A
lo largo de todos esos años dedicados a la reflexión y al análisis, he ido
observando distintos comportamientos, distintos acontecimientos, distintas formas particulares o colectivas de actuar, en suma, diferentes maneras de pasar por
ese periodo de la etapa adulta, más o menos largo, que la naturaleza nos
brinda. En algunos casos, en muchos casos, la situación vital no permite
demasiadas maneras de elegir; en otras, por fortuna, si. Mi planteamiento ahora
no va más allá de expresar la actitud de la ciudadanía frente a los que nos gobiernan,
nos reprimen, nos engañan, nos explotan o nos limitan la vida, potenciando la desigualdad. Distintas
variables intervienen en esas diferentes posiciones sociales: el origen
familiar, la ideología, la indiferencia, la inquietud, la ingenuidad, la
ignorancia, el miedo. La estratificación socioeconómica es tan evidente, como atrevido
el hecho de abordar, por mi parte, este complejo asunto. Análisis este, limitado,
por cuestiones de espacio, a las sociedades como esta nuestra, en estos tiempos
que corren. Es como una imagen congelada, aunque la carga histórica de cada
cual es una mochila de la que es difícil desprenderse en su totalidad. Unas y
unos lo consiguen con más o menos esfuerzo, otros u otras creen que lo han
conseguido y algunas o algunos, para bien o para mal, no quieren hacerlo.
Tengo
que decir que mi observación la hago, como no podría ser de otra manera, desde
una determinada ideología, desde el deseo de alcanzar un mundo mejor, con la
experiencia vivida, con el conocimiento -fruto del esfuerzo por entender cómo
funcionan este tipo de sociedades-, con
una serie de convicciones personales y con una
historia familiar de lucha, sufrimiento y persecución.
En
cada uno de los grupos que intentaremos dibujar se conjugan más de una de las
variables indicadas, es decir, cada una de las variables no determina un grupo
social concreto. Por una parte, seguro que hay alguna que se me ha escapado.
Por otra, los grupos a los que me referiré no son compartimentos estancos, no
hay una nítida línea entre unos y otros. Es más, un mismo individuo podría
formar parte de varios grupos, jugando con el tiempo. La especie humana es
mentalmente sana por naturaleza, pero las relaciones sociales son muy complejas
e intoxicadoras. Rouseau ya nos anunciaba que, a lo largo de la vida, es la
sociedad la que va perturbando a los seres humanos.
En
esa tarea clasificatoria, observamos un grupo conservador y reaccionario, en el
sentido de oposición al cambio, a la acción, al progreso, a la igualdad. En
este grupo conviven diferentes clases sociales. Una clase social dominante,
constituida en oligarquía, que es la que en realidad determina las formas de
gobierno. Apoyando a estos poderosos, están los enajenados que votan a quienes
luego les recortarán los derechos, a los que actúan en contra de sus intereses.
A algunos de estos últimos, les gustaría pertenecer a esas clases dominantes,
pero no logran alcanzarlo. Otros se añaden por sus vínculos religiosos. El
carácter conservador de las doctrinas les obliga a integrase en este grupo,
independientemente de su condición económica. El miedo y la ignorancia caracterizan
a esa enorme masa que apoya electoralmente a sus enemigos de clase.
Aquí
también se encuentra un subgrupo formado por nuevos ricos del mundo deportivo,
del espectáculo o de los medios de comunicación. Algunos de ellos se muestran
como filántropos, prestando su imagen para encabezar fundaciones de ayuda a los
países en vías de desarrollo, aunque nunca ofrecen sus riquezas. Pero los más
deshonestos son aquellos o aquellas que muestran una pseudo ideología progresista.
Estos son peligrosos porque consiguen engañar a ciertos sectores sociales de
más baja condición económica. Diríamos, grosso
modo, que los componentes de este
gran grupo son un verdadero obstáculo en el camino hacia un mundo mejor.
Hay,
a mi entender, otro grupo cuyos individuos que, a imagen y semejanza de
“espíritus puros”, se sitúan en la neutralidad, en ese falso centro político.
Dicen que huyen de los extremos y apoyan a los oportunistas que se presentan
con esas señas de identidad. Por concretar, pondremos algunos ejemplos de
formaciones políticas que han tenido lugar en este país nuestro en las que
aterrizan los individuos de este grupo. Primero fue la UPyD de Rosa Diaz, grupo
que afortunadamente desapareció. Ahora es el grupo Ciudadanos, con el deseo personal
de que sigan el mismo camino. Este tipo de formaciones políticas suelen ofrecer
dos caras: en las convocatorias electorales suelen presentarse con un ideario neutro, para
luego hacer una política de apoyo a los grupos más conservadores. Ellos, en sí
mismo, son formaciones reaccionarias, aunque no necesariamente los que les
votan. En la personalidad de quienes forman este grupo social suele jugar un
papel fundamental la ignorancia o la ingenuidad.
Otro
grupo es el de aquellas y aquellos que tienen una débil ideología de corte
progresista, aunque no cuestionan el sistema capitalista. Estos creen que se
puede avanzar a través del voto a grupos tales como el PSOE (en España). Ignoran que los partidos con los que se
alinean, a los que votan, sirven a los mismos que los grupos conservadores. En
la actualidad, debido a sus contradicciones entre las promesas y las acciones,
estas formaciones tienden a desaparecer en el marco europeo, por lo que este
grupo social se va achicando. En este país nuestro, la ingenuidad y la herencia
política siguen jugando un importante papel, por lo que es posible que un par
de artimañas de los socialistas les permita mantener un apoyo inmerecido. Así,
el contingente se mantiene, aunque jamás volverán a ser, cuantitativamente,
como en la anterior década.
Próximo
al anterior, aunque con un ideario algo más escorado a lo que se conoce vulgarmente
como izquierda, se constituye otro grupo. También creen en las transformaciones
desde dentro a través de su apoyo a partidos como Podemos (en España). En este
caso los individuos de este grupo están en contra del capitalismo, aunque no se
cuestionan cómo hay que combatirlo con eficacia. A diferencia del anterior,
este es un grupo desdibujado. Aquí hay mujeres y hombres que podrían estar en
alguno de los dos grupos anteriores, pero también se encuentran gentes con un
claro ideario que votan a grupos supuestamente anticapitalistas por aquello de
lo del mal menor.
Existe
otro grupo social, minoritario, que piensan que el cambio a favor de los menos
favorecidos, el cambio a otro sistema más justo, más racional y más humano, es
imposible llevarlo a cabo desde dentro del actual sistema. Es un grupo de
personas intelectualmente bien dotadas, con un deseo común, pero observado
desde distintas ópticas o ideologías. Aquellos que lo hacen desde los
principios marxistas son conscientes de que no se dan las condiciones objetivas
y subjetivas para el cambio. En lo más profundo de su pensamiento saben que
esta especie nuestra no es capaz de vivir de esa manera que anida,
exclusivamente, en el deseo, en el ideario y en el imaginario de los que
componen este sector social.
La
abstención determina otro grupo social, aunque esta opción agrupa a hombres y
mujeres que actúan de esta manera por distintas razones. Hay unos que practican
la abstención activa por rechazo al
actual modelo político. En buena lógica, los componentes del grupo anterior se
integran en este otro, siendo conscientes de lo que hacen. Luego hay otros,
ajenos a cualquier compromiso político, alejados de cualquier ideología, que no
participan por dejadez, porque anteponen cualquier actividad a la de dedicarle
un rato para ir a votar, es una cuestión de desidia, de desinterés, de
indiferencia.
Por
último, está ese grupo convertido en masa, sin criterio, sin ideología que se
deja llevar por la mentira, la demagogia, por el miedo al cambio, por lo que le
dicen a través de los medios de comunicación. Esos que hacen que en las
encuestas de intención de voto, los porcentajes de apoyo a uno u otro partido
varíen de un mes a otro. En este bloque, bien podrían estar individuos de los
tres primeros grupos. El voto de los componentes de este sector, en este país,
puede ir dirigido, actualmente, al PP, al PSOE o a Ciudadanos. Son la
ignorancia y la indiferencia las que juegan aquí un importante papel.
Fuera
de esta clasificación quedan los fanatismos, los nostálgicos de la Dictadura.
No se merecen ser caracterizados. Pero, en ausencia de grupos fascista con
capacidad para alcanzar representación en las Cámaras, estos individuos
pertenecen al grupo conservador descrito en primer lugar, es decir, alimentan
las bases del Partido Popular en este país.
Si
tuviéramos que resumir esta forma de actuar en política, diríamos que la
inquietud, la razón y la experiencia personal han jugado un papel fundamental
para que algunos descubran la manipulación, el engaño y la inmadurez de la
especie para intentar avanzar hacia estadios de progreso e igualdad. Otros
confunden lo deseable con lo posible, y cegados por la ingenuidad, esperan la
transformación a través de este modelo político. Finalmente, por ignorancia, una
extensa parte de la población es víctima de la intoxicación y de la mentira.
En
consecuencia, no le demos más vueltas, somos un breve instante en el proceso evolutivo, por lo tanto, para que
esto cambie es cuestión de tiempo si es que la naturaleza o la propia especie,
tarde o temprano, no ponen freno a ese proceso.
Buena radiografía de nuestra sociedad.
ResponderEliminarCorregidas algunas erratas.
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