martes, 21 de junio de 2016

PODEMOS Y LA SOCIALDEMOCRACIA

Desde que Podemos forma parte del panorama político, se ha roto el enquistado esquema clásico, y a medida que han ido creciendo sus apoyos,  se han ido incrementando los ataques. Críticas  que van desde la mentira a la infamia, de la acritud a la sin razón. Pensamos que cuanto más feroces sean las agresiones, mayor será el número de adhesiones de personas de determinados sectores sociales. Las últimas críticas de los medios de comunicación, y de los demás grupos políticos, son cargas de profundidad a su ideario, a su actual oferta ideológica. Intentaremos, en estas breves líneas, justificar su posición actual, sin que ello nos comprometa necesariamente con su oferta política, y sin que tengamos una visión clara del éxito de su propuesta.
Si bien es cierto que hasta esta última campaña electoral no se han definido con nitidez, es ahora cuando se manifiestan como “socialdemócratas”, además con una cierta insistencia. Los comentarios negativos les vienen de todos los lados: de arriba, de abajo y, sobre todo, del PSOE, hasta el punto de ser ridiculizados por el que fue, en apariencia, el más “radical” del partido, pero, curiosamente, después de ver el “sketch” en TV, hemos podido comprobar que el ridiculizador se convierte en ridículo. La verdad es que su oferta socialdemócrata, la de Podemos, deja en evidencia a los socialistas, que se parapetan en esa ideología sin que sean consecuentes en sus políticas, más próximas éstas a las de los conservadores. Lo de Podemos es una propuesta inteligente por dos razones. Por un lado, desenmascaran a los del PSOE. Por otro, en coherencia con su ascenso y su capacidad de influencia, se sitúan en el terreno del posibilismo. Aspectos que desarrollaremos seguidamente.
La estrategia de Podemos se identifica con el pensamiento de E. Wallerstein en la idea de que las alternativas (no la alternancia) deben ser escalonadas de manera que avancen hacia una sociedad de progreso e igualdad. Idea que compartimos, siempre y cuando el resultado final sea la superación del actual sistema y del vigente modelo político.
Es cierto que en estos momentos es imposible el salto automático de este sistema socioeconómico a otro radicalmente distinto en el que  las mayorías sociales sean los beneficiarios. Por eso, desde la creencia de que Podemos sea coherente en sus propuestas con sus futuras actuaciones, es adecuado darles un voto de confianza, aunque, como hemos manifestado en varias ocasiones, nos parece muy complicado que les dejen actuar en consecuencia. Por eso, hemos manifestado nuestras reservas respecto a las posibilidades de cambio en este espacio y en este tiempo. Incluso hemos jugado con la duda de si han sido instrumentalizados como una pieza más del sistema para canalizar el descontento.

 Las políticas llevadas a cabo por el PSOE, en sus etapas de gobierno, nada tienen que ver con la socialdemocracia. En nuestra opinión pensamos que desde su refundación en Suresnes no han entendido nunca en qué consiste esta ideología y su desarrollo. Nacieron con el apoyo económico del exterior, y la anuencia del poder local, como un grupo oportunista, vacío de ideología, como están demostrando, descaradamente, en estos últimos tiempos.
La socialdemocracia, asumida inicialmente por el materialismo histórico como una manera de emancipación, es una estrategia dinámica encaminada a la creación de una auténtica sociedad socialista. Bernstein, tildado de revisionista, cuestionó algunas de las tesis marxistas, señalando que las predicciones de K. Marx, respecto al colapso del capitalismo y a las condiciones de miseria de la clase trabajadora, no se estaban cumpliendo. Bernstein apostaba por políticas reformistas para alcanzar el socialismo. El propio Engels al final de su vida defendía que el sufragio universal era  un camino para lograr el cambio. Más tarde, Trotsky observó la sobreestimación, por parte de Marx, de la madurez revolucionaria del proletariado. Por lo tanto, en un ejercicio de buena voluntad, queremos pensar que Podemos tiene en cuenta el pensamiento de los citados autores e intenta trazar una alternativa que, posición a posición, propicie un sistema diferente.

En nuestra opinión –asumiendo, con reservas, esta vía como válida para la trasformación de la sociedad- un primer paso, camino de esa alternativa, podría resumirse en los siguientes puntos: a) el saneamiento de las administraciones y de las dependencias de carácter público; b) la persecución implacable de la corrupción, y la regulación normativa para evitar la especulación; c) la aplicación de una política fiscal que penalizara de manera auténticamente progresiva los elevados ingresos, lo que supondría poner límite a las crecientes desigualdades económicas entre unos y otros; d) el acuerdo internacional para evitar la evasión de capitales; e) la protección de lo público y la recuperación de las instituciones que han pasado a manos privadas; f) la lucha contra la pobreza y la aplicación de fórmulas que den cobertura a quienes carecen de ingresos. No obstante, en las etapas posteriores sería imprescindible  que desapareciera la plutocracia y que se crearan las condiciones para que el poder económico actual se diluyera y se democratizara la riqueza.

Sea ahora, o más adelante, si es que Podemos consigue gobernar, tendremos la ocasión de comprobar si están dispuestos a trabajar para ir por esta vía, o, al menos, para intentarlo. Si no es así tendríamos que volver a nuestras sospechas, y pensar que todo es mentira, o que la sociedad no está en condiciones de salir de una situación como la que vivimos.

De todas formas, la peculiar situación política obliga a centrarse en el futuro más cercano y en lo que podríamos considerar causas menores. El verdadero problema, al que ningún grupo hace referencia en sus propuestas, es el agotamiento del sistema global y la incierta evolución que vamos a vivir, que ya estamos viviendo, sin que sepamos hacia dónde camina el mundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario