martes, 26 de noviembre de 2013

LA DICTADURA DE LAS URNAS (Un asunto netamente político)

Participar en democracia es algo más que ser sujeto pasivo durante los cuatro años de cada legislatura, es decir, durante todo ese tiempo que va de una a otra convocatoria electoral. Ser demócrata es algo más que ser elegido en una lista en la que un determinado partido político te ha colocado, atendiendo a criterios puramente endogámicos. Ser demócrata es, en esencia, poseer unos valores entre los que impere la igualdad y la justicia. Ser un verdadero representante del pueblo es estar en conexión directa con los que te han elegido, defender los intereses de la mayoría y estar dispuesto a dejar la representación cada vez que te lo pidan los que te han elegido, o cuando no seas capaz de cumplir con tus promesas. Una democracia es aquella en la que la voz del pueblo sea su razón de ser, en la que los ciudadanos tengan participación directa. Para que lo entandamos bien, la democracia, expresado sin rodeos,  es todo lo contrario a lo tenemos en países como este nuestro.
En este engendro de representación política que tenemos, por lo que se ve, cabemos todos: desde los demócratas que desean un modelo auténtico de representación y participación hasta los del PP. Desde este mismo momento, yo me pronuncio en contra de la “democracia” de los “peperos”. Estos, que nunca fueron demócratas,  hacen uso del engendro para acceder al poder político, aupados por los verdaderamente poderosos, y elegidos por una masa ignorante, fanática o distraída. Los medios de comunicación juegan un importante papel, distrayendo, embelesando, enajenando y embruteciendo a los que se prestan a ello, es decir, a una buena parte de los votantes.
Por lo que parece, 186 diputados legitiman al PP para hacer y deshacer a su antojo, o al antojo de sus “amos”, los que tienen el poder real. Después de toda una campaña de desprestigio del anterior Gobierno, en la que los mass media fueron pieza clave,  el desgaste y los ataques permanentes, de la por entonces oposición,  dieron sus frutos.
El agotamiento del sistema socioeconómico queda, de esta forma, resumido en un simple cambio de Gobierno, como si esto fuera la panacea, la solución a los graves problemas que origina el final de una larga etapa, derrumbe que no se repara con el mero cambio de signo político de los gobernantes. Una significativa e ignorante parte de los votantes otorga al PP la tan buscada victoria. Sus acomplejados y frustrados dirigentes logran lo que tanto anhelaban. Por fin su rancia y reaccionaria posición política se materializa en una mayoría absoluta.  ¡Ay de los pobres “diablos” que ahora se arrepienten de haberles votado!
Estos, los del PP, nunca han sido demócratas, pero como las cosas funcionan de esta manera, se sienten ahora dueños y señores de la democracia. Se sienten los más demócratas de mundo. Pero, repito, yo no formo parte de ese juego.
Después de esa aplastante victoria, de su victoria: ancha es Castilla. “Ahora se van a enterar estos”, parece que han pensado: ¿pensado? Tengo mis dudas si piensan o simplemente se dejan llevar por los de arriba y por sus propias ambiciones y espurios deseos. Además, la abundancia de votos les sitúa en una favorable situación para encubrir esa enorme corrupción que vienen arrastrando desde su anterior “asalto al poder”, pero que, ahora, queda eclipsada porque han ganado y tienen poder para camuflarla con el engaño y con todos los instrumentos jurídicos a su disposición y servicio. Ahora tienen fuerza para combatir y limpiarse de toda esa mierda en la que están inmersos.
Después de conseguir lo que buscaban con el engaño y el abuso de una sociedad ingenua y, en gran medida, ignorante, se convierten en dictadorzuelos a imagen de quien fuera su referente político. Leyes a mansalva para eliminar algunas ventajas sociales aprobadas por los socialistas en las dos anteriores legislaturas. Educación, sanidad, prestaciones sociales y reformas laborales son las presas principales de una política de radicalización social, de una marginación  de los más débiles. Por si fuera poco, los avances en cuanto a la libertad, como es el caso del aborto voluntario, quedan cercenados. El colmo de la represión será plasmado en una norma que llaman de “seguridad ciudadana” que nos arrastra a tiempos tenebrosos. ¿Alguien se ha puesto a pensar, por ejemplo, en lo que supone una sanción administrativa de 600.000 €? ¿Alguien sabe quiénes son los que pueden pagar esa enorme cantidad de dinero? ¿Qué harán? ¿Nos embargarán lo mucho o poco que tenemos? En fin, una locura. Pienso que nos están preparando para un futuro negro en el que convivirán ciertos sectores sociales privilegiados con una mayoría subyugada y miserable, ahora silente.
En suma, su “democracia” convertida en una  dictadura de las urnas no es la democracia del pueblo, desde luego no es la mía. Ahora muchos y muchas comprobarán que no es lo mismo PP que PSOE, después de haber torpemente coreado: “la misma cosa es PSOE que PP”. Y no es que yo quiera defender a los socialistas, que no sé que podrán hacer después del desaguisado que estos están ocasionando, si es que alguna vez vuelven a gobernar. Mi democracia no es esta, por eso mi opción en la actualidad, la más democrática, es la abstención, y mi trabajo el de participar, de la mejor manera que pueda,  en la elaboración de una alternativa que verdaderamente responda a las necesidades y deseos de todos y, especialmente, de los más necesitados, con todos los impedimentos que eso pueda conllevar.




jueves, 21 de noviembre de 2013

UN MÉTODO PARA ABORDAR EL ESTUDIO DEL SISTEMA (u otros asuntos de interés) (Necesidad de una “tecnología” para la comunicación, y el estudio del sistema y de la historia)

Siempre ha habido hombres y mujeres, mujeres y hombres, que, a lo largo de la historia, han intervenido, e intervienen ahora, en el estudio de asuntos de mayor o menor importancia, a través de la escritura, la exposición verbal, el debate o la simple discusión. Las nuevas tecnologías físicas (radio, TV, ordenadores, etc.) aplicadas a la comunicación favorecen y dinamizan toda esa actividad. Esta aparente facilidad para la comunicación permite que prolifere la información sin que se puedan establecer límites en la libertad de expresión, ni fronteras. Pero esa facilidad para comunicar tiene graves inconvenientes porque tal abundancia de escritos, debates (la mayoría de las veces pseudodebates), tertulias, charlas, conferencias, coloquios, etc., exige una tarea de selección y de clasificación, capacidades que por ausencia o por dejadez no se practican. Así, nos encontramos cada día con una ingente cantidad de datos, noticias, artículos, comentarios, etc., que se nos muestran a través de tantos y tantos medios. Una vía de comunicación, de uso fácil y frecuente, son las llamadas “redes sociales”. Tal vez esta forma de relación merezca un exclusivo tratamiento, pero sólo decir aquí que lo que van buscando los “socios” adscritos a estas redes, es que se les escuche, aunque quizás esto también ocurra en todos los demás casos. Por otro lado, la pretensión de acaparar cuantos más “amigos”, seguidores o participantes mejor, invalida la comunicación. Es esta la gran contradicción de esa forma de comunicación: “tengo muchos amigos, pero soy incapaz de saber lo que me cuentan cada uno de ellos, o de llegar a todos ellos”, podría ser una forma de expresar lo que allí ocurre.
En estos tiempos, es muy difícil distinguir el grano de la paja, requiere tiempo y paciencia seleccionar trabajos que, en la línea del pensamiento (oficial o crítico), den continuidad a ilustres que nos han dejado su legado, desde Platón a J. Saramago, pasando por Ricardo, K. Marx, Descartes, E. Fromm y tantos otros. La comercialización del pensamiento y de la palabra,  y la abundancia de textos o la comunicación verbal, han corrompido una actividad tan importante y humana como es la de poner en manos de otros el fruto del esfuerzo por interpretar la historia, la vida y las relaciones sociales, por ejemplo. Capítulo aparte requiere la proliferación de  tertulias y tertulianos, un instrumento de manipulación y engaño en manos del poder real (http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2013/08/tertulias-y-tertulianos.html).
En todo ese totum revolutum se mezcla el discurso razonado con la mera opinión como si de la misma cosa se tratara. De hecho, los diarios escritos y digitales denominan opinión a la sección en la que aparecen desde el riguroso análisis hasta la simple conjetura. Más de una vez les he recomendado a los responsables que cambien el nombre de ese apartado para que no haya lugar a dudas y se clarifique lo que allí aparece. En consecuencia, es necesario separar la opinión, la conjetura, el disentimiento, la improvisación o el vano comentario del estudio o examen riguroso de la historia, de la actual forma de vida o del sistema socioeconómico vigente.
Para llevar a cabo un examen serio de todas esas dimensiones (u otras) es imprescindible una herramienta, un método que permita razonar e inferir con rigor. Es necesaria una verdadera,  y particular, “tecnología” de la información, de la comunicación y del estudio de sociedades como la nuestra.
Ya hace tiempo incidía, de forma reiterada, en la necesidad de esta tarea: http://www.nuevatribuna.es/opinion/antonio-jose-gil-padilla/reflexiones-reflexion-y-analisis/20110806100343059097.html, http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2013/09/que-hacer-ii.html, y algún otro escrito más. En mi caso, el método, a la hora de escribir,  se basa en la observación, el análisis y el razonamiento inductivo, tres capacidades que hay que poner en marcha cada vez que aparece una idea o un acontecimiento dignos de ser tratados. Por una parte, mediante el análisis del actual sistema, por ejemplo, es posible descomponerlo en las diferentes estructuras que lo configuran, buscando las causas que originan los comportamientos o hechos que se producen en cada caso. Además, para hacer un pronóstico, es necesario observar la situación actual, su evolución desde un tiempo atrás y comprobar, de forma razonada, si hay o no hay elementos que puedan modificar esa evolución. Sólo así, conjugando esas tres facultades, se puede hacer un pronóstico certero. Sólo así podremos dar solidez  y seriedad a nuestras expresiones escritas o verbales.
Son muchas las estructuras o subsistemas que, por ejemplo, configuran el actual sistema socioeconómico: economía, organización social y laboral, política, normativa legal, moral, etc.
Los elemento o variables que permitan cambios en la trayectoria de ese sistema pueden ser: maneras de obtención de las ganancias, concesiones del poder a los menos favorecidos, eficacia de los movimientos sociales, desarrollo tecnológico, necesidad de fuerza de trabajo, saturación de los mercados, intervención de los Estados, nivel de endeudamiento, la función de los medios de comunicación, etc.
Finalizo con un particular ejemplo de aplicación del método que utilizo, dentro del ejemplo global del estudio del actual sistema.

Ejemplo: Desempleo (como una parte importante de la organización social y laboral):

La ocupación es una dimensión que fluctúa a lo largo del tiempo como consecuencia de una serie de variables. Analicemos la situación en España a partir de finales de la última década del siglo pasado para hacer un pronóstico a corto y medio plazo. Hacia 1997, más o menos, se inicia un proceso de crecimiento basado en la construcción incontrolada de edificios, por lo que los índices de desempleo se reducen de manera significativa. La principal variable que interviene en este hecho es, en concreto, la necesidad de enriquecimiento rápido, invirtiendo las ganancias obtenidas en otros negocios. El crecimiento es artificial por lo que hacia 2007 el mercado inmobiliario y todos los activos relacionados con él se derrumban. El desempleo comienza a crecer sin que ningún otro sector pueda absorber el excedente de la construcción. Desde esas fechas no se observa ninguna variable que pueda variar la escalada, por el contrario, la pérdida de poder adquisitivo reduce los niveles de consumo, por lo que la actividad productiva se resiente y se ve mermada de mano de obra. Por lo tanto, a modo de conclusión, el número de parados no se reducirá a corto y medio plazo.   

martes, 5 de noviembre de 2013

INMADUREZ

Hace poco tiempo, sin ningún tipo de reparos, daban la noticia en la radio “pública” de las personas más ricas de España, información que con el mismo tono han repetido hasta la saciedad en otras cadenas de radio y TV. Una noticia improcedente en una sociedad en la que hay más penurias que alegrías. Una indecencia. Ese tipo de noticias, en las que se enaltece al poderoso, son un ataque al pudor, a la ética e, incluso, a la estética en una sociedad agobiada, y cada vez más pobre; sin embargo, los medios lo anuncian hasta con entusiasmo, sin reparar en el agravio comparativo de los acaudalados con el resto de la humanidad. Por si la información no fuera por sí misma un escándalo, los acompañantes de la locutora bromeaban con el dato, señalando que ellos no llegarían nunca a tener esos 300 millones, límite inferior de los ricos seleccionados, dedicándose a esas labores de tertulianos. La noticia para mí es indignante, supongo que para muchos más, pero a ellos, por sus comentarios, les parecía normal hasta provocar, incluso, hilaridad. ¡Qué risa!, ¡que divertido!, cómo son estos ricos, ¡qué simpáticos! Estos son los sentimientos y los comentarios que les suscitaba tal aberración: la de tener más de 300 millones o más, muchos más. La noticia, como digo, ha estado rulando por todas las cadenas. Otros, bobos todos ellos, jugaban con los datos: la fortuna de fulano supera la suma de los diez siguientes, o alguna estupidez parecida. Penoso. Todo esto sitúa al dinero en el centro del huracán. El dinero se convierte en el manto púrpura que otorga poder, y todo aquel que tiene alguna posibilidad, sea cual sea la artimaña  a utilizar, intenta acaparar cuanto más mejor (para él).
La noticia para el gran público es intranscendente, imagino; a lo sumo, puede provocar rabia o rechazo a tal provocación, como a mi me pasa. La situación económica de la mayoría está a años luz de esos patrimonios de los más ricos. Para aquellas “castas privilegiadas” la enorme riqueza de unos cuantos puede que se convierta en un referente. Parece algo instintivo de esta especie nuestra eso de mirar sólo al de arriba con el ánimo de alcanzar algún día ese “pedestal” en el que se encuentran los económicamente más poderosos.
La desigualdad, junto a otras lacras, aparece como una constante en la historia. La desigualdad, como tal atávico defecto, parece imposible que sea superada a corto o medio plazo. Por el contrario, la actual forma de vida la potencia, siendo alimentada por otros contravalores propios del actual sistema como son la envidia, el egoísmo, la insolidaridad, el miedo, la inseguridad y la indiferencia.
Cuando se analiza, se discute o, sencillamente, se comenta el asunto de la riqueza privada, el análisis, la reflexión, la discusión o el comentario se suele quedar en la ambición, en la codicia, como causa final de quienes han llegado a poseer grandes fortunas. A lo sumo, se llega a referir las trampas y el juego sucio que se pone en práctica para seguir y seguir enriqueciéndose.
Sin embargo, la codicia es el resultado de una sucesión de causas que enraízan en la propia naturaleza de nuestra especie. Esa codicia, ese afán de enriquecimiento, surge del miedo y de la inseguridad que nace de la pobreza humana que, a su vez, es fruto de la inmadurez intelectual. En orden inverso, la sucesión, de origen a final, es la siguiente: inmadurez intelectual-pobreza humana-miedo e inseguridad-codicia.
Por desgracia la inmadurez, por unos u otros motivos, alcanza a amplias capas  de la sociedad. Estos son algunos rasgos:
Inmadurez de los “arriba” por manifestar ese afán de enriquecimiento sin poner límites, inmadurez de las clases más o menos “acomodadas” por imitar a los que más tiene, inmadurez de las clases más oprimidas por no ser capaces de luchar, cuando las circunstancias lo permiten, para subvertir el sistema en el que esos sectores son los perdedores; inmadurez por no haber mantenido los logros alcanzados en algún momento; inmadurez por aceptar y adoptar los esquemas y la ideología de las clases dominantes, y por dejarse embaucar por los poderosos a través de los políticos y los medios de comunicación. Inmadurez, en suma, de la sociedad en su conjunto por estar como estamos, cuando cabría la posibilidad de vivir y convivir con arreglo a los dictados de unos determinados valores, descubiertos hace ya bastante tiempo, cuya puesta en práctica nos haría de verdad humanos y, por otro lado, de mantener la conveniente armonía con el entorno natural. http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, Preámbulo).
En el sistema que sufrimos, el sistema capitalista, dinero y poder, como ya hemos señalado, van de la mano. Es más poderoso el que más dinero tiene. Luego, por extensión, aparecen otros tipos de poder, a veces pírrico. Particularmente, en este país nuestro, todo aquel que tiene cierta capacidad de decidir se siente en posesión de un determinado poder con el ánimo de significarse o de distinguirse, haciendo gala de la indiferencia o del desprecio. En general, todo aquel que tiene poder, por pequeño que sea, lo ejerce, sin que sean conscientes de sus limitaciones, porque el ejercicio del poder personal y la madurez  intelectual se encuentran en relación inversa.
Si, tal como hemos apuntado, la ambición y la codicia, son la última consecuencia de una manifiesta inmadurez intelectual, hay que ponerse a temblar porque estamos en manos de los más incapaces para avanzar hacia un mundo más justo, más humano y más racional.

En consecuencia, no deberíamos ser demasiado optimistas de cara a superar las enormes desigualdades entre unos y otros. Pienso que estamos a mucha distancia en el tiempo para que se dirima, incluso, la posibilidad de un reparto más equitativo de la riqueza de los países. Por delante está la superación del maltrato animal, del respeto al medio ambiente, del abandono de hábitos insalubres y otros tantos defectos conductuales de nuestra especie. Todo ello se encuentra en vías de resolverse en estos tiempos que corren, pero la cosa no da para más. Y bien que lo siento por aquellas y aquellos que sienten el deseo de vivir de acuerdo a otros parámetros y se esfuerzan para ello.

sábado, 26 de octubre de 2013

UN SISTEMA AGOTADO II (*) (La necesidad de un análisis en profundidad)


En estos tiempos de incertidumbre, en estos tiempos de empobrecimiento progresivo de la clase trabajadora, proliferan oportunistas y falsos profetas que hacen sus pronósticos sin ningún tipo de argumentos. Un oportunismo impúdico cuyo fin principal es la venta de libros o la aparición en los medios de comunicación, cobrando, para contarnos las calamidades que nos esperan detrás de la esquina, o las promesas de una pronta recuperación. Pero, como digo, sin argumentos o razones que den un mínimo de credibilidad a sus anuncios sobre el futuro. La improvisación y la superficialidad sustituyen al rigor y a la profundización en los hechos a través del análisis. Por otro lado, ninguno de ellos aporta soluciones válidas que puedan remediar ese negro futuro que algunos dibujan, o las bondades que otros prometen. Soluciones que pudieran ser posibles o imposibles, debido, en este último caso, a la deformación que la sociedad ha sufrido como consecuencia de una trayectoria de dominio de unos sobre otros, de poder concentrado en los que se han erigido en tiranos. En el mejor de los casos, sus exposiciones se limitan a manejar una serie de datos macroeconómicos relativos a la deuda, al número de parados, etc., siempre en el marco del actual sistema socioeconómico.
Hay opiniones banales e imprecisas para todos los gustos: “los pobres cada vez lo serán más sin esperanza de recuperación a largo plazo”, “la recuperación vendrá pero no se sabe cuando”, algunos se atreven, incluso, a dar alguna fecha. Los miembros de los gobiernos de turno dicen que esto ya está superado, pensando, únicamente, en las futuras convocatorias electorales. Pero, en cualquiera de los casos, la falta de razonamiento es notoria.
Todo se limita a comentar lo que se conoce como “crisis económica”, nadie de esos que aparecen con asiduidad en los medios nos dice que el actual sistema, el sistema capitalista que ha “funcionado” de tal manera durante 150 años, está agotado.

Hechos que demuestran que el sistema está agotado
 “Se ha roto su propia dinámica, los sectores productivos (pilar de la economía capitalista) ya no generan el enriquecimiento deseado, teniendo que recurrir a oscuras recetas tales como lo que se conoce ahora por economía financiera (eufemismo de economía especulativa), a la corrupción que se va instalando en los ámbitos de poder sin que nadie pueda remediarlo o a la evasión de capitales a paraísos fiscales para eludir tributar. Por otra parte, los mercados se saturan cada vez con mayor rapidez, teniendo que buscar otros basados en productos y servicios cada vez más superfluos. Y no sólo el sistema se agota por el debilitamiento de la acción productiva y por la aplicación de esas nefastas fórmulas emergentes de enriquecimiento, sino además: porque las instituciones políticas cada vez son menos creíbles; porque no se sabe que hacer con la educación; porque cada vez es más difícil encontrar nuevos opios para adormecer. A lo largo del declive, los artífices de este sistema han destruido todos los valores que en otros tiempos estaban vigentes; esos valores han sido sustituidos por contravalores que nos devuelven a la caverna, haciéndonos insensibles ante la injusticia y la desigualdad en el límite de la sinrazón.
Pero, sobre todo, la continuidad del sistema, tal cual, se hace insostenible por su necesidad de crecimiento permanente e ilimitado en un entorno natural limitado” (http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, pág. 29-30).
Sólo a partir de estos hechos (hechos indiscutibles) es posible inferir lo que puede ir sucediendo de manera progresiva, tomando como referencia lo que ya estamos observando respecto, por ejemplo, a lo que se conoce como “estado de bienestar” de las clases populares, centrado en el empleo estable, la sanidad y la enseñanza públicas y las coberturas sociales por desempleo o jubilación.

El origen del estado de bienestar, y las causas de su final
Ese estado de bienestar del que ha “gozado” una buena parte de la sociedad ha tenido lugar en el punto álgido de la actividad productiva, por el exceso de ganancia de la clase dominante, llevando a cabo una serie de concesiones que permitían mantener a los patronos la necesaria estabilidad para poder seguir enriqueciéndose, y, además, mejorar la formación y salvaguardar la salud de los trabajadores, tratándoles a estos como pura mercancía. No nos engañemos, el esfuerzo e, incluso, el sacrificio de los más luchadores han obtenido un rendimiento limitado, sin despreciar de forma rotunda su eficacia.
Ahora las rentas del capital se obtienen de diferente manera. Por un lado, las empresas que más dinero facturan en el mundo son las que guardan relación con las nuevas tecnologías: Microsoft, Google, Facebook, operadores de servicios telefónicos, etc. Estas no están necesitadas de grandes plantillas de empleados, y, además, los que allí trabajan suelen ser de alta cualificación. Por otro,  el dinero acumulado, como consecuencia de las ganancias de tiempos pasados, ha dado lugar a una economía del dinero, a una economía financiera o especulativa. Esto, junto a otros factores a los que hemos hecho alusión anteriormente, ha dado lugar a una drástica reducción de la fuerza del trabajo. Los capitalistas modernos facturan enormes masas de dinero con una reducida mano de obra. Además el mercado especulativo, basado en el simple movimiento del dinero, tampoco requiere de muchos empleados. Por si fuera poco, las grandes corporaciones de la actividad productiva han sustituido mano de obra por sistemas automáticos. En la cuneta quedan todas las medianas y pequeñas empresas-satélite de las grandes compañías. Por lo tanto, estos sectores, junto a la masa trabajadora por cuenta ajena son las víctimas de esta deriva del actual sistema, sin olvidar al pequeño comercio que merma sus ventas por la progresiva reducción del poder adquisitivo de una significativa parte de la sociedad.
Los Estados de occidente han adquirido un tamaño enorme como consecuencia del crecimiento económico de las últimas décadas. Los impuestos obtenidos de una clase trabajadora estable y bien remunerada permitían ampliar servicios y prestaciones a los más necesitados. Servicios como la sanidad y la enseñanza cuyo efecto tenía una proyección directa sobre quienes lo financiaban.
Ahora, cuando el sistema se va trasformando, y el capital no requiere apenas fuerza de trabajo, no es necesario mantener esos servicios porque a los poderosos no les importa la salud y la formación de amplios sectores que antes tenían fácil acceso a ellos.

Círculos viciosos en forma de contradicciones
Así, el círculo se cierra. La mano de obra deja de ser mercancía necesaria para enriquecerse, por lo que tampoco son necesarios esos servicios públicos que eran prestados a grandes capas sociales. De momento, el sistema aún necesita el complejo aparato político que le permita transitar hacia otra forma de organización social.
Nos encontramos pues en una etapa de transición, en un proceso en el que van quedando desprotegidos los económicamente más débiles, pero, como tal proceso, es difícil saber de antemano hasta donde llegará el tsunami.
De momento, aunque con ciertas limitaciones, algunos sectores sociales mantienen el poder adquisitivo que les permite seguir adelante. Los impuestos de los que aún tienen trabajo permiten mantener los servicios aunque en condiciones cada vez más precarias y, en algunos casos, en vías de privatización.
Los Estados se mantienen ahora artificialmente con un nivel de endeudamiento enorme y creciente. Una parte importante de esa economía del dinero se basa en la obtención de rentabilidad a través de la deuda pública. La deuda pública de los Estados está en manos de la propiedad privada. Curioso, la riqueza está en manos de unos cuantos, cuando los Estados se han empobrecido. Esta es una “burbuja” que va engrosando año tras año. Gran parte de los presupuestos generales se reserva para abonar los intereses de esa deuda. De momento los ricos se conforman con recibir los jugosos intereses, pero, ¿qué puede pasar si el nivel de endeudamiento llegue a ser tal que sea imposible recuperar el nominal? Esto es algo imprevisible. Son ahora los ciudadanos de a pie los que están sufriendo las consecuencias de ese desmedido endeudamiento con recortes e incremento de los impuestos para intentar frenar esa deuda. Pero aquí nos encontramos con otro círculo vicioso, o pescadilla que se muerde la cola. El paro creciente reduce los ingresos al Estado.  Por otro lado, los recortes y la subida de impuestos a la clase trabajadora reducen el consumo y, en consecuencia,  los ingresos del comercio. Por lo tanto,  la deuda pública, de momento, tiene que seguir creciendo.

La intención del poder, como se deduce de lo dicho, es desmostar el “estado de bienestar”. En ello están, como siervos útiles, los políticos que nos gobiernan. La reducción del endeudamiento vendrá dado, a medio o largo plazo,  si definitivamente acaban con los servicios públicos del Estado. De nuevo aparece otra contradicción: Si la deuda se frena, los ricos dejarán de ganar una parte importante de sus beneficios, lo que les obligará a buscar nuevos nichos para seguir en esa estúpida dinámica de acumulación. Pero si ya no necesitan la fuerza de trabajo, ni el consumo masivo para obtener ganancias, y la deuda pública se reduce: ¿qué les quedará para seguir enriqueciéndose? 
Por eso, ante tanta contradicción, ante esa irracional trayectoria, el futuro se presenta incierto. Nadie puede aventurar ahora en qué quedaré definitivamente esto a medio o largo plazo. Lo que debe quedar claro es que los hechos demuestran que se trata de un agotamiento progresivo del actual sistema socioeconómico, y no de una simple crisis económica. Frente a esta situación, no conviene despreciar reacciones de una parte de la ciudadanía que opten por revelarse ante tanto desatino. Lo que ocurre es que, hoy por hoy, no hay fuerza alguna que pueda canalizar la posible protesta, lo que nos deja con esa sensación de incertidumbre y desasosiego.
Por ahora, la sociedad en su conjunto es incapaz de reaccionar. Se dejan embaucar por políticos que atentan, incluso, contra sus propios intereses. Los programas basura de TV siguen acaparando índices de audiencia desproporcionados; con las retransmisiones deportivas (que también puede ser considerado TV basura) ocurre lo mismo. No somos capaces de frenar esta deriva, y los actos de protesta que se llevan a cabo no surten efecto alguno, no se consigue desviar el rumbo que marcan los peones del poder real. La mayoría social sigue imbuida y engañada por los artífices encargados de desmontar la organización social anterior. Siguen creyendo en una falsa democracia que sólo sirve para empobrecerles e, incluso, para destruirles. Como decía J. Saramago: “si el poder real es el poder económico, que hacemos hablando de democracia”.

domingo, 13 de octubre de 2013

SOBRE EL NIVEL INTELECTUAL DE LOS ESPAÑOLES

En estos últimos días, estamos sufriendo el bombardeo de los medios de comunicación por esa evaluación del nivel formativo de ciudadanas y ciudadanos de 23 países, en la que los españoles hemos quedado a la “altura del betún”. Sin la más elemental reflexión los informativos, y esos pseudotertulianos, se han limitado a dar la noticia, y a echar la culpa al empedrado: que si es culpa de las leyes anteriores, que si el rango de la muestra se extiende a un largo periodo que abarca tiempos de la dictadura, etc. etc.
El asunto no deja de ser una táctica más de distracción de las que se utilizan para embelesar, y evitar entrar en temas importantes que afectan a amplias capas sociales, como son el paro, la precariedad, la corrupción, las mentiras de los políticos y, entrando en asuntos algo más profundos, la supeditación de aquellos, de los políticos, a los dictados del poder real.
 La práctica educativa, encuadrada en el actual sistema, juega el papel que le corresponde, muy alejada del auténtico desarrollo integral de las personas. En algún momento pensé que la dinámica del propio sistema entraría en contradicción, y forzaría el cambio de lo educativo en beneficio de la producción y del consumo. Ahora, con algún dato más, y un mayor tiempo de reflexión, me atrevo a decir, con rotundidad, que no son posibles cambios aislados de cualquiera de las estructuras que sustentan al sistema, a saber: el modelo político, la función de los medios de comunicación (que hoy se emplean sólo para alienar) y el modelo educativo y cultural, así como la propia organización productiva y social. El cambio debe de ser global y simultaneo.
La historia, y la propia experiencia, avalan lo que digo. Reformas y más reformas desde las administraciones no han variado en lo más mínimo la práctica docente. Con la LOGSE, Ley de 1990, se hizo un intento para cambiar, al menos, la forma de presentar los procesos de aprendizaje. Después de un cierto periodo de confusión en las aulas, las aguas volvieron a su primitivo cauce, cauce primitivo, ineficaz, anquilosado y arcaico. El profesorado se ha erigido en un “rodillo” que aplasta cualquier intento de mejora. Pero, ¿por qué ocurre esto?, ¿por qué todo este colectivo no se moviliza para adquirir una profesionalidad de la que carece?, ¿cuáles son las verdaderas razones? El profesorado, como tantos otros colectivos, como la sociedad en su conjunto, está enajenado, conducido. En el terreno laboral, sus “propios actos se convierten para él [para el(la) profesor(a)] en una fuerza extraña, situada sobre él y contra él, en vez de ser gobernada por él” (K. Marx, el Capital). Se trabaja al dictado, aplicando programas definidos por otros sin que él o ella intervengan, los órganos de control de las administraciones se encargan de presionar para que esto sea así, las editoriales hacen el resto. (http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, pág. 136).
La sociedad, incluidos los “expertos”, entienden la educación como una simple transmisión de conocimientos, tal como escuchamos, hasta la saciedad, en los medios. El interés de algunos, y la ignorancia de otros, centran la instrucción en la adquisición desestructurada (y no constructiva) de contenidos, olvidándose o desconociendo que la auténtica formación debería centrarse en el desarrollo de capacidades intelectuales, cultivando tres dimensiones a saber: el razonamiento, la resolución de problemas (y no de ejercicios) y la creatividad.
 Esta deformación interesada de la enseñanza justifica estos resultados que se han obtenido. Pienso que esa demostrada ignorancia de los nuestros en ese estudio desborda fronteras, es decir, es extrapolable a  los demás países de nuestro entorno. La confección del ranking sólo responde a leves diferencias entre unos resultados y otros, origen del absurdo y desenfocado planteamiento de la prueba.
El diseño de un verdadero modelo educativo que permita la mejora de las capacidades innatas está por encima de las múltiples leyes que regulan la estructura educativa, a veces cargadas de ideología, como es el caso que nos ocupa ahora con el actual Gobierno conservador. Pero, tal como hemos señalado, es imposible llevarlo a cabo en el marco del actual sistema. Tiene más interés para el poder formar seres obedientes e ignorantes que necesiten ser guiados, aunque les lleven por un camino de autodestrucción, y pérdida de esas capacidades naturales que pidieran tener. “El sistema capitalista necesita personas que cooperen sin pensar, individuos que quieran ser mandados, hacer lo que se espera de ellos y adaptarse sin fricciones al mecanismo social” (Fromm, 1971).

A mi modo de ver, la verdadera evaluación del nivel intelectual de la ciudadanía de este mundo globalizado se puede llevar a cabo a través de los hechos y los comportamientos que observamos, y que no han sido mínimamente enmendados a lo largo del tiempo. Estos son algunos ejemplos:
  • La terrible pobreza en el mundo. Los fuertes desequilibrios entre unos países y otros, entre diferentes naciones, pueblos o razas. La desigualdad galopante entre habitantes de un mismo país.
  • La guerra como cobertura para la invasión imperialista con el consiguiente resultado de asesinatos indiscriminados de personas, que a veces se convierten en genocidios.
  • La permanencia de monarquías y su cohorte en lo que se supone son estados modernos.
  • Las grandes fortunas de magnates y mafiosos.
  • Asumir, sin vislumbrar alternativas, el sistema capitalista como única forma de producción y de organización social.
  • La creencia ciega en lo que se conoce como instituciones democráticas, de carácter netamente formal, incuestionables y ausentes de toda crítica.
  • La inamovible e ineficaz práctica educativa.
  • Ese desmedido afán de confundir lo deseable con lo posible.
  • La generalizada contradicción entre la paciencia (algunas veces) y la impaciencia (en otras).
  • Las desmedidas “retribuciones” de unas nuevas clases adineradas: gestores financieros, políticos, deportistas, actores y actrices, periodistas y “tertulianos”, cantantes, etc.
  • La aceptación incondicional de magias, religiones y/o sectas (incluida la católica).
  • La utilización fetichista y patriotera de signos y símbolos tales como himnos o banderas.
  • La afición y la pasión por los deportes, inducidas por los medios de comunicación.
  • La formas vigentes de administrar el ocio, condicionadas por los medios de comunicación, plasmadas en hechos tan aberrantes como las salidas masivas en fiestas, “puentes” y fines de semana, con el consiguiente sufrimiento que supone soportar los atascos de tráfico que se originan, así como asumir sin reflexión el riesgo de padecer accidentes mortales.
  • La degeneración de la juventud entregada a la bebida incontrolada, y a otros tipos de sustancias, como medio de evasión de un mundo que se les ofrece complicado. 

Nota añadida: Torpeza y maldad.
Existe una circunstancia que justifica el comportamiento de algunos seres, y que se convierte en un “cáncer” social. Esa circunstancia se concreta en la confluencia de la torpeza con la maldad. La unión de ambas la estamos observando, por ejemplo, en nuestros días en nuestro país. Los torpes gobernantes actuales son malos, son malvados. Están castigando con dureza a las capas sociales más desposeídas, más humildes. Con su torpeza es posible que nos arrastren a situaciones irreversibles de las que ellos mismos pudieran lamentarse. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¿QUÉ HACER? II

Después de mi último artículo, titulado “Silogismos”, algunos amigos me preguntan: ¿Qué es lo que se puede hacer, ante la situación económica, social y política que vivimos? En suma: ¿Qué hacer?
Como vengo manifestando de forma reiterada, y con la justificación que corresponde, mi posición es muy crítica frente a todas los grupos, plataformas o “movimientos sociales”, incluidos los Sindicatos, que, con demasiada frecuencia, surgen en nuestro país: 15M, 25S, Frente cívico, Cumbre social, Toma el Congreso, Democracia real, Convocatoria cívica (una de las de reciente aparición) y un largo etc. (Ver: http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2013/06/de-politicos-profesionales-y-de.html y http://ajgilpadilla.blogspot.com.es/2013/07/nuevas-propuestas-llamadas-al-fracaso.html).
La ineficacia de todas las acciones llevadas a cabo, en muchas de las cuales he participado, está a la vista. En algunos de los casos, el afán de protagonismo parece ser el principal objetivo, y empaña la posible intención de su razón de ser. Sirva de muestra la citada “Convocatoria cívica”, encabezada por Baltasar Garzón, cuya única manifestación ha sido la de reunir en el Ateneo de Madrid a un grupo de incondicionales para leer un manifiesto. Desde ese acto, nunca más se supo.
No es el momento de la improvisación. No soy partidario de hacerlo. Mis manifestaciones se mueven en el terreno de la reflexión, del análisis, del razonamiento, desechando la mera opinión, la conjetura, el disentimiento improvisado o el vano comentario. Por lo general, esas manifestaciones van tomando cuerpo y se consolidan con el paso del tiempo. Un pronóstico solo cabe hacerlo cuando se sustenta sobre un sólido análisis de la realidad, acompañado de la observación de los hechos que apuntan de manera inexorable al final que se infiere. Por eso toda la verborrea de tertulias y tertulianos al uso, no deja de ser más que una forma de distracción de la realidad, llevada a cabo por una panda de ineptos de corto alcance y menguada capacidad intelectual. El poder les utiliza y el pueblo les escucha, aunque, a decir verdad, pierden credibilidad día tras día.

Hace ya un par de años, apuntaba las posibles acciones que cabían en la actual situación. Esto queda recogido en varios documentos o artículos, de los cuales significo los siguientes:  
Hoy día, con unos años trascurridos, sigo pensando lo mismo. Ante la evidente ineficacia (repito) de la multitud de acciones, que con tanto esfuerzo y desgaste personal o profesional se están llevando a cabo, todo apunta a que la mejor postura es la inacción meditada y constructiva, la abstención militante en un sentido amplio, a lo que habría que añadir, como excepción, el contenido de una addenda(*) que más adelante apuntaré. Es necesario explicar bien esto para que la propuesta se entienda como una acción revolucionaria, que es lo que pretendo, y no como una postura cómoda o conservadora.
Señalar que las acciones que se llevan a cabo son ineficaces  es un axioma, por lo que no requiere mayor explicación. Solo basta con observar la realidad. Las acciones o reivindicaciones de otros tiempos carecen de eficacia en la actualidad. Coincido con Susan George en que ha habido lucha de clases, y la hemos perdido. Es por ello que las estrategias ahora han de ser diferentes. Los que tienen el poder refuerzan ese poder cada vez que el pueblo sale a la calle o reivindica mejoras sin éxito, y esto ocurre,  día tras día, porque ya hemos sido derrotados hace bastante tiempo. No nos tienen miedo. En plena “lucha”, allá por la década de los 70, si que lo tenían. Miedo y poder caminan de manera inversa.  El miedo resta poder.
Aunque, las mejoras conseguidas por la lucha (de clases) siempre han ido acompañadas de concesiones de los poderosos porque a ellos les interesaba. Les interesaba convertir a una clase obrera mísera en una sociedad consumidora. El desarrollo tecnológico ha forzado el consumo masivo y, para ello, era imprescindible repartir los beneficios de la productividad e incrementar el poder adquisitivo de las clases trabajadoras. En esa dinámica de necesidad de crecimiento permanente vino el endeudamiento generalizado, hasta llegar al estancamiento actual en el que, como no podía ser de otra manera, se ha producido el derrumbe del “modelo”.
Desde siempre las clases dominantes han ido fraguando el modelo político y la organización social a su conveniencia, manteniendo una discreta estabilidad de la población. Platón  (libro V de la República), citando a Sócrates, decía que los gobernantes “deberían mantener el Estado ideal con la mezcla óptima de habitantes aunque para ello tuvieran que recurrir a la mentira y al engaño”. Este “principio” se ha mantenido a lo largo de la Historia, al menos desde el siglo V anterior a nuestra era. Por eso, dejemos que sean ellos los que nos presenten una nueva forma de vida si es que no quieren ser arrastrados en ese declive universal.
De hecho, la realidad es tozuda y por mucho que se empeñen la historia avanza en ese sentido. Los organismos del propio Estado español, extrapolable a todo el continente, auguran una abstención en las urnas de un 52% (abstención más voto en blanco) para dentro de una década. La juventud cada vez es más incrédula, para beneficio de la especie. El voluntarismo y la inercia de quienes tienen una edad madura permiten que este derrumbe del sistema sea más lento de lo que debiera, alargando el sufrimiento de sectores sociales que, día a día, se van sumando a la escasez, y de nuevo a la miseria.
Porque el sistema no puede subsistir sin la “colaboración” del pueblo, son esas abstenciones que se apuntan en los  escritos, cuyos enlaces hemos señalado anteriormente, las que pueden ser eficaces, y que resumimos a continuación: abstención en las urnas, austeridad (no al consumo compulsivo o innecesario), no dependencia de las entidades crediticias, rechazo a los medios de comunicación y, particularmente, a las retrasmisiones deportivas y a la telebasura. Y en el terreno laboral la búsqueda de una solución personal hasta que lleguemos a la socialización del trabajo.

(*)Addenda: El margen de la marcha general del universalizado sistema de explotación capitalista, en España, en estos momentos, el poder tiene miedo debido a la inseguridad que ofrece el relevo en la Corona. Sería bueno aprovechar este miedo, esta inestabilidad, para reivindicar un modelo político basado en la razón. Sin lugar a dudas, la correlación de fuerzas daría un vuelco significativo como así ocurrió en el año 1931 con la proclamación de la II República. Es esta una baza que no deberíamos desaprovechar.


lunes, 16 de septiembre de 2013

SILOGISMOS (Con algún tipo de licencia filosófica)

Las crisis económicas, por definición, tienen un carácter coyuntural, con principio y final.
Nadie sabe cuándo acabará esta crisis, cuándo llegará el final.
Luego, esto es algo más que una crisis.

El sistema capitalista, a pesar de contar siempre con un “ejército de reserva”, ha permitido, en otros tiempos, que una gran mayoría de la población permaneciera empleada.
El actual nivel de desempleo es desmedido y creciente. Los beneficios del capital se generan al margen de la actividad productiva.
Por tanto, la ocupación laboral es ahora inservible: El sistema que ha funcionado durante décadas está agotado.

El sistema actual está agotado, aquello que ha permanecido, con sus más y sus menos, durante 150 años no da más de sí.
No tenemos repuesto.
El futuro se presenta incierto.

Existe una clase dominante que explota a otra clase dominada.
Existen, como siempre, unos estamentos  privilegiados (políticos, medios de comunicación, deportistas de elite, etc.) que son los mamporreros de la clase dominante.
Existe una clase trabajadora que necesita el salario para subsistir.
No existe lo que el sistema denomina clase media.

La solución a los problemas actuales sería colectivizar la economía, es decir, nacionalizar la producción de bienes y servicios.
El camino que llevamos es el contrario, es decir, el de la privatización.
Los problemas no se solucionarán acorto o medio plazo.

El Gobierno actual nos está hundiendo en la miseria.
Su argumento para permanecer es que le han votado unos cuantos millones.
 Es decir, los gobiernos, sean más o menos corruptos, se legitiman en las urnas.
La solución a nuestros problemas es no votar. Que decidan sobre el futuro los que mandan. ¿Qué otra posibilidad cabe? (ver los tres últimos “silogismos”).

La democracia bien entendida es el gobierno del pueblo.
Los gobiernos actuales defienden los intereses de un reducido número de personas en contra de los intereses populares.
Esta no es nuestra democracia, esto es una oligarquía.

El actual modelo de representación parlamentaria, es una fachada para el mantenimiento de dominación de unos pocos sobre la mayoría.
Nosotros somos mayoría.
Por tanto, estamos dominados por esos pocos.

La ley está hecha para someter, controlar y castigar a las clases populares.
Los ricos, los corruptos y los desclasados quedan fuera de esas mayorías populares.
Luego, los ricos, los corruptos y los desclasados no serán castigados por sus delitos.

Los gobiernos, en un sistema como este, se convierten en el gabinete de gestión de la clase dominante.
Nosotros no somos clase dominante.
Luego, este no es nuestro Gobierno.

Haciendo gala de la más pura contradicción, los políticos se presentan a las elecciones para representar al pueblo soberano, mintiendo u ofreciendo lo que luego no cumplen.
Cuando son elegidos se olvidan de las promesas y se convierten en un bloque aislado y privilegiado.
Por tanto, es mentira que sean nuestros representantes.

Nacen un sin fin de movimientos sociales.
Su ineficacia es manifiesta.
Desistir de ellos e intentar llevar a cabo otro tipo de medidas.

La ineptitud intelectual lleva a confundir lo deseable con lo posible.
Lo posible está limitado por la ignorancia o la ingenuidad.
Seamos realistas y luchemos con las armas disponibles.

Las acciones y las protestas que hoy día se llevan a cabo, protagonizadas por esos movimientos sociales a los hacemos referencia, no son eficaces.
Los poderosos se burlan de ellas y refuerzan su poder.
Luego, habrá que buscar nuevas fórmulas y nuevas acciones más eficaces (repito).



martes, 3 de septiembre de 2013

EL CASO CHACÓN Y LA CLASE POLÍTICA

Aunque no soy amigo de tratar hechos puntuales o casos particulares, sírvame el “caso Chacón”, el de su deserción,  para abordar, con carácter general, el asunto de la clase política que padecemos en este país. Hechos como este al que nos referimos aquí pasan desapercibidos para el gran público, adquiriendo la categoría de normal, cuando son de una gravedad espantosa porque el protagonista, en este caso la diputada, antepone sus intereses personales a los del colectivo que la han votado. La falta de sensibilidad para juzgar situaciones como estas son las que dan lugar a que las urnas se llenen cada vez que, periódicamente, nos llaman a arrebato, aunque, bien es cierto, que cada vez la abstención es mayor.
 .
Una mujer ambiciosa en demasía la tal Chacón. Quiso ser la lideresa socialista hace algún tiempo, pero la jugada no le salió como creía. Desde entonces se ha convertido en mosca “cojonera” de su partido. Sus dirigentes sabrán por qué se lo permiten. Ya tienen antecedentes de otra que creó y financió su propia organización con el sueldo que cobraba como eurodiputada del PSOE. Entonces no hicieron nada, mucho me temo que ahora tampoco lo harán. La debilidad de esa fuerza política, junto a la desidia de sus dirigentes, les convierten a estos en mansos que se limitan a llevar a cabo una débil oposición de una corrupta organización política que actúa como partido único, en evidente correspondencia con su extracción o linaje fascista, herencia de la dictadura franquista. Por otro lado, se protegen a ellos mismos y a todas las podridas instituciones con las que nos manipulan y nos engañan, riéndose con ello de la población.
La diputada viajera no se conforma con ser una parlamentaria del montón. No ha entendido cuál debe ser el papel de una representante del pueblo, de esos que la eligieron para que defendiera los intereses de sus electores y los valores de la izquierda en la que se supuestamente (que ya es suponer) está encuadrada. Esta actitud de la diputada nos hace temblar: ¿será extrapolable su comportamiento a todos esos “padres de la patria”? En realidad, esto es una pregunta retórica que, por su propia naturaleza, lleva implícita la respuesta: a mí no me cabe la menor duda de que es así, de que ese grupo privilegiado vive de espaldas a los que les han votado.
A pesar de la repercusión mediática, puede que el hecho no tenga la menor trascendencia para una sociedad que práctica de oficio la indiferencia. Para aquellos que ponemos algo de interés en analizar o, al menos, observar los acontecimientos que tienen lugar en la cuestión política, la situación queda meridianamente clara: esta señora se aburre en el Parlamento, se resiste a ser un simple número que pulsa el botón cuando el portavoz de su grupo levanta uno o dos dedos. En consecuencia, se marcha a Miami a ganar dinero en una universidad de tercera. Todo esto encierra un personalismo aterrador. ¡Como para confiar en estos políticos de tres al cuarto!
Pero ella nos amenaza con volver. “Cuando mi partido emprenda la renovación que necesita, ahí estaré yo como salvadora de todos los males que nos aquejan”. Parece insinuar. Pobre diabla. Si los que tienen que arreglar la penosa situación que nos aqueja son todos como tú, Chacón, vamos listos.
Ahora que estamos desgobernados, que los del PP sólo piensan en salvar el pellejo, en salirse del lodazal que ellos mismos han creado, y en el que se hayan inmersos hasta las cejas, ahora es cuando se necesitan grupos políticos fuertes que ofrezcan algo mejor, que orienten a una sociedad perdida, confundida, desprotegida. Pero no hay nadie que reúna las mínimas condiciones. Su única tarea, la de los demás grupos, es la de acusar al PP de esas miserias en las que se encuentra enredado, pero con la prudencia necesaria como para que a ellos no les salpique. Nada de propuestas, nada de alternativas. Ahora que hay un tremendo vacío, ahora que la ciudadanía se siente huérfana...

Claro que si todos son como la Chacón, que huye de manera irresponsable, estamos apañados. Los de abajo no tenemos otra eficaz opción que renunciar a este modelo, de abandonar la rutina, la práctica electoral. Despertar de la mentira en la que estamos imbuidos. No es obligatorio votar, ni tan siquiera responsable. Los votos del pueblo sólo sirven para mantener a una casta, a una manada de vagos, de egoístas, de gentuza. A las pruebas me remito. Ya son muchas las voces que denuncian este tipo lisiado de democracia. Somos muchos los que hemos descubierto que la política es una tapadera del poder real. Hay quien lo sabe desde hace bastante tiempo. A cambio, a esos peleles se les premia con las migajas que caen del mantel del poderoso mediante la posibilidad de corromperse. Esta práctica les ha servido durante mucho tiempo, pero ya no hay manera de frenar el deterioro de una política de tapadillo, cuyos ineptos agentes cada día que pasa son menos creíbles. Sus mentiras y su demagogia son cada vez menos eficaces.

domingo, 18 de agosto de 2013

TERTULIAS Y TERTULIANOS

Un conocido, poco sospechoso de ser de izquierdas, me decía hace poco que estaba harto de tertulias, que, aburrido, dejó de ver este tipo de programas hace ya tiempo. No me extraña. Esto aburre al más adicto a la “tele” o a la radio. Las tácticas  alienantes, como es esto de los pseudodebates, tienen su eficacia durante un tiempo, pero luego se vuelven en contra de sus mentores. Tendrán que inventar otra cosa con la que nos coman el “coco”, o al menos intentarlo.
Vengo haciendo una crítica seria a estos tertulianos desde hace bastante tiempo, y, en general, a los medios de comunicación, como uno de los fundamentales pilares del actual sistema. Valga como ejemplo el siguiente texto:
“En un desenfrenado y permanente afán de no dejar un solo cabo suelto, el sistema inventa día a día nuevas fórmulas para que nada escape de sus garras. Es relativamente reciente (hace un par de décadas) la incorporación masiva de los conocidos como tertulianos a diferentes programas de radio y de televisión. En realidad, nada tienen que ver con las clásicas tertulias de otros tiempos, caracterizadas por la concurrencia de intelectuales y personas inquietas preocupadas más por la cultura y el progreso que por su personal economía.
Los tertulianos y las tertulianas de esas vanas tertulias tienen los bolsillos bien repletos a cambio de jugar un sucio papel, encomendado por el poder, para que suplan el pensamiento, el juicio y la crítica del pueblo oprimido. Son ellos los “pensadores” oficiales. Aquello de que “el hábito hace al monje” otorga a estas personas un protagonismo que no merecen. La implantación de modelos como éste se apoya en la desidia y el aburrimiento de una población totalmente domada y acostumbrada a que le impongan esquemas y fórmulas preconcebidas.
El perfil del tertuliano tipo se caracteriza fundamentalmente por ser una persona totalmente integrada en el sistema, partidaria de una u otra fuerza política con posibilidad de gobernar, intelectualmente poco dotado y carente de valores colectivos. Por estos motivos, son incapaces de analizar con corrección cualquier hecho o acontecimiento de cierta trascendencia, de obtener conclusiones válidas y coherentes, o de elaborar un diagnóstico certero que pergeñe (al menos) acontecimientos futuros.
La dinámica seguida en cualquier tertulia se caracteriza por la discusión, el atropello y el afán de protagonismo. En algunas de ellas, cada vez con menor frecuencia, suele aparecer la figura de “l’ enfant terrible” para justificar una falsa pluralidad. En apariencia este personaje díscolo discrepa de los planteamientos más conservadores, pero su forma de vida y sus ambiciones son semejantes a las de los demás; es, tal vez, la pieza más negativa de ese juego de la mentira”. (http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, 2010).
Ahora, trascurrido algún tiempo, compruebo que algunos de ellos, de los tertulianos, no merecen otro calificativo que el de imbécil, dicho sea con el ánimo de definirles y no de insultarles. Cierto, la idiotez se ha apoderado de esas tertulias en las que participan individuos con ese grado de imbecilidad que lo traen ya “de serie”. Son un grupo casi estable que van de cadena en cadena (aquellas de más audiencia) poniendo el cazo. 100€ por aquí, 300€ por allá, etc. etc. Una compensación adecuada a esa inmoral tarea que llevan a cabo. Dicen algunos que esta pandilla también se pasea por eso que llaman la “TDT Party”, o sea, por las cadenas de la extrema derecha. Yo no lo sé. Mis receptores de televisión, al parecer, han captado mi manera de pensar, por cuyo motivo no son capaces de sintonizar esas emisoras.

Por fortuna, como señalo al comienzo, la proliferación de esas pseudotertulias, la ineptitud de sus concurrentes, la reiteración de sus comentarios, la falta de lucidez para debatir y la presencia de las mismas caras provocan cansancio, rechazo y abandono. Desgraciadamente, toda la alta tecnología al servicio de la información no se corresponde con el uso que de ella se hace. La radio y la TV se han convertido en instrumentos de manipulación,  de enajenación, de mentira, en suma, de putrefacción. 

domingo, 11 de agosto de 2013

CUENTO DE VERANO: DE LOS HECHOS A LOS DESEOS.

Por lo que finalmente supimos aquellos que, ensimismados, dedicábamos el tiempo a nuestros cotidianos quehaceres, Berzas formaba parte de un sucio “negocio”, y  era el encargado de recaudar los donativos que, más que dádivas, eran la  condición indispensable para poder participar en el obsceno juego del “te concedo tal obra pública si previamente has pasado por caja”. Berzas formaba parte de una panda de truhanes que vivían de espaldas a los súbditos de aquel lugar, esos que, cada día, se esforzaban por llevar algo de sustento a sus casas. Berzas controlaba los dineros que entraban y salían, para lo cual apuntaba en su libreta  cada uno de los movimientos. Por lo que más tarde se supo, esa panda de facinerosos  recibía periódicamente una suma importante de dinero. Dinero que no se correspondía con trabajo realizado. Unas entregas fraudulentas que les cegaban y les impulsaban a pedir cada vez cantidades mayores. Berzas, debido a los servicios que prestaba a los demás, era un elemento protegido y mimado, una excelente persona, como los demás le calificaban. Con un tono balbuceante que le denunciaba, en cierta ocasión, alguien se atrevió a decir de él: “nadie podrá demostrar que no es inocente” (fin de la cita). Pero después, como veréis, pasaron de la lisonja al más absoluto desprecio, algo muy propio de aquellos que los de abajo suelen llamar gentuza, aunque su ignorancia les ciegue a estos, y  elijan a aquellos para dirigirles.
Sin embargo, más tarde que temprano se descubrió el “pastel”. La codicia ciega y embrutece a quienes tienen ese afán de enriquecimiento sin límites. Lo que para el pueblo es una verdadera estafa, la ambición en combinación con las alucinaciones de las perturbadas mentes de aquellos les hicieron creer  que esos hechos eran normales. Es entonces cuando comenzaron a aparecer grietas, y sus impúdicos actos salieron a la luz.
Todo comenzó porque surgieron voces que denunciaban a aquellos que recibían regalos, aunque esto se quedó pequeño frente a los descubrimientos posteriores.
Corruptores y corruptos formaban un clan en el que era difícil distinguir a unos de otros. Aquello era un totum revolutum, que los habitantes visualizaron atónitos en la retrasmisión de una especie de ceremonia nupcial de uno de un vástago de uno de los  mayores implicado en la trama. Eso era una verdadera “familia” en la que no era fácil distinguir en cual de ambos bandos se encontraba el más canalla o el más ruin. De lo primero que los habitantes de por allí se enteraron fue de ciertas conversaciones entre pares. Perdido ya el pudor, uno (corruptor) le decía a otro (corrupto): “te quiero un huevo”, a lo que el querido contestaba: “y yo te quiero más que a mí mismo” (licencia literaria). En otro momento, uno con menos de cien gramos de cerebelo le pedía al mafioso manjares para cierta celebración casera. En fin, un escándalo que se hizo público, dando pié  a lo que vendría mas tarde, a la parte mollar de la generalizada corrupción.
En algún momento, alguien se percató de que el tal Berzas había acumulado una desorbitada cantidad de dinero que tenía repartido a lo largo y ancho de este planeta. Mucho dinero para haber sido ahorrado a lo largo de su vida laboral como simple cajero, a pesar de que estaba bien pagado. Cómo no. Esto ya pasaba a palabras mayores. El pueblo llano se enteró de que aquel que había llegado a mandamás a través de la mentira, así como todos sus secuaces, habían recibido cantidades de dinero que Berzas les suministraba en sobres o en cajas de cigarros-puros. Esto era más gordo que aquellos hechos en los que se mezclaban los regalos con la gilipollez de los agraciados. 
El cajero repartía, pero se quedaba con una parte. Era como el diezmo de las cantidades que algunos corruptores pagaban para recibir los favores de los que disponían ilícitamente de los dineros públicos, que con tanto esfuerzo los súbditos depositaban en las arcas de aquel país. ¿Qué digo el diezmo? Eso era más del 10% de lo entregado porque parecía imposible que en tan corto periodo de tiempo  Berzas hubiera acumulado tanta riqueza.
Así que, inevitablemente,  Berzas quedo encerrado tras los barrotes de la prisión de aquel lugar. Al verse en tal situación, no le quedó otra que “tirar de la manta”. Muchos se lo pedían con ahínco. Fue entonces cuando el encarcelado hizo pública la relación de aquellos que habían recibido ingentes cantidades de dinero, burlando las normas legales de aquel país.
A partir de ahí, aquellos que le protegían comenzaron a repudiarle y a abandonarle como si nunca hubieran tenido nada que ver con él. 
Los que gobernaban, receptores de esos dineros, seguían mintiendo y negando que tal cosa fuera así. Nadie del lugar les creía, pero ellos “erre que erre”.
Llegó el cálido estío con esos días de calima y esas noches de insomnio a causa del sofocante calor. Era un tiempo de olvido, un tiempo de parálisis. La mayor parte de los  cronistas estaban aletargados como los galápagos lo hacen hasta que llega la primavera. Era como si la corrupción hubiera sido una pesadilla. Ahora nadie hablaba de Berzas, ni de los demás beneficiarios, esos de los que habían hinchado sus arcas con el dinero público. Los pocos voceros que seguían activos intentaban distraer  a las gentes, despertando a la “bicha” de un caluroso verano, tratando un viejo y manido asunto reivindicativo que tiene su origen en las maniobras de unos ineptos reyes de antaño que eran capaces de vender su alma al diablo con tal de ocupar la poltrona.

Pero pasado un tiempo, el asunto de la corrupción comenzó a removerse. El viento otoñal comenzó a despejar las mentes un tanto abotargadas de la plebe. Otra vez, los comentarios, las noticias, las crónicas, y un ambiente demasiado enrarecido. Los que mandaban volvieron de sus vacaciones como si nada hubiera pasado. Sin embargo, aquello se hacía irrespirable, no cabían más contradicciones entre sus “cuentos” y la realidad. La presión fue tal que no tuvieron más remedio que huir, que abandonar sus cargos. Aquellos que se las prometían tan felices haciendo y deshaciendo a su antojo. Todo aquel tejemaneje sirvió, al menos, para que una buena parte de los habitantes del lugar, desencantados, desistieran de elegir a aquellos que se erigen en dirigentes para beneficio personal único y exclusivo.   

lunes, 22 de julio de 2013

¿TORPEZA POLÍTICA?

La oposición política española, en bloque, lleva un tiempo pidiendo la comparecencia en sede parlamentaria de Mariano Rajoy, como principal medida, ante los graves acontecimientos de corrupción que vamos conociendo día tras día. Me pregunto si detrás de esta petición se esconde la torpeza política de nuestros insignes “representantes”, o se trata de  una estrategia basada en la idea de Giuseppe Tomasi di Lampedusa según la cual “a veces es necesario de que algo cambie para que todo siga igual”.
A través de encuestas llevadas a cabo recientemente, una significada mayoría de ciudadanos y ciudadanas pensamos, creen o saben que el Partido Popular se ha financiado ilícitamente y que sus dirigentes se han embolsado suculentas cantidades de dinero en billetes de 500€ metidos en sobres o, en algunos casos, en cajas de puros. En realidad las encuestas se quedan cortas porque pienso que no hay ni una sola persona en su sano juicio que no lo piense, crea o sepa, a pesar de la manipulación de los medios de comunicación de masas.
Mariano, se ha estado resistiendo y, de manera reiterada, nos remite a la confianza que le dieron sus votantes para que gobierne durante cuatro años con esa mayoría absoluta. Y razones no le faltan. El juego es ese. Lo ha sido a lo largo de todos estos años de lo que se conoce como democracia. La mentira y las falsas promesas no están castigadas. “Tú dame el voto, y si gano, yo sabré que hacer con él”,  piensan nuestros próceres.  Este es el juego “democrático” al que venimos asistiendo, y al que alentamos con nuestra participación.
Los signos de interrogación del enunciado y la duda de si se trata de una especie de táctica surgen porque me parece de una torpeza monumental pedir simplemente la comparecencia del actual Presidente del Gobierno.
Rajoy se ha refugiado primero en esa mayoría que le otorgaron las urnas, se ha hecho  el remolón, controla el terreno de juego y, por último, anuncia que comparecerá por voluntad propia, y no por las presiones de los demás. ¿Quién le cuestiona esto?
Comparecerá, hablará de lo que quiera, nos soltará una perorata sobre la recuperación económica que, según él, ya se ve venir, negará que haya cobrado en negro y nos dirá que el PP nunca se ha financiado de manera irregular. Es decir, lo que vienen haciendo desde hace meses. La oposición  hará sus preguntas, pero él responderá a las que quiera y como quiera. Esa oposición se empeñará en que nombre a Bárcenas, cosa de menor relevancia, pero Rajoy puede hacer de su capa un sayo. El protocolo parlamentario se lo permite.
En realidad, pienso que los políticos de la actual oposición, con esas acaloradas peticiones,  no pretenden hacer demasiado “sangre”, sólo un poco de ruido. No quieren romper el statu quo porque viven de esto.
Algunos, aunque presumimos la respuesta, nos preguntamos: ¿y que pasará después de la intervención de Rajoy? Como dicen en mi tierra: “y vuelta la burra a la era”. La marcha política seguirá como antes de esa intervención. ¿Qué harán los políticos de la oposición cuando finalice el acto?, ¿calmará sus ansias por saber la verdad? Por si no se les ha ocurrido tomar alguna otra medida que pudiera satisfacer a la ciudadanía, al menos a un sector social importante, yo les apunto alguna. Ante lo que se traducirá en una burla y en una tomadura de pelo a los parlamentarios y, sobre todo, al pueblo, a la oposición no les queda otra salida honrosa que abandonar el Parlamento. La dimisión irrevocable de los componentes de todos los grupos políticos ajenos al Gobierno es la única manera de provocar una nueva convocatoria electoral, algo que una parte importante de la población anda buscando.

Soy consciente de que esta propuesta se encuadra en el terreno de la utopía, impregnada de una buena dosis de ingenuidad. El día posterior a ese acto político, tan solicitado por algunos, nos devolverá a la realidad de un Gobierno sustentado por un partido político indecente, a admitir la corrupción como algo consustancial a este modelo democrático y a la vergüenza de seguir gobernados por unos impresentables que utilizan la política para enriquecerse a espaldas de una sociedad en parte que sufre, en parte indiferente. 

sábado, 6 de julio de 2013

NUEVAS PROPUESTAS LLAMADAS AL FRACASO

Ante el anuncio de un nuevo grupo, que se autodefine como “Convocatoria Cívica”, uno se hace un sinfín de preguntas, entre las que caben: ¿uno más?, ¿es que no hay suficientes grupos con idénticos o semejantes planteamientos?, ¿es que no escarmientan?, ¿es que no se dan cuenta de la ineficacia de los que han surgido anteriormente?, ¿no comprueban sus autores que poco a poco se van diluyendo? Con esta nueva aparición se hace bueno el popular dicho: “éramos pocos y parió la abuela”.
Convocatoria Cívica, como supuesta propuesta de contestación al modelo político actual, está formada por profesionales con más o menos renombre. El más conocido, sin duda, Baltasar Garzón. A él se unen, básicamente,  profesores, escritores y artistas. La fórmula de presentación, la de siempre: lectura de un manifiesto en una sala de un establecimiento conocido, en este caso el Ateneo de Madrid. El reclamo: la presencia de personas con ese mayor o menor grado de popularidad.
En mi ya larga experiencia, y a través del conocimiento de la historia, he comprobado que los grandes hombres y las grandes mujeres, esos que han luchado de verdad, jamás se han expuesto públicamente. Los logros que alguna vez se han alcanzado han sido fruto de la entrega, de la lucha, de la conspiración  y de la clandestinidad. Nada que ver con la exposición y el anuncio como si se tratara de un producto comercial.
Todos estos “movimientos” proponen medidas desde dentro del actual sistema socioeconómico, es decir, se mueven en el marco del sistema capitalista y en el modelo político vigente. Un sistema agotado y un modelo obsoleto. Y desde dentro no hay alternativas que valgan.
Hay que atreverse a denunciar la “democracia” que nos tiene atrapados. Es esta práctica política la mejor estrategia que el poder real ha encontrado para defender sus intereses.  Hay que atreverse a desmontar esta trampa con la única herramienta que tenemos en nuestras manos: la abstención. A la vez sería conveniente elaborar una alternativa al sistema, siempre contando con las condiciones objetivas y subjetivas. De no darse estas condiciones, mejor dejar que el poder nos presente otra forma de cobertura. Tal vez nos resulte más interesante que la actual.

“El sistema siempre se ha visto necesitado de una cobertura política que, de una u otra manera, le proteja y le permita operar de la forma más tranquila posible. Cuando ha sido necesario utilizar modelos represivos, no ha tenido inconveniente en llevar esas prácticas hasta sus últimas consecuencias. Las democracias modernas ofrecen una aparente paz social, haciéndonos creer que éste es el menos malo de los modelos de convivencia. El término “democracia” se ha convertido ahora en el parapeto político de un sistema injusto tras el cual toda actuación se legitima por el mero hecho de estar encuadrado en lo que no es otra cosa que una mera fachada para mantener la mansedumbre de las masas y para contener cualquier intento de rebeldía.
Inicialmente la democracia nace como alternativa a la aristocracia con el fin de diluir el poder político, dando participación a un colectivo más amplio de la población, pero, históricamente, la toma de decisiones siempre ha estado restringida a un sector, estamento o clase social. En cualquier caso, el sistema se ha protegido de manera demagógica para evitar la verdadera participación popular, poniendo en práctica “modelos” muy alejados de la autentica intervención política del conjunto de la ciudadanía. El poder económico ha sabido administrar hábilmente la situación política y el control ha estado siempre en sus manos, estableciendo gobiernos que, parafraseando a los clásicos, se constituyen en gabinetes de gestión de la clase dominante. Esa habilidad para la adaptación política a los intereses de clase, la ausencia de una verdadera y eficaz estrategia para el cambio, la debilidad de quienes impúdicamente están dispuestos a prestar sus servicios a cambio de las migajas que caen de la mesa del poderoso y la utilización de todos los medios a su alcance para deformar y distraer a la ciudadanía, han dado lugar, a pesar de encontrarnos en estados de corte “democrático”, a la permanente ausencia de una favorable correlación de fuerzas de los menos favorecidos y, como consecuencia, a la tergiversación del curso natural de la historia.
Pero si la democracia es una estrategia o una táctica dilatoria para que la clase dominante mantenga el poder, también podría ser una estrategia para combatirlo profundizando en la participación y cuestionando el actual modelo. La forma razonable de convivencia pasa por la voluntad y el deseo de una mayoría consciente de su realidad y despojada del velo del engaño al que reiteradamente está sometida, pero para el cambio es preciso que se den esas condiciones a las que ya hemos hecho referencia.

La democracia, con este genérico enunciado, es una vieja fórmula de organización sociopolítica que, en su más pura esencia, permite a todos los ciudadanos participar, directa o indirectamente, en el gobierno de las naciones. Por esta razón, ha sido siempre una reivindicación popular en la creencia de que, de esta manera, se garantiza que todos tenemos la misma influencia a la hora de formar gobiernos y tomar decisiones de carácter colectivo.
La democracia moderna, frente a otras anteriores formas autoritarias de gobierno, ha conseguido instalarse y legitimarse como la más aceptada forma de organización sociopolítica. Nadie, ni los más críticos, cuestionan el modelo democrático en esa más pura esencia, si bien es cierto que en la actualidad está cargado de una serie de “vicios” que conlleva su práctica, incluso en los países donde se desarrolla de la manera más avanzada, porque, como decimos, la práctica democrática al uso es un modelo adaptado al actual sistema socioeconómico.
A raíz del surgimiento de los regímenes fascistas europeos, la democracia se convirtió en una reivindicación popular. En España, particularmente, la lucha antifranquista tomó como bandera el modelo político de los países del centro de Europa en donde ya se había consolidado este modelo democrático después de la Segunda Guerra Mundial. La democracia que los sectores más progresistas de la sociedad han reivindicado en mejores tiempos es un modelo participativo que pudiera convertirse en el soporte político de un sistema más justo basado en la igualdad, pero todo el trabajo y la lucha por lograr esas metas han sido estériles. En realidad, las ventajas que la práctica política puedan reportar al pueblo llano no dejan de ser puras concesiones del poder real”. (http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, pág. 91)


En fin, la experiencia nos muestra que este tipo de pronunciamientos tiene mucho más de protagonismo personal que de eficacia para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. El conocimiento de su existencia alcanza a un limitado número de personas. Dentro de unos meses pasará al limbo en el que se hayan otros como el 15M, el 25S, el Frente Cívico, Democracia real YA y otros tantos. Algunos, como “Rodea el Congreso”, han decido disolverse. Aquellos que protagonizan este tipo de cosas, deberían ser conscientes de que su debilidad refuerza el poder de quienes lo ostentan. Estas acciones no les dan miedo, y sin miedo en los de arriba no se garantiza ninguna posibilidad de cambio a favor del pueblo. 

lunes, 24 de junio de 2013

DE POLÍTICOS PROFESIONALES Y DE MOVIMIENTOS SOCIALES ANTE LA ACTUAL SITUACIÓN

Desigualdad creciente con la intención de llegar a la bipolarización extrema de ricos y pobres, paro y precariedad, impunidad para los corruptos, acumulación irracional de capitales, decadencia de la fase productiva de los últimos 150 años, innecesaria fuerza de trabajo para enriquecerse, una práctica política inservible y una inacción popular frente al desastre son algunas notas interrelacionadas que dibujan el actual panorama socioeconómico.
Por todo ello, cada vez es más palpable esa situación vital que apunta hacia un nuevo  paradigma, pero que parece imposible que pueda consolidarse a largo plazo. Sin embargo, el proceso de transformación que estamos viviendo supone pobreza y sufrimiento para una parte creciente de la sociedad.
¿Cabe alguna posibilidad de que el camino emprendido por el poder real pueda enmendarse, o serán las leyes naturales las que regulen la vida futura en sociedades como la nuestra?

¿Quiénes son los políticos?
De los actuales políticos de uno u otro bando poco cabe esperar. El acceso a la política oficial está totalmente restringido, acotado y controlado. Los gobernantes se fraguan en los partidos políticos, gentes sin experiencias laborales externas, reduciéndose sus vivencias a la exclusiva relación dentro del partido y de su dinámica, una dinámica basada en la promoción interna a través del vasallaje, del enfrentamiento entre tendencias, de la suerte y del oportunismo; todo ello requiere la afiliación temprana y…, a esperar y aguantar. Los diputados(as), senadores(as), los ministros, los alcaldes, etc., todos ellos surgen de esos “yacimientos”, de los partidos políticos. No hay ninguna posibilidad de acceso al poder si no es mediante esta vía. ¿Quién garantiza las capacidades, incluidas las intelectuales, de estas gentes que nos gobiernan?, ¿cómo romper la actual situación?

El surgimiento de movimientos sociales, y su ineficacia
Dos motivos han dado lugar a la aparición en España de un elevado número de grupos de lo que se conoce como movimientos sociales: la degeneración de la democracia, ya de por sí dañada desde su nacimiento, y la ausencia de grupos políticos que trabajen por la trasformación del actual sistema socioeconómico y del modelo político que lo sustenta.
Movimiento 15M, 25S, Frente Cívico, Democracia Real Ya, Cumbre Social, Toma el Congreso, son algunos de esos grupos que desde hace algunos años llevan a cabo acciones al margen de la práctica política de los partidos.
Me parece que es conveniente hacer una profunda reflexión sobre el origen y finalidad de esos movimientos, de tantos grupos que nos convocan una y otra vez a esas movilizaciones que sólo sirven para darnos de bruces contra un muro cuando se llevan a cabo. Podría ocurrir que su razón de ser fuera la de canalizar el descontento por la vía de la simple salida a la calle de vez en cuando, impidiendo, de esta manera, ejecutar otras acciones que pudieran dar mejores resultados. La ineficacia de tales movilizaciones hace que cada vez sean menos numerosas, frustrando las expectativas de sus convocantes y de los convocados.

En consecuencia, ante la posición de los partidos políticos, y la ineficacia de tantos y tantos llamamientos dirigidos a la ciudadanía, es necesario hacer un esfuerzo intelectual para pensar en acciones eficaces que, al menos, nos saquen de este círculo vicioso en el que los actos de protesta sólo sirven para desahogo de unos cuantos que no ven más allá de sus narices. Las manifestaciones de protesta al uso son admitidas, incluso valoradas, por los agentes más abyectos y por las fuerzas más reaccionarias. Mientras esto siga así, mientras nos refugiemos en acciones como las que ahora se llevan a cabo, seremos presa de los malvados, y, consciente o inconscientemente, seremos cómplices del mantenimiento de un mundo injusto, irracional, inhumano y cruel.

martes, 18 de junio de 2013

¿QUÉ MÁS TIENE QUE PASAR?

Hoy me llega vía email una carta, una de tantas de las que circulan por la red, haciéndoles ver a los que aún votarían al partido en el Gobierno, más de ocho millones, su equivocación por seguir apoyando a un grupo  como el que detenta ahora el poder político nacional y regional, convertido en un pozo de corrupción y de mierda. Ríos de tinta, o miles de megabytes comentan, denuncian o critican los comportamientos políticos y las conductas personales de los dirigentes del PP, pero las cosas siguen igual, no pasa nada, las urnas lo soportan todo. Han ganado por mayoría absoluta y están legitimados por cuatro años hagan lo que hagan.
Estos políticos saben muy bien de qué va este negocio. Saben que su función es la de  proteger a los ricos, y cobran por esa tarea, sabiendo que entre todos caminan en  el tándem de la corrupción. Todo eso de los principios o de la ética se la suda. La degeneración está servida.
En mi vida he visto nada tan escandaloso, y tan escasa respuesta ante los hechos que se suceden, y que nos cuentan los medios de comunicación a diario. Aparecen como si se tratara de una película, como una serie que, con el mismo guión, cada día aportan algún dato nuevo, aunque los protagonistas suelen ser siempre los mismos. El cine, la ficción y el plasma han hecho mucho daño. La realidad queda eclipsada y se nos cuela en casa filtrada, manipulada y repetitiva hasta el punto de asumir la maldad, el abuso, la sinrazón y la falta de humanidad como algo normal.
Por el otro extremo, la desigualdad, la pobreza, el desamparo y la crueldad comparten pantalla. Ya estamos tan inmunizados que tras una noticia sobre un tipo que ha robado un montón de millones, nos muestren otra en la que nos dicen que una cuarta parte de los niños de este país están desnutridos. Ambas son asumidas de igual forma porque la anestesia permanece durante todo ese tiempo en el que perdemos dioptrías ante el aparato de TV.
¿Qué más tienen que pasar? Los máximos dirigentes del partido en el Gobierno entienden esto de la política como un negocio. Nos dicen los diarios que en unos cuantos años se han forrado, burlando esa legalidad a la que ellos aluden cuando hay que reprimir o someter al pueblo llano. Es tremendo, porque dicen que son los máximos representantes de los ciudadanos. Se burlan de todos. Bien pensado: ¡da miedo! La inseguridad, el desasosiego o la inestabilidad y la precariedad laboral pasan a un segundo plano. El pánico les coloca en esa segunda plaza.
Por si fuera poco el hecho de que el actual presidente de Gobierno carezca de cualquier principio ético, burle la ley, sea un mentiroso: “no he venido a la política para ganar dinero”-dijo-, desprecie a la ciudadanía y tenga la desvergüenza de seguir en su puesto, además de eso, el expresidente de los patronos (CEOE) está en la cárcel, el expresidente de una de las mayores Cajas de Ahorros (Bankia) también está en la cárcel, el que manejaba los dineros del PP está multimputado por ladrón. La Corona: ¿qué decir de la Corona? ¿Hay quien dé más? ¿Es esto lo que llaman marca España?
“Aún en estas condiciones no parece cercano un “estallido social”. Más bien parece que vamos por el camino de la aceptación de los hechos, de la caridad como única forma de ayuda a los más necesitados, del refugio en la miseria”.



miércoles, 5 de junio de 2013

TRABAJO SOCIAL PARA LOS DESEMPLEADOS

En algunos ayuntamientos están apareciendo nuevas “figuras” laborales: los parados se dedican a tareas internas, fundamentalmente relacionadas con la limpieza y cuidados de jardines. De momento, esto se está llevando a cabo de una manera improvisada, con miedo y sin la atención que el asunto requiere. La medida, ha sido cuestionada por los Sindicatos y, en general, por la izquierda política, pero ahora, ante le evidencia, las organizaciones sindicales “proponen que los ayuntamientos contraten a parados sin prestaciones” (sic).

Esta medida, la de ocupar a los desempleados fuera del sistema productivo, se hace inevitable, sobre todo por un asunto de carácter humano. Lo que ocurre es que requiere el adecuado estudio para que resulte positivo para todos. Hace ya algunos años,  en “En los límites de la irracionalidad”, hice este comentario:
“Como consecuencia del desarrollo tecnológico, de la reproducción del dinero mediante fórmulas especulativas, de la aparición de nuevos focos de producción en países emergentes y otras circunstancias semejantes, la fuerza de trabajo será cada vez menos necesaria, por lo que el desempleo en los sectores productivos no se reducirá, por el contrario irá en aumento. Las coberturas sociales a desempleados, que ya ocupan un importante capítulo en el actual panorama económico, si se desea mantener la “calma” que el poder necesita, tendrán que aumentar, al menos, en número, de tal manera que habrán de acostumbrarse a convivir, en un mismo entorno, colectivos con un empleo productivo y otros sin él, cuyos componentes podrían ocuparse de tareas subsidiarias o de carácter social en el marco de las administraciones, para escapar de esa sensación de parasitismo a la que puede dar lugar el ser un parado de “larga duración”. Todo ello aparejado con el empobrecimiento generalizado de las clases populares: rebaja de pensiones, reducción de los salarios, “recortes” o eliminación de los servicios públicos, etc. Pero conviene preguntarse: ¿hasta dónde podrá soportar el sistema este fuerte desequilibrio entre mano de obra empleada y parados de larga duración, más un elevado colectivo de trabajadores en situación de jubilados o prejubilados?” (http://www.bubok.es/libros/193055/EN-LOS-LIMITES-DE-LA-IRRACIONALIDAD-analisis-del-actual-sistema-socioeconomico, pág. 199)
Esto se hace inevitable. El sistema, con las actuales estructuras, no será nunca capaz de ocupar a toda la población laboralmente activa. La etapa productiva de occidente, que trascurre desde mediados del XIX hasta –aproximadamente- finales del siglo XX, ha tocado fondo. El proceso de crecimiento de esa etapa se ha invertido en la vieja Europa. La economía se ha ido trasformando hasta convertirse en una economía de “mercados” financieros. Esto quiere decir que el capital ha encontrado nuevas fórmulas para obtener enormes beneficios. Es más rentable, por ejemplo, comprar deuda soberana de países endeudados como el nuestro que “montar” un nuevo negocio, o ampliar el que ya está creado. La cosa es bastante más compleja. Otros factores diferentes a la especulación y al mercado del dinero intervienen en el declive de esa anterior fase productiva de crecimiento permanente. Tal como hemos señalado en el texto en cursiva, la aparición de nuevos países productores con mano de obra más barata, la saturación de los mercados, el agotamiento de recursos fósiles, etc., son otros tantos factores que nos avocan a una situación diferente a la vivida en décadas pasadas.
Pero lo que aquí queremos tratar es la situación de aquellos y aquellas que no tienen opción de participar en la actividad productiva, de los que se encuentran en paro, de los que nunca podrán trabajar en esas tareas remuneradas por el patrono, etc.
La situación que vivimos evidencia el agotamiento de ese largo periodo de economía capitalista, en el que destaca la etapa de unos 150 años, a la que hemos hecho referencia anteriormente. A pesar de ello, del evidente agotamiento, no hay quien plantee alternativas fuera del sistema vigente. Todo son parches, propuestas incoherentes o tapones en los agujeros por el que el modelo se desangra. Pero esto sólo sirve para mantener mansa a una  sociedad cada vez más compleja y más desigual. El poder se resiste, y maneja todos los resortes que tiene a su alcance para seguir sembrando desigualdad, en un marco de miedo, indiferencia e inseguridad.
Aún en estas condiciones no parece cercano un “estallido social”. Más bien parece que vamos por el camino de la aceptación de los hechos, de la caridad como única forma de ayuda a los más necesitados, del refugio en la miseria. Parece que el auxilio a los más desprotegidos lo tendrán que llevar a cabo los sectores sociales próximos a ellos. Es decir, los pocos recursos que lleguen a manos de los que poco o nada tienen lo tendremos que hacer los trabajadores que aún mantenemos regularmente unos ingresos. Nada de quitarles a los que se han enriquecido con el trabajo de otros, nada de recuperar lo que se ha granjeado a través de la corrupción o de la especulación. Nada de incrementar la carga impositiva de quienes mantienen sueldos o ingresos astronómicos.
Por todo ello, ante esa ausencia de rebeldía de una sociedad mansa, será inevitable aceptar, por parte de la clase trabajadora, las rebajas salariales y el incremento de impuestos para socorrer a quienes no tienen empleo o a los que nunca lo tendrán, en el marco de un sistema que nadie cuestiona a pesar de ser incapaz de dar respuestas a los graves problemas que sufrimos.