Enredado en el análisis de los
comportamientos de la especie humana, salen a la luz, con demasiada frecuencia,
casos de corrupción como los que estamos observando en estos momentos, en este
país nuestro. Estos casos, confunden a la ciudadanía, trastocan la vida política
y dan pie al oportunismo mediático y político. Lo que se conoce como derecha es
brutalmente eficaz en la oposición para destruir a los gobiernos de progreso en
manos de grupos de izquierda. Y no lo hace como alternativa democrática, porque
no son demócratas. Su objetivo es controlar el poder político para corromperse
a lo grande e incrementar la desigualdad.
La tercera acepción de corromper en
la RAE dice: Sobornar a alguien con dádivas o de otras maneras. Esta es la
definición que más se aproxima al caso que aquí estamos tratando. A ello podríamos
añadir o aclarar que, en el caso político, se trata del uso ilegal de dinero
público en beneficio propio, estableciéndose tramas o mafias de corruptos.
El perfil del corrupto o corrupta es el de
una persona de bajo nivel intelectual, opuesta a la integridad, ambiciosa, de
comportamientos reaccionarios, enemiga del pueblo y dejados llevar por una
ideología de extrema derecha.
La corrupción política es la principal
causa del deterioro democrático, de una democracia exclusivamente
representativa, pero sostenible hasta la fecha. A ello habría que añadir un
electorado, en gran medida, miedoso y de bajo nivel intelectual, que es
arrastrado por el más agresivo, incapaz, aquellos, de apreciar la mentida. Un
pueblo ignorante que ha sido absorbido por un sistema y adiestrado bajo los
valores de la desigualdad y el individualismo, incapaz de sublevarse ante la
injusticia.
En cierta ocasión le dije a un amigo por
entonces, profesor universitario, que las dos grandes instituciones más
corruptas eran la Universidad y la Judicatura. Sorprendentemente se enfadó
mucho porque dijo que era su lugar de trabajo. Se puede ser trabajador de un
lugar y ser crítico con la organización, la dirección, etc., pienso yo.
Bien, en el caso de la universidad, por el
grado de autonomía de que disponen, hacen y deshacen a su antojo, todos
aquellos que disponen de algún tipo de poder. La adscripción y promoción del
profesorado se hace de manera endogámica, no existe ningún control externo de
lo que allí se hace. Basta recordar las últimas acusaciones delictivas de la Universidad
Rey Juan Carlos de Madrid y ciertos miembros del Partido Popular.
Es necesario particularizar en estos
momentos para descubrir la naturaleza y el comportamiento de la legislatura en
este país nuestro. Aún quedan restos franquistas en los órganos de gobierno
añadidos a los que, de motu proprio, muchos son reaccionarios,
desclasados, alejados del pueblo llano y de las políticas de progreso. Ahora es
el llamado Juez Peinado quien se ha empeñado en destruir al Gobierno actual y ,en
particular, a su Presidente, en sintonía con una oposición antidemocrática rabiosa
e inoperante. El corporativismo, como una forma más de corrupción, se manifiesta ahora como en tantos otros
casos.
La Democracia de este tipo de países ya es
de por sí bastante limitada. El hecho de que cada cierto tiempo acudamos a las
urnas no es suficiente cuando una parte significativa es presa de la
manipulación del sistema y de quienes lo controlan mediante el poder económico
y velan por sus intereses, convirtiendo el estado real en una Oligarquía.
Alguien dijo alguna vez que una Dictadura
es corrupción en si misma y que en Democracia cabe la corrupción, tal como
hemos podido comprobar a lo largo de tiempos atrás. Sin embargo, no es difícil
distinguir unos casos de otros. En las filas de la derecha la corrupción es a
lo grande y su deseo de triunfo electoral es para tener el campo libre a la
corrupción. La urgencia de adelanto de elecciones y el acoso al Gobierno actual
es para encubrir los aproximadamente 30 casos que tiene abiertos y que se irán
resolviendo pronto.
La socialdemocracia actual, encabezada por
Pedro Sánchez, no presenta signos de corrupción de forma generalizada. No
obstante, en sus filas surgen sinvergüenzas que deterioran profundamente a su
partido y al actual Gobierno, aumentando las presiones ejercidas por la
derecha-ultraderecha.
Lejos de una democracia participativa,
abierta a una ciudadanía crítica e inteligente, mantenemos un modelo
representativo enmarcado en un sistema capitalista en el que priman los
intereses de los más ricos. No obstante, los Gobiernos de corte progresista,
como el actual, gobiernan pensando en los menos afortunados, a favor de la
igualdad. La corrupción, al parecer, está instalada en gran parte de los
individuos de esta especie. En política algunos se refugian en unas siglas para
actuar en beneficio propio, como es el caso al que estamos asistiendo ahora.
Cuando esto ocurre en las filas de lo que se conoce como izquierda es mucho más
llamativo, porque, de alguna manera, el sistema se siente dañado y carga contra
los más débiles, poniendo en marcha todos los instrumentos que maneja.
Rara vez, como es ahora, el término
Democracia adquiere más contenido que cuando el gobierno lo ejercen grupos de
corte antidemocrático como es el PP.
Los casos de corrupción actuales entre los
militantes y cargos políticos del PSOE deterioran la Democracia de manera
notable y desorientan a una sociedad miedosa y manipulable.
El deterioro de las instituciones, junto a
otros factores, dan lugar al crecimiento de los grupos fascistas con
posibilidad de gobierno en solitario o en coalición.
Otros factores, en España, tienen que ver
con el descontento al deseo independentista de Cataluña y el deseo de
unificación territorial, la reacción al auge del feminismo y otras agendas
progresistas, descontento con los partidos tradicionales, rechazo a la
inmigración y la inseguridad, la influencia del gobierno en otros países y el
apoyo de los pseudomedios y el manejo de las redes sociales. La extrema derecha
sabe manejar todos estos factores ante unos grupos sociales miedosos,
ignorantes y manipulables. Esto nos hace pensar como ya hemos señalado en otras
ocasiones, en la existencia de varias subespecies.
Lo que, a mi modo de ver, en estos
tiempos, aparecen dos subespecies en lo que se conoce como homo sapiens:
pensantes y no pensantes. Las causas por las que se establece esta
clasificación, en torno al mayor o menor desarrollo intelectual, se centran en:
la carga genética de cada cual (inteligencia fluída), la ineficacia del sistema
educativo, la influencia de las religiones y la presión del propio sistema. No
hay una línea nítida entre ambas categorías, por el contrario, es posible
apreciar unas subcategorías en cada grupo. Además, es posible observar
comportamientos comunes en las dos. Por ejemplo, se puede ser corrupto en
ambas. Por el contrario, no se puede ser manipulable en los individuos de los
pensantes. En lo que si se puede concluir es que, en el
proceso evolutivo, la especie está “inacabada”, y que el estado
actual parece bastante estable.