En 1997 irrumpió un
nuevo programa en TV denominado “Crónicas Marcianas”, y al poco tiempo se
comenzó a hablar de “Televisión basura”, pero a pesar del calificativo, sus
protagonistas se jactaban de hacer ese tipo de TV. Otro “invento”, del que
también presumían sus mentores fue lo que hoy se ha convertido en una práctica
habitual en todas y cada una de las cadenas de radio y TV: las tertulias.
En el primer caso, se
rompía con el decoro y los buenos modales; se presumía de la ordinariez y la
chabacanería. Sabían cómo alimentar lo zafio y la risa fácil faltando al
respeto y a la poca dignidad que le queda a la especie.
En el segundo caso,
tal vez sin desearlo, dieron paso a la generalización de lo opinable sin rigor
ni fundamento, a la conjetura, todo ello para defender los intereses de los que
les pagan. Dando pie a la ruptura con la reflexión, con el análisis y con el
pensamiento crítico. Un colectivo manipulado que van de cadena en cadena
sumando las minutas que les dan por difamar, vociferar, insultar y agredirse
mutuamente. Fomentando el enfrentamiento per
se y las demás miserias de la
especie. Deformar y desinformar es lo fácil en un terreno ya contaminado para
sembrar la mentira. A eso se dedican.
Como para mantener y
potenciar la enajenación del pueblo, el atontamiento y la distracción de los
problemas reales que nos aquejan, es necesario subir el nivel de la basura que se
destila por los canales de la TV. Para eso, ahí está Mediaset y Telecinco con
su nefasta programación diaria, resaltando ese programa llamado
“Supervivientes”.
No soy asiduo de esa
cadena, ni de ese programa, pero es necesario ver, al menos, parte de él para
poder denunciar tanta inmundicia.
Ayer mismo, observaba
indignado como una mujer, madre y esposa, lloraba, allá en Honduras, cuando una
joven, con evidentes signos de inmadurez intelectual, psíquica y emocional la
vilipendiaba con la intención de adquirir protagonismo, hacerse notar para
llamar la atención de la masa y obtener su apoyo para ganar el concurso. Unas
escenas sobrecogedoras y destructoras de la condición humana. La cara de la
mujer agredida expresaba la tristeza y el “tierra trágame” ante una audiencia
de 5 millones de televidentes. La otra parte, seguía insistiendo, intentando
defender lo indefendible, adentrándose cada más en el lodo. Su cara reflejaba
su fealdad interna, la maldad consciente por su propia inconsciencia y el
atrevimiento propio de la ignorancia y la insensatez.
Por si esto no fuera
suficiente, hay que volver a sesiones anteriores en la que una concursante
atizó una paliza a otra. La dirección del programa se ha encargado de no hacer
pública esas imágenes, porque, la escena, al parecer, es tan exagerada que
temen que clausuren la edición.
El programa, en
general, se basa en sacar de cada uno de los concursantes lo más miserable,
enfrentándoles permanentemente de forma maliciosa, otorgando prebendas a unos
que tienen que disfrutar frente a los castigados. Potenciando la rivalidad, la
insolidaridad, el egoísmo, la ambición y, en general, la maldad.
Con hechos como este,
convertido en espectáculo público, arrastran a la ciudadanía hacia un mundo
cada vez más irracional, más inhumano, más
injusto y más cruel.
Es por todo ello por
lo que pido amparo a esa institución para que, tomando conciencia de este tipo
de espectáculos, tome las medidas pertinentes para que podamos caminar hacia un
mundo diferente en el que los valores humanos sean el sustento de la vida.
Un saludo: Antonio
José Gil Padilla.
Villaviciosa de Odón,
4 de mayo de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario