y, como he señalado al comienzo, en la incultura política, la ignorancia y la ingenuidad de la masa. En el significativo salto hacia arriba en las encuestas se debe a la capitalización del voto anticatalanista de la masa cuyo perfil hemos dibujado antes. Los nacionalistas, con su acreditada torpeza, son los causantes del protagonismo que está adquiriendo C’s. Han puesto al descubierto ese anticatalanismo visceral de amplios sectores del resto del Estado.

Es ahora el momento de aclarar algo más lo que entendemos por la ignorancia y la ingenuidad, rémora del progreso, a las que tantas veces hemos hecho referencia.
La ignorancia la he definido con anterioridad como la debilidad intelectual de la especie sobre la que se asienta la práctica política actual, y la ingenuidad como la ignorancia en menor grado. En ambos casos está en juego la inmadurez intelectual.
Hablar de ignorancia o inmadurez intelectual nada tiene que ver con la formación reglada de cada cual. Haber cursado estudios universitarios, por ejemplo, no inviste de intelectualidad a los individuos. Menos con una práctica educativa como la que sufrimos en este país.
Cuando tacho de falta de capacidades me refiero al común de la especie, ausente de conciencia como para saber cuáles son sus verdaderos enemigos de clase, a los que votan en las elecciones. Por el contrario, hay muchas personas que, como autodidactas, alcanzan altos niveles de madurez intelectual. No cabe duda de que en sociedades como esta nuestra existen grupos –grupos, por supuesto, abiertos- de mujeres y hombres con ideas avanzadas y con una conciencia suficiente como para caminar hacia mayores cotas de igualdad, solidaridad y fraternidad. Personas que sufren porque comprueban que las tácticas alienantes del poder real triunfan y consiguen fomentar en las masas la indiferencia, el egoísmo y la ambición. Miserias propias, como tantas veces digo, de un sistema injusto, irracional, inhumano y cruel.

Nota: Hoy día, 10 de mayo de 2018, nos anuncian que Rivera, el jefe de Ciudadanos, es considerado como una joven promesa por el Foro de Davos, el foro de los ricos. Muestra inequívoca de qué intereses defenderá si alguna vez gobierna.

domingo, 15 de abril de 2018

LAS UNIVERSIDADES Y LA CORRUPCIÓN


En una reunión informal, hace ya unos cuantos años, dije que la universidad era una de las dos instituciones públicas más corruptas. La otra a la que me referí, me la reservo, porque no todos somos iguales ante la ley (http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2012/03/todos-iguales-ante-la-ley.html). En el grupo, formado por personas de indudable ideología de izquierdas, estaba un amigo, profesor universitario, que se enfadó. Me dijo que no era agradable pensar que trabajaba en un entorno corrupto. Dijo esto o algo parecido. Salió a flote -de manera, tal vez, inconsciente- ese irracional espíritu clasista y clientelar, propio de los docentes de este sector. Con las experiencias personales y las de otros miembros de mi familia, podría rellenar un montón de páginas, denunciando un sinfín de hechos sufridos: abusivos, injustos e irracionales, enmarcados en ese sector educativo. Pero se trata ahora de hablar con carácter general, aunque, bien es cierto, que las conclusiones emitidas a continuación son fruto de la observación, del análisis, de mi experiencia como docente y como estudioso de modelos educativos y procesos de aprendizaje o, sobre todo, del sentido común.

La ignorancia de la sociedad y los complejos de los que no han pasado por allí les permite, a los empleados de la universidad, hacer y deshacer a su antojo sin ningún condicionante o limitación. Mantienen una serie de formalidades ancladas en siglos pasados que hacen de ella, en el mejor de los casos, una institución rancia y clasista, y la sitúan, en consecuencia, fuera del progreso, de la eficacia y de la modernidad.

La universidad, encargada, formalmente, de preparar a los profesionales de alto nivel de cualificación, sufre de endogamia, de clientelismo, de corporativismo, de prepotencia y de soberbia. Todo esto convierte a las universidades en organismos en los que la corrupción es su sustento. Porque corrupción no sólo es lo que venimos sufriendo en el terreno netamente político. Corrupción es también actuar de forma autónoma, sin tener que rendir cuentas de su labor a nadie, y jugar con el porvenir de quienes pasan por allí, víctimas del temor por superar o no superar determinas metas impuestas arbitrariamente por unos individuos poco profesionalizados, engreídos e investidos de un poder inmerecido.
Por lo general, el profesorado ha llegado a la categoría de profesor sin salir de allí, mejor dicho, es prácticamente imposible alcanzar la titularidad si no has pasado por el itinerario que te marcan desde dentro: doctorarte en ese entorno, pasar por puestos de trabajo precarios y mal remunerados, ser asistentes dóciles y, en suma, estar subyugados a los que ya han alcanzado la meta, como estamos observando en estos días. Es un periodo de doma y adiestramiento de manera que, cuando se logra el objetivo, ya se está preparado para reproducir esquemas. En conclusión, el profesorado universitario no ha conocido otro mundo laboral que el escueto entorno de su departamento. Ese empobrecido recorrido laboral les resta la madurez intelectual y la madurez emocional que hay que solicitar a cualquier profesional y, en particular, a los que ocupan un puesto de trabajo en el sector educativo de cualquier nivel. Es como que les falta “un hervor” que les permita relacionarse con la sociedad de una manera natural.
Ese falso prestigio admitido por la sociedad y, en los tiempos que corren, también por los diferentes medios de comunicación, les otorga la posibilidad de recorrer las diferentes emisoras de radio y TV emitiendo sus “doctas” opiniones. Sin embargo, cuando aparecen, comprobamos que suelen carecer  de la  precisión y profesionalidad con la que los asuntos deben ser tratados.

Su misión, la del profesorado, debería ser la de formar con arreglo a las necesidades de la actividad productiva, pero no solo ellos han estado ausentes de la vida activa fuera del aula, sino que no les preocupa lo más mínimo lo que se hace en las empresas, talleres, oficinas, etc. para, con esa información, instruir a su alumnado. No existe referente alguno que valide sus programas.
Para compensar esa ausencia, cargada de irresponsabilidad, se suele oír decir a sus agentes que la universidad debe preparar para la investigación; nos preguntamos: ¿y sólo para eso? Aunque, si así fuera, malos investigadores saldrían de las aulas de unas instituciones como estas que se sitúan por encima del bien y del mal.
Alejados de la realidad laboral, y de otros medios mundanos, en el neto terreno de la práctica docente, su tarea, la de sus profesores(as), se limita a exponer contenidos para que los alumnos tomen apuntes de los que serán más tarde examinados. Ya se ha convertido en todo un clásico que la misión de los docentes es la de trasmitir los conocimientos, cuando en realidad el verdadero aprendizaje consiste en desarrollar habilidades intelectuales tales como el razonamiento, la resolución de problemas y la creatividad. Pero si ellos mismos, los profesores, carecen de esas capacidades, ¿cómo podrían dirigir un proceso de aprendizaje de esas características? Además de encontrarse a años luz de las técnicas pedagógicas necesarias para llevarlo a cabo.

La situación en este sector es tan irracional que es posible aprobar una carrera sin asistir a clase, pidiendo los apuntes a otros y estudiando en casa. Algunos exalumnos presumen de haberlo hecho así. Ahí tenemos a la UNED, como el colmo de lo aberrante, otorgando títulos de ingenieros, abogados, economistas, etc. por correspondencia: ¿cabe mayor disparate? La universidad, incuestionable e inmerecidamente admirada lastra el modelo y la labor del profesorado del resto de las etapas educativas.
En uno de los múltiples programas de TV que están abordando el flagrante caso de corrupción de una de las universidades madrileñas, oigo decir a una atrevida profesora, de esa institución cuestionada ahora, algo que resume aquello en lo que se concreta la práctica docente. “Yo si pillo a un alumno copiando, lo suspendo”. Lo que pone de manifiesto lo que he dicho anteriormente: se trata, simplemente, de aprenderse algunos textos y responder en un examen a tres o cuatro preguntas. Así se obtienen los títulos, si es que no te los regalan por los motivos que sean.

La universidad, por su opacidad y su falsedad, se ha convertido en una bomba de relojería con riesgo de reventar en cualquier momento. Si la ineficacia de su labor a lo largo de tanto tiempo, los vicios y las deleznables formas de funcionamiento señaladas anteriormente, si todo eso no ha podido sacar a la luz las miserias de la  institución, ha tenido que ocurrir por el abuso y complicidad de políticos ambiciosos y corruptos. Ahora viene el llanto y el crujir de dientes, intentando resumir esas miserias en el caso descubierto de una universidad madrileña que ha regalado un título a una destacada representante del Partido Popular. Todavía le cuesta reconocer a la ciudadanía que el problema detectado es extensivo a la institución en su conjunto. Por un lado, a quienes han pasado por sus aulas les cuesta reconocer que han perdido varios años de su vida, y que lo que allí sufrieron no les ha servido para nada. Por otro lado, la ignorancia y la ingenuidad del pueblo llano juegan un papel fundamental en ese inmerecido reconocimiento.